Al forista objetor, ajeno a la sana doctrina.
DISIPANDO TINIEBLAS
Juan 14:3 fue dirigido a los discípulos como representantes de la Iglesia, no de Israel.
Jesús dijo: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo…”. Esta promesa fue dada en el aposento alto, después de que Judas (el traidor) salió (Jn. 13:30), y antes de que el Espíritu Santo descendiera en Pentecostés.
En ese contexto íntimo, Jesús revela verdades reservadas para la Iglesia, incluyendo:
1. La casa de mi Padre (Jn.14:2)
2. El arrebatamiento de los suyos (Jn.14:3)
2. La unión con Él en gloria (Jn. 17:24).
La expresión: "para que vean mi gloria que me has dado" es exclusiva para los ciudadanos celestiales (Fil.3:20-21) se trata de la casa del Padre, no del Milenio en la tierra.
En un claro contraste, en Mateo 24, Jesús responde a preguntas sobre el templo, la señal de su venida y el fin del siglo (Mt. 24:3) en ese capítulo encontramos los siguientes sucesos:
1. La abominación desoladora (v.15), citando a Daniel.
2. La huida a los montes de Judea (v.16).
3. La oración para que la huida no sea en sábado (v.20).
Estos elementos son claramente judíos y no aplicables a la Iglesia, que no guarda el sábado ni tiene un templo terrenal.
Los discípulos en Mateo 24 representan a Israel en el tiempo del fin, no a la Iglesia arrebatada, es en ese escenario que la predicación del evangelio del reino (Mt.24:14) por los 144.000 judíos, darán como fruto, los hijos del reino, como la descendencia de aquellos que rechazaron a su Rey y lo crucificaron, ahora lo verán y les pesará en el alma haberlo asesinado:
-"Y LOS QUE LE TRASPASARON"-
Apo 1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él. Así sea. Amén.
La Iglesia no ha traspasado a Cristo, más bien la promesa de Juan 14:3 es coherente con 1 Tesalonicenses 4:16–17, pues Pablo, escribiendo a la Iglesia, dice: “El Señor mismo… descenderá del cielo… y los muertos en Cristo resucitarán… y seremos arrebatados… para recibir al Señor en el aire”.
Esta es la misma promesa de Juan 14:3: Cristo viene por los suyos, para llevarlos a donde Él está.
No hay juicio, no hay señales, no hay ángeles reuniendo a nadie. Es un evento íntimo, glorioso y celestial.
Y respecto a este recurso de que el arrebatamiento discrimina a los discípulos judíos de Mateo 24 Dios no discrimina; dispensa sus promesas conforme a sus propósitos eternos.
Israel tiene promesas terrenales, la Iglesia tiene promesas celestiales.
Mezclarlas no es inclusión, es confusión.
Como dijo Pablo: “No hagáis desaparecer la diferencia” aquí está el texto:
1Co 10:32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;
Es la misma Escritura que divide la raza humana en tres grupos, las posiciones teológicas no tienen ninguna autoridad para desvirtuar estos tres grupos, hacerlo, intencionalmente, es prevaricato.
Juan 14:3 es exclusivo para el Cuerpo de Cristo revelado como misterio (Ef. 3:5–6).
En contraste, Mateo 24 describe el trato de Dios con Israel en la tribulación, no la esperanza bienaventurada de la Esposa.
Concluimos afirmando que no es exclusión, es fidelidad al diseño divino.
TODA GLORIA SEA PARA CRISTO.
DISIPANDO TINIEBLAS
Juan 14:3 fue dirigido a los discípulos como representantes de la Iglesia, no de Israel.
Jesús dijo: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo…”. Esta promesa fue dada en el aposento alto, después de que Judas (el traidor) salió (Jn. 13:30), y antes de que el Espíritu Santo descendiera en Pentecostés.
En ese contexto íntimo, Jesús revela verdades reservadas para la Iglesia, incluyendo:
1. La casa de mi Padre (Jn.14:2)
2. El arrebatamiento de los suyos (Jn.14:3)
2. La unión con Él en gloria (Jn. 17:24).
La expresión: "para que vean mi gloria que me has dado" es exclusiva para los ciudadanos celestiales (Fil.3:20-21) se trata de la casa del Padre, no del Milenio en la tierra.
En un claro contraste, en Mateo 24, Jesús responde a preguntas sobre el templo, la señal de su venida y el fin del siglo (Mt. 24:3) en ese capítulo encontramos los siguientes sucesos:
1. La abominación desoladora (v.15), citando a Daniel.
2. La huida a los montes de Judea (v.16).
3. La oración para que la huida no sea en sábado (v.20).
Estos elementos son claramente judíos y no aplicables a la Iglesia, que no guarda el sábado ni tiene un templo terrenal.
Los discípulos en Mateo 24 representan a Israel en el tiempo del fin, no a la Iglesia arrebatada, es en ese escenario que la predicación del evangelio del reino (Mt.24:14) por los 144.000 judíos, darán como fruto, los hijos del reino, como la descendencia de aquellos que rechazaron a su Rey y lo crucificaron, ahora lo verán y les pesará en el alma haberlo asesinado:
-"Y LOS QUE LE TRASPASARON"-
Apo 1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él. Así sea. Amén.
La Iglesia no ha traspasado a Cristo, más bien la promesa de Juan 14:3 es coherente con 1 Tesalonicenses 4:16–17, pues Pablo, escribiendo a la Iglesia, dice: “El Señor mismo… descenderá del cielo… y los muertos en Cristo resucitarán… y seremos arrebatados… para recibir al Señor en el aire”.
Esta es la misma promesa de Juan 14:3: Cristo viene por los suyos, para llevarlos a donde Él está.
No hay juicio, no hay señales, no hay ángeles reuniendo a nadie. Es un evento íntimo, glorioso y celestial.
Y respecto a este recurso de que el arrebatamiento discrimina a los discípulos judíos de Mateo 24 Dios no discrimina; dispensa sus promesas conforme a sus propósitos eternos.
Israel tiene promesas terrenales, la Iglesia tiene promesas celestiales.
Mezclarlas no es inclusión, es confusión.
Como dijo Pablo: “No hagáis desaparecer la diferencia” aquí está el texto:
1Co 10:32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;
Es la misma Escritura que divide la raza humana en tres grupos, las posiciones teológicas no tienen ninguna autoridad para desvirtuar estos tres grupos, hacerlo, intencionalmente, es prevaricato.
Juan 14:3 es exclusivo para el Cuerpo de Cristo revelado como misterio (Ef. 3:5–6).
En contraste, Mateo 24 describe el trato de Dios con Israel en la tribulación, no la esperanza bienaventurada de la Esposa.
Concluimos afirmando que no es exclusión, es fidelidad al diseño divino.
TODA GLORIA SEA PARA CRISTO.