¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.





Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
[/QUOTE]

El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9). ESTOS FUERON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que LOS 10 MANDAMIENTOS ahora ellos los tienen grabados en sus corazones y en su mente.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION.

Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.





Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
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El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9). ESTOS FUERON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que LOS 10 MANDAMIENTOS ahora ellos los tienen grabados en sus corazones y en su mente.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION.

Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.





Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
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El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9). ESTOS FUERON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que LOS 10 MANDAMIENTOS ahora ellos los tienen grabados en sus corazones y en su mente.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION.

Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.





Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
[/QUOTE]

El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9). ESTOS FUERON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que LOS 10 MANDAMIENTOS ahora ellos los tienen grabados en sus corazones y en su mente.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION.

Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.


Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)
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El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9). ESTOS FUERON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que LOS 10 MANDAMIENTOS ahora ellos los tienen grabados en sus corazones y en su mente.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION.

Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.



Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)


El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9). ESTOS FUERON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que LOS 10 MANDAMIENTOS ahora ellos los tienen grabados en sus corazones y en su mente.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION.

Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.



Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)


El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9). ESTOS FUERON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que LOS 10 MANDAMIENTOS ahora ellos los tienen grabados en sus corazones y en su mente.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION.

Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.



Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)


El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9). ESTOS FUERON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que LOS 10 MANDAMIENTOS ahora ellos los tienen grabados en sus corazones y en su mente.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION.

Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.



Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)


El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).

"De Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová" Isaías 2:3.

Nuestro Señor Jesucristo está hoy en día oficiando en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial, y allí se encuentra el arca del pacto, y como tu sabes, en ella se encuentran los 10 mandamientos.

" Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo." Apocalipsis 11:19.

Por cuanto la Ley es una transcripción del carácter de Dios, al obedecer la Ley reflejamos su carácter. Pero, es más, no seguimos solo un conjunto de reglas sino el ejemplo de Jesús, quien hace por nosotros lo que la ley misma no puede hacer: él escribe la Ley en nuestros corazones (Heb. 8:10) y hace posible que las demandas de la Ley sean cumplidas en nosotros (Rom. 8:4). Es decir, por medio de nuestra relación con Jesús, tenemos el poder de obedecer la Ley como nunca antes.

Todos los que servían en relación con el Santuario eran educados constantemente acerca de la intervención de Cristo en favor de la raza humana. Este servicio tenía el propósito de crear, en cada corazón, amor por la ley de Dios, que es la ley del Reino divino.

Cristo nos libera de la condenación de la Ley y escribe esa Ley en nuestros corazones.


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9). ESTOS FUERON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que LOS 10 MANDAMIENTOS ahora ellos los tienen grabados en sus corazones y en su mente.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION.

Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

Estimado patricio césped, el de la lengua viperina. Saludos cordiales.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto “antiguo,” se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto,… vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.



Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. “El hombre que los hiciere, vivirá en ellos” (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero “maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas” (Deuteronomio 27:26.) El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas”, la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y… perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas” (Salmo 40:8) Y cuando entre los hombres, dijo: “No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Juan 8:29)


El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. “¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley”. “Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 5:1; 3:31; 8:3, 4).

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación(Santiago 1:17).

"De Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová" Isaías 2:3.

Nuestro Señor Jesucristo está hoy en día oficiando en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial, y allí se encuentra el arca del pacto, y como tu sabes, en ella se encuentran los 10 mandamientos.

" Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo." Apocalipsis 11:19.

Por cuanto la Ley es una transcripción del carácter de Dios, al obedecer la Ley reflejamos su carácter. Pero, es más, no seguimos solo un conjunto de reglas sino el ejemplo de Jesús, quien hace por nosotros lo que la ley misma no puede hacer:él escribe la Ley en nuestros corazones (Heb. 8:10) y hace posible que las demandas de la Ley sean cumplidas en nosotros (Rom. 8:4). Es decir, por medio de nuestra relación con Jesús, tenemos el poder de obedecer la Ley como nunca antes.

Todos los que servían en relación con el Santuario eran educados constantemente acerca de la intervención de Cristo en favor de la raza humana. Este servicio tenía el propósito de crear, en cada corazón, amor por la ley de Dios, que es la ley del Reino divino.

Cristo nos libera de la condenación de la Ley y escribe esa Ley en nuestros corazones.


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: ¿Interpretación novedosa o no de Mateo 5:17-19?

GABRIEL SALINAS GONZALEZ, UN ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, AFIRMA LO SIGUIENTE:

Estimado Patricio Céspedes.


La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón.

Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.


ESTA ES MI RESPUESTA A ESTE ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:

Gabriel Salinas afirma textualmente que "la misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espiritu Santo sobre las tablas del corazon".

Si eso fuese verdad, si eso fuese asi, entonces la ley que esta grabada sobre las tablas del corazon de aquellos que creen en Cristo, es una ley que cumple un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", porque precisamente eso fue lo que Pablo dijo de los 10 mandamientos que se grabaron en 2 tablas de piedra.

He aqui las palabras TEXTUALES del apostol Pablo, respecto al ministerio de los 10 mandamientos, que fueron grabados en 2 tablas de piedra:

"EL MINISTERIO DE MUERTE GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS FUE CON GLORIA ...... EL MINISTERIO DE CONDENACION FUE CON GLORIA" (2 Corintios 3: 7 y 9).

MUCHISIMA ATENCION, TODOS LOS FORISTAS:

El apostol Pablo nos ensena que los 10 mandamientos fueron un "MINISTERIO DE MUERTE", un "MINISTERIO DE CONDENACION", "GRABADO CON LETRAS EN PIEDRAS", en 2 tablas de piedra (2 Corintios 3: 7 y 9). ESTOS FUERON LOS 10 MANDAMIENTOS.

Los unicos que se sienten orgullosos de tener grabados en sus corazones un "MINISTERIO DE MUERTE" y un "MINISTERIO DE CONDENACION", son los Adventistas del Septimo Dia, quienes pregonan al mundo entero que LOS 10 MANDAMIENTOS ahora ellos los tienen grabados en sus corazones y en su mente.

Alla ellos con esa doctrina de MUERTE y CONDENACION.

Lo que es nosotros, los que creemos verdaderamente en Cristo, tenemos grabados en nuestros corazones "LA LEY DE CRISTO", la misma Ley bajo la cual el apostol Pablo dijo estar, en 1 Corintios 9: 21.

Y cuando Pablo dijo que el estaba "BAJO LA LEY DE CRISTO" (1 Corintios 9: 21), fue muy claro en afirmar QUE EL NO ESTABA SUJETO A LA LEY A LA CUAL ESTABAN SUJETOS LOS JUDIOS, O SEA, PABLO NO ESTABA SUJETO A LOS 10 MANDAMIENTOS (1 Corintios 9: 20).

LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO NO ESTA BAJO EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS.

EL MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION DE LOS 10 MANDAMIENTOS FUE GRABADO EN 2 TABLAS DE PIEDRA, PERO JAMAS FUE GRABADO EN LOS CORAZONES DE QUIENES PERTENECEN A LA IGLESIA CRISTIANA, PORQUE DIOS NO GRABARIA MUERTE Y CONDENACION EN LOS CORAZONES DE SUS HIJOS QUE CONFORMAN LA IGLESIA CRISTIANA DEL PACTO NUEVO.

"LA LEY DE CRISTO" ES LA LEY QUE ESTA ESCRITA EN LA MENTE Y EL CORAZON DE TODOS AQUELLOS QUE AHORA SON REGIDOS POR EL PACTO NUEVO.

SIN EMBARGO, LOS ADVENTISTAS DEL SEPTIMO DIA, AL RECHAZAR Y DESPRECIAR "LA LEY DE CRISTO" Y SOMETERSE UNICAMENTE A LOS 10 MANDAMIENTOS, ESTAN SUJETOS A UN MINISTERIO DE MUERTE Y CONDENACION.

Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
Hoy, Discipulo de Jesus y REFORMADOR.