Juan 1:1,2 una de las más grandes AFRENTAS AL TODOPODEROSO por el placer
que da el oponerse a la sana enseñanza apostólica.
La gran mayoría de los lingüistas no testigos de Jehová ya aceptan, de manera indiscutible, que la expresión “el Verbo era Dios” no significa que ese con quien Dios (el Padre) estaba, era el mismo Padre con quien se identifica, sino con la misma naturaleza de lo que “Dios” (el Padre) era: DIVINO, ES DECIR, UN DIOS que es lo mismo.
Es notable que Juan nos estaba hablando de DOS PERSONAS DIVINAS pero solo una de ellas lo identifica con el DIOS ÚNICO, el mismo “DIOS VERDADERO Y ÚNICO” que Jesucristo lo relacionó directamente con SU PADRE en Juan 17:3.
Cuando usa por segunda vez la palabra griega para “dios”, Juan la escribe “θεος”, y se refiere a una cualidad que tiene esa segunda persona, no a una identidad con Aquel con quien estaba, es decir, Juan establece que había una cualidad divina que tenían en común, pues mientras uno es llamado como "el Dios" (EN GRIEGO, NO POR “ESTILO” SINO PORQUE ASÍ SE ESTABLECE LA DIFERENCIA) el otro, con cualidad divina, solo es llamado como "la Palabra" y se dice DOS VECES que estaba al lado de la otra persona (τον θεον) ... dos personas, una al lado de la otra, y solo una de ellas es DIOS (EL VERDADERO), mientras que a la Palabra se le puede llamar como "un dios" o "divina" por su cualidad semejante a la de la persona de DIOS. De allí no pocas traducciones traducen “y la Palabra era divina”, para darle el verdadero significado al tan polémico texto de Juan 1. Dios es “predicado” o “adjetivo” pero, ¿Realmente entienden lo que eso significa? ¿Lo asumen? ¡Difícilmente porque no les conviene y destrozaría su teología pagana sin sustento ni asidero. Veamos las razones:
Cuando los lectores "primitivos" del evangelio de Juan leían este pasaje ¿Qué creen ustedes que entendían al ver que allí "dios" (NO LO PONGO EN MAYÚSCULA YA QUE SABRÁS QUE EN GRIEGO NO EXISTEN) que es un sustantivo o bien, un adjetivo solamente? Eso mismo hace que en la mente del lector griego se interpretara como en español, por así decirlo, el artículo indefinido "un", pues resulta obvio que el verbo no era "EL DIOS” para ellos, según la construcción gramatical de este idioma.
Ahora bien, traducir no es como muchos creen, palabra por palabra, pues los idiomas tienen reglas distintas y para traducir todo el pensamiento e idea con todo su candor, vigor, claridad, etc. los traductores se ven obligados a recurrir a palabras auxiliares que “complementen” la idea central de lo que el escritor tenía en mente explicar “agregando” incluso palabras necesarias en el idioma al que se está traduciendo, que por obligación hay que emplearlas para respetar la misma enseñanza, por supuesto amparados también a TODO el mensaje y experiencias personales que tuvieron, como en el caso presente con el Señor Jesús, para luego, exponer la identidad de Aquél con quien convivieron de manera tan especial e íntima.
Dicen que el artículo indefinido es totalmente innecesario en español. ¡Cuánto desconocimiento muestran en esto que dicen! No solo es necesario muchas veces sino que además la RV lo utiliza cientos de veces en donde no tiene ninguna “objeción teológica” de identificación de las deidades, claro, por motivos especialmente religiosos de lo que ellos, trinitarios todos, imponían su propia forma de “acomodar” disimuladamente los conceptos contrarios, para hacerlos que se interpretaran de conformidad con sus planteamientos.
Les pondré el asunto de esta otra manera. ¿Por qué en la segunda cláusula (Juan 1:1b) no pone la RV el articulo definido "el"? ¿Por qué sólo pone Dios y no "El Dios"? Veamos algo interesante:
Juan 1:
1 εν αρχη __ en principio
ην ο λογος __ era la palabra,
και ο λογος __ y la palabra
ην προς τον θεον __ estaba con el dios
και θεος __ y dios
ην ο λογος __ era la palabra.
2 ουτος __ Este
ην __ estaba
εν αρχη __ en principio
προς τον θεον __ con el dios.
Ahora bien, por el evidente propósito del desvío que hacen en franco desconocimiento documental del tema, digamos que el artículo indefinido sea un disparate en este caso en particular. ¿Saben que existe un disparate más grande cuando todos los trini leen sin establecer la diferencia entre Juan 1.1b y 1:1c?
¡Claro! De inmediato suponen que el Verbo es el mismo Dios porque lo están leyendo distorsionado en la traducción que hicieron en español, del griego. En otras palabras, no dan el mismo sentido en español como sí lo haría cualquier lector griego. De manera que el evitar emplear ciertas reglas lógicas para que el significado de lo que allí dice no se pervierta para hacer creer lo contrario de lo que Juan está tratando de decirnos de manera clara como el cristal, eso sí es un disparate.
En muchos idiomas modernos, si en una oración como la de Juan 1:1c no se le pone el artículo antes del primer “theos” identificado, o bien se establece alguna diferencia como “dios” o “DIOS” por ejemplo, como algunas versiones lo traducen, los lectores entenderán que NO se refiere a ‘un ser divino sino lo entenderán que es “DIOS”. La ausencia del artículo hace que entre un “theós” y el otro “ho theós” haya una diferencia tan clara como entre ‘un dios’ y ‘Dios’”. El problema es que los lectores españoles no están leyendo griego, sino español y llegan a la conclusión que no es la misma a la que se llega si leen el pasaje en griego. ¿Comprenden?
Dios inspiro a Juan a escribir su mensaje en griego, no en español y el entendimiento que hay en el griego debe ser el que llegue a las mentes de los lectores en español. ¡A esto se le llama “hermenéutica” o el “arte de la interpretación de Escrituras”.
Sólo se deleitan en “imponer” su criterio y negar todo otro criterio amparado, no a la realidad de las construcciones gramaticales que ya niegan también y al entendimiento del idioma griego, sino a esa obsesiva forma en que interpretan a Jesús, obviando las evidentes construcciones sintácticas e interponiendo falacias como argumentos “contundentes” aún en contra de lo que sus mismos expertos y “hermanos evangélicos y eruditos de lenguas” han establecido (POR SUPUESTO SIN DEJAR DE CREER EN LA TRINIDAD) como una realidad explícita, al menos en Juan 1:1 que ustedes dicen es “nuestro azote”.
Como he dicho tantas veces, al parecer ni siquiera entienden o se hacen los que no entienden a propósito cuando es claro y contundente. Saben que el artículo indefinido –sí define– sin ambigüedades la persona que es el Verdadero Dios que recibe adoración. Otras traducciones que lo han quitado, pues en español se puede prescindir del artículo “el”, pero han mantenido la pureza del texto escribiendo "DIOS" sin el artículo TODO EN MAYÚSCULA, para resaltar la diferencia obvia que hay con el Verbo Jesucristo a quien se le llama "Dios" solo con la inicial en mayúscula por motivo de no tener en la escritura original el artículo definido. Esto sí es honradez intelectual porque sabían, de antemano, que hacerlo de la manera como las más populares versiones, entre ellas la RV lo omiten a propósito con la evidente y diabólica obsesión de distorsionar y hacer creer al cándido lector, que el enredo escatológico que arman con Juan 1:1,2 habla de dos PERSONAS DIVINAS que no son DIOSES POR SEPARADO, SINO QUE ES UNO Y EL MISMO: Uno la Palabra y el otro quien está al lado DE ESA PALABRA. Por el contrario, optan por favorecer otra ridícula y artera comprensión que declarar la exactitud de lo que Juan pretendía enseñarnos.
Pero lo que a mí me sorprende sobremanera de los trinitarios es que no solo omiten el artículo definido que precede al Dios Todopoderoso, sino que después de ser omitido no se resalta la diferencia que hizo el apóstol Juan cuando por inspiración transmitió lo mismo que aclara, MÁS ALLÁ DE TODA DUDA, en el versículo 18 del mismo capítulo: “DIOS UNIGÉNITO QUE ESTÁ SENTADO A LA DIESTRA DEL PADRE, ES EL QUE LO HA EXPLICADO. Y el mismo enredo lo intentaron con Hebreos 1:8 con respecto al 1:9 en donde su forma de traducción pone en contraposición la sana y clara enseñanza de lo que Pablo estaba tratando de decirnos.
Por lo tanto, si observan bien, ese “un dios” o ese ser “divino” que estaba junto a “Dios Padre” en el principio Juan lo identifica como “dios unigénito” (único hijo, Jesucristo). En realidad, el verso 18 del capítulo 1 del texto polémico del evangelio de Juan es determinante y clave, para entender sin lugar a dudas, la identidad del personaje que estaba con Dios “en el principio de la creación”.