Estimada Celeste
Estimada Celeste
Respuesta a Mensaje # 20:
Paso seguidamente a la segunda parte de tu pedido, o sea, a explicar lo que creo sea una recta interpretación de la kenosis.
Probablemente tu problema arranca con la expresión castellana “se vació”, no llegando como otros a decir que fue de su deidad o divinidad, sino de sus atributos divinos, que en tu caso supones que fueron todos, mientras otros se limitan a los absolutos como los tres que puse, más los de eternidad e infinitud.
Actualmente, gracias a los programas que nos proveen de distintas versiones bíblicas, fácilmente encontramos no menos de 30 traducciones al castellano, y otras 20 en catalán, portugués, italiano, francés y latín, las que por afinidad nos son accesibles.
Normalmente admitimos que los distintos traductores tenían un manejo del griego bastante mejor al que el que actualmente nosotros podemos alcanzar consultando léxicos, gramáticas y demás obras de referencia, por lo que en vez de pretender enmendarles la plana respetamos su trabajo.
Es así, que este “se despojó a sí mismo” -en nuestras versiones más usuales-, es vertido también como: se anonadó, renunció, desprendió, vació, renunció, privó, rebajó.
Ya estamos de acuerdo que de todo esto no surge la idea de que Él dejó de ser Dios -como Hijo-, pues siendo que Dios no puede negarse a sí mismo (2Ti 2:13) tampoco puede dejar de ser el mismo único Dios que siempre fue, es y será.
¿Pero será acaso que conservando su deidad/divinidad se vaciara de sus atributos divinos?
Podemos asumir que dejara su gloria y se humillara a lo sumo tomando la FORMA de siervo haciéndose SEMEJANTE a los hombres, hallándose en la misma condición de hombre, hasta experimentar la misma muerte.
Pero ¿cómo seguiría siendo Dios quedando desprovisto de sus atributos?
Aun cuando lo hiciera de su propia voluntad, ¿qué clase de Dios seguiría siendo desposeído de sus atributos?
Muchas veces los lectores de la Biblia nos enredamos con un versículo, porque fijando en él nuestra atención nos olvidamos de lo que veníamos leyendo.
En el v. anterior (6) se decía que “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”. Si proseguimos con la misma idea al llegar al v.7 (recordamos además que Pablo no numeraba los versículos ni en el griego antiguo se usaba la puntuación), parecería entonces, muy natural, que de lo que Cristo se despojó o vació fue precisamente de ese “ser igual a Dios” de que se viene hablando.
Esta idea se refuerza más todavía, cuando descubrimos que en esta porción el Señor Jesucristo hace al revés de lo que hiciera el Lucero en Isaías 14:12-15 con su obsesión por subir y trepar hasta ser semejante al Altísimo.
El Hijo de Dios en su encarnación emprende el camino contrario, humillándose como siervo, obediente hasta la muerte de cruz, para luego ser exaltado por sobre todas las cosas.
¿Y qué de sus atributos?
Pues voluntariamente se negó a usarlos, autolimitándose a su condición humana. Excepcionalmente, sin embargo, tales atributos fueron ejercitados en el cumplimiento del propósito para el cual fue enviado.
Me valdré de un pobre ejemplo: un rubio inmigrante hispano ya es un hombre adulto, habiendo llegado a Suecia apenas con diez años. Usa el sueco con tal fluidez y entonación, que otros hispanos hablan de él en su misma presencia, confiados en que no los entiende. Es apenas en tales circunstancias que su conocimiento del castellano lo aprovecha para cuidarse de ellos.
Un nuevo hábitat, vida, idioma, cultura, sociedad, puede identificarnos plenamente con lo autóctono y sin embargo retenemos nuestras raíces.
La raíz de Jesús estaba entrelazada por eternos lazos de amor por el Espíritu Santo con el corazón del Padre.
Estimada Celeste
Respuesta a Mensaje # 20:
Paso seguidamente a la segunda parte de tu pedido, o sea, a explicar lo que creo sea una recta interpretación de la kenosis.
Probablemente tu problema arranca con la expresión castellana “se vació”, no llegando como otros a decir que fue de su deidad o divinidad, sino de sus atributos divinos, que en tu caso supones que fueron todos, mientras otros se limitan a los absolutos como los tres que puse, más los de eternidad e infinitud.
Actualmente, gracias a los programas que nos proveen de distintas versiones bíblicas, fácilmente encontramos no menos de 30 traducciones al castellano, y otras 20 en catalán, portugués, italiano, francés y latín, las que por afinidad nos son accesibles.
Normalmente admitimos que los distintos traductores tenían un manejo del griego bastante mejor al que el que actualmente nosotros podemos alcanzar consultando léxicos, gramáticas y demás obras de referencia, por lo que en vez de pretender enmendarles la plana respetamos su trabajo.
Es así, que este “se despojó a sí mismo” -en nuestras versiones más usuales-, es vertido también como: se anonadó, renunció, desprendió, vació, renunció, privó, rebajó.
Ya estamos de acuerdo que de todo esto no surge la idea de que Él dejó de ser Dios -como Hijo-, pues siendo que Dios no puede negarse a sí mismo (2Ti 2:13) tampoco puede dejar de ser el mismo único Dios que siempre fue, es y será.
¿Pero será acaso que conservando su deidad/divinidad se vaciara de sus atributos divinos?
Podemos asumir que dejara su gloria y se humillara a lo sumo tomando la FORMA de siervo haciéndose SEMEJANTE a los hombres, hallándose en la misma condición de hombre, hasta experimentar la misma muerte.
Pero ¿cómo seguiría siendo Dios quedando desprovisto de sus atributos?
Aun cuando lo hiciera de su propia voluntad, ¿qué clase de Dios seguiría siendo desposeído de sus atributos?
Muchas veces los lectores de la Biblia nos enredamos con un versículo, porque fijando en él nuestra atención nos olvidamos de lo que veníamos leyendo.
En el v. anterior (6) se decía que “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”. Si proseguimos con la misma idea al llegar al v.7 (recordamos además que Pablo no numeraba los versículos ni en el griego antiguo se usaba la puntuación), parecería entonces, muy natural, que de lo que Cristo se despojó o vació fue precisamente de ese “ser igual a Dios” de que se viene hablando.
Esta idea se refuerza más todavía, cuando descubrimos que en esta porción el Señor Jesucristo hace al revés de lo que hiciera el Lucero en Isaías 14:12-15 con su obsesión por subir y trepar hasta ser semejante al Altísimo.
El Hijo de Dios en su encarnación emprende el camino contrario, humillándose como siervo, obediente hasta la muerte de cruz, para luego ser exaltado por sobre todas las cosas.
¿Y qué de sus atributos?
Pues voluntariamente se negó a usarlos, autolimitándose a su condición humana. Excepcionalmente, sin embargo, tales atributos fueron ejercitados en el cumplimiento del propósito para el cual fue enviado.
Me valdré de un pobre ejemplo: un rubio inmigrante hispano ya es un hombre adulto, habiendo llegado a Suecia apenas con diez años. Usa el sueco con tal fluidez y entonación, que otros hispanos hablan de él en su misma presencia, confiados en que no los entiende. Es apenas en tales circunstancias que su conocimiento del castellano lo aprovecha para cuidarse de ellos.
Un nuevo hábitat, vida, idioma, cultura, sociedad, puede identificarnos plenamente con lo autóctono y sin embargo retenemos nuestras raíces.
La raíz de Jesús estaba entrelazada por eternos lazos de amor por el Espíritu Santo con el corazón del Padre.