Re: Jesús advierte del “Cristo” de Mel Gibson
Fue la revelación de Dios en prodigios y señales, junto al oír con qué palabras entregó su vida, lo que hizo creer al Centurión y a los soldados, y no la orgía de sufrimiento y litros de roja sangre.
Veamos:
Mateo 15:37 -adelante
Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
Mateo 27:50-adelante
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
En otra época, era normal ver decapitados y torturados a cristianos, y eso no hacía creer. Era el oír, y el oír por Cristo, quien era dador y consumador de la fe, lo que hacía que los corazones se abrieran a Él.
Hoy lo que nos muestran en una pantalla de cine ficticiamente, es una orgía sanguinaria con un gran contenido católico-mariano, ajeno en muchos puntos a las Escrituras.
Desgraciadamente Gibson no ha sido todo lo radical que tenía que haber sido, porque ha introducido su personal política católica de por medio aderezada de mucho impacto visual para provocar shock y angustia en el espectador.
Dudo mucho que almas sean salvadas por el mensaje de la película, que además deja al gusto de la imaginación del espectador la resurrección misma de Cristo.
Eso sí, Dios es poderoso, y sus caminos "son inescrutables".
Escribí esto hace unos días haciendo lo que casi nadie suele hacer, que es escribir en base a los juicios ajenos. Pensé que con una crítica tan "light" podría salir airoso una vez vista la película, y no me tendría que arrepentir de nada de lo escrito. Me arrepiento, y mucho, por esto, porque en ello he incurrido en lo que están haciendo tantos hermanos protestantes, de esto me arrepiento:
Hoy lo que nos muestran en una pantalla de cine ficticiamente, es una orgía sanguinaria con un gran contenido católico-mariano, ajeno en muchos puntos a las Escrituras.
Desgraciadamente Gibson no ha sido todo lo radical que tenía que haber sido, porque ha introducido su personal política católica de por medio aderezada de mucho impacto visual para provocar shock y angustia en el espectador.
Dudo mucho que almas sean salvadas por el mensaje de la película, que además deja al gusto de la imaginación del espectador la resurrección misma de Cristo.
Ayer fui ver el filme y "visto lo visto", tengo que rehacer mi opinión partiendo de cero, pues la película necesita de debida justicia. Con el telón de fondo del forista Pabloblanco, que por cierto no encuentro (parece como si se hubieran borrado la mitad de los mensajes del foro... debe ser algo del Proxy ADSL) , y agradecería que él mismo pegara. Este artículo de nuestro hermano Pabloblanco quema la paja de la película, se centra en Cristo, y se ciñe a la Escritura. Recomiendo mucho esta crítica, y es mi telón de fondo para esta crítica. Tenedlo en cuenta.
Fui al cine en soledad de voluntad propia.
Pues bien, empiezo.
LA PASION DE CRISTO: una crítica y no una disección.
LA PASION tiene una característica innata: que no debe criticarse sin antes verla. En el mundo cristiano hay una cosita llamada “envidia”, que cuyo método favorito de ataque se basa en sustraer las partes para, una vez anuladas entre sí todas ellas, la crítica al conjunto sea lo suficientemente dura como para poder desautorizar completamente la obra y el autor
La “envidia”, digo, tiene otro método, complementario al anterior, que consiste en cegarse al espíritu de la obra criticada. Y digo el “espíritu” del autor, porque LA PASION es una película realizada con el suficiente cariño, respeto y amor como que el producto final destile un espíritu propio, el cual considero cristiano y precioso.
Hay un punto importante que quiero dejar claro, y es algo a lo que la gente está ciega, es un hecho que parece que nadie es capaz de reconocer en sí mismo. Este hecho es aquel por el que se hace imposible llevar a “Jesús” a la pantalla. No se puede llevar a Dios a una pantalla de cine. Para los que sabemos algo de Dios, sabemos que ES IMPOSIBLE por definición transmitir la autoridad con que el Hijo de Dios hablaba (esto decían los judíos… “este nos habla con autoridad”). Es imposible transmitir la verdad de aquel que decía ser la Verdad por medio de un actor que no es Dios. Evidentemente, todo esfuerzo realizado será inútil en este sentido. No se puede “representar” creíblemente al Dios vivo… y salir airoso de la situación. Los muy puristas podrían verlo casi como casi una "indecencia moral", una "blasfemia", una gran “herejía”.
Pues bien, ausentes pues de la posibilidad de transmitir la vida que Cristo transmitía, del espíritu que sobre Cristo reposaba, hay que echar mano de recursos como
la iconografía. Antes de que se me lancen al cuello los detractores de la iconografía, me explico antes de sufrir mi linchamiento. La iconografía, que es la representación más o menos acertada de una realidad superior por medio de realidades palpables cercanas a nosotros, fue utilizada por el Señor en la simbología de los sacrificios y del Templo con su pueblo Israel, allá en el Viejo Pacto (pacto que profetizaba con efectividad por medio de esa simbología el Nuevo Pacto), y también en el Nuevo Pacto. El propio Jesús utilizó durante su ministerio la iconografía de dos modos:
1.) En sus parábolas para enseñar las realidades superiores del Reino de los Cielos por medio de relatos que representan ICONOGRAFICAMENTE EN LA MENTE del oyente la historia relatada (véase “el hijo pródigo”, véase “la parábola de las vírgenes”), aunque ello lleve al que “oye” a una aprehensión o enseñanza superior en su alma de esa imagen mental que nos trae el relato. Esta imagen mental es algo propio de nosotros, de la estructura misma del lenguaje y de los símbolos en nuestra mente. No osbtante, es importante matizar que la imagen iconográfica acaba subordinándose a la enseñanza de dicha “iconografía mental”, que es el propósito final, y allí donde también acaba.
2.) En el uso de las cosas EXTERNAS que le rodeaban, haciendo ese uso iconográfico, no ya el “mental” propio de la parábola, sino el cercano a las realidad palpable terrenal para mostrar las realidades celestiales o superiores (véase la “maldición de la higuera”, véase “las nubes y los arreboles”… refiriéndose a cosas palpables y visibles para hablar de las cosas invisibles), y no hay nadie mejor que Pablo, el apóstol, para hablar de esta tradición iconográfica en la historia de los de su propia sangre, el pueblo de Israel. Por demás, sobre también decir que este mundo es, en ese sentido, una “gran iconografía” del mundo celestial, porque escrito está: “hizo lo que se ve de lo que no se veía”, y esto lo vemos en los propios dos grandes árboles del jardín del Edén, que evidentemente no eran árboles físicos, sino espirituales, y así sabemos que nuestros árboles físicos son sombra misma de la realidad “árbol” de donde proviene nuestra imagen terrenal de "árbol".
El problema de la iglesia católica con esta cuestión de la iconografía es que el uso que hizo de ella el Señor fue para mostrar a su iglesia las realidades espirituales y el hecho mismo de que Él era el Templo representado antaño en el Antiguo Pacto, y que por tanto aquella antigua iconografía ya sobraba a causa de su completa inutildad ante la palpabilidad del objeto representado, Cristo. Es el estatus tradicional pagano de cuasi-autoridad religiosa a que la Iglesia Católica ha llevado a sus representaciones de Jesús, la Virgen, los Santos (incluyendo reliquias, momias y cadáveres diversos…) la muestra palpable de que no han entendido absolutamente NADA de este Cristo, ni de Su mensaje, ni de la realidad de este mensaje. Es la prueba misma de su ignorancia y su propio estado espiritual, y lo peor de todo es que defienden su iconografía con la judía, cuando realmente se apoyan más en la pagana que en la judía, y de hecho hay una especie de mortal mezcolanza que mejor sería para la fe de los propios católicos que no existiese. ¿Por qué? Porque están demostrando su desvío de la verdad que Cristo vino a enseñar sobre Sí Mismo, de que Él era la imagen viva del Dios vivo, de que Él era “de facto” el Templo y todos sus enseres, y aquella cruz y su serpiente en el desierto. Con Cristo, de modo efectivo y pleno, la iconografía religiosa con su fábrica de estatuas o símbolos palpables religiosos, aún el Templo judío, HA TERMINADO. Cristo CONSUMA los sacrificios y el Templo judío, pues Él es su realidad palpable , Él ES la “iconografía” VIVA (el tema profético queda a un lado aquí, por favor, estamos hablando del Evangelio.) También obvian mis hermanos católicos que a ningún cristiano primitivo se le hubiera pasado por la imaginación
fabricar una representación de sí mismos ni de su amado señor resucitado. Aquello sería como una especie de broma absurda para ellos. El cristiano primitivo jamás
fabricó una estatua o icono permanente para intentar representar nada. No se trata, pues, de “fabricar”: eso es lo que hacían los paganos, fabricar iconos para “acercarse” a su Dios, para “representarle”, y eso representa el Becerro de Oro de los israelitas, que es la necesidad de un icono al que adorar. No puedo, ni debo admitir esta ceguera espiritual de mis hermanos católicos de que su iconografía religiosa “ayude” de por sí a la fe de nadie. Ayudar puede a los sentimientos del alma humana, pero no a la edificación efectiva del hombre espiritual, y lo uno, no lleva a lo otro, porque una cosa es la vida del hombre y otra muy distinta la Vida de Dios (Cristo Jesús). La vida del alma no lleva al conocimiento de la vida de DIos, sino una revelación de lo alto ("bienaventurado eres, Simón, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre").
Ahora bien, se podría decir que Mel Gibson incurre en este pecado de la iglesia católica si dicha película se elevara a su trato permanente como "iconografía", pero no es posible por la propia naturaleza del cine que es una sucesión de imágenes virtuales, a no ser, claro está, que el merchadising convirtiera en iconos católicos, de forma visible y palpable, el Cristo, la Virgen ,los Santos, la Cruz… etc de la propia película, lo cual hasta ahora creo que no ha pasado (pero aunque pasara, no desmerecería la propia película, sino que sería una muestra más del estado espiritual del mundo católico.)
La película intenta llegar más allá de los hechos y las palabras, y es justo en este punto donde el mundo cristiano no-católico está ejerciendo su propia crucifixión contra el autor: en no querer reconocer que la película tiene un mensaje que quiere llevar más allá al espectador del sufrimiento físico del señor, aunque este sea el tema central.
LO MALO:
El autor es Mel Gibson, que un cristiano católico acérrimo, por lo tanto es inevitable que este bagaje religioso no se trasluzca en determinados momentos en su filme cuando el espectador está viendo la Pasión desde la perspectiva católica del autor y de su particular forma de contar las cosas, léase Braveheart, otra película de trasfondo épico.
Así pues, lo malo:
1) María tiene la preponderancia excesiva propia del mantra católico y sus consiguientes dogmas paganos. Estropea y desmerece el Evangelio.
2) En el estado físico en que Jesús llega a la cruz es imposible que se mantuviera con vida más de media hora, y los evangelios nos dicen que estuvo vivo unas 6 horas (desde la hora tercera hasta la hora nona, si no recuerdo mal).
3) En determinados momentos hay elementos de ficción, algo “peliculeros”. No voy a revelar más cosas, porque esta es una película para ver y disfrutar en soledad, no para contar, pero hay una cosa en concreto que me molestó, y es que en el “via crucis”, Jesús cae al suelo rendido hasta 4 veces. Es exagerado y es un recreamiento innecesario en el sufrimiento humano. Cansa y agota psicológicamente. A la cuarta vez que cae, el tema queda más “peliculero” que creíble, si me permite la expresión. Esto sin duda es la herencia de inspirarse Gibson en las fábulas de las religiosas francesas. Casi la mitad del via crucis, directamente, SOBRA. Es lo único que quitaría de la película. Los demás efectos de ficción se pueden defender por medio del que yo considero uso correctísimo de la simbología, de la iconografía.
Lo malo, pues, no es mucho:
LO BUENO
1) Los personajes están tan cuidados, representados con tanta ternura y amor, que aún la preponderancia del guión de María se ve eclipsada por la actuación de la propia actriz. Es sin duda la María más auténtica, el Pedro más auténtico, el Juan más auténtico, que jamás se halla visto en cine. Es absolutamente increíble el cuidado y respeto a cada personaje, incluido Pilato. El uso de la iconografía a la que me refería antes se puede ver en que no han podido escapar del estereotipo de un Jesús guapo y con el típico pelo largo, pero la paz, firmeza y autoridad de las palabras del Señor no pueden transmitirse, sólo "iconizarse" (como decíamos antes), y el trabajo realizado por el director, actor, maquillaje, es plenamente efectivo (sorprendente), y este Jesús, aunque iconizado, transmite con sus ojos y rostro lo que no puede transmitirse de otro modo aparte del visual.
2) Es cierto, según los Evangelios, que Cristo sufriera un trato “discriminatorio” por parte de los romanos. Se mofaron de él, le pusieron una corona de espinas y le azotaron. Esto no lo hicieron con los otros crucificados aquel día. Es MUY probable que Pilato ordenara castigarle severamente antes de presentarlo a los judíos, quizás con el fin de dejarle libre como era su original intención (como dice la Escritura, después de hablar con él, “intentaba soltarle”, y queda claro que las palabras de Jesús le impresionaron). El castigo fue severo para seguramente intentar calmar a los religiosos judíos y apaciguar su ira, para así poder salvar la vida de Jesús. Puede que Gibson exagere el castigo. Quizás no sea exageración, sino RECREAMIENTO en el castigo. No dudo que fue cruel y doloroso, pero en la película Jesús casi se muere antes de llegar a la cruz. A eso me refiero. Lo veo un poco exagerado. Digo un poco, porque no dudo que Jesús llegara cansado a la “via crucis”, lo suficiente para que no pudiera llevar su propia cruz hasta el Calvario como era la costumbre.
3) El uso del latín y del arameo, y la representación del mal… son algo absolutamente épico. Sin “peros”.
4) Es un mensaje constante en la película, que yo he podido ver y reconocer es cómo mediante el uso de flashback, de miradas fijas del señor a los que le rodean, de simbolismos con el mal, que el Jesús destrozado que vemos es en verdad el Hijo de Dios, no un hombre cualquiera. Es muy interesante como Gibson intenta mantener este mensaje durante toda la película.
En fin, acabando ya, sólo decir que se comenta por ahí que la resurrección es algo que queda como al gusto del espectador y que no se muestra con debida claridad. Quien diga eso no sabe lo que es el arte como expresión misma de la belleza y de la ternura. La representación de la resurrección del Señor es la cosa más sencilla y bonita que jamás he visto y creo que veré en una pantalla. La ignorancia y la envidia obran milagros, sin duda.
En resumen, y en general, muchísimas gracias Gibson. Otros te crucificarán en base a los detalles de tu película. Otros, entre los que me incluyo, verán el producto final, y te darán un abrazo fraternal y un beso en la mejilla desde la distancia.
Salud, Gibson!
Samuel de Roa Martínez