EL GOZO DE LOS SALMOS QUE HACEN MEMORIA DE CRISTO
Sal 68:18 Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad,
El contraste es muy marcado con el comienzo del Salmo 69
Sal 69:1 Sálvame, oh Dios,
Porque las aguas han entrado hasta el alma.
Y pareciera que está asociado al versículo 4, leemos:
¿Y he de pagar lo que no robé?
Cuando nuestros pensamientos son llevados a la ofrenda por la culpa en Levítico, en esta ofrenda había que pagar por lo que se había defraudado, y añadir una quinta parte (Lev.6:1-7)
Lev 6:6 Y para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación, y lo dará al sacerdote para la expiación.
Este es uno de los aspectos del Sacrificio de Cristo que tuvo cabal cumplimiento, por cuanto la Justicia de Dios, estaba afectada por el pecado del hombre. Y en el Altar de la Cruz, el Señor Jesucristo se encargó completamente de cancelar esa cuenta, cuando nuestros pecados fueron puestos sobre Él, en su cuerpo, sobre el madero de la Cruz, se destaca su sufrimiento interno:
Sal 69:2 Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie;
He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.
La experiencia del Señor, fue anticipada por la experiencia de Jeremías, leemos:
Jer. 38:6 .... Y en la cisterna no había agua, sino cieno, y se hundió Jeremías en el cieno.
La expresión aquí (Sal 69:2) nos presenta la figura de uno que lentamente se está hundiendo hasta desaparecer debajo del cieno.
Pero qué bueno es contemplar:
Sal 69:29 Mas a mí, afligido y miserable,
Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.
Algo que no falla en el Salmista, es su confianza en Dios. El clama, con la certeza de que Dios va a oírle, y va a ser levantado. Leemos:
Sal 69:14 Sácame del lodo, y no sea yo sumergido;
Sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas.
Sal 69:15 No me anegue la corriente de las aguas,
Ni me trague el abismo,
Para nosotros los salvados, estos Salmos y su conexión espiritual con los sufrimientos de Cristo, nos ayuda a apreciar lo que ha costado al Señor, nuestra salvación.
¿Que nos está pidiendo el Señor?
Él no nos está pidiendo mucho, cuando nos ha dejado este mandamiento:
"HACED ESTO, EN MEMORIA DE MÍ"
El algo que "hacemos", en la práctica, por lo tanto, no se hace virtualmente.
Nos reunimos, como manda la Escritura, cada primer día de la semana (Hch.20:7), para participar del Pan y participar de la Copa, como algo que el Señor nos ha pedido hacer en memoria de él, y el tratamiento que la Iglesia le da, no es secundario, o una cosa que se abandone al pasar de los meses, como un mandamiento de "relleno", sin mucha importancia.
Con justa razón el apóstol habla de este memorial, como una reunión para lo mejor (1Co 11:17).
Y enfatiza la importancia de conocer, por nosotros mismos, si estamos en condiciones espirituales de participar de los símbolos:
1Co 11:28 Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
1Co 11:29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
¿Cómo puede una persona, o un grupo, abandonar este solemne memorial, al paso de los meses, y participar dignamente de él?
Creo que esta adoración al Señor, no pasa del techo de sus locales, porque está plagada de cruel indiferencia y los sufrimientos del Señor son menospreciados, como algo que pertenece a un pasado remoto de la nación de Israel, sin entender nuestra condición de acebuche.
¿No es esto jactancia?