Revelaciones 7:9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
7:10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.
Estos son los actuales, los vivos, los hermanos de hoy que, como algunos bien dicen, aguardan esa esperanza bieaventurada.
El símbolo de las palmas en las amos indica que el "hijo de David" ya apreció, o ya se manifestaron los hijos de Dios.
Es el tiempo de su venida que ya llega y Él entra con su corte a la Jerusalén y su templo celestial.
(cuando antes lo dice la historia, iba montando un burro, pudiese ser aquel en un caballo blanco)
Este grupo ya está listo, perseveraron, se humillaron y pueden ver su recompensa.
Revelaciones 7:13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?
7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Y ya juntos, esta parte que se unió al primer grupo es la que logró irse de la Gran Tribulación en el Arrebatamiento, pues SALIERON POR EL HECHO DE NO HABER ENTRADO.
Por lo anterior algunas cosas quedan claras, no como antes que estaban un tanto difusas:
Que habrá un Rapto de la Iglesia, o un escape para los fieles y los justos para no perderse con el mundo.
Que algunos sí lo estabamos esperando.
Que estaba (y está) otro grupo muy grande de personas que, aun a pesar que no esperan que sean arrebatados, se fueron incluyendo porque hicieron lo que tenían que hacer como cristianos creyentes de fe.
Y, esto sí que es muy importante; clamaron a Dios cuando sí que debían de gritar su nombre para hacerse oír por el Señor y ser llevados durante el breve momento con que contaron para salvarse en cuanto el Arrebatamiento estaba siendo llevado a cabo.
Por eso, alguien preguntó, ¿y las palmas que nosotros traíamos en las manos? Una respuesta posible es que tuvieron que lavar sus vestiduras blancas, ropas que en los del primer grupo ya eran blancas.
Y emblanquecidas con la sangre del Cordero porque en el Rapto y el tiempo que duró, la gente vivió una tragedia por sus pecados, una desgracia tan grande donde hubo muerte y destrucción por todos lados-