Como lo he dicho. Tú ni siendo breve ni siendo prolijo entiendes. Estás por "defecto" para contradecir las Escrituras. A ver si ahora logras captar el punto que te he tratado de explicar y que todavía no me indicas lo contrario; es decir, en qué es lo que tú crees para refutarlo o bien, para corroborarlo. Lo tuyo al parecer es llevar la contraria pero no expones la explicación que los adventistas dan al "NACER DE NUEVO" y el por qué no creen que hay "QUE GANARSE EL DERECHO" (porque eso es ni más ni menos la postura de ustedes). En fin, veamos a ver si logras entenderlo:
Tú debes ser de los que creen que mucha gente que se hace llamar “cristiana”, que de cristiana tendrá si acaso el nombre, ha nacido de nuevo y que ha hecho un voto solemne de servir a Dios y a Cristo y que, como resultado, ha pasado de estar espiritualmente muerto a estar vivo a los ojos de Dios. Un diccionario actual define al “cristiano nacido de nuevo” como “el que ha renovado o confirmado su compromiso con sus creencias, por lo general tras una profunda experiencia religiosa”.
Ahora bien, ¿Deseas saber qué dice realmente la Palabra de Dios? Sin duda alguna, te beneficiará mucho analizar este tema con más detalle. ¿Por qué? Porque saber con exactitud qué significa nacer de nuevo repercutirá en tu vida actual y en sus expectativas para el futuro.
El único lugar de la Biblia donde aparecen las expresiones nacer de nuevo y nacer otra vez es Juan 3:1-12. Allí se registra la interesante conversación que tuvo Jesús con un líder religioso de Jerusalén llamado Nicodemo.
A lo largo del pasaje, Jesús aclara diversos aspectos de este “nuevo nacimiento”. Es más, lo que dice permite responder cinco preguntas cruciales:
▪ ¿Cuánta importancia tiene nacer de nuevo?
▪ ¿Depende de nosotros?
▪ ¿Cuál es su función?
▪ ¿Cómo se realiza este proceso y qué se requiere?
▪ ¿Qué cambio conlleva en la relación con Dios?
En la Biblia también se utiliza esta expresión, que aparece en 1 Pedro 1:3, 23, para aludir a la idea de “nacer de nuevo”. Ambas expresiones derivan del verbo griego “guennáō”. El relato dice así:
“Ahora bien, había un hombre de los fariseos, Nicodemo era su nombre, un gobernante de los judíos. Este vino a él de noche y le dijo: ‘Rabí, sabemos que tú como maestro has venido de Dios; porque nadie puede ejecutar estas señales que tú ejecutas a menos que Dios esté con él’. En respuesta, Jesús le dijo: ‘Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios’. Nicodemo le dijo: ‘¿Cómo puede nacer el hombre cuando es viejo? No puede entrar en la matriz de su madre por segunda vez y nacer, ¿verdad?’. Jesús contestó: ‘Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es, y lo que ha nacido del espíritu, espíritu es. No te maravilles a causa de que te dije: Ustedes tienen que nacer otra vez. El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del espíritu’. En respuesta, Nicodemo le dijo: ‘¿Cómo pueden suceder estas cosas?’. En respuesta, Jesús le dijo: ‘¿Eres tú maestro de Israel, y sin embargo no sabes estas cosas? Muy verdaderamente te digo: Lo que sabemos hablamos, y de lo que hemos visto damos testimonio, pero ustedes no reciben el testimonio que damos. Si les he dicho cosas terrenales y sin embargo no creen, ¿cómo creerán si les digo cosas celestiales?’.” (Juan 3:1-12.)
DURANTE su conversación con Nicodemo, Jesús destacó que nacer de nuevo era muy importante. ¿Cómo lo hizo?
Para empezar, dijo: “A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Con las expresiones “a menos que” y “no puede”, Jesús dejó claro que es imprescindible nacer de nuevo. Pongamos un ejemplo. Si alguien dice: “A menos que exista el Sol, no puede haber luz en la Tierra”, está indicando que la existencia del Sol es imprescindible para que haya luz en nuestro planeta. Del mismo modo, Jesús indicó que volver a nacer es absolutamente necesario para “ver el reino de Dios”.
Después, como si quisiera eliminar toda sombra de duda, Jesús añadió lo siguiente: “Ustedes tienen que nacer otra vez” (Juan 3:7). Por lo tanto, sus palabras muestran con claridad que nacer de nuevo es un requisito indispensable para poder “entrar en el reino” (Juan 3:5).
En vista de la gran importancia que Jesús le daba a este nuevo nacimiento, todos deberíamos asegurarnos de que comprendemos con exactitud qué implica. Por ejemplo, ¿diría usted que es el propio cristiano el que decide nacer de nuevo?
¿QUIÉN causa el nuevo nacimiento? Algunos predicadores que exhortan a sus feligreses a nacer de nuevo citan estas palabras de Jesús: “Ustedes tienen que nacer otra vez” (Juan 3:7). Pero las leen como si fuera un mandato, como si Jesús estuviera diciendo: “¡Nazcan de nuevo! porque yo lo digo aunque no se hayan ganado el privilegio para hacerlo”. Por eso predican que es responsabilidad de cada creyente obedecer a Jesús sin dar nada a cambio y dar los pasos necesarios para volver a nacer sin explicarles todo lo que está permitido hacer o no, dentro de una intachable conducta, tanto en conocimiento exacto de Dios, como en obras propias de arrepentimiento y la fidelidad "hasta la muerte", para heredar la "corona de la vida". Según ellos, nacer de nuevo es una decisión personal. Ahora bien, ¿concuerda eso con lo que Jesús le dijo a Nicodemo?
Cuando uno investiga este tema un poco más, se da cuenta de que Jesús no estaba enseñando que cada cual decide si va a nacer de nuevo o no. ¿Por qué llegamos a esta conclusión? Porque la expresión griega que se vierte “nazca de nuevo” también se puede traducir “nazca de arriba” (Juan 3:3). De acuerdo con esto, el nuevo nacimiento viene “de arriba”, o lo que es lo mismo, “desde el cielo” o “del Padre” (Juan 19:11, Santiago 1:17). En otras palabras, depende de Dios (1 Juan 3:9).
Sabiendo esto, no es difícil entender por qué volver a nacer no puede depender de uno mismo. Comparémoslo con el nacimiento de una criatura. ¿Tiene el niño algún poder de decisión en su concepción y nacimiento? Claro que no. Lo cierto es que todos nosotros hemos nacido porque nuestros padres nos engendraron. De la misma manera, solamente podemos volver a nacer si Dios, nuestro Padre celestial, así lo quiere (Juan 1:13). De ahí que el apóstol Pedro dijera: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque, según su gran misericordia, nos dio un nuevo nacimiento” (1 Pedro 1:3).