Observo con verdadera tristeza que te complace la corrupción escritural de lo que inescrupulosos fanáticos religiosos hicieron con la sana doctrina alterando en grado sumo la enseñanza apostólica que nos lleva a la vida eterna. Todos los textos que aquí citas como base de tus creencias han sido corrompidos por la infamia y la maldad de quienes creyeron que podían desvirtuar la sana doctrina enseñada por el Gran Maestro, Hijo de Dios.
Y para muestra un botón. Lo escribes, lo resaltas y encima, lo comentas. Pero cuando lo comentas no ves más allá de lo que el enemigo te permite para que de tus "narices" no logres pasar. Pablo dice allí "QUE EL QUE NO AMARE AL SEÑOR JESÚS, SEA ANATEMA". Lo escribes, me imagino que miles de veces lo has leído, pero "algo" te estorba la visión y corrompe tu entendimiento del mismo. Allí no dice, pero ni poniéndole todo el empeño del mundo, que CRISTO ES DIOS y quien no lo crea así, SEA ANATEMA. Lo que dice es que quien que no "amare al Señor" entendiéndolo correctamente como SU HIJO, es el que es "anatema". La maldición que gustoso le diriges a todos los que no tragan las mentiras de los "costantinólogos" te cae encima a ti mismo, porque con la misma severidad que juzgas y condenas a los demás, así de seguro, será tu juicio y tu perdición porque jamás PODRÁS PROBAR, A NADIE, ni aún citando LOS TEXTOS QUE ARTERAMENTE HAN CORROMPIDO DE LAS ESCRITURAS, que el que no cree QUE JESÚS SEA EL DIOS TODOPODEROSO será condenado. Por el contrario, sí existe un TEXTO CLARO, CONTUNDENTE, SIN AMBIGÜEDADES Y DIRECTO que dice que el que NO CREA QUE JESÚS ES EL HIJO DE DIOS, no tendrá la VIDA ETERNA. ¿Podrías demostrar lo contrario de lo que tan claro quedó expuesto en las Escrituras como requisito fundamental para salvación? LA RESPUESTA ES UN ROTUNDO Y DECIDIDO ¡NO!
Por lo tanto, aunque cites "mil textos", evidentemente retocados por los envenenados cristólatras de la historia, no podrás probar jamás en BASE A LAS MISMAS ESCRITURAS, QUE LA CREENCIA FUNDAMENTAL PARA LA SALVACIÓN sea creer en TODO LO CONTRARIO de lo que el propio Jesucristo enseñó a sus verdaderos discípulos acerca de su IDENTIDAD y respecto a la identidad de Aquél que siempre llamó, SU PADRE Y SU DIOS, sellándolo con su propia vida.