LuisAlberto42, instrúyete...lee y aprende:
“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.”
Introducción
Aquí se establece, con las mismas palabras de Cristo, que la Iglesia será guardada
fuera de la hora de la prueba que habrá de venir. Tal es la fuerza de la preposición griega «
ek», que significa
«de o fuera de». No dice que la Iglesia será tan sólo preservada
en o
a través de la hora venidera (para lo cual las preposiciones son diferentes), sino
«de» o
«fuera de» ella.
Para ilustrar esto, tomemos las figuras del Génesis con relación al diluvio: Enoc había sido trasladado al cielo
antes del diluvio (es decir, fue guardado fuera de éste), en tanto que Noé fue guardado
a través de sus aguas. Dios nos da así, desde el comienzo de la Biblia un bendito testimonio de la doble preservación:
fuera y
en. Noé, como Lot (a diferencia de Abraham, quien no tuvo que huir a una pequeña Zoar como Lot), aunque preservados, estuvieron
presentes en las circunstancias de la prueba: y esto mismo es lo que ocurrirá con el remanente convertido de israelitas durante el tiempo de los terribles juicios (Mateo 24). La esperanza cristiana ― la “esperanza bienaventurada”, Tito 2:13― es estar con el Señor
en el cielo, y ése es el anhelo de la Iglesia. Seguramente que el clamor se oye con fuerza hoy día: “Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” (Mateo 25:6).
Exención del tiempo de la prueba
Muchos presentan mal la verdad que el Señor declara en Apocalipsis 3:10, afirmando, por ejemplo, que en este pasaje «lo que Cristo prometió fue una completa exención
de la prueba». Pero ésa no es su promesa aquí. Apocalipsis 3:10 afirma que habrá una completa exención
de la hora de la prueba. La diferencia no es superficial.
William Kelly observó respecto de esto:
«El Señor promete eximir, no meramente de la tribulación, sino de la “prueba”, y no de la prueba (de la naturaleza que fuere, ya seductiva, ya terrible y peligrosa), sino “de la hora de la prueba”. Fuera de esa hora, la cual incluye la Gran Tribulación que viene para probar a los que moran sobre la tierra» (
Lectures on the Second Coming and Kingdom, p. 281).
La exención, pues, de que aquí se habla, no es del daño
en o
a través de la hora de la prueba, sino del mismo
período de tiempo (de la hora) que dura la prueba.
La preposición «ek» («de»), significa «fuera de», y no «en» ni «a través de»
Quienes enseñan que la Iglesia pasará por la Gran Tribulación, dicen que la preposición
“ek” a veces significa «en presencia de», en el sentido de que uno es guardado, no «fuera de o en ausencia de», sino «en presencia de». Un autor postribulacionista (los que creen que la Iglesia pasará por la Gran Tribulación), lo expresa así:
«
Ek generalmente significa
de en el sentido de
fuera de, de modo que, el hecho de que la Iglesia sea guardada
fuera de la tribulación siempre fue una máxima para los dispensacionalistas. Pero
ek también significa
de en el sentido de
‘separados, pero estando todavía en presencia de’, lo cual puede verse en Juan 17:15 (cf. Gálatas 1:4). Juan podría haber empleado la otra preposición griega
apo (lejos de), si hubiera querido decir que la Iglesia sería removida de la hora de la prueba, pero no lo hizo» (J. B. Payne,
The Imminent Appearing Of Christ, p. 78. Así también Reese,
The Approaching Advent of Christ, p. 205).
Así, vemos que algunos enseñan que la Iglesia sufrirá la persecución de la Gran Tribulación (y citan, por ejemplo, Hechos 14:22 “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”), mientras que otros enseñan que será preservada sin sufrir ningún daño en medio de ella, como vimos recién.
La misma posición asume George E. Ladd, quien en su obra contra la venida del Señor antes de la Gran Tribulación
«The Blessed Hope», se detiene en la preposición griega
ek, y la relaciona también con la oración del Señor en Juan 17:15 cuando él desea que los suyos sean “guardados fuera del mal”. Ladd arguye luego que
«Esto no significa remoción de la escena de este mundo, sino que sólo quiere decir que serán guardados del mal y de la tribulación mientras estén en él».
El error fundamental de Ladd, como el de los demás antidispensacionalistas, estriba en no ver que la promesa del Señor es la de ser guardados, no fuera de la tribulación, sino fuera de
la hora de la tribulación; es decir, como ya lo vimos,
completamente fuera del tiempo de la prueba. El punto no es
geográfico, sino
temporal, si hemos de ceñirnos a las exactas palabras del Señor. Pues Él no prometió
preservación de peligro durante el tiempo, sino
liberación del tiempo en el cual tiene lugar la prueba. La palabra griega para
hora (del griego
hora) significa una hora, período o sazón, e indica claramente que los cristianos serán liberados
del entero período de la tribulación cuando venga el Señor para tomarlos a él, y no que serán
preservados a través de la prueba.
El error común en todos los antidispensacionalistas, podemos ver, pues, es que se centran en el hecho de ser
guardados de la tribulación, mientras que ése no es el lenguaje de la Escritura. Ésta dice “
fuera de la hora”. Suena realmente extraño ser guardados
«separados, pero aún en presencia de la hora»; mientras que sí tiene sentido si vemos una remoción antes de la hora. Tal vez ésta sea la razón de por qué todos los oponentes insisten en usar la palabra “prueba”, y no “hora”.
Y debemos basar nuestra fe, no en las posibles preposiciones que el Espíritu Santo «pudo» haber usado (tales como
en (en) o
dia (a través de), sino en la que realmente empleó:
ek, o sea,
fuera de. Porque para satisfacer a los antidispensacionalistas, se podrían haber empleado cualquiera de estas dos, pues así el Espíritu de Dios habría dejado en claro que la Iglesia pasaría a través de la hora de la prueba, y sería preservada dentro de ella. No es, pues, ser
guardados de la prueba durante ese tiempo, sino
del período de tiempo que dura la prueba.
Veamos las objeciones de un conocido amilenarista O. T. Allis:
«No se ha de pasar por alto el hecho de que mientras que los pretribulacionistas son totalmente categóricos en el hecho de que la Iglesia no pasará por la gran tribulación, no son menos categóricos en cuanto a que los judíos sí lo harán. Esto implica una interpretación un tanto arbitraria de la palabra “de” tal como se usa en relevantes pasajes. Jeremías 30:7 declara: “tiempo de angustia para Jacob; pero
de ella será librado”. Daniel 12:1 dice simplemente: “En aquel tiempo será libertado tu pueblo.” En Apocalipsis 3:10 leemos: “Te guardaré de (ek) la hora de la prueba”. En Apocalipsis 7:14 se dice: “Estos son los que han salido de (ek) la gran tribulación.” Mateo 24:22, al hablar del acortamiento de aquellos días, deja ver claramente que los escogidos pasarán por ella. Juan 17:15 ilustra la ambigüedad de la preposición “de” (ek): “No ruego que los quites del (
ek en el sentido de
fuera de,
lejos de) mundo, sino que los guardes del (ek) mal.” El propósito del sellamiento de los siervos de Dios antes del derramamiento de las plagas (Apocalipsis 7:3) favorece el punto de vista de que ellos han de pasar incólumes a través de ellas. ¿Por qué no deberíamos aplicar lo mismo a Apocalipsis 3:10? Más bien parece inconsistente insistir en que “de” en Jeremías 30:7 debe significar que Israel pasará por la tribulación, pero que “de” en Apocalipsis 3:10 debe significar que la iglesia de Filadelfia, y, por implicación, la entera Iglesia en la tierra entonces, no pasará por ella, sino que será liberada de ella mediante el arrebatamiento» (O. T. Allis,
Prophecy and the Church, p. 213, 214).
J. N. Darby, hace más de un siglo y medio atrás contestó justamente a estas objeciones:
«Εκ tiene la fuerza, no solamente de “fuera de”, sino de “de” al igual que από. La diferencia, sin embargo, dependerá del significado de las palabras: εκ, fuera de, es decir, de entrar; από, apartado o lejos de. De ahí el significado de εκ en Juan 12:27; Hebreos 5:7; Santiago 5:20, etc. Se trata de salvar de, o de entrar en, esta hora, la muerte, etc. Asimismo από en Mateo 1:21; 6:13; Lucas 11:4; Hechos 2:40; Romanos 5:9. La primera supone un estado de circunstancias, una condición, dentro de la cual la persona podría entrar, pero que no entró; mientras que la otra supone algunas personas o circunstancias adversas a su interés, a las que no se les permite actuar contra ellos ni producir los efectos de sus malicias, o que se los apartó de ellas. Con από ellos son considerados como existencias hostiles; con έκ es un estado, tal como εκ νεκρων ανασ, “de entre los muertos”. Estos últimos no son personas ni cosas hostiles; estar entre ellos es un estado. Así από του πονηπου es un poder hostil. Lucas 1:74 es un estado en el cual ellos estaban o podían estar. Así Romanos 7:24 es el estado en el cual estaba; no un poder hostil aparte de sí mismo. Romanos 15:3 significa personas hostiles. En 2.ª Corintios 1:10 εκ es usado de nuevo por cuanto es evidentemente un estado: así Colosenses 1:18, aunque “fuera del” poder de las tinieblas podría ser mejor aquí. En 1.ª Tesalonicenses 1:10 dice από της οργης, pues la ira no es una condición, sino un poder hostil de otro. En 2.ª Tesalonicenses 3:2, es de hombres irracionales y malvados. Esto es evidente. En 2.ª Timoteo 4:17 se hubiese dicho από του λέοντος, pero εκ στόματος indica se librado de dentro de lo cual parecía entrar, de un estado en el cual se hubiese encontrado. 2.ª Pedro 2:9 es más directamente “fuera de” ella cuando se está en ella; de cualquier modo, es un estado de πειπασμου. Asimismo en Apocalipsis 3:10 los fieles son guardados de entrar en este estado, preservados de entrar en él, o, como decimos, excluidos de él. Pues las palabras aquí se corresponden plenamente con “fuera de” y con “de”. “De” se refiere a lugar, si se crea una distancia desde un determinado objeto, como cuando fueron de Jerusalén a Jericó: ponen una distancia entre él y la ciudad. “Fuera de”, en cambio, significa cesar de estar dentro. Con από se trata siempre de un objeto distinto del que habla o de la persona a la que se habla; mientras que εκ implica un estado en el que él está o podría estar»
(Collected Writings of J. N. Darby 13:376, Stow Hill ed.).
Respecto de Juan 17, J. N. Darby escribió:
La cita de Juan 17:15 demuestra exactamente lo contrario de aquello para lo cual es citada. Ellos han de ser guardados completamente fuera de aquello a lo que εκ se aplica. No que hayan de ser guardados completamente fuera del mundo, sino que no han de ser
quitados del mundo (εκ του κόσμου); pero sí han de ser completa y absolutamente
guardados del mal (εκ του πονηρου): y es lo mismo en Apocalipsis 3:10, completa y absolutamente, no “a través de” ni “en” la hora, sino εκ της ωρας (fuera de la hora)» (
Letters of J. N. Darby 3:370).
Además de Juan 17:15, también se citan Gálatas 1:4 y Hebreos 5:7 para sostener el punto de vista contrario:
«Aquí (Gálatas 1:4) se nos dice que los cristianos son librados fuera de este presente siglo, y, sin embargo, es obvio por el mismo hecho de su existencia que ellos están presentes en él: están en él, pero librados de sus pecados, de su espíritu y de su juicio… porque los cristianos, si bien han sido librados de este presente siglo malo, todavía permanecen en él… Aquí hay un caso (Hebreos 5:7) en el que sabemos que el Señor sufrió y pasó a través de la muerte, y, sin embargo, fue salvo de ella. Nada más decisivo que este pasaje podría desearse» (A. Reese,
The Approaching Advent of Christ, p. 204, 205).
Pero nadie podría creer que el Señor estuvo
en la muerte y
fuera de la muerte al mismo tiempo. Pero hay una evidente diferencia entre ser «guardado de la muerte» y ser salvo de ella. Tampoco fue Él «guardado fuera del tiempo» de la muerte. Juan 17:15, Gálatas 1:4 y Hebreos 5:7 confirman nuestro entendimiento de Apocalipsis 3:10.
1. Los discípulos estuvieron completamente fuera del mal.
2. Nosotros estamos fuera de este presente siglo malo, y vivimos, no en él, sino en el tiempo de él. No somos guardados fuera del tiempo de él.
3. Seremos guardados fuera del tiempo de la prueba.
Uno puede ver en seguida la diferencia que habría en Gálatas 1:4 si se hubiese escrito: «Nos libra
de la hora del presente mundo malo». El anterior razonamiento, sin embargo, haría que nosotros estuviésemos en la hora y fuera de la hora de la prueba al mismo tiempo, que es exactamente la manera en que se maltrata Apocalipsis 3:10.
Siempre veremos que los que se oponen a la verdad dispensacional, dan vueltas para distraer la atención de la palabra “hora”, y dirigirla hacia cualquier otra parte. Y es tan crucial la diferencia entre “la hora” y “la prueba”, que algunos hasta han tratado de forzar una aparente analogía con otras “horas” en las que supuestamente se está en ellas y se sale de ellas preservados. Por ejemplo:
«La palabra “hora” aparece muchas veces en los Evangelios con referencia a las pasiones de Jesús (Mateo 26:45; Marcos 14:35, 41; Juan 2:4; 7:30; 8:20; 12:23, 27; 13:1: 17:1). El énfasis recae en la
experienciadentro del tiempo, no en el período como tal. En su ruego: “Padre, sálvame de esta hora”, Jesús no habría orado por la liberación del período de tiempo a través del cual habría ido aun si no hubiese muerto; sino que más bien pide la liberación de los
eventos dentro del período de tiempo (Juan 12:27). Ésta es una manera común de hablar. Orar para ser liberado de un tiempo malo, no es pedir ser quitado del mundo antes de ponerse mal (él ya está mal), sino para que el Señor lo preserve y lo lleve a salvo del período del mal. El énfasis no recae en el período de tiempo per se, sino en las características prominentes del período» (R. Gundry,
The Church and the Tribulation, p. 59, 60).
Pero los mismos pasajes citados por el autor demuestran claramente que es imposible igualar “esta hora” con el mero paso del tiempo. Sin los eventos específicos, no podría haber existido “esta hora” (los eventos y el tiempo cuando ocurren, son inseparables). Aquellos eventos específicos son los que constituyen “esta hora”, eventos que le conferían su carácter. Hay una gran fuerza moral en esas palabras: “Padre, sálvame de esta hora.”
Además, no existe ninguna analogía, pues nuestro Señor no estaba orando por preservación a través de la hora; sino que oró por liberación de ella, para ser guardado fuera de ella. Y, naturalmente, el cristiano sabe que evitar ser hecho pecado por nosotros (2.ª Corintios 5:21) estaba en consonancia con la perfección de su santa Persona. Pronunciar esta oración: “Pasa de mí esta copa”, era parte de Su perfección y santidad. Su oración, pues, era porque la hora fuese quitada, igual que en el caso de la copa. Y, sin embargo, Él había venido para esta hora, como lo leemos en Juan 12:27, lo cual nos da otro aspecto de esta hora, así como Juan da también otro aspecto respecto a la copa (Juan 18:11).
En cuanto a la analogía del mal, ser guardados fuera del tiempo del mal significa no pasar a través de ningún mal. Ser guardado fuera del tiempo de la prueba significa no pasar a través de ninguna prueba.
Pero debe quedar claro y firme el hecho de que Apocalipsis 3:10 afirma que seremos guardados de la hora, del tiempo, de la prueba. Ningún esfuerzo por multiplicar elaboradas citas de preposiciones puede alterar el hecho patente de la frase. Es simplemente imposible ser «separados de la hora, del tiempo, de la prueba, pero permanecer todavía en presencia de la misma».
En Apocalipsis 7:14 aprendemos acerca de una multitud de gentiles que salen de la tribulación. El contraste con Apocalipsis 3:10 es suficientemente claro, a pesar de que muchos no sean capaces de verlo: los de Apocalipsis 7:14 salen de la tribulación, mientras que los de Apocalipsis 3:10 son guardados fuera de esa hora. Cualquiera entiende que los verbos “salir de” y “guardar de” son completamente diferentes.
La palabra “guardar”
Se alega que el significado del verbo
tereo es «guardar», y que, por tanto, para ser guardada, la iglesia debe estar presente en la tribulación. Se trata de buscar una analogía con Juan 17:5 donde se usa el mismo verbo
(tereo) combinado con la misma preposición (
ek), y se arguye que Juan 17:5 muestra que los discípulos necesitaban ser guardados en presencia del peligro (R. Gundry,
The Church and the Tribulation). Ya hemos considerado Juan 17:5 y vimos que los creyentes habrían de ser guardados completamente fuera del mal.
El punto esencial del argumento, entonces, es que si la Iglesia estuviese ausente de la hora, sería innecesario «guardarla»; y el pasaje enseñaría que habría una protección en ausencia de tribulación.
Veamos qué nos dice J. H. Thayer en su
Greek-English Lexicon of the New Testament, pág. 190:
«Referente a cualquier tipo de separación o disolución de conexión con una cosa o persona… guardar a uno a distancia de, etc. [cf. B. 327 (281)], Juan 17:15; Apocalipsis 3:10.»
¿Qué puede ser más claro que el hecho de que «separación o disolución de conexión con» la hora, significa que los santos no estarán presentes en la hora, sino que estarán fuera de ella, separados de la hora, desconectados de ella (del mismo modo que los discípulos habían de estar fuera del mal, separados de él, desconectados del mal)? Uno no puede estar separado de un tiempo y estar todavía en presencia de ese tiempo.
Y podemos agregar una diferencia que establece el léxico de Thayer en cuando a
tereo (guardar) combinado con las preposiciones
en (en) o
ek (de, fuera de):
«
Tereo combinado con la preposición
en significa ‘hacer que uno persevere o permanezca firme en una cosa’. Mientras que
tereo combinado con
ek (caso de Apocalipsis 3:10), hace significar: ‘guardar para que uno escape de forma segura fuera de’» (
Greek-English Lexicon of the New Testament, pág. 622).
La “hora de la prueba” es todavía futura
Apocalipsis 3:10 nos dice entonces que los cristianos seremos guardados “de la misma hora de la prueba”. No seremos guardados
en la Gran Tribulación, ni
a través de ella. No estaremos presentes en la hora, en el tiempo, de ella en absoluto.
Un amilenarista, escribió:
«Si Dios cumplió su promesa a ellos, entonces la ‘prueba’ debe de haber ocurrido en sus días» (
Millennial Studies, pág. 129).
Otro amilenarista, O. T. Allis, afirma que hoy estamos en «la tribulación de Jacob»:
«El “tiempo de angustia para Jacob”, o de tribulación, si lo contamos, como bien puede hacerse, desde la destrucción de Jerusalén que tuvo lugar en los días de Jeremías, ha sido incomparablemente largo; todavía continúa; y su fin aún no ha llegado. Los tiempos de los gentiles han tenido lugar, y continuarán hasta que terminen, tiempo de angustia o tribulación para Jacob» (
Prophecy and the Church, pág. 209).
Y otro escribió:
«Al tratar el pasaje que confiere su título al libro, el autor sostiene que estas palabras se dirigen a toda la Iglesia a lo largo de esta edad…, mientras que, en realidad, ellas fueron dirigidas a la iglesia de Filadelfia con referencia a un período de prueba que había de caer sobre la
‘oikoumene’, y no sobre el
‘kosmos’. Nadie va a negar que ellas proporcionan aliento a todas las iglesias a través del siglo para guardar la palabra de la paciencia del Señor, pero el período de prueba a que se refiere no tiene nada que ver con la intensa tribulación de los últimos días» (
Reviews ‘Kept From the Hour’, Watching and Waiting, mayo-junio, 1958, pág. 46).
Ahora bien, estas objeciones están mal fundadas por las siguientes razones:
1. Si esta “hora” ocurrió en el tiempo de Filadelfia, los santos de Filadelfia no fueron guardados fuera de
la hora de la prueba como Dios dijo que lo serían. Ellos habrían estado presentes en el tiempo de la hora de la prueba, pues estaban aquí en la tierra cuando esa hora supuestamente transcurrió.
2. La hora de la prueba que vendrá sobre todo el mundo habitable, afectará ciertamente de gran manera a “los que moran sobre la tierra”. Esta expresión tiene una fuerza específica en el libro del Apocalipsis. Se la encuentra en Apocalipsis 3:10; 6:10; 8:13; 11:10; 13:8, 14; 17:2, 8. Apocalipsis 14:6 dice en realidad “a los sentados o establecidos en la tierra”. Apocalipsis 13:12 se refiere a la misma clase de personas. La frase no incluye a toda persona que mora sobre la faz de este globo. La expresión tiene un significado moral. Denota una clase de personas que han escogido la tierra, y no el cielo, por su porción. Son algunas de las cizañas del reino de los cielos en su fase de misterio (Mateo 13): aquellos que no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por tanto, Dios les envía una operación de error para que reciban al Inicuo, es decir, al Anticristo (2.ª Tesalonicenses 2). Podemos creer, pues, que muchos de esta clase estarán vivos tanto en el arrebatamiento ―que precede a la tribulación― como en la aparición; porque Cristo vendrá sobre esta clase moral en llama de fuego para tomar venganza sobre aquellos que no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo (2.ª Tesalonicenses 1).
Filipenses 3.19 habla del carácter de los moradores de esta tierra, cuyo dios es su vientre, y piensan en las cosas terrenales. Ellos están en contraste con los cristianos señalados en Filipenses 3:20 (quienes estarán entre aquellos cuyo tabernáculo está en el cielo: Apocalipsis 13:6), los que esperan al Señor Jesús como Salvador. Los que moran en la tierra, constituyen esa generación moral que dice: “Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!” (Lucas 23:18); “Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad” (Mateo 21:38); “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lucas 19:14). Compárese también Apocalipsis 13:3-5, donde ambas clases son puestas en contraste. Nótese bien que la tierra es la heredad de Cristo (Mateo 21:38) que esos hombres querían para sí sin el Cristo de Dios. Son como aquellos de los días de Noé que se caracterizaban por dos cosas: por violencia y corrupción, y por comer y beber, casarse y darse en casamiento, sin Dios, y como si habitasen en la tierra para siempre. Los que habitan en la tierra se hallan en contraste moral con aquellos que habitan en el cielo, de quienes la bestia blasfema (Apocalipsis 13:6). Los santos de Filadelfia estarán entre aquellos que moran en el cielo. Los que moran en el cielo en el tiempo que la bestia haga esto son los santos resucitados del Antiguo y del Nuevo Testamento (Hebreos 11:40). Nosotros no estaremos en ese tiempo.
3. La hora de la prueba vendrá sobre toda la tierra habitada.
Kosmos significa, en general, algo ordenado o regular. Es usado para describir el orden creado en Romanos 1:20; la gente del mundo (Juan 3:16 y Romanos 3:6); y la constitución moral del mundo (1.ª Juan 2:16); etc.
Oikoumene, en cambio, significa la tierra habitada. Se usa en Lucas 2:1 para el Imperio Romano. El intento por limitar el radio geográfico abarcado por la palabra
oikoumene en Apocalipsis 3:10 suena como una forma conveniente de librarse de la aplicación del pasaje a los cristianos en general. Sin embargo, quienes objetan el arrebatamiento antes de la Gran Tribulación nos dicen que Mateo 24:14 indica que debemos predicar el evangelio del reino por todas partes en el mundo, y aquí la palabra es
oikoumene. Parece, por tanto, que la objeción basada en las palabras
kosmos y
oikoumene es o bien un descuido o un intento por tener las cosas de ambas maneras de modo de adaptar un sistema humanamente inventado impuesto sobre las Escrituras.
J. N. Darby respondió una objeción similar sobre este tema:
«No tengo dudas de que la tierra profética, y especialmente la romana, es la escena de los más grandes eventos y de los principios más profundamente perversos de los últimos días. Pero cuando el autor dice (p. 83): ‘La gran hora de la prueba viene solamente sobre la
oikoumene (la tierra romana, véase Lucas 2:1), pero se trata de probar o poner a prueba a los que moran sobre la tierra’, su uso de
oikoumene carece totalmente de respaldo. La tierra habitada (pues eso es lo que significa la palabra) fue dada a Augusto que representa el poder imperial de la bestia; y el orgullo del hombre, ignorante como podía ser de los consejos de Dios, era bastante propenso para asumir el título. Pero usar esto con el objeto de limitar la palabra a los confines de la tierra que realmente estaba bajo el dominio de los romanos, carece totalmente de respaldo. ¿Acaso la seguridad del juicio aplicado a todos los hombres por la resurrección de Cristo se limita sólo a la tierra romana (Hechos 17:31)? ¿O es éste el significado del versículo 6 del mismo capítulo? ¿Sólo dentro de la tierra romana es introducido el Primogénito (Hebreos 1:6)? ¿Acaso la voz (Romanos 10:18) sale solamente dentro de la tierra romana, traducida “hasta los fines de la tierra”? Allí se usa en lugar del hebreo
Tebel, el mundo, en su sentido hebreo más extenso. Y así también la LXX (Salmos 9:8). Podemos señalar que Romanos 10:18, además, parece poner la “tierra” y el “mundo” precisamente en sentido contrario al que lo pone el autor. Tampoco sé de algún pasaje que dé a
eretz [hebreo], tierra, un sentido más extenso que
oikoumene (véase Isaías 24:4). Más bien todo lo contrario, como en aquellos que ya se han citado; es decir que
ge [griego] es usado por
Tebel [hebreo]. No existe claramente ninguna autoridad posible para usar
oikoumene en relación con la tierra romana en Apocalipsis 3:10 por el hecho de que se aplique al Imperio una sola vez en un sentido limitado (ese imperio incluía entonces el mundo civilizado, el cual ciertamente le había sido entregado por Dios)» (Collected Writings 8:96, 97).
Apocalipsis 3:10 ciertamente no se aplica a ninguna prueba local o limitada. Ni mucho menos la hora de la prueba se limita a la tierra romana, aunque los apóstatas de la cristiandad (aquellos “que moran sobre la tierra”) son los objetos especiales de esta prueba.
4. Limitar Apocalipsis 3:10 a tan sólo una parte del mundo, es un artificio arbitrario que surge debido al deseo de evitar su aplicación a la Gran Tribulación. Pero así como creemos que Apocalipsis 2:7, 10, 17, 26, 27, 28; 3:5, 21 no están restringidos a esas respectivas asambleas y tiempo, así también Apocalipsis 3:10 no está restringido en ubicación y tiempo a Filadelfia. La promesa fue ciertamente cumplida a Filadelfia, y será cumplida a todos los cristianos. Ellos fueron guardados de la hora de la prueba, y así también lo seremos nosotros.
5. Los que creen que la iglesia pasará por la Gran Tribulación, definen esta última como tan sólo «intensa persecución», con el objeto de hacer que la presencia de la iglesia durante “la gran tribulación” parezca razonable. La “hora de la prueba” tiene por objeto a “aquellos que moran sobre la tierra”, de modo que no serviría de nada hacer que las dos expresiones se refieran al período venidero del derramamiento de la ira y del juicio penal de Dios.
6. En cuanto al argumento de O. T. Allis, nótese que “los tiempos de los gentiles” (Lucas 21:24) corren para el período abarcado por la imagen de Daniel 2; es decir, desde Nabucodonosor, la cabeza de oro, hasta que Cristo venga como una piedra hiriente para desmenuzar al último imperio gentil del mundo. Ahora bien, “la tribulación o angustia de Jacob” terminará cuando finalicen “los tiempos de los gentiles”, pero “el tiempo de angustia para Jacob” aún no ha comenzado. Y puesto que no puede haber dos tiempos tal como nunca lo hubo ni lo habrá, no pudo haber comenzado en el tiempo de Nabucodonosor. Daniel se refirió a él como futuro (Daniel 12), tal como lo hace Mateo 24. Y Juan, quien escribió el Apocalipsis después de la destrucción de Jerusalén, habla de la hora de la prueba como algo todavía venidero (Apocalipsis 3:10). Además, Apocalipsis 7:14 tiene lugar en la tercera división del libro, la cual contiene eventos posteriores al período de la Iglesia. Así pues, “el tiempo de angustia para Jacob” y “los tiempos de los gentiles” no son coextensivos en el tiempo por cuanto el tiempo sin parangón es aún futuro, y la tribulación o angustia de Jacob es un tiempo sin parangón (Jeremías 30:4-10). Jacob será salvo de la tribulación. Nosotros, en cambio, seremos guardados de, o
fuera de, la hora de la prueba.
La Gran Tribulación tiene que ver con la ira, no con la persecución
Se ha dicho que los que creen en el arrebatamiento antes de la Gran Tribulación, lo hacen meramente porque quieren escapar de la hora de la prueba; que es un consuelo para la carne y que, por ende, no es bíblico. Véase, sin embargo, 1.ª Tesalonicenses 4:18 para el consuelo
espiritual. La base de todo esto es la negación de que la característica esencial de la Gran Tribulación es la ira, no la persecución; y por eso algunos han pensado que es un honor pasar por ella, o que es como una especie de disciplina de la iglesia para su preparación para la venida de Cristo. Respecto de la naturaleza de la Gran Tribulación y de la errónea noción de que pasar a través de ella es un honor, William Kelly escribió:
«Reitero, pues, que en el Nuevo Testamento se habla de tribulación como del acompañante diario del cristiano. Es un don de gracia del cual un santo no ha de escapar, sino dar gracias a Dios y tomar aliento; mientras que está fuera de toda duda que cuando la tribulación predicha por el Señor y los profetas caiga sobre Judea y Jerusalén, nuestro Señor mismo provee expresamente directivas precisas para que los fieles que se encuentren en esos lugares escapen. Y algunos os dirán que ésta es la tribulación que todos debiéramos considerar tan gloriosa, ¡y que es tan insigne cobardía eludir! La infatuación no podría ir más lejos. Hermanos míos, si ésta no fuese sino la palabra del Señor, y no los rebuznos de la ignorancia, ¿quién de nosotros no daría la bienvenida, por Su gracia, al fuego o al agua en obediencia y amor a Él? Pero tal idea es justamente lo opuesto a todo lo que Él enseña, incluso respecto del futuro remanente judío. En realidad, Él le ha dado al cristiano algo incomparablemente mejor, así como más difícil también: no una sola gran prueba, sino, por el contrario, si es fiel, una prueba continua, de seducción por un lado, y de tribulación por el otro. Apelo a vosotros que conocéis vuestros propios corazones, ¿qué veis que sea una prueba más severa, soportar alguna aguda, pesada pero única prueba, o proseguir con dificultad y soportar incesante vergüenza, pérdida, aflicción, y no obstante ser fiel a Cristo por la fe que se eleva por encima del mundo ―pero en dolor―, para regocijarse en la porción que Dios os ha dado? No es para un creyente establecer una vana comparación, o desprestigiar esa joya de martirio que nunca perderá su brillo a los ojos de Cristo o de aquellos que son Suyos, pero yo pienso, incluso en el bendito apóstol a quien fue dada esa gracia, que nada es más fino que el amor y la fe que hicieron de toda su vida un diario morir. Que Cristo sea el vivir implica morir en este mundo.
Por otro lado, en la Escritura, cualesquiera sean los sueños de los hombres, la última tribulación (Daniel 12; Mateo 24, etc.) ni una sola vez es presentada como un honor para aquellos que han pasado a través de ella, sino como un azote mortal sobre los judíos impíos y apóstatas, porque ellos recibieron al Anticristo después de haber rechazado al Cristo de Dios» (
Lectures on the Second Coming and Kingdom, págs. 265-267; 270-272. Véase también
The Bible Treasury, New Series 4:223).
Apocalipsis 2 y 3 constituyen una prefiguración
Es mejor evitar el uso de la expresión «la historia profética de la iglesia» en relación con Apocalipsis 2 y 3. La Iglesia de Dios no es un tema profético. Sí, es cierto que Apocalipsis 2 y 3 prefiguran siete aspectos de la Iglesia. ¿Acaso el hecho de que el sueño que Dios hizo caer sobre Adán para formar una mujer de su costilla que simboliza a Cristo y la Iglesia (Efesios 5) significa que esto era una profecía? Ciertamente que no. No tropecemos con una palabra. Las siete asambleas no son una profecía, sino más bien (aparte de aquellas asambleas que pasan literalmente a través de estas cosas) una figura de la condición de la asamblea profesante sobre la tierra en diversos tiempos y en diversas formas. O. T. Allis ha basado una objeción en el hecho de que los dispensacionalistas dicen que el significado de «profecía» es conocido sin la ayuda de la historia, de modo que ¡por qué esta historia «profética» necesitaría de la historia para que la explique! La respuesta es simple. No es una historia «profética» más allá de que lo que sucedió en el huerto de Edén sea una historia «profética», o que Gálatas 3:21-31 hable de una historia «profética». Su objeción, pues, de que Apocalipsis 2 y 3 vino a ser «eventos predichos» y que son señales, es infundada. Ellos no han sido predichos. En ninguna parte se establece que sean eventos necesarios que debamos esperar antes del arrebatamiento. Resultó ser una prefigura (Dios está sobre todo) y ha sido descubierta; y creo que no podemos afirmar cuándo vendrá el Señor. ¿Lo podrá alguien decir? Entonces ¿por qué hablar de Apocalipsis 2 y 3 como si fuesen señales?
Así pues, la aplicación de Apocalipsis 3:10 no se limita a una clase de personas que viven en un período de tiempo al que se le han asignado límites distintivos por la palabra profética. La profecía habla de otras clases en ese sentido. Por ejemplo, los mártires de la tribulación están restringidos a la septuagésima semana de Daniel. Apocalipsis 3:10, sin embargo, es una promesa, no una profecía, y se aplica en toda su fuerza a aquellos que son descriptos por ella. Algunas de las marcas características escritas acerca de la asamblea de Filadelfia son ciertas de todos los creyentes, y por eso es consistente hallar que algunas de las promesas hechas a ellos son aplicables a todos los creyentes también. Apocalipsis 3:10 es una de tales promesas. Ningún verdadero creyente será dejado atrás para pasar a través del período de la tribulación cuando Cristo venga para arrebatar a sus santos a sí mismo y para guardarlos fuera de la hora de la prueba, aunque muchos que son de Cristo pueden no responder a Filadelfia.
Conclusión y resumen
Ser guardados de la hora de la prueba es verdaderamente una gran bendición. En vano algunos citan Hechos 14:22 “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”, para alegar que la Iglesia pasará por la Gran tribulación. Pero las palabras de Cristo son demasiado precisas y distintas para prestarse a este engañoso equívoco. Una cosa es
la Gran Tribulación o
la hora de la prueba, y otra cosa muy diferente es “muchas tribulaciones”. El Señor mismo dijo: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mateo 24:31). Se trata, evidentemente, de un período
singular en la historia de la humanidad. Si hilamos fino, la “hora de la prueba” en realidad representa un período más amplio que el de la gran tribulación de Apocalipsis 7, y que el de la tribulación sin precedentes que habrá de caer sobre la tierra de Israel (Daniel 12, Mateo 24 y Marcos 13), pues dice que caerá sobre “todo el mundo habitado”: Nadie podrá escapar a ningún país del planeta, no se podrán ocultar en ningún lado. Sin embargo tomamos el término en sentido amplio y en relación directa con la Gran Tribulación.
El Señor dice quiénes son
los sujetos sobre los cuales caerá su ira: “Para probar a los que moran sobre la tierra.” Sin embargo, el Nuevo Testamento es claro en establecer la posición del cristiano como
celestial y no como
terrenal: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos” (1.ª Pedro 2:11). No somos
de la tierra. ¡Que bendición, pues, ser un
extranjero aquí en la tierra, un extranjero cuyas asociaciones son con Cristo en el cielo!
¿Y quiénes serán guardados de la hora? Escapan todos aquellos que, ante el llamado de Cristo, serán arrebatados al cielo. Ellos no estarán en esa
hora. No se trata de que simplemente no estarán
en el lugar, sino de que serán guardados
“fuera de la hora” de la prueba que viene. Esto equivale a decir que ellos están exentos. Y ésa es la fuerza de la promesa que el Señor hace a los suyos: ser guardados incluso
fuera de su tiempo. La forma más simple y segura de guardar a uno fuera de la
hora es sacarlos totalmente del escenario. No es una cuestión de
geografía ni de un
lugar secreto y distante de
refugio, sino de una
completa remoción del período de tiempo que abarca la prueba que vendrá sobre todo el mundo habitado. Esto se asegura completamente mediante el
traslado de los suyos al cielo
antes de que llegue el
tiempo de la prueba mundial, y éste es precisamente el valor y bendición de la promesa del Señor. El remanente judío piadoso, como dijimos, que tendrá que ver con una terrible tribulación circunscripta a Jerusalén, sólo tendrá que huir a los montes a fin de escapar, hasta que Jesús aparezca en gloria para la confusión de sus enemigos. Pero para los cristianos es otra cosa totalmente distinta. El error de la Cristiandad en este asunto radica, como siempre en su
judaización del cristianismo: en tomar a la Iglesia por Israel y atribuirle a aquélla las características terrenales de este último.
La conclusión es que hay una enorme diferencia entre ser guardados
de la prueba (como lo leería un lector superficial) y ser guardados de la
hora, o sea del período de tiempo que dura la prueba. El Señor no nos dice que seremos «guardados de la prueba durante ese tiempo», sino del tiempo que dura la prueba.
Fuentes:
«Thy Precepts» Editor, R. A. Huebner, vol 11, N.º1, 1996 (adaptado)
«Defense of Dispensationalism», Paul Wilson
«Lectures on Revelation» W. Kelly
«Revelation Expounded», W. Kelly