Estimados foristas:
Retomo el dialogo iniciado por Anibal en
http://www.forocristiano.com/Forum12/HTML/003045.html
Enviado por Anibal 03.01.2001
Comentario de Jetonius:
Las bazas de los defensores de su historicidad son un poquito más amplias que la del Testimonium Flavianum, importante como éste pueda ser. Incluyen en primer lugar los propios documentos del Nuevo Testamento, que no se pueden descartar de un plumazo. En segundo lugar el testimonio de los autores cristianos postapostólicos. En tercer lugar fuentes no cristianas como el testimonio de Tácito; el de Suetonio; el de Plinio el joven, el de los emperadores Trajano y Adriano; el ya citado de Josefo; el del Talmud, y varios otros más tardíos.
Tomada en conjunto, la evidencia acerca de la historicidad de Jesús es mucho más fuerte que para otros antiguos de cuya existencia histórica nadie duda. De modo que negarle existencia histórica a Jesús de Nazareth surge como una decisión arbitraria, no de un examen desapasionado de la evidencia disponible. .
(Aníbal)
Empecemos por las fuentes no cristianas si no tiene inconveniente para ello y hablemos de los testimonios que ha citado usted, el de los historiadores romanos como el de Tácito, el de Suetonio, el de Plinio el joven:
El historiador romano Tácito nos da un Poco más de información. Al escribir sobre el gran incendio que hubo en Roma en el año 64 afirmaba que se rumoreaba con insistencia que el emperador Nerón en persona había provocado el incendio. Nerón respondió a los rumores echando la culpa a los cristianos:
Nerón utilizó a los notoriamente depravados cristianos (así los llamaba el pueblo) como chivos expiatorios y los castigó con todos los refinamientos. Su fundador, Cristo, había sido ejecutado durante el reinado de Tiberio por el procurador de Judea, Poncio Pilatos. Pero, a pesar de este revés temporal, la mortífera superstición había rebrotado, no sólo en Judea (donde empezó el mal), sino incluso en Roma. Todas las costumbres degradadas y vergonzosas se reúnen y florecen en la capital
Sin embargo, el testimonio de Tácito no es contemporáneo, sino que data de unos cincuenta años después de los hechos. Tácito era gobernador de Asia hacia el año 112 y, por tanto, debía de estar familiarizado con los «alborotadores» cristianos, como es obvio que lo estaba su amigo Plinio. La crónica de Tácito sería un testimonio independiente de la existencia de Jesús, en vez de limitarse a ser la repetición de lo que creían los cristianos, sólo silo que sabía de la crucifixión de Cristo en tiempos de Poncio Pilatos lo hubiera encontrado en las copiosas actas que levantaban los romanos de sus asuntos judiciales. Pero parece que no fue así, porque Tácito llama a Pilatos «procurador» de Judea cuando en realidad era un prefecto, así que es claro que Tácito no se molestó en consultar los documentos de la época, sino que cita información de oídas que data de su propio tiempo.
(Jetonius)
Es cierto que Cornelio Tácito escribió los Anales que van desde la muerte de Augusto a la de Nerón (14-68 d.C.) después que las Historias que van desde 69 al 96. Sin embargo, él era un adolescente en el período de interés. Es decir que si bien escribió esta relación mucho más tarde, los acontecimientos que narra ocurrieron en Roma cuando él tenía ya uso de razón. Además, es generalmente reconocida su seriedad y documentación. La Encyclopedia Britannica, por ejemplo, dice que este orador y oficial público fue “probablemente el mayor historiador y uno de los más grandes prosistas que escribió en lenguaje latino ... Para el período entre Augusto y Vespasiano, Tácito fue capaz de basarse en historias previas que contenían material de registros públicos, informes oficiales, y comentario contemporáneo.”
La objeción de que Tácito debió basarse en rumores porque llama a Pilato “procurador” en lugar de “prefecto” es muy débil por tres razones. La primera es la evolución de ambos títulos. Originalmente un procurador era un “agente” o apoderado de cualquier rico ciudadano de Roma, mas luego Augusto nombró procuradores suyos a caballeros que actuaban en su nombre y por tanto cumplían ciertas funciones públicas en 50 Claudio les otorgó potestad jurisdicción sobre asuntos relacionados con sus funciones). También del orden ecuestre, Augusto nombró prefectos de provincia o legados, militares que eran puestos a cargo (praefecit) en distritos aislados o provincias de difícil manejo. Desde Claudio, tales gobernadores fueron llamados procuradores actuando como legados (procurator pro legato), de modo que el “procurador” reemplazó al “prefecto” excepto en Egipto. Como las funciones eran esencialmente las mismas, no es de extrañar que más tarde los antiguos prefectos fuesen llamados anacrónicamente “procuradores”.
“Bajo Augusto y Tiberio, el título usual para un gobernador de rango ecuestre, tanto en Egipto y Siria como en las demás partes, era el de praefectus ([griego] eparjos). Una inscripción descubierta en Cesarea, en 1961, demuestra que a Poncio Pilato se le conocía por este título. Muy pronto, sin embargo, al menos desde Claudio en adelante, comenzó a usarse el tpitulo de procurator ([griego] epitropos) para designar a los gobernadores de provincia de este tipo, con excepción de Egipto. El título de praefectus pone de relieve el carácter militar del cargo ... Los procuradores de las provincias imperiales eran, en todos los sentidos, representantes del Estado. Además de prestar atención a los asuntos financieros, ejercían la autoridad militar y judicial. De esta forma la diferencia entre praefectus y procurator en las provincias imperiales era sólo nominal.”
Emil Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús. Edición revisada por G. Vermes et al. (Trad. J. Cosgaya y A. Piñero). Madrid: Cristiandad, 1985, 1: 463-464).
Por tanto, afirmar que Tácito escribía de “oídas” sobre la base de la diferencia del título que le atribuye a Pilato es hacer mucho de muy, muy poco.
La segunda razón que avala la fidelidad del relato de Tácito es la forma detallada en que relata los procedimientos y castigos a que se sometió a los cristianos, añadiendo su propia opinión de que se los empleó como chivos expiatorios.
La tercera razón es que los datos que Tácito aporta, suscintamente según su estilo, concuerdan esencialmente con lo que dice también el Nuevo Testamento:
1. Los cristianos eran llamados así por el fundador de la secta (Christus). Cf. Hechos 11:26; 26:28)
2. Dicho fundador había sido ejecutado por Pilato (que, agrego, gobernó Judea entre 26 y 36 d.C.). Cf. Mateo 27; Marcos 15; Lucas 3:1; 13:1; 23 passim; Juan 18-19; Hechos 3:13; 4:27; 13:28; 1 Timoteo 6:13.
3. lo cual había tenido lugar en tiempo del emperador Tiberio (que reinó entre 14 y 37). Lucas 3:1
4. La muerte de Cristo detuvo brevemente esta “superstición” . Cf. Lucas 24:49-53; Hechos 1-2:1
5. Pero resurgió, inicialmente en Judea, cf. Hechos 2-8.
6. Y también en Roma, cf. Hechos 18:2; 19:21; 23:11; 28:14,16; Romanos 1:7.
Es interesante que el conocimiento que Tácito demuestra es bastante diferente (en contra de su tesis) que el que refiere Plinio. Este último se relaciona fundamentalmente con las costumbres de los cristianos, de las que aquél nada dice explícitamente; en tanto que Tácito refiere hechos de naturaleza histórica, que faltan en el informe de Plinio. En realidad, ambas noticias son manifiestamente complementarias y corroboran los datos que conocemos del Nuevo Testamento.
(Aníbal)
Suetonio relata también que entre 41 y S4 d.n.e. el emperador Claudio expulsó a los judíos de Roma, «porque los judíos, instigados por Cresto, causaban perturbaciones constantemente». Si bien Cresto era un nombre popular; suele interpretarse que es una corrupción de «Cristo». Con todo, aunque esto fuera cierto, Cristo es sencillamente la traducción griega de la palabra «Mesías», y en aquel tiempo había numerosos aspirantes a Mesías que incitaban a los judíos a rebelarse, por lo que no hay ninguna razón para suponer que toda alusión a Cristo se refiera necesariamente al Jesucristo de los evangelios. De todos modos se cree que Jesús nunca visitó Roma. Asimismo, lo único que se dice en realidad es que Claudio tuvo que ocuparse de judíos conflictivos lo cual era un hecho corriente en la historia de Roma.
(Jetonius)
Entiendo que el edicto de Claudio fue emitido durante el noveno año de su reinado, es decir entre el 25 de enero de 49 y el 24 de enero de 50. Suetonio dice : “Debido a que los judíos en Roma causaban continuos disturbios por la instigación de Chrestus, [Claudio] los expulsó de la ciudad. Es cierto que Chrestus era un nombre común, pero no se sabe de ningún otro excepto Cristo (a través de la predicación del Evangelio) que pudiese causar entre los judíos de Roma trastornos tales que motivasen al emperador a expulsarles. Por ello es la opinión común que Chrestus es una corrupción de Christus, y que en Roma había ocurrido la misma oposición entre la Iglesia y la Sinagoga que es conocida en otras partes del Imperio.
Por lo demás, no ignorará usted que en Hechos 18:1-4 se hace referencia, a propósito de la presencia de los judíos cristianos Aquila y Priscila en Corinto, al mismo edicto de expulsión de Claudio, lo cual a menos que uno esté muy prejuiciado debe tomarse naturalmente como una corroboración de lo dicho por Suetonio.
(Aníbal)
Plinio, el gobernador de Bitinia, región de Asia Menor; escribió un pasaje muy corto al emperador Trajano en 112 d.n.e. en el que pedía que le aclarase cómo debía tratar a los cristianos conflictivos.~ El historiador romano Suetonio, en una lista de comentarios sobre diversos asuntos legislativos (entre considerar la venta de alimentos en las tabernas y hablar brevemente de la conducta de los aurigas) relata que en el año 64 «se infligieron castigos a los cristianos, que son una clase de hombres entregados a una superstición nueva y perversa ». Pero lo único que en realidad nos dicen estas fuentes es que en el mundo romano existían unos cuantos cristianos -lo cual no está en duda- y que no se les concedía especial importancia. No nos dicen nada sobre Jesús mismo.
(Jetonius)
Desde luego que estos historiadores romanos no les concedían gran importancia a los cristianos; de hecho , la opinión de ellos acerca de los cristianos era obviamente negativa. Sin embargo, de la evidencia conjunta (Tácito, Suetonio, Plinio) se ve que no eran , ya en la segunda mitad del siglo I, nada más que “unos cuantos”.
Por otra parte, vemos entonces que en realidad hay dos referencias a los cristianos en Suetonio (Claudio 25 y Nero 16). Y esta segunda noticia concuerda con la ya mencionada de Tácito:
“Después del gran fuego en Roma... Se inflingieron castigos también a los cristianos, una secta que profesa una nueva y depravada creencia religiosa.”
Lo “corto” o “largo” del pasaje de Plinio el Joven, protector y amigo de Suetonio, depende de cómo se lo considere. Teniendo en cuenta que se trataba de una consulta, me parece que es bastante extenso:
"...Nunca he estado presente en un examen de cristianos. De modo que no conozco la naturaleza o magnitud de los castigos que usualmente se les aplica, ni las bases para iniciar una investigación y hasta dónde debe llevarse”
Aquí da a entender que aunque él mismo carecía de experiencia al respecto, los procedimientos contra cristianos no eran particularmente raros. De hecho, en su informe Plinio deja claro que ya había visto variso casos:
“Por el momento ésta es la conducta que he adoptado con todas las personas que han sido traídas ante mí con la acusación de ser cristianos. Les he preguntado en persona si son cristianos; si lo admiten, repito la pregunta una segunda y una tercera vez, con una advertencia del castigo que les aguarda. Si persisten, ordeno que sean llevados para ser castigados, pues cualquiera sea la naturaleza de su admisión, estoy persuadido que su contumacia e inconmovible obstinación deben ser castigadas. ...”
Es decir, los cristianos eran particularmente firmes en sus creencias, lo cual a Plinio le parecía cosa reprobable.
“Ha habido otros similarmente fanáticos que son ciudadanos romanos; los he incluido en la lista de personas que han de ser enviadas a Roma para el castigo.”
Lo cual quiere decir que había cristianos de diversas clases sociales, incluso ciudadanos del Imperio.
“Consideré que debía despedir a cualesquiera que negasen ser o haber sido cristianos, una vez que hubieren repetido después de mí una fórmula de invocación a los dioses y hubieren hecho ofrendas de vino e incienso a tu estatua (la cual había ordenado que fuese traída al efecto a la corte, junto con imágenes de los dioses), y hubieren asimismo maldecido el nombre de Cristo. Los verdaderos cristianos, tengo entendido, no pueden ser jamás inducidos a hacer estas cosas.”
El sagaz Plinio sabía entonces que los cristianos se negaban a adorar a los dioses, y a rendir tributo religioso al Emperador, sentían repugnancia por las imágenes y desde luego jamás maldecirían a Cristo.
“Declararon que la suma total de su culpa o error no era más que esto: se habían reunido regularmente antes del amanecer en un día fijo para cantar versos alternativamente entre ellos en honor de Cristo como a un dios, y también a ligarse por un juramento, no para ningún propósito criminal, sino para abstenerse de hurto, robo y adulterio, para no cometer ningún abuso de confianza ni rehusarse a devolver un depósito cuando se les solicitase. Después de esta ceremonia había sido su costumbre dispersarse y más tarde tomar comida de naturaleza ordinaria e inocua.”
Aquí Plinio nos informa algunas costumbres de los cristianos primitivos, entre ellas adorar a Jesucristo, reunirse en un día determinado, y compartir una comida (¿eucarística?).
“Pero de hecho habían dejado de hacer esto desde mi edicto, publicado según tus instrucciones, que prohibía todas las sociedades políticas. Esto me hizo decidir que era imperativo extraer la verdad de dos esclavas (que ellos llaman diaconisas) mediante tortura. No hallé nada sino una especie degenerada de culto llevado a extremos extravagantes ... Por tanto he pospuesto todo examen adicional y me he apresurado a consultarte...”
De lo anterior se desprende que tanto el emperador como Plinio estaban más preocupados por posibles actividades subversivas que por las particularidades del culto cristiano. Por esta razón, al cerciorarse que los cristianos no eran una amenaza, Plinio suspendió los procedimientos. El emperador Trajano avaló lo actuado por Plinio, añadiendo ciertas restricciones, a saber, no castigar a los que se arrepintiesen, no perseguirlos de oficio, y no admitir acusaciones anónimas. Más tarde el emperador Adriano estableció pautas similares.
(Aníbal)
Pese a la obsesión con los anales y las historias que se refleja en ellos, el examen de los textos romanos pertinentes acaba en este punto. No obstante, podría argüirse que con el paso del tiempo se han perdido otros escritos romanos que bien pueden haber mencionado a Jesús. Pues sin duda la Iglesia romana hubiera conservado cuidadosamente tales textos una vez tuvo poder en el Imperio. No sólo eso, sino que cabe suponer sin temor a equivocarse que algunos primitivos cristianos cultos como, por ejemplo, Justino Mártir habrían citado estos textos en defensa del cristianismo literalista pero no es así.
Sólo hay dos explicaciones verosímiles de por qué Jesús brilla por su ausencia en los textos romanos. O bien sencillamente no existió ningún Jesús histórico o los romanos le concedían tan poca importancia que no les pareció que valiera la pena mencionarlo.
(Jetonius)
No estoy seguro de entender lo de “la obsesión con los anales y las historias que se refleja en ellos”. El problema –la obsesión, si lo desea- lo tienen quienes rechazan la sustancial historicidad de los escritos del Nuevo Testamento. He aquí que existen fuentes seculares que, incidentalmente, corroboran de manera independiente muchas cosas que conocemos por el Nuevo Testamento y otros documentos cristianos primitivos. Desde luego, los romanos cultos que dejaron esto testimonios no estaban en absoluto preocupados por la veracidad del cristianismo, al que calificaban de superstición. Tácito y Suetonio estaban primariamente interesados en la historia, las virtudes y los defectos de Roma y sus emperadores; Plinio en resolver un problema concreto concerniente a la administración de justicia. Por eso es que la evidencia indica que de las dos hipótesis que plantea, la segunda sea perfectamente plausible: estos autores latinos no pudieron justipreciar la magnitud del surgente cristianismo.
Como dice F.F.Bruce:
“Sea lo que fuere que se piense acerca de las evidencias que surgen de los primitivos escritores judíos y gentiles, ..., establecen, por lo menos, el carácter histórico de Jesús, esto es, para los que rechazan el testimonio de los escritos cristianos. Ciertos autores pueden entretenerse con la ilusión de un Cristo mitológico; pero no pueden darse ese lujo frente a la evidencia histórica. La historicidad de Jesús es tan axiomática para el historiador libre de prejuicios como lo es la historicidad de Julio César. No son los historiadores los que propalan los cuentos de un Cristo mitológico...
Los primeros propagandistas del cristianismo dieron la más amplia bienvenida al examen y análisis de las credenciales del mensaje que predicaban. El apóstol Pablo declaró ante el rey Agripa que los eventos que proclamaba no habían ocurrido en algún lugar obscuro de la tierra, y que podrían soportar toda la luz que se quisiera arrojar sobre ellos. El espíritu de aquellos cristianos debería animar a los descendientes modernos, porque compenetrándose de ese mismo espíritu y respaldados por las evidencias que lo acompañan, no sólo estarán mejor equipados para dar al mundo razón de la fe que hay en ellos sino que, como Teófilo, conocerán con mayor exactitud las bases y fundamentos de aquellas cosas en que han sido instruidos.”
F.F. Bruce, ¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?. Trad. Daniel Hall. Miami: Caribe, 1972, p. 116-117.
(Aníbal)
Comentario de Jetonius
Lo de “sólo queda” supone que se da por demostrado precisamente la premisa. Pero ello por cierto no ha ocurrido. Tan sólo hay hasta aquí afirmaciones dogmáticas carentes siquiera de un remedo de discusión, para no hablar de pruebas.
Antes de proseguir, es importante efectuar algunas observaciones concernientes al método histórico, que servirán de marco.
1. Cuando se establece una presunta similitud entre dos religiones (en el presente caso, entre el cristianismo y ciertas religiones paganas de la cuenca del Mediterráneo) es importante precisar el grado de la similitud.
2. También es necesario establecer con claridad cualesquiera diferencias puedan existir.
3. Si se pretende establecer una relación de parentesco o derivación entre una y otra religión (por ejemplo, la existencia de elementos tomados del mitraísmo en el cristianismo) no basta con señalar semejanzas y diferencias, sino que debe mostrarse, sobre la base de la evidencia histórica disponible, de qué modo un culto puede haber derivado del otro.
Examinadas las afirmaciones que hace Aníbal aquí, noto que ninguno de estos criterios se cumple adecuadamente. Por tanto, las relaciones que quiere establecer entre la historia de Jesús y las religiones que menciona no pasan de ser expresiones de deseo. .
(Aníbal)
Jetonius no está dispuesto a aceptar el mas leve parecido entre el cristianismo y las religiones de los misterios.
(Jetonius)
Aníbal pone en mi boca cosas que no he dicho.
(Aníbal)
No se trata de señalar similitudes casuales o identidades meramente formales. Todos sabemos de donde procede la nomenclatura cristiana, derivada formalmente del judaísmo. Mas allá de lo que pudiéramos considerar como una mera relación de similitud, lo que avistamos es algo mas profundo, una relación de identidad estructural básica entre todos los sistemas de creencias señalados y el cristianismo mismo.
(Jetonius)
Precisamente esto –y no la existencia de similitudes superficiales- es lo que digo que falta demostrar. En particular, el abismo existente entre los mitos ahistóricos y la revelación bien anclada en un contexto espacial y temporal en el caso del cristianismo.
(Aníbal)
No defiendo aquí la idea del préstamo cultural, muy socorrida para explicar identidades y semejanzas entre unas y otras religiones, tampoco se trata de presumir la existencia de un núcleo primitivo mas tarde alterado por el contagio cultural. No es eso.
(Jetonius)
Muy bien; al menos ya sabemos qué no es. Sin embargo, al titular la exposición “Jesús visto a la luz de la mitología comparada”, debe entenderse que se presta a confusión.
(Aníbal)
Todo depende del objeto a comparar. Si se trata de un objeto que no levanta pasiones, como sería el existente entre los sistemas de creencias egipcios y asirios, todo el mundo, tu también estarías dispuesto a aceptar las semejanzas y similitudes estructurales existentes entre sus sistemas de creencias, su cosmogonía, las formas de administrar el culto y los ciclos a los que obedecen. Al tratarse del cristianismo no estás dispuesto a aceptarlo y eso solo es fruto de tus propios prejuicios culturales.
(Jetonius)
No tengo el menor reparo en reconocer mis prejuicios; supongo que hará lo mismo con los suyos propios. Ahora bien, teniendo en cuenta las limitaciones que tales prejuicios puedan ocasionar, no tengo objeción a realizar todas las comparaciones que quieran formularse, siempre que se emplee una metodología formal y sustancialmente adecuada. De hecho, existen buenas obras al respecto, de autores cristianos.
(Aníbal)
Un análisis histórico que se precie del mas mínimo rigor requiere comprender, ante todo, el contexto histórico-social bajo el que se originaron, las expectativas sociales y políticas de una época, las necesidades que dichos sistemas de creencias habían de satisfacer. Supongo que no eres católico y que por esa razón eres crítico con el culto mariano, pero por eso hago hincapié en que sin la implantación del culto mariano como sustituto del culto isiaco (¿cuántos iseos fueron readaptados para el culto mariano?) metróaco, cibélico o a la diosa Artemisa, el cristianismo no se hubiera podido consolidar, que si hubiera mantenido intactas las prescripciones bíblicas contrarias al culto a las imágenes no hubiera logrado su expansión, que si no hubiera implantado la cristología solar paulina jamás se hubiera extendido por el orbe del Imperio Romano. Fueron puros motivos prácticos los que indujeron la edificación de una dogmática peculiar idéntica estructuralmente a la de los cultos mistéricos.
(Jetonius)
Desde el punto de vista de la historiografía, siempre son osadas las conjeturas de lo que hubiera podido ocurrir de haber sido diferentes las cosas. Para decirlo concretamente, tales hipótesis son de suyo indemostrables. En el caso específico que menciona, de hecho el cristianismo creció y se consolidó hasta hacerse imparable sin ninguna de esas cosas. Su introducción, lo que Seznec llama “la supervivencia de los dioses paganos”, sin duda sirvió a los fines políticos pero debilitó la causa del Evangelio en lugar de fortalecerla.
Comentario:
Jetonius
Me llaman la atención las osadas palabras “exactamente igual”. Para no extenderme innecesariamente, me limitaré a las cuatro divinidades que efectivamente menciona. .
(Aníbal)
No voy a reproducir tu mensaje sobre el ciclo de las cuatro divinidades: Osiris, Mitra, Dionisos y Adonis. Pretendes recalcar sus diferencias. Son dioses solares y si no quieres ver las similitudes que has trazado yo me encargaré de hacerlo:
(Jetonius)
No hace falta que insista en algo que yo mismo escribí. Estas divinidades confluyeron en el ambiente sincrético del imperio. No así el cristianismo de los primeros siglos.
(Aníbal)
Comentario de Jetonius:
En la iniciación a los misterios, el adepto era bañado en la sangre de un toro sacrificado, cuya carne luego compartía en un banquete ritual
(Aníbal)
No encuentras banquete ritual alguno bajo el cristianismo? ¿Entonces que me dices del misterio de la Eucaristía? ¿Qué me dices del “Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo”? ¿Acaso no tiene la sangre derramada del toro primigenio para la purificación de la humanidad y para el perdón de los pecados el mismo valor que la sangre del cordero y la sangre de Cristo?
(Jetonius)
Debería hacer aquí un estudio comparativo serio de los banquetes rituales en las religiones contemporáneas antes de elegir uno en particular. La sangre del toro se volvía a derramar una y otra vez para purificar a cada nuevo adepto. En cambio el Nuevo Testamento (en particular Hebreos) señala el carácter único e irrepetible del sacrificio de Cristo.
(Aníbal)
Comentario de Jetonius: El dios (Adonis) moría sólo para resucitar a cada año
Y qué demonios celebran los cristianos, año tras año, en la Pascua de Resurrección? Si Cristo resucitó de una vez por todas, ¿Porqué se afligen anualmente por su muerte y se regocijan al tercer día con su resurrección? El Patriarca Lactancio afirmaba en relación al culto a Osiris que nunca lo encuentran del todo porque todos los años se pierde y todos los años lo vuelven a encontrar. Pero con Cristo sucede algo parecido, tampoco resucita del todo, porque todos los años en Semana Santa escenifican su pasión y muerte y consiguiente resurrección.
(Jetonius)
Este comentario demuestra su incomprensión básica de lo distintivo del cristianismo. Los misterios de la fe cristiana se recuerdan periódicamente para nuestro beneficio, no por una necesidad ritualista. Y a diferencia de los misterios paganos, no están vinculados a los ciclos estacionales. Al celebrar la Eucaristía proclamamos la muerte y la resurrección del Señor hasta que él venga.
(Aníbal)
(Comentario de Jetonius): Como ocurre con las otras divinidades “muertas y resucitadas”, el mito de Osiris se vinculaba con la “muerte y resurrección” periódicas de la naturaleza, enfoque que no tiene absolutamente nada que ver con la única e irrepetible muerte y resurrección de Jesús. Además, si este culto hubiese influenciado al cristianismo, es interesante que todo lo referente a Isis, quien en el fondo era la divinidad central del culto de origen egipcio, hubiese sido expurgado.
Y porqué la muerte y resurrección de Osiris no va a ser también irrepetible? ¿Y porqué la muerte del Toro Primigenio a manos de Mitra tampoco va a poder serlo? Estás observando los cultos ajenos desde fuera y no eres capaz de ponerte en el lugar de sus practicantes y de sus iniciados. Es normal que suceda eso. Consideras que el cristianismo fue original e irrepetible, un universo religioso único distinto e indiferenciado de los demás. Caes en los tópicos de las bacanales y orgías paganas en contraposición al cristianismo, cuando el estoicismo fue una corriente filosófica cultivada precisamente en el mundo clásico.
(Jetonius)
No es que no pudieran ser irrepetibles; simplemente se trata que de hecho no lo eran. Y sí, veinte años de estudio de religiones comparadas me han afirmado en mi creencia del carácter distintivo del cristianismo (único y diferenciado, no “indiferenciado” como dice).
(Aníbal)
Consideras que las máximas de Jesús fueron absolutamente originales, desconocidas por completo en el mundo pagano. Pero lamento decírtelo. No hay nada nuevo bajo el Sol, nada de las enseñanzas morales y taumatúrgicas atribuidas a Jesús fueron desconocidas por los filósofos, moralistas y ascetas del mundo pagano. Eso fue lo que quiso mostrar Celso, tan criticado y vilipendiado por el cristiano Orígenes. Te pondré unos cuantos ejemplos:
JESÚS: “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos”
SEXTO (filósofo pitagórico): “Lo que desees que tu prójimo sea contigo, lo mismo debes ser tu con tu prójimo.”
JESÚS: “Al que te abofetee la mejilla derecha, enséñale también la otra” “Amarás a tus enemigos, bendecirás a quienes os maldicen, etc”
SEXTO: “Desearás la posibilidad de beneficiar a tus enemigos”
PITÁGORAS: “Si eres maltratado, no debes defenderte”
SÓCRATES: “Nunca está bien ser injustos y nunca está bien vengarse; y tampoco está bien hacer daño, o en el caso de que alguien haya sufrido algún daño, tratar de desquitarse”
JESÚS: Yo os aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en el”
HERÁCLITO: El Reino pertenece al niño
(Continuará)
(Jetonius)
De nuevo prejuzga mis creencias, lo cual no dice mucho de bueno acerca de su método. Si tergiversa a un contemporáneo que puede contestarle, ¿qué no hará con los antiguos?
Sobre estas citas, le agradecería que proveyese las referencias. De todos modos, sabrá usted que fue una discusión entre los cristianos (por ejemplo, entre las concepciones de Clemente alejandrino y Tertuliano) hasta qué punto los filósofos paganos recibieron algo de la luz que resplandece en la revelación de Jesucristo. En lo que a mí concierne, creo que muchos de estos hombres establecieron y defendieron principios éticos ante los cuales ningún cristiano objetaría. Me parece que reconocer esto es simplemente ser fiel al principio evangélico de dar a cada uno lo que le corresponde.
Sin embargo, de nuevo no puede hablarse de un análisis, ya que para comparar las enseñanzas de Jesús con las de cualesquiera otros, no bastan citas aisladas y descontextualizadas, como seguramente podrá entender.
Espero atentamente su continuación.
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
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Retomo el dialogo iniciado por Anibal en
http://www.forocristiano.com/Forum12/HTML/003045.html
Enviado por Anibal 03.01.2001
Comentario de Jetonius:
Las bazas de los defensores de su historicidad son un poquito más amplias que la del Testimonium Flavianum, importante como éste pueda ser. Incluyen en primer lugar los propios documentos del Nuevo Testamento, que no se pueden descartar de un plumazo. En segundo lugar el testimonio de los autores cristianos postapostólicos. En tercer lugar fuentes no cristianas como el testimonio de Tácito; el de Suetonio; el de Plinio el joven, el de los emperadores Trajano y Adriano; el ya citado de Josefo; el del Talmud, y varios otros más tardíos.
Tomada en conjunto, la evidencia acerca de la historicidad de Jesús es mucho más fuerte que para otros antiguos de cuya existencia histórica nadie duda. De modo que negarle existencia histórica a Jesús de Nazareth surge como una decisión arbitraria, no de un examen desapasionado de la evidencia disponible. .
(Aníbal)
Empecemos por las fuentes no cristianas si no tiene inconveniente para ello y hablemos de los testimonios que ha citado usted, el de los historiadores romanos como el de Tácito, el de Suetonio, el de Plinio el joven:
El historiador romano Tácito nos da un Poco más de información. Al escribir sobre el gran incendio que hubo en Roma en el año 64 afirmaba que se rumoreaba con insistencia que el emperador Nerón en persona había provocado el incendio. Nerón respondió a los rumores echando la culpa a los cristianos:
Nerón utilizó a los notoriamente depravados cristianos (así los llamaba el pueblo) como chivos expiatorios y los castigó con todos los refinamientos. Su fundador, Cristo, había sido ejecutado durante el reinado de Tiberio por el procurador de Judea, Poncio Pilatos. Pero, a pesar de este revés temporal, la mortífera superstición había rebrotado, no sólo en Judea (donde empezó el mal), sino incluso en Roma. Todas las costumbres degradadas y vergonzosas se reúnen y florecen en la capital
Sin embargo, el testimonio de Tácito no es contemporáneo, sino que data de unos cincuenta años después de los hechos. Tácito era gobernador de Asia hacia el año 112 y, por tanto, debía de estar familiarizado con los «alborotadores» cristianos, como es obvio que lo estaba su amigo Plinio. La crónica de Tácito sería un testimonio independiente de la existencia de Jesús, en vez de limitarse a ser la repetición de lo que creían los cristianos, sólo silo que sabía de la crucifixión de Cristo en tiempos de Poncio Pilatos lo hubiera encontrado en las copiosas actas que levantaban los romanos de sus asuntos judiciales. Pero parece que no fue así, porque Tácito llama a Pilatos «procurador» de Judea cuando en realidad era un prefecto, así que es claro que Tácito no se molestó en consultar los documentos de la época, sino que cita información de oídas que data de su propio tiempo.
(Jetonius)
Es cierto que Cornelio Tácito escribió los Anales que van desde la muerte de Augusto a la de Nerón (14-68 d.C.) después que las Historias que van desde 69 al 96. Sin embargo, él era un adolescente en el período de interés. Es decir que si bien escribió esta relación mucho más tarde, los acontecimientos que narra ocurrieron en Roma cuando él tenía ya uso de razón. Además, es generalmente reconocida su seriedad y documentación. La Encyclopedia Britannica, por ejemplo, dice que este orador y oficial público fue “probablemente el mayor historiador y uno de los más grandes prosistas que escribió en lenguaje latino ... Para el período entre Augusto y Vespasiano, Tácito fue capaz de basarse en historias previas que contenían material de registros públicos, informes oficiales, y comentario contemporáneo.”
La objeción de que Tácito debió basarse en rumores porque llama a Pilato “procurador” en lugar de “prefecto” es muy débil por tres razones. La primera es la evolución de ambos títulos. Originalmente un procurador era un “agente” o apoderado de cualquier rico ciudadano de Roma, mas luego Augusto nombró procuradores suyos a caballeros que actuaban en su nombre y por tanto cumplían ciertas funciones públicas en 50 Claudio les otorgó potestad jurisdicción sobre asuntos relacionados con sus funciones). También del orden ecuestre, Augusto nombró prefectos de provincia o legados, militares que eran puestos a cargo (praefecit) en distritos aislados o provincias de difícil manejo. Desde Claudio, tales gobernadores fueron llamados procuradores actuando como legados (procurator pro legato), de modo que el “procurador” reemplazó al “prefecto” excepto en Egipto. Como las funciones eran esencialmente las mismas, no es de extrañar que más tarde los antiguos prefectos fuesen llamados anacrónicamente “procuradores”.
“Bajo Augusto y Tiberio, el título usual para un gobernador de rango ecuestre, tanto en Egipto y Siria como en las demás partes, era el de praefectus ([griego] eparjos). Una inscripción descubierta en Cesarea, en 1961, demuestra que a Poncio Pilato se le conocía por este título. Muy pronto, sin embargo, al menos desde Claudio en adelante, comenzó a usarse el tpitulo de procurator ([griego] epitropos) para designar a los gobernadores de provincia de este tipo, con excepción de Egipto. El título de praefectus pone de relieve el carácter militar del cargo ... Los procuradores de las provincias imperiales eran, en todos los sentidos, representantes del Estado. Además de prestar atención a los asuntos financieros, ejercían la autoridad militar y judicial. De esta forma la diferencia entre praefectus y procurator en las provincias imperiales era sólo nominal.”
Emil Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús. Edición revisada por G. Vermes et al. (Trad. J. Cosgaya y A. Piñero). Madrid: Cristiandad, 1985, 1: 463-464).
Por tanto, afirmar que Tácito escribía de “oídas” sobre la base de la diferencia del título que le atribuye a Pilato es hacer mucho de muy, muy poco.
La segunda razón que avala la fidelidad del relato de Tácito es la forma detallada en que relata los procedimientos y castigos a que se sometió a los cristianos, añadiendo su propia opinión de que se los empleó como chivos expiatorios.
La tercera razón es que los datos que Tácito aporta, suscintamente según su estilo, concuerdan esencialmente con lo que dice también el Nuevo Testamento:
1. Los cristianos eran llamados así por el fundador de la secta (Christus). Cf. Hechos 11:26; 26:28)
2. Dicho fundador había sido ejecutado por Pilato (que, agrego, gobernó Judea entre 26 y 36 d.C.). Cf. Mateo 27; Marcos 15; Lucas 3:1; 13:1; 23 passim; Juan 18-19; Hechos 3:13; 4:27; 13:28; 1 Timoteo 6:13.
3. lo cual había tenido lugar en tiempo del emperador Tiberio (que reinó entre 14 y 37). Lucas 3:1
4. La muerte de Cristo detuvo brevemente esta “superstición” . Cf. Lucas 24:49-53; Hechos 1-2:1
5. Pero resurgió, inicialmente en Judea, cf. Hechos 2-8.
6. Y también en Roma, cf. Hechos 18:2; 19:21; 23:11; 28:14,16; Romanos 1:7.
Es interesante que el conocimiento que Tácito demuestra es bastante diferente (en contra de su tesis) que el que refiere Plinio. Este último se relaciona fundamentalmente con las costumbres de los cristianos, de las que aquél nada dice explícitamente; en tanto que Tácito refiere hechos de naturaleza histórica, que faltan en el informe de Plinio. En realidad, ambas noticias son manifiestamente complementarias y corroboran los datos que conocemos del Nuevo Testamento.
(Aníbal)
Suetonio relata también que entre 41 y S4 d.n.e. el emperador Claudio expulsó a los judíos de Roma, «porque los judíos, instigados por Cresto, causaban perturbaciones constantemente». Si bien Cresto era un nombre popular; suele interpretarse que es una corrupción de «Cristo». Con todo, aunque esto fuera cierto, Cristo es sencillamente la traducción griega de la palabra «Mesías», y en aquel tiempo había numerosos aspirantes a Mesías que incitaban a los judíos a rebelarse, por lo que no hay ninguna razón para suponer que toda alusión a Cristo se refiera necesariamente al Jesucristo de los evangelios. De todos modos se cree que Jesús nunca visitó Roma. Asimismo, lo único que se dice en realidad es que Claudio tuvo que ocuparse de judíos conflictivos lo cual era un hecho corriente en la historia de Roma.
(Jetonius)
Entiendo que el edicto de Claudio fue emitido durante el noveno año de su reinado, es decir entre el 25 de enero de 49 y el 24 de enero de 50. Suetonio dice : “Debido a que los judíos en Roma causaban continuos disturbios por la instigación de Chrestus, [Claudio] los expulsó de la ciudad. Es cierto que Chrestus era un nombre común, pero no se sabe de ningún otro excepto Cristo (a través de la predicación del Evangelio) que pudiese causar entre los judíos de Roma trastornos tales que motivasen al emperador a expulsarles. Por ello es la opinión común que Chrestus es una corrupción de Christus, y que en Roma había ocurrido la misma oposición entre la Iglesia y la Sinagoga que es conocida en otras partes del Imperio.
Por lo demás, no ignorará usted que en Hechos 18:1-4 se hace referencia, a propósito de la presencia de los judíos cristianos Aquila y Priscila en Corinto, al mismo edicto de expulsión de Claudio, lo cual a menos que uno esté muy prejuiciado debe tomarse naturalmente como una corroboración de lo dicho por Suetonio.
(Aníbal)
Plinio, el gobernador de Bitinia, región de Asia Menor; escribió un pasaje muy corto al emperador Trajano en 112 d.n.e. en el que pedía que le aclarase cómo debía tratar a los cristianos conflictivos.~ El historiador romano Suetonio, en una lista de comentarios sobre diversos asuntos legislativos (entre considerar la venta de alimentos en las tabernas y hablar brevemente de la conducta de los aurigas) relata que en el año 64 «se infligieron castigos a los cristianos, que son una clase de hombres entregados a una superstición nueva y perversa ». Pero lo único que en realidad nos dicen estas fuentes es que en el mundo romano existían unos cuantos cristianos -lo cual no está en duda- y que no se les concedía especial importancia. No nos dicen nada sobre Jesús mismo.
(Jetonius)
Desde luego que estos historiadores romanos no les concedían gran importancia a los cristianos; de hecho , la opinión de ellos acerca de los cristianos era obviamente negativa. Sin embargo, de la evidencia conjunta (Tácito, Suetonio, Plinio) se ve que no eran , ya en la segunda mitad del siglo I, nada más que “unos cuantos”.
Por otra parte, vemos entonces que en realidad hay dos referencias a los cristianos en Suetonio (Claudio 25 y Nero 16). Y esta segunda noticia concuerda con la ya mencionada de Tácito:
“Después del gran fuego en Roma... Se inflingieron castigos también a los cristianos, una secta que profesa una nueva y depravada creencia religiosa.”
Lo “corto” o “largo” del pasaje de Plinio el Joven, protector y amigo de Suetonio, depende de cómo se lo considere. Teniendo en cuenta que se trataba de una consulta, me parece que es bastante extenso:
"...Nunca he estado presente en un examen de cristianos. De modo que no conozco la naturaleza o magnitud de los castigos que usualmente se les aplica, ni las bases para iniciar una investigación y hasta dónde debe llevarse”
Aquí da a entender que aunque él mismo carecía de experiencia al respecto, los procedimientos contra cristianos no eran particularmente raros. De hecho, en su informe Plinio deja claro que ya había visto variso casos:
“Por el momento ésta es la conducta que he adoptado con todas las personas que han sido traídas ante mí con la acusación de ser cristianos. Les he preguntado en persona si son cristianos; si lo admiten, repito la pregunta una segunda y una tercera vez, con una advertencia del castigo que les aguarda. Si persisten, ordeno que sean llevados para ser castigados, pues cualquiera sea la naturaleza de su admisión, estoy persuadido que su contumacia e inconmovible obstinación deben ser castigadas. ...”
Es decir, los cristianos eran particularmente firmes en sus creencias, lo cual a Plinio le parecía cosa reprobable.
“Ha habido otros similarmente fanáticos que son ciudadanos romanos; los he incluido en la lista de personas que han de ser enviadas a Roma para el castigo.”
Lo cual quiere decir que había cristianos de diversas clases sociales, incluso ciudadanos del Imperio.
“Consideré que debía despedir a cualesquiera que negasen ser o haber sido cristianos, una vez que hubieren repetido después de mí una fórmula de invocación a los dioses y hubieren hecho ofrendas de vino e incienso a tu estatua (la cual había ordenado que fuese traída al efecto a la corte, junto con imágenes de los dioses), y hubieren asimismo maldecido el nombre de Cristo. Los verdaderos cristianos, tengo entendido, no pueden ser jamás inducidos a hacer estas cosas.”
El sagaz Plinio sabía entonces que los cristianos se negaban a adorar a los dioses, y a rendir tributo religioso al Emperador, sentían repugnancia por las imágenes y desde luego jamás maldecirían a Cristo.
“Declararon que la suma total de su culpa o error no era más que esto: se habían reunido regularmente antes del amanecer en un día fijo para cantar versos alternativamente entre ellos en honor de Cristo como a un dios, y también a ligarse por un juramento, no para ningún propósito criminal, sino para abstenerse de hurto, robo y adulterio, para no cometer ningún abuso de confianza ni rehusarse a devolver un depósito cuando se les solicitase. Después de esta ceremonia había sido su costumbre dispersarse y más tarde tomar comida de naturaleza ordinaria e inocua.”
Aquí Plinio nos informa algunas costumbres de los cristianos primitivos, entre ellas adorar a Jesucristo, reunirse en un día determinado, y compartir una comida (¿eucarística?).
“Pero de hecho habían dejado de hacer esto desde mi edicto, publicado según tus instrucciones, que prohibía todas las sociedades políticas. Esto me hizo decidir que era imperativo extraer la verdad de dos esclavas (que ellos llaman diaconisas) mediante tortura. No hallé nada sino una especie degenerada de culto llevado a extremos extravagantes ... Por tanto he pospuesto todo examen adicional y me he apresurado a consultarte...”
De lo anterior se desprende que tanto el emperador como Plinio estaban más preocupados por posibles actividades subversivas que por las particularidades del culto cristiano. Por esta razón, al cerciorarse que los cristianos no eran una amenaza, Plinio suspendió los procedimientos. El emperador Trajano avaló lo actuado por Plinio, añadiendo ciertas restricciones, a saber, no castigar a los que se arrepintiesen, no perseguirlos de oficio, y no admitir acusaciones anónimas. Más tarde el emperador Adriano estableció pautas similares.
(Aníbal)
Pese a la obsesión con los anales y las historias que se refleja en ellos, el examen de los textos romanos pertinentes acaba en este punto. No obstante, podría argüirse que con el paso del tiempo se han perdido otros escritos romanos que bien pueden haber mencionado a Jesús. Pues sin duda la Iglesia romana hubiera conservado cuidadosamente tales textos una vez tuvo poder en el Imperio. No sólo eso, sino que cabe suponer sin temor a equivocarse que algunos primitivos cristianos cultos como, por ejemplo, Justino Mártir habrían citado estos textos en defensa del cristianismo literalista pero no es así.
Sólo hay dos explicaciones verosímiles de por qué Jesús brilla por su ausencia en los textos romanos. O bien sencillamente no existió ningún Jesús histórico o los romanos le concedían tan poca importancia que no les pareció que valiera la pena mencionarlo.
(Jetonius)
No estoy seguro de entender lo de “la obsesión con los anales y las historias que se refleja en ellos”. El problema –la obsesión, si lo desea- lo tienen quienes rechazan la sustancial historicidad de los escritos del Nuevo Testamento. He aquí que existen fuentes seculares que, incidentalmente, corroboran de manera independiente muchas cosas que conocemos por el Nuevo Testamento y otros documentos cristianos primitivos. Desde luego, los romanos cultos que dejaron esto testimonios no estaban en absoluto preocupados por la veracidad del cristianismo, al que calificaban de superstición. Tácito y Suetonio estaban primariamente interesados en la historia, las virtudes y los defectos de Roma y sus emperadores; Plinio en resolver un problema concreto concerniente a la administración de justicia. Por eso es que la evidencia indica que de las dos hipótesis que plantea, la segunda sea perfectamente plausible: estos autores latinos no pudieron justipreciar la magnitud del surgente cristianismo.
Como dice F.F.Bruce:
“Sea lo que fuere que se piense acerca de las evidencias que surgen de los primitivos escritores judíos y gentiles, ..., establecen, por lo menos, el carácter histórico de Jesús, esto es, para los que rechazan el testimonio de los escritos cristianos. Ciertos autores pueden entretenerse con la ilusión de un Cristo mitológico; pero no pueden darse ese lujo frente a la evidencia histórica. La historicidad de Jesús es tan axiomática para el historiador libre de prejuicios como lo es la historicidad de Julio César. No son los historiadores los que propalan los cuentos de un Cristo mitológico...
Los primeros propagandistas del cristianismo dieron la más amplia bienvenida al examen y análisis de las credenciales del mensaje que predicaban. El apóstol Pablo declaró ante el rey Agripa que los eventos que proclamaba no habían ocurrido en algún lugar obscuro de la tierra, y que podrían soportar toda la luz que se quisiera arrojar sobre ellos. El espíritu de aquellos cristianos debería animar a los descendientes modernos, porque compenetrándose de ese mismo espíritu y respaldados por las evidencias que lo acompañan, no sólo estarán mejor equipados para dar al mundo razón de la fe que hay en ellos sino que, como Teófilo, conocerán con mayor exactitud las bases y fundamentos de aquellas cosas en que han sido instruidos.”
F.F. Bruce, ¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?. Trad. Daniel Hall. Miami: Caribe, 1972, p. 116-117.
(Aníbal)
Comentario de Jetonius
Lo de “sólo queda” supone que se da por demostrado precisamente la premisa. Pero ello por cierto no ha ocurrido. Tan sólo hay hasta aquí afirmaciones dogmáticas carentes siquiera de un remedo de discusión, para no hablar de pruebas.
Antes de proseguir, es importante efectuar algunas observaciones concernientes al método histórico, que servirán de marco.
1. Cuando se establece una presunta similitud entre dos religiones (en el presente caso, entre el cristianismo y ciertas religiones paganas de la cuenca del Mediterráneo) es importante precisar el grado de la similitud.
2. También es necesario establecer con claridad cualesquiera diferencias puedan existir.
3. Si se pretende establecer una relación de parentesco o derivación entre una y otra religión (por ejemplo, la existencia de elementos tomados del mitraísmo en el cristianismo) no basta con señalar semejanzas y diferencias, sino que debe mostrarse, sobre la base de la evidencia histórica disponible, de qué modo un culto puede haber derivado del otro.
Examinadas las afirmaciones que hace Aníbal aquí, noto que ninguno de estos criterios se cumple adecuadamente. Por tanto, las relaciones que quiere establecer entre la historia de Jesús y las religiones que menciona no pasan de ser expresiones de deseo. .
(Aníbal)
Jetonius no está dispuesto a aceptar el mas leve parecido entre el cristianismo y las religiones de los misterios.
(Jetonius)
Aníbal pone en mi boca cosas que no he dicho.
(Aníbal)
No se trata de señalar similitudes casuales o identidades meramente formales. Todos sabemos de donde procede la nomenclatura cristiana, derivada formalmente del judaísmo. Mas allá de lo que pudiéramos considerar como una mera relación de similitud, lo que avistamos es algo mas profundo, una relación de identidad estructural básica entre todos los sistemas de creencias señalados y el cristianismo mismo.
(Jetonius)
Precisamente esto –y no la existencia de similitudes superficiales- es lo que digo que falta demostrar. En particular, el abismo existente entre los mitos ahistóricos y la revelación bien anclada en un contexto espacial y temporal en el caso del cristianismo.
(Aníbal)
No defiendo aquí la idea del préstamo cultural, muy socorrida para explicar identidades y semejanzas entre unas y otras religiones, tampoco se trata de presumir la existencia de un núcleo primitivo mas tarde alterado por el contagio cultural. No es eso.
(Jetonius)
Muy bien; al menos ya sabemos qué no es. Sin embargo, al titular la exposición “Jesús visto a la luz de la mitología comparada”, debe entenderse que se presta a confusión.
(Aníbal)
Todo depende del objeto a comparar. Si se trata de un objeto que no levanta pasiones, como sería el existente entre los sistemas de creencias egipcios y asirios, todo el mundo, tu también estarías dispuesto a aceptar las semejanzas y similitudes estructurales existentes entre sus sistemas de creencias, su cosmogonía, las formas de administrar el culto y los ciclos a los que obedecen. Al tratarse del cristianismo no estás dispuesto a aceptarlo y eso solo es fruto de tus propios prejuicios culturales.
(Jetonius)
No tengo el menor reparo en reconocer mis prejuicios; supongo que hará lo mismo con los suyos propios. Ahora bien, teniendo en cuenta las limitaciones que tales prejuicios puedan ocasionar, no tengo objeción a realizar todas las comparaciones que quieran formularse, siempre que se emplee una metodología formal y sustancialmente adecuada. De hecho, existen buenas obras al respecto, de autores cristianos.
(Aníbal)
Un análisis histórico que se precie del mas mínimo rigor requiere comprender, ante todo, el contexto histórico-social bajo el que se originaron, las expectativas sociales y políticas de una época, las necesidades que dichos sistemas de creencias habían de satisfacer. Supongo que no eres católico y que por esa razón eres crítico con el culto mariano, pero por eso hago hincapié en que sin la implantación del culto mariano como sustituto del culto isiaco (¿cuántos iseos fueron readaptados para el culto mariano?) metróaco, cibélico o a la diosa Artemisa, el cristianismo no se hubiera podido consolidar, que si hubiera mantenido intactas las prescripciones bíblicas contrarias al culto a las imágenes no hubiera logrado su expansión, que si no hubiera implantado la cristología solar paulina jamás se hubiera extendido por el orbe del Imperio Romano. Fueron puros motivos prácticos los que indujeron la edificación de una dogmática peculiar idéntica estructuralmente a la de los cultos mistéricos.
(Jetonius)
Desde el punto de vista de la historiografía, siempre son osadas las conjeturas de lo que hubiera podido ocurrir de haber sido diferentes las cosas. Para decirlo concretamente, tales hipótesis son de suyo indemostrables. En el caso específico que menciona, de hecho el cristianismo creció y se consolidó hasta hacerse imparable sin ninguna de esas cosas. Su introducción, lo que Seznec llama “la supervivencia de los dioses paganos”, sin duda sirvió a los fines políticos pero debilitó la causa del Evangelio en lugar de fortalecerla.
Comentario:
Jetonius
Me llaman la atención las osadas palabras “exactamente igual”. Para no extenderme innecesariamente, me limitaré a las cuatro divinidades que efectivamente menciona. .
(Aníbal)
No voy a reproducir tu mensaje sobre el ciclo de las cuatro divinidades: Osiris, Mitra, Dionisos y Adonis. Pretendes recalcar sus diferencias. Son dioses solares y si no quieres ver las similitudes que has trazado yo me encargaré de hacerlo:
(Jetonius)
No hace falta que insista en algo que yo mismo escribí. Estas divinidades confluyeron en el ambiente sincrético del imperio. No así el cristianismo de los primeros siglos.
(Aníbal)
Comentario de Jetonius:
En la iniciación a los misterios, el adepto era bañado en la sangre de un toro sacrificado, cuya carne luego compartía en un banquete ritual
(Aníbal)
No encuentras banquete ritual alguno bajo el cristianismo? ¿Entonces que me dices del misterio de la Eucaristía? ¿Qué me dices del “Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo”? ¿Acaso no tiene la sangre derramada del toro primigenio para la purificación de la humanidad y para el perdón de los pecados el mismo valor que la sangre del cordero y la sangre de Cristo?
(Jetonius)
Debería hacer aquí un estudio comparativo serio de los banquetes rituales en las religiones contemporáneas antes de elegir uno en particular. La sangre del toro se volvía a derramar una y otra vez para purificar a cada nuevo adepto. En cambio el Nuevo Testamento (en particular Hebreos) señala el carácter único e irrepetible del sacrificio de Cristo.
(Aníbal)
Comentario de Jetonius: El dios (Adonis) moría sólo para resucitar a cada año
Y qué demonios celebran los cristianos, año tras año, en la Pascua de Resurrección? Si Cristo resucitó de una vez por todas, ¿Porqué se afligen anualmente por su muerte y se regocijan al tercer día con su resurrección? El Patriarca Lactancio afirmaba en relación al culto a Osiris que nunca lo encuentran del todo porque todos los años se pierde y todos los años lo vuelven a encontrar. Pero con Cristo sucede algo parecido, tampoco resucita del todo, porque todos los años en Semana Santa escenifican su pasión y muerte y consiguiente resurrección.
(Jetonius)
Este comentario demuestra su incomprensión básica de lo distintivo del cristianismo. Los misterios de la fe cristiana se recuerdan periódicamente para nuestro beneficio, no por una necesidad ritualista. Y a diferencia de los misterios paganos, no están vinculados a los ciclos estacionales. Al celebrar la Eucaristía proclamamos la muerte y la resurrección del Señor hasta que él venga.
(Aníbal)
(Comentario de Jetonius): Como ocurre con las otras divinidades “muertas y resucitadas”, el mito de Osiris se vinculaba con la “muerte y resurrección” periódicas de la naturaleza, enfoque que no tiene absolutamente nada que ver con la única e irrepetible muerte y resurrección de Jesús. Además, si este culto hubiese influenciado al cristianismo, es interesante que todo lo referente a Isis, quien en el fondo era la divinidad central del culto de origen egipcio, hubiese sido expurgado.
Y porqué la muerte y resurrección de Osiris no va a ser también irrepetible? ¿Y porqué la muerte del Toro Primigenio a manos de Mitra tampoco va a poder serlo? Estás observando los cultos ajenos desde fuera y no eres capaz de ponerte en el lugar de sus practicantes y de sus iniciados. Es normal que suceda eso. Consideras que el cristianismo fue original e irrepetible, un universo religioso único distinto e indiferenciado de los demás. Caes en los tópicos de las bacanales y orgías paganas en contraposición al cristianismo, cuando el estoicismo fue una corriente filosófica cultivada precisamente en el mundo clásico.
(Jetonius)
No es que no pudieran ser irrepetibles; simplemente se trata que de hecho no lo eran. Y sí, veinte años de estudio de religiones comparadas me han afirmado en mi creencia del carácter distintivo del cristianismo (único y diferenciado, no “indiferenciado” como dice).
(Aníbal)
Consideras que las máximas de Jesús fueron absolutamente originales, desconocidas por completo en el mundo pagano. Pero lamento decírtelo. No hay nada nuevo bajo el Sol, nada de las enseñanzas morales y taumatúrgicas atribuidas a Jesús fueron desconocidas por los filósofos, moralistas y ascetas del mundo pagano. Eso fue lo que quiso mostrar Celso, tan criticado y vilipendiado por el cristiano Orígenes. Te pondré unos cuantos ejemplos:
JESÚS: “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos”
SEXTO (filósofo pitagórico): “Lo que desees que tu prójimo sea contigo, lo mismo debes ser tu con tu prójimo.”
JESÚS: “Al que te abofetee la mejilla derecha, enséñale también la otra” “Amarás a tus enemigos, bendecirás a quienes os maldicen, etc”
SEXTO: “Desearás la posibilidad de beneficiar a tus enemigos”
PITÁGORAS: “Si eres maltratado, no debes defenderte”
SÓCRATES: “Nunca está bien ser injustos y nunca está bien vengarse; y tampoco está bien hacer daño, o en el caso de que alguien haya sufrido algún daño, tratar de desquitarse”
JESÚS: Yo os aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en el”
HERÁCLITO: El Reino pertenece al niño
(Continuará)
(Jetonius)
De nuevo prejuzga mis creencias, lo cual no dice mucho de bueno acerca de su método. Si tergiversa a un contemporáneo que puede contestarle, ¿qué no hará con los antiguos?
Sobre estas citas, le agradecería que proveyese las referencias. De todos modos, sabrá usted que fue una discusión entre los cristianos (por ejemplo, entre las concepciones de Clemente alejandrino y Tertuliano) hasta qué punto los filósofos paganos recibieron algo de la luz que resplandece en la revelación de Jesucristo. En lo que a mí concierne, creo que muchos de estos hombres establecieron y defendieron principios éticos ante los cuales ningún cristiano objetaría. Me parece que reconocer esto es simplemente ser fiel al principio evangélico de dar a cada uno lo que le corresponde.
Sin embargo, de nuevo no puede hablarse de un análisis, ya que para comparar las enseñanzas de Jesús con las de cualesquiera otros, no bastan citas aisladas y descontextualizadas, como seguramente podrá entender.
Espero atentamente su continuación.
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
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