Dijo además [EL SEÑOR] a Moisés:
- Yo he observado a este pueblo, y he aquí es pueblo de dura cerviz. Deja ahora que se encienda mi ira contra ellos, y los consumiré, y haré de ti una nación grande.
Pero Moisés suplicó en presencia de [EL SEÑOR] su Dios, y dijo:
- Oh SEÑOR, ¿por qué se ha de encender tu ira contra tu pueblo, al cual sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos entre los montes y para destruirlos de la faz de la tierra? ¡Vuélvete del ardor de tu ira y desiste del mal contra tu pueblo! Acuérdate de Abraham, y de Isaac y de Israel, tus siervos, a los cuales les juraste por ti mismo y a quienes dijiste: Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas de los cielos, y toda esta tierra que os tengo prometida la daré a vuestra descendencia y la heredarán para siempre.
Y desistió [EL SEÑOR] del mal que dijo que había de hacer a su pueblo.
...[EL SEÑOR] dijo a Moisés:
¿Hasta cuándo me despreciará este pueblo? ¿Hasta cuándo se negará a creer en mí, con todos los prodigios que he obrado en su seno? Lo heriré con pestilencia y lo desheredaré, y haré de ti una nación más grande y más fuerte que él.
- Se enterarán los egipcios -replicó Moisés-, pues de en medio de ellos Tú sacaste a este pueblo con tu fuerza, y se lo dirán a los habitantes de esta tierra, pues ellos han oído que Tú, oh SEÑOR, estás en medio de este pueblo, que Tú, oh SEÑOR, te dejas ver cara a cara, que tu nube está sobre ellos, y que Tú marchas delante en columna de nube de día y en columna de fuego de noche. Si haces morir, pues, a este pueblo como un solo hombre, la gente que ha oído tu fama, dirán: Porque no pudo EL SEÑOR introducir a este pueblo en la tierra que les había prometido con juramento, los ha matado en el desierto. Ahora pues, ¡engrandézcase, te ruego, el poder de mi Señor!, tal como hablaste, diciendo: [EL SEÑOR], lento para la ira y grande en misericordia, que carga con la iniquidad y la transgresión, pero de ningún modo tiene por inocente al culpable y visita la iniquidad de los padres sobre los hijos, sobre terceros y cuartos. Perdona, te ruego, la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, conforme has cargado con este pueblo desde Egipto hasta aquí.
Y [EL SEÑOR] dijo:
- Lo perdono conforme a tu palabra...
Ahora te pregunto: ¿Nadie manda a Dios?