Re: ¿JESUS DIJO QUE ERA DIOS?
Como pude ver mi querido compañero, resaltaste lo que te interesaba y dejaste por fuera lo que no puedes explicar, voy a tratar de no hacer muy extenso este asunto, los pasajes que puso después los veremos Los tres términos (camino, verdad y vida) pueden relacionarse en varias maneras,
El camino recibe énfasis por repetición en los vv. 4, 5 y 6. Jesús no sólo explica, señala y discute el camino, sino que él mismo es el camino; porque por él, y únicamente por él, tenemos redención y vida nueva. Tampoco es “un camino”, sino que es el único camino. Por otro lado, las afirmaciones de Jesús son exclusivistas: nadie viene al Padre, sino por mí. El camino habla de una conexión entre dos puntos; en este caso sería entre el hombre y Dios, Jesús siendo el puente. Él es la verdad; no sólo la enseña y la discute, sino que es la misma y plena encarnación de la verdad redentora, la que revela a Dios (ver 1:14). Jesús también es la vida (ver 1:4) y la fuente de toda vida, tanto física como espiritual. Los comentaristas Moule y Turner llaman la atención al caso inusual en el griego del artículo definido ante cada uno de los tres términos, concluyendo que sirven para agregar énfasis en su carácter único y absoluto.
En resumen, podemos decir que estas afirmaciones de Jesús expresan en los términos más enfáticos y categóricos que su obra a favor de los hombres es absolutamente suficiente y única: nadie viene al Padre, sino por mí. Hasta aquí vamos bien……creo.
Existe un n úmero importante de variantes en el texto griego del v. 7, mayormente en relación con el tiempo de los verbos. La tendencia, basados en el texto en castellano, es la de poner el énfasis en el pronombre me. Sin embargo, el énfasis recae sobre el verbo habéis conocido porque el pronombre sigue al verbo en el texto gr. y es enclítico. En la segunda cláusula el Padre recibe el énfasis porque se ubica primero en el texto gr. La RVA sigue el texto con las variantes que aparecen en el texto de las Sociedades Bíblicas Unidas, al traducir el primer verbo, en el tiempo perfecto, habéis conocido; el segundo está en el tiempo futuro y se traduce conoceréis. Nótese la referencia a mi Padre y no a “el Padre” (v. 6). este cambio enfatiza el conocimiento del Padre en su relación con el Hijo.
La construcci ón condicional implica que los discípulos no habían conocido, o reconocido, quién era realmente Jesús y, por lo tanto, no habían conocido al Padre, otros traducen la primera cláusula así: “Si hubierais aprendido a conocer…”. Los discípulos habían conocido a Jesús lo suficiente como para dejarlo todo y seguirle, pero no le conocían en el significado cabal de su persona. Pero desde ahora la situación cambiaría radicalmente. Jesús tiene en mente la crucifixión, resurrección, ascensión y el descenso del Espíritu Santo. La nueva visión del Cristo resucitado y glorificado les abriría la comprensión de su deidad e igualdad con el Padre. Al verlo y reconocerlo así, estarían viendo al Padre (vea 1:18), pues él es “la expresión exacta de su naturaleza” (Heb. 1:3). El último verbo, en el tiempo perfecto y traducido habéis visto, expresa una condición futura con la seguridad como si ya existiera.
En el AT nadie sosten ía un conocimiento personal de Dios y hay muy poca referencia al hecho de que el hombre pudiera conocer a Dios (ver Sal. 36:10). Con la venida de Jesús y la realización de su ministerio, por primera vez los seres humanos tienen la enorme dicha de contemplar al Padre reflejado perfectamente en su amado Hijo. Ciertamente el conocimiento pleno de Jesucristo requiere un proceso durante toda la vida, valiéndose de los recursos provistos por Dios. Sin embargo, ese proceso no es lo que conduce a la salvación, sino que, basándose en la conversión, conduce a la santificación. Ahora analicemos del 8 al 14.
La pregunta de Tomás (v. 5) dio lugar a las afirmaciones de “Yo Soy”. En semejante manera, la pregunta de Felipe da lugar a la enseñanza sobre la relación íntima entre Jesús y el Padre. La comprensión de esta relación íntima tiene un valor práctico para los seguidores de Cristo. Jesús recalca el valor especial de su relación con el Padre en cuanto a la obra que los discípulos realizarían y en cuanto a su vida de oración.
Esta es la cuarta y última vez que aparece Felipe en este Evangelio (1:43–49; 6:5–7; 12:22). Él revela su ignorancia relacionada con la naturaleza de la persona de Jesús y la falta total de comprensión del contenido del versículo anterior, (Hoy en día hay muchos Felipes). Sin embargo, es honesto y dispuesto a exponer su ignorancia con tal que sus inquietudes se satisfagan. Está equivocado también en pensar que lo único que deseaban era una visión del Padre. Pero, ¿quién no desearía ver a Dios? Felipe estaba expresando un anhelo universal. El escritor Morris opina que Felipe aparentemente deseaba una teofanía tal como encontramos de vez en cuando en el AT (ver Éxo. 24:10; 33:17 ss.; Isa. 6:1). Felipe llama a Jesús Señor, un título de respeto, pero los discípulos lo usaban a esta altura con un contenido más profundo. Jesús recién había dicho “y le habéis visto”, pero Felipe no era consciente de haber visto al Padre. Había oído su voz del cielo, pero anhelaba ver su persona. Su deseo no era egoísta, pues pedía lo mismo para todos sus compañeros al decir muéstranos y nos basta.
El verbo he estado está en el tiempo presente, en vez de perfecto, y una traducción literal sería: “En tanto tiempo estoy con vosotros”. El énfasis está sobre la duración prolongada (indefinida) de tiempo, no sólo con Felipe, sino con todos ellos. Felipe fue uno de los primeros discípulos (1:44) y, después de caminar con Jesús durante tres años, todavía le faltaba una comprensión cabal de la persona de su Maestro. Las dos preguntas de Jesús ¿y no me has conocido? y ¿Cómo, pues, dices…? son un reproche suave por no haber aprendido la lección repetida una y otra vez. El pronombre tú en la segunda pregunta es enfático, por estar ubicado ante el verbo en el texto griego Felipe, esta “anclado en la idea tradicional, no puede comprender que el Padre esté presente en Jesús”. Parece que aun Jesús mismo estaba sorprendido por la falta de comprensión de todos los discípulos, un hecho testificado en los cuatro Evangelios, (ver 10:6; 12:16; Mat. 15:16; 16:8; Mar. 9:32; Luc. 9:45; 18:34; 24:25; Hech. 1:6; Heb. 5:12)Con mas tiempo los pondría) se percibe majestad en la expresión El que me ha visto, ha visto al Padre. Antes el texto dice que Jesús había dado a conocer al Padre (1:18), pero con esta afirmación Jesús reclama plena deidad y el ser uno con el Padre (ver 12:45; 13:20). No cualquier hombre se atrevería a decir semejante cosa!!!!
La pregunta de Jes ús ¿No crees…? (v. 10) se construye de modo que anticipa una contestación afirmativa. Sigue el énfasis sobre la relación íntima, interdependiente y continua entre Jesús y el Padre. La morada de uno está en el otro y viceversa. Esta relación se expresa en todo lo que Jesús hace: en las palabras y obras. En otras palabras, Jesús no dice ni hace nada sin la intervención y anuencia del Padre. Tal es esa relación que Jesús pudo decir que sus palabras son las del Padre y sus obras son realizadas por el Padre por medio de él. Si las palabras de Jesús no tienen en sí evidencia propia de una procedencia divina, las obras (milagros) si la tienen, y con creces. Recordamos que en este Evangelio las obras de Jesús no son meramente manifestaciones de poder, sino que son señales que apuntaban a él como el Hijo de Dios.
Esta relaci ón entre Jesús y el Padre sirve de modelo, después de Pentecostés, cuando el Padre y el Hijo hablarían y harían su obra en cada creyente y en la iglesia (el cuerpo de creyentes) por medio del Espíritu Santo morando en ellos (ver 15:1–10).
Jesús es el revelador escatológico de Dios en el que Dios se manifiesta personalmente».
Como pude ver mi querido compañero, resaltaste lo que te interesaba y dejaste por fuera lo que no puedes explicar, voy a tratar de no hacer muy extenso este asunto, los pasajes que puso después los veremos Los tres términos (camino, verdad y vida) pueden relacionarse en varias maneras,
El camino recibe énfasis por repetición en los vv. 4, 5 y 6. Jesús no sólo explica, señala y discute el camino, sino que él mismo es el camino; porque por él, y únicamente por él, tenemos redención y vida nueva. Tampoco es “un camino”, sino que es el único camino. Por otro lado, las afirmaciones de Jesús son exclusivistas: nadie viene al Padre, sino por mí. El camino habla de una conexión entre dos puntos; en este caso sería entre el hombre y Dios, Jesús siendo el puente. Él es la verdad; no sólo la enseña y la discute, sino que es la misma y plena encarnación de la verdad redentora, la que revela a Dios (ver 1:14). Jesús también es la vida (ver 1:4) y la fuente de toda vida, tanto física como espiritual. Los comentaristas Moule y Turner llaman la atención al caso inusual en el griego del artículo definido ante cada uno de los tres términos, concluyendo que sirven para agregar énfasis en su carácter único y absoluto.
En resumen, podemos decir que estas afirmaciones de Jesús expresan en los términos más enfáticos y categóricos que su obra a favor de los hombres es absolutamente suficiente y única: nadie viene al Padre, sino por mí. Hasta aquí vamos bien……creo.
Existe un n úmero importante de variantes en el texto griego del v. 7, mayormente en relación con el tiempo de los verbos. La tendencia, basados en el texto en castellano, es la de poner el énfasis en el pronombre me. Sin embargo, el énfasis recae sobre el verbo habéis conocido porque el pronombre sigue al verbo en el texto gr. y es enclítico. En la segunda cláusula el Padre recibe el énfasis porque se ubica primero en el texto gr. La RVA sigue el texto con las variantes que aparecen en el texto de las Sociedades Bíblicas Unidas, al traducir el primer verbo, en el tiempo perfecto, habéis conocido; el segundo está en el tiempo futuro y se traduce conoceréis. Nótese la referencia a mi Padre y no a “el Padre” (v. 6). este cambio enfatiza el conocimiento del Padre en su relación con el Hijo.
La construcci ón condicional implica que los discípulos no habían conocido, o reconocido, quién era realmente Jesús y, por lo tanto, no habían conocido al Padre, otros traducen la primera cláusula así: “Si hubierais aprendido a conocer…”. Los discípulos habían conocido a Jesús lo suficiente como para dejarlo todo y seguirle, pero no le conocían en el significado cabal de su persona. Pero desde ahora la situación cambiaría radicalmente. Jesús tiene en mente la crucifixión, resurrección, ascensión y el descenso del Espíritu Santo. La nueva visión del Cristo resucitado y glorificado les abriría la comprensión de su deidad e igualdad con el Padre. Al verlo y reconocerlo así, estarían viendo al Padre (vea 1:18), pues él es “la expresión exacta de su naturaleza” (Heb. 1:3). El último verbo, en el tiempo perfecto y traducido habéis visto, expresa una condición futura con la seguridad como si ya existiera.
En el AT nadie sosten ía un conocimiento personal de Dios y hay muy poca referencia al hecho de que el hombre pudiera conocer a Dios (ver Sal. 36:10). Con la venida de Jesús y la realización de su ministerio, por primera vez los seres humanos tienen la enorme dicha de contemplar al Padre reflejado perfectamente en su amado Hijo. Ciertamente el conocimiento pleno de Jesucristo requiere un proceso durante toda la vida, valiéndose de los recursos provistos por Dios. Sin embargo, ese proceso no es lo que conduce a la salvación, sino que, basándose en la conversión, conduce a la santificación. Ahora analicemos del 8 al 14.
La pregunta de Tomás (v. 5) dio lugar a las afirmaciones de “Yo Soy”. En semejante manera, la pregunta de Felipe da lugar a la enseñanza sobre la relación íntima entre Jesús y el Padre. La comprensión de esta relación íntima tiene un valor práctico para los seguidores de Cristo. Jesús recalca el valor especial de su relación con el Padre en cuanto a la obra que los discípulos realizarían y en cuanto a su vida de oración.
Esta es la cuarta y última vez que aparece Felipe en este Evangelio (1:43–49; 6:5–7; 12:22). Él revela su ignorancia relacionada con la naturaleza de la persona de Jesús y la falta total de comprensión del contenido del versículo anterior, (Hoy en día hay muchos Felipes). Sin embargo, es honesto y dispuesto a exponer su ignorancia con tal que sus inquietudes se satisfagan. Está equivocado también en pensar que lo único que deseaban era una visión del Padre. Pero, ¿quién no desearía ver a Dios? Felipe estaba expresando un anhelo universal. El escritor Morris opina que Felipe aparentemente deseaba una teofanía tal como encontramos de vez en cuando en el AT (ver Éxo. 24:10; 33:17 ss.; Isa. 6:1). Felipe llama a Jesús Señor, un título de respeto, pero los discípulos lo usaban a esta altura con un contenido más profundo. Jesús recién había dicho “y le habéis visto”, pero Felipe no era consciente de haber visto al Padre. Había oído su voz del cielo, pero anhelaba ver su persona. Su deseo no era egoísta, pues pedía lo mismo para todos sus compañeros al decir muéstranos y nos basta.
El verbo he estado está en el tiempo presente, en vez de perfecto, y una traducción literal sería: “En tanto tiempo estoy con vosotros”. El énfasis está sobre la duración prolongada (indefinida) de tiempo, no sólo con Felipe, sino con todos ellos. Felipe fue uno de los primeros discípulos (1:44) y, después de caminar con Jesús durante tres años, todavía le faltaba una comprensión cabal de la persona de su Maestro. Las dos preguntas de Jesús ¿y no me has conocido? y ¿Cómo, pues, dices…? son un reproche suave por no haber aprendido la lección repetida una y otra vez. El pronombre tú en la segunda pregunta es enfático, por estar ubicado ante el verbo en el texto griego Felipe, esta “anclado en la idea tradicional, no puede comprender que el Padre esté presente en Jesús”. Parece que aun Jesús mismo estaba sorprendido por la falta de comprensión de todos los discípulos, un hecho testificado en los cuatro Evangelios, (ver 10:6; 12:16; Mat. 15:16; 16:8; Mar. 9:32; Luc. 9:45; 18:34; 24:25; Hech. 1:6; Heb. 5:12)Con mas tiempo los pondría) se percibe majestad en la expresión El que me ha visto, ha visto al Padre. Antes el texto dice que Jesús había dado a conocer al Padre (1:18), pero con esta afirmación Jesús reclama plena deidad y el ser uno con el Padre (ver 12:45; 13:20). No cualquier hombre se atrevería a decir semejante cosa!!!!
La pregunta de Jes ús ¿No crees…? (v. 10) se construye de modo que anticipa una contestación afirmativa. Sigue el énfasis sobre la relación íntima, interdependiente y continua entre Jesús y el Padre. La morada de uno está en el otro y viceversa. Esta relación se expresa en todo lo que Jesús hace: en las palabras y obras. En otras palabras, Jesús no dice ni hace nada sin la intervención y anuencia del Padre. Tal es esa relación que Jesús pudo decir que sus palabras son las del Padre y sus obras son realizadas por el Padre por medio de él. Si las palabras de Jesús no tienen en sí evidencia propia de una procedencia divina, las obras (milagros) si la tienen, y con creces. Recordamos que en este Evangelio las obras de Jesús no son meramente manifestaciones de poder, sino que son señales que apuntaban a él como el Hijo de Dios.
Esta relaci ón entre Jesús y el Padre sirve de modelo, después de Pentecostés, cuando el Padre y el Hijo hablarían y harían su obra en cada creyente y en la iglesia (el cuerpo de creyentes) por medio del Espíritu Santo morando en ellos (ver 15:1–10).
Jesús es el revelador escatológico de Dios en el que Dios se manifiesta personalmente».