Re: HOMBRE VIRTUOSO, QUIEN LO HALLARA (Prov. 31)
El Hombre Carnal y la Moda PDF Imprimir E-Mail
Escrito por Pastor Felipe Rincón
domingo, 03 de febrero de 2008
El hombre carnal y la moda
El ser humano carnal sigue la moda, que es siempre cambiante, pues se apoya en valores parciales. Los valores temporales son incompletos; no pueden satisfacer del todo, porque son limitados: acentúan unos aspectos y olvidan otros. Por eso cansan y producen tedio y desengaño con el tiempo. Y por eso las modas cambian, no pueden menos de ir cambiando: ninguna es tolerable para siempre.
Todo lo temporal está sujeto a la ley cambiante de la moda: y así se pasa del autoritarismo al liberalismo permisivo, del racionalismo as irracionalismo, del legalismo al antijuridicismo, de la falda larga a la corta. Se alternan y se desplazan delicadamente el tipo permanente y otro opuesto, aberrante y provocativo: el poder y la oposición; la cintura se alza o se baja, y finalmente vuelve la cintura a su sitio. Lo único permanente en la moda es la adoración de lo presente. El presente obviamente, es lo que vale: la moda de ayer es ridícula y fea; la de mañana, tal como se anuncia, es incómoda y absurda; solo la de hoy está bien.
Y los mundanos siguen la moda, la que sea. Se entusiasma, por ejemplo, con los regímenes autoritativos cuando o porque está de moda, y se hace permisivo y demócrata cuando o porque estas tendencias son impuestas por la moda. Nadie acuse de inconstancia a este hombre, pues siempre ha sido estrictamente fiel a su principio único: es preciso seguir incondicionalmente los vientos de la época.
La necesidad de afiliación social
El individuo siente una gran necesidad de afiliación social. Cada sociedad presenta al individuo un completo cuadro de referencia, para que en él configure su mente y conducta. Esta socialización o asimilación del individuo a la sociedad comienza en la cuna y la familia, sigue en la escuela, el taller, la televisión, y la calle. En todo momento el mundo catequiza a sus hijos, enseñándoles qué deben pensar y hacer en cada circunstancia, reforzando con premios a quienes guardan ciertas actitudes, y reprobando eficazmente a los disidentes.
Esta socialización por una parte ayuda al individuo, da estabilidad a sus actitudes, le hace heredar una tradición, le da ocasión de conocerse a sí mismo y de manifestarse a los otros, le estimula con medios y orientaciones. Pero por otra parte, la intensa afiliación social impide la verdadera vida personal y el acceso a los más altos valores. En efecto, cuando una persona se remite completamente a lo mayoritario o a su grupo de referencia, no vive ya desde sí misma, sino desde lo colectivo, y cae inevitablemente en lo malo o al menos en lo mediocre. Y tal filiación social se hace aún más ambigua cuando se produce en un grupo de fuerte cohesión interna, en el cual el individuo queda atrapado.
El aislamiento, en cambio, deja al ser humano en una situación excesivamente conflictiva y difícil, sin soluciones establecidas, desprovisto de los datos, medios y estímulos que la sociedad ofrece al individuo. Difícil es que el ser humano desarrolle su libertad en el aislamiento sin una filiación social suficiente. Una vez más comprobamos que la verdad integral exige una síntesis de extremos aparentemente contrapuestos, un equilibrio, un discernimiento consciente y libre.
El carnal es el más ávido de afiliación social, pues es quién más desea el éxito en el mundo, y quien más teme su reprobación. Se nos informa que el gran pintor Van Gogh, en su vida solo logró vender un cuadro, sin embargo el siguió fiel a su pintura, en medio de grandes miserias. Si fuera un mediocre el hubiese podido pintar lo que le gustaba al público, pero no lo hizo así aunque tuviera que vivir en aprietos económicos, hoy sus cuadros son de los más costosos. Es el caso de un pastor que pierde la estima de su ministerio y lo abandona, porque no recibe suficiente aprobación social. Jesús aunque fue socialmente rechazado, no abandonó su misión, y la llevó a cabo hasta la muerte en el madero. Pablo dijo que él era una basura para el mundo, pero que eso no le importaba porque para él el mundo era lo mismo. La cosa es clara: el ser humano que no se estima a sí mismo en función de valores absolutos, sino según la estimación social, es capaz de las bajezas más lamentables.
Si una persona no se arraiga profundamente en la Verdad que transciende el tiempo, no puede menos de verse atrapada por el mundo. En un estudio realizado Alguien (Tchakhotine) dijo que apenas un diez por ciento de los humanos son capaces de resistir a la técnica de la propaganda afectiva; un noventa por ciento sucumbe a la violación psíquica.
La libertad del mundo en la Biblia
Los cristianos al ser santificados (Juan 17.17-19) por Dios, somos desmundalanizados. La sagrada Escritura enseña que esa desmundanalización del ser, posibilita y exige una desmundanalización psicológica y moral. Esto implica un enfrentamiento, y también un peligro muy grave para el enviado por Dios; y es posible que se verá tentado de callar para evitar sufrimientos (Jeremías 20.7-9). Por eso el Señor le dice a su profeta: ¨ Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos (Capítulo 15.19); ¨ no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos ¨ (1.17). Pablo declara valientemente ¨ Yo no me avergüenzo del Evangelio ¨en Romanos 1.16. y exhorta a Timoteo diciéndole ¨ No te avergüences jamás del testimonio de nuestro Señor ¨ en 2ª. Timoteo 1.8 y 1.16.
Pero no solo los profetas y apóstoles, sino todo el Pueblo de Dios debe extrañarse del mundo. La iglesia sabe bien que, aun estando en el mundo, no pertenece a su orden, es extraña a su régimen, y forma así un pueblo de peregrino, que vive en el mundo como forastero.
Es por eso, que tenemos las exhortaciones del Apóstol ¨ no os hagáis siervos de los hombres ¨ (1ª. Corintios 7.23). ¨ No os unáis en yunta desigual con los infieles. ¿Qué consorcio hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué parte del creyente con el infiel ¨(2ª. Corintios 6.14-18). ¨ No os conforméis a este siglo, sino transformaos por la renovación de la mente ¨ según Dios (Romanos 12.2). Así como la santificación aparece en la Biblia como desmundanización, el pecado del Pueblo de Dios será la mundanización de su mente y conducta. El 2do. Libro de Reyes 17.8,15 nos dice: ´ siguieron las costumbres de la gente. Se fueron tras las vanidades y cayeron así ellos mismos en la vanidad, como los pueblos que los rodeaban, y a quienes el Señor les había prohibido imitar ¨.
La libertad del mundo en la antigüedad cristiana
La relación de los primeros cristianos con el mundo es muy dura. De una obra de Celso, autor pagano del siglo II, citamos el siguiente texto sobre los cristianos: ¨ tienen razonamientos idiotas, propios para la turba, y no hay hombre inteligente que los crea. El maestro cristiano busca a los insensatos. Yo los compararía a una sarta de murciélagos, o a hormigas que salen de sus agujeros, o a ranas que tienen sus señoríos al borde de una charca, o a gusanos que allá en el rincón de un barrizal celebran sus juntas y se ponen a discutir quienes de ellos son más pecadores ¨. Según el autor cristiano Minucia Félix (II-III), los fieles eran visto así: ¨ Hombres de una secta incorregible, ilícita, desesperada. Una caterva de gentes de las más ignorantes, reclutadas de la hez del pueblo, y de mujeres crédulas, fáciles a la seducción por la debilidad de su sexo. Raza taimada y enemiga de la luz, muda a la luz del día, habladora en los rincones solitarios. ¿Por qué no hablan jamás en público, ni jamás se reúnen libremente, si lo que honran con tanto misterio no es punible y vergonzoso?¨. Tertuliano (160-250) da testimonio de este aborrecimiento social: ¨ la mayor parte odian tan ciegamente el nombre de cristiano que no pueden rendir a un cristiano un testimonio favorable sin atraerse el reproche de llevar dicho nombre: ´ Es un hombre de bien este Cayo Seyo, dice uno; ¡Lástima que sea cristiano!. Y otro dice: Me extraña que Lucio, un hombre tan ilustrado, se haya hecho súbitamente cristiano´ ¨.
Los mártires cristianos tuvieron que elegir entre Cristo y el mundo. Y esto bajo la presión de los jueces, que una veces amenazaban, y otras halagaban y solicitaban, diciendo: ¨ Te aconsejo que cambies de sentir y veneres a los mismos dioses que nosotros, los hombres todos adoramos, y vivas con nosotros ¨. Pero lejos de ceder, los mártires se rieron de los ídolos que el mundo adora.
Los cristianos de Viena y Lión cuentan: ¨ No solo nos cerraban todas las puertas, sino que se nos excluía de los baños y de la plaza pública, y aun se llegó a prohibir que apareciera nadie de nosotros en lugar alguno ¨. Según nos cuenta Eusebio en su libro Eclesiástica V.
El cristiano primitivo pudo comprender y hace suya la frase de Pablo al decir que el mundo estaba crucificado para él y él para el mundo.
A los cristianos Ignacio de Antioquia recomienda: ¨ mostrémonos hermanos suyos por nuestra amabilidad, pero imitar, solo hemos de esforzarnos por imitar al Señor ¨. De modo semejante dice Tertuliano: ¨ Es lícito vivir con los paganos, pero no se puede participar de sus costumbres. Vivamos con todos, alegrémonos con ellos en la comunidad de la naturaleza, no de superstición. Somos iguales en cuanto al alma, no en cuanto a la disciplina. Compartimos con ellos la posesión del mundo, no del error ¨.
Uno de los textos más bellos de la antigüedad sobre este tema lo hallamos en los Discursos a Diogneto, de finales del siglo II, donde se dice que, en medio del mosaico étnico religioso del imperio, ¨ los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su habla, ni por sus costumbres, sino que habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor de peculiar conducta, admirable, y por confesión de todos, sorprendente. Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos, y toda patria, tierra extranjera. Se casan como todos, como todos engendran hijos, pero ellos no exponen (abandonan) los que nacen. Pone la mesa común, pero no lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen las leyes establecidas, pero con su vida sobrepasan las leyes. A todos aman, y por todos son perseguidos. Pero para decirlo brevemente: lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo ¨.
La iglesia hoy es perseguida por el mundo. No en la forma sangrienta, sino de un modo cultural y político, mucho más eficaz. Y por otro lado no es perseguida porque se parece demasiado al mundo. Se ha acomodado a las costumbres del mundo, no es diferente.
El bautismo cristiano
El bautismo es romper con Satanás y su mundo y adherirse a Cristo y a su iglesia. Una renuncia bautismal de Cirilo de Jerusalén, en el siglo V, decía: ¨ Yo renuncio a ti, Satanás, y a todas tus pompas y a todo tu culto.¨ Esta renuncia cristiana al mundo, que se mantiene hoy también en el bautismo, tiene un carácter espiritual. Orígenes dijo: ¨ Debemos salir de Egipto, debemos dejar el mundo, si queremos servir al Señor. Y digo que debemos dejarlo no en un sentido local, sino espiritualmente ¨. La ruptura del cristiano con el mundo en el bautismo expresa que el nuevo espíritu recibido en el bautismo requiere de una vida nueva, muy distinta al estilo de la vieja, que ya no vale. Pablo expresa así la ruptura de los cristianos con el mundo:
Efesios 4. 17-24 ¨ Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo,21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente,24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Hoy son muchos los cristianos que quieren gozar del mundo sin limitaciones, con las mismas posibilidades de los hijos del siglo. Son cristianos demasiado mundanos; quieren disfrutar al máximo, asumir ideas, costumbres, playas, partidos políticos, televisión y espectáculos, tal como estas realidades se dan en el mundo presente. Quieren triunfar en esta vida, haciendo para ello las concesiones que sean precisas. Quieren, sobre todo, evitar toda persecución, pasar por alto la misma apariencia de una confrontación con el mundo vigente y como, con sus ideas y costumbres.
La persecución del mundo no es para ellos una bienaventuranza que corona una vida cristiana llegada a su plenitud, sino una maldición. Mateo 5.11-12 nos dice: ¨ Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.¨; 2 Timoteo 3.12 ¨ Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; Colosenses 3.3-4 ¨ Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. ¨ Pero estos cristianos no aceptan de ninguna manera, en ningún aspecto, eso de estar muertos al mundo visible, sino que quieren estar bien vivos y participando de todo como todos.
Renuncias para ser libres del mundo
Es fácil hablar de libertad, hacer elogios, exigir sus condiciones en la vida comunitaria. Pero hacer la libertad en uno mismo y en los otros exige grandes valores y virtudes. No hay libertad personal sino en la medida en que se vence el pecado que encadena la voluntad. La libertad es solo verbal cuando la persona no tiene dominio sobre sí misma, sino que estad a merced de filias y fobias, gustos y repugnancias insuperables. Y la libertad no es alcanzable sin la capacidad de cruz y de pobreza, sin fuerza de paciencia y de caridad. En fin, liberar la libertad de los muchos lazos con que el mundo la apresa exige una formidable capacidad de renuncia. Vamos a señalar algunos rasgos necesarios para alcanzar la gracia de Dios que nos ayude en esta renuncia:
La oración.
La oración nos libera del mundo presente, pues gracia a ella lo comprendemos y lo transcendemos, es decir extendemos o comunicamos sus efectos produciendo consecuencias. Si no comunicamos efectos, sino producimos consecuencias, no hemos comprendido. 2 Corintios 4.18 ¨ no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.¨ Colosenses 3.1, 2 ¨ Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.¨
No configurarse al mundo.
Más bien transformémonos por la renovación de la mente, según Cristo. Es lo que dice Romanos 12.2. Un cristiano que quiere ser coherente y fiel con la propia adhesión a la religión cristiana no debe sumergirse en el potente y tempestuoso mar de la vida moderna. Hay un contraste, un conflicto, un choque, entre la concepción en torno al modo de vivir de un bautizado, de un hijo auténtico de la Iglesia, y la concepción y la costumbre de un hijo de nuestro siglo.
No confundir historia y naturaleza.
¨ El pez vive en agua, el camello en el desierto, y el hombre en su mundo.¨ Y así fácilmente el mundo histórico concreto se le presenta al humano como si fuera naturaleza. Es fácil escuchar decir ¡eso es natural! Para justificar esto o aquello. Es natural que las personas dediquen un par de horas cada día a enterarse de las noticias del mundo, y que cada quien tome vacaciones un mes al año en el que se vayan lejos y no hagan nada… Pero ¿es seguro que esas y tantas otras cosas son lo natural? ¿Acaso no se está confundiendo formas históricas, que están vigentes en cierto lugar y tiempo, como algo natural? Basta que uno viaje o lea para comprender que estamos confundiendo historia y naturaleza. Que nos estamos cerrando a cosas muchos mejores que podrían ser aquí y ahora. Quien toma la historia como naturaleza se cierra por completo a la formidable fuerza renovadora del Espíritu de Dios.
No seguir la moda.
Los santos, los cristianos, que han vencido al mundo porque han muerto a él, son los únicos libres de la moda, libres para asumirla o rechazarla o modificarla, según ven conveniente. Pero la mayoría de los cristianos carnales siguen las modas con entusiasmo, sin libertad ni discernimiento, considerándolo incluso como si fuera un deber. No seguir la moda puede resultar muy duro. Pero ¿Quiénes son los que están dispuestos por amor a Jesús, y por amor al rescate de los perdidos, a dar por perdida su vida en este mundo?
A veces incluso en el mundo cristiano, se pone en moda ciertos modos espirituales en cada época, como si viniera de parte de Dios. Pero son modas, solo modas cambiantes. ¿Cuántas personas e iglesias serán sacrificadas a la moda por sus ministros? ¿Cuántas energías se distraen de lo principal para empeñarse en lo accesorio? ¿Cuántos sufrimientos inútiles se producirán, y cuántas discusiones y enojos? Los que tengan el temperamento que va con la moda serán tenidos, falsamente, por maduros y perfectos. Pero ¿Cuánto durará esa moda? ¿Hasta cuándo se apoyará el cristiano en esa fórmula de moda, buscando en ella salvación, y no en Dios? Cuando sobrevenga el cambio y el fracaso, entonces hallará otra nueva fórmula de moda en la que poner su esperanza.
No tener miedo a parecer raro.
Raro es ser infrecuente, poco común, sobresaliente, con tendencia a separarse. Todos los santos han sido raros, muy raros. Por eso debemos tener mucho cuidado de que el miedo a ser raros no sea miedo a ser santos, es decir, a dejarse renovar incondicionalmente por el Espíritu de Dios. Nosotros, como Pablo: ¨ Si hacemos el loco, es por Dios ¨.
Sobre las rarezas de los santos se podrían poner muchísimos ejemplos, pues en muchas cosas –comida, vestido, sueño, dinero, distribución del tiempo y de la atención, relación con los otros- no seguían los convencionalismos acostumbrados en su medio. Ellos eran distintos y actuaban de modo diverso, lo que inevitablemente era ocasión de murmuraciones, de juicios temerarios… y también por su puesto de conversiones.
A veces se insiste en las posibilidades de santificación que los cristianos tienen sin salir de la vida ordinaria de los hombres. Ese principio, bien entendido, impulsa grandemente la santificación de los creyentes. Pero mal entendido, da lugar a una caterva de mediocres que prefieren la mediocridad antes que pasar por raros. No se acuerdan de que Cristo resultaba muy chocante en no pocos aspectos de su vida. Algunos decían está endemoniado, ha perdido el juicio. Y hasta sus familiares pensaron alguna vez si no sería mejor retirarlo discretamente de la vida pública: se decían ¨ no está en sus cabales ¨ (Marcos 3.21).
Algunos temen que si los cristianos son distintos del mundo, quedan separados de los hombres, incapaces de acción apostólicas eficaz. Pero los hombres del mundo son muy semejantes entre sí, y están muy separados. No es la uniformidad lo que une, sino la fuerza del amor.
No imitar las costumbres de los hombres, sino a Cristo y a sus santos.
No hay que seguir las costumbres de los hombres, sino la verdad de Dios. Hay que salirse de esas costumbres que se apoderan de los hombres y los arrastran. Agustín hablando de este tema exclamó: ¨ ¡Hay de ti, oh río de la costumbre humana! ¿Quién hay que te resista? ¿Cuándo te secarás? ¿Hasta cuándo arrastrará a los hijos de Eva a ese mar inmenso y espantoso que apenas logran pasar los que subieren sobre el leño?¨. Solamente aferrados a la cruz, es decir, al amor, hallamos fuerzas para resistirnos a la costumbre mundana y para reorientar nuestra vida según Cristo, que es el verdadero camino.
No te dejes arrastrar al mal por la mayoría. En las causas no respondas porque así responden otros, falseando la justicia. Si has de ser fiel, ten valor para enfrentarte con la mayoría: Alguien dijo: ¨ En cosas de perfección dejaos de miedos; nunca hagáis caso en cosas semejantes de la opinión del vulgo. Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo. ¨
No busquemos agradar a los hombres.
Busquemos en todo lo que es grato a Dios y no torzamos esta intención tratando de agradar a los hombres: sea buscando su aprobación y afecto, sea temiendo ser descalificados y rechazados por ellos. 1 Timoteo 2.4-6 . El mismo apóstol que dijo me hago judío con los judíos, me hago flaco con los flacos, para salvarlos a todos, cuida eficazmente para que la necesaria acomodación pastoral no caiga en la complicidad. Por eso dijo en 2 Corintios 12.15 que aunque sea menos amado, se gastaría por sus almas.
Procurar ser libres aún de familiares y amigos.
Los criterios y costumbres que rigen la muchedumbre quizá sean para nosotros un acondicionamiento distante, poco apremiante. En cambio, el influjo cálido, próximo, amistoso de aquellos que nos quieren, puede envolvernos suavemente, limitando nuestra libertad para pensar y obrar según Dios. En este sentido, ya avisó Jesús que ¨ los enemigos del hombre serán los de su casa ¨ (Mateo 10.36). De Jesús, como hemos visto, pensaban sus parientes ¨ que no estaba en sus cabales ¨ según Marcos 3.21.
Es fácil discernir y neutralizar el ejemplo de una familia mala. Pero el influjo de una familia buena, pero mediocre, puede ser una tentación más peligrosa. Es por ello que el discípulo de Cristo que busca la perfección evangélica debe saber dejar de verdad ¨ casa, hermanos o hermanas, madre o padre, hijos o campos, por amor ¨ a Jesús a su evangelio (Marcos 10. 29). Jesús dijo en Lucas 8.21 ¨ Mi madre y mis hermanos son éstos, los que oyen la palabra de Dios y la ponen por obra ¨. Es preciso que ni los más amigos nos desvíen de la voluntad de Dios. Una vez que Jesús habló de su próxima cruz, Pedro se lo llevó aparte y le amonestó seriamente: ¨ no quiera Dios, Señor, que esto suceda ¨. Pero el Maestro lo rechazó con dureza (Mateo 16.22-23).
Nuestra libertad del mundo ha de ser creativa.
Si los cristianos en el mundo hemos de ser luz, sal, fermento que transforme la masa (Mateo 5.13-16); hemos de explorar entre las posibilidades del mundo presente, para producir nuevas formas de vida en todo, familia, trabajo, ocio, vestido, comida, arte, convivencia, casa, educación, información, política, vida social, distribución del tiempo, del dinero, de la atención. Solo así podremos ayudar al mundo de verdad. Y podremos librarnos de vivir en la sucia y ruinosa casa del mundo, en la medida en que logramos construir en el mundo una casa nueva, hecha de criterios y costumbres evangélicos.
Tomado de: http://iglesiaelplantio.org/index.php?option=com_content&task=view&id=26&Itemid=5
Ciertamente, trae a colación el estudio el afan de afiliación social del adamico o carnal, asi como la necesidad de que el hombre adamico se afilie más bien a la renovación de su mente en Cristo.
Coincidiendo con el estudio anterior de que para ser hombre virtuoso, primero hay que saber ser HOMBRE, para ser CRISTIANO también y para ser IGLESIA hay que saber ser CRISTIANO, este camino es imposible para el adamico, de los cuales no rodean varios.
Bendiciones.
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Escrito por Pastor Felipe Rincón
domingo, 03 de febrero de 2008
El hombre carnal y la moda
El ser humano carnal sigue la moda, que es siempre cambiante, pues se apoya en valores parciales. Los valores temporales son incompletos; no pueden satisfacer del todo, porque son limitados: acentúan unos aspectos y olvidan otros. Por eso cansan y producen tedio y desengaño con el tiempo. Y por eso las modas cambian, no pueden menos de ir cambiando: ninguna es tolerable para siempre.
Todo lo temporal está sujeto a la ley cambiante de la moda: y así se pasa del autoritarismo al liberalismo permisivo, del racionalismo as irracionalismo, del legalismo al antijuridicismo, de la falda larga a la corta. Se alternan y se desplazan delicadamente el tipo permanente y otro opuesto, aberrante y provocativo: el poder y la oposición; la cintura se alza o se baja, y finalmente vuelve la cintura a su sitio. Lo único permanente en la moda es la adoración de lo presente. El presente obviamente, es lo que vale: la moda de ayer es ridícula y fea; la de mañana, tal como se anuncia, es incómoda y absurda; solo la de hoy está bien.
Y los mundanos siguen la moda, la que sea. Se entusiasma, por ejemplo, con los regímenes autoritativos cuando o porque está de moda, y se hace permisivo y demócrata cuando o porque estas tendencias son impuestas por la moda. Nadie acuse de inconstancia a este hombre, pues siempre ha sido estrictamente fiel a su principio único: es preciso seguir incondicionalmente los vientos de la época.
La necesidad de afiliación social
El individuo siente una gran necesidad de afiliación social. Cada sociedad presenta al individuo un completo cuadro de referencia, para que en él configure su mente y conducta. Esta socialización o asimilación del individuo a la sociedad comienza en la cuna y la familia, sigue en la escuela, el taller, la televisión, y la calle. En todo momento el mundo catequiza a sus hijos, enseñándoles qué deben pensar y hacer en cada circunstancia, reforzando con premios a quienes guardan ciertas actitudes, y reprobando eficazmente a los disidentes.
Esta socialización por una parte ayuda al individuo, da estabilidad a sus actitudes, le hace heredar una tradición, le da ocasión de conocerse a sí mismo y de manifestarse a los otros, le estimula con medios y orientaciones. Pero por otra parte, la intensa afiliación social impide la verdadera vida personal y el acceso a los más altos valores. En efecto, cuando una persona se remite completamente a lo mayoritario o a su grupo de referencia, no vive ya desde sí misma, sino desde lo colectivo, y cae inevitablemente en lo malo o al menos en lo mediocre. Y tal filiación social se hace aún más ambigua cuando se produce en un grupo de fuerte cohesión interna, en el cual el individuo queda atrapado.
El aislamiento, en cambio, deja al ser humano en una situación excesivamente conflictiva y difícil, sin soluciones establecidas, desprovisto de los datos, medios y estímulos que la sociedad ofrece al individuo. Difícil es que el ser humano desarrolle su libertad en el aislamiento sin una filiación social suficiente. Una vez más comprobamos que la verdad integral exige una síntesis de extremos aparentemente contrapuestos, un equilibrio, un discernimiento consciente y libre.
El carnal es el más ávido de afiliación social, pues es quién más desea el éxito en el mundo, y quien más teme su reprobación. Se nos informa que el gran pintor Van Gogh, en su vida solo logró vender un cuadro, sin embargo el siguió fiel a su pintura, en medio de grandes miserias. Si fuera un mediocre el hubiese podido pintar lo que le gustaba al público, pero no lo hizo así aunque tuviera que vivir en aprietos económicos, hoy sus cuadros son de los más costosos. Es el caso de un pastor que pierde la estima de su ministerio y lo abandona, porque no recibe suficiente aprobación social. Jesús aunque fue socialmente rechazado, no abandonó su misión, y la llevó a cabo hasta la muerte en el madero. Pablo dijo que él era una basura para el mundo, pero que eso no le importaba porque para él el mundo era lo mismo. La cosa es clara: el ser humano que no se estima a sí mismo en función de valores absolutos, sino según la estimación social, es capaz de las bajezas más lamentables.
Si una persona no se arraiga profundamente en la Verdad que transciende el tiempo, no puede menos de verse atrapada por el mundo. En un estudio realizado Alguien (Tchakhotine) dijo que apenas un diez por ciento de los humanos son capaces de resistir a la técnica de la propaganda afectiva; un noventa por ciento sucumbe a la violación psíquica.
La libertad del mundo en la Biblia
Los cristianos al ser santificados (Juan 17.17-19) por Dios, somos desmundalanizados. La sagrada Escritura enseña que esa desmundanalización del ser, posibilita y exige una desmundanalización psicológica y moral. Esto implica un enfrentamiento, y también un peligro muy grave para el enviado por Dios; y es posible que se verá tentado de callar para evitar sufrimientos (Jeremías 20.7-9). Por eso el Señor le dice a su profeta: ¨ Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos (Capítulo 15.19); ¨ no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos ¨ (1.17). Pablo declara valientemente ¨ Yo no me avergüenzo del Evangelio ¨en Romanos 1.16. y exhorta a Timoteo diciéndole ¨ No te avergüences jamás del testimonio de nuestro Señor ¨ en 2ª. Timoteo 1.8 y 1.16.
Pero no solo los profetas y apóstoles, sino todo el Pueblo de Dios debe extrañarse del mundo. La iglesia sabe bien que, aun estando en el mundo, no pertenece a su orden, es extraña a su régimen, y forma así un pueblo de peregrino, que vive en el mundo como forastero.
Es por eso, que tenemos las exhortaciones del Apóstol ¨ no os hagáis siervos de los hombres ¨ (1ª. Corintios 7.23). ¨ No os unáis en yunta desigual con los infieles. ¿Qué consorcio hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué parte del creyente con el infiel ¨(2ª. Corintios 6.14-18). ¨ No os conforméis a este siglo, sino transformaos por la renovación de la mente ¨ según Dios (Romanos 12.2). Así como la santificación aparece en la Biblia como desmundanización, el pecado del Pueblo de Dios será la mundanización de su mente y conducta. El 2do. Libro de Reyes 17.8,15 nos dice: ´ siguieron las costumbres de la gente. Se fueron tras las vanidades y cayeron así ellos mismos en la vanidad, como los pueblos que los rodeaban, y a quienes el Señor les había prohibido imitar ¨.
La libertad del mundo en la antigüedad cristiana
La relación de los primeros cristianos con el mundo es muy dura. De una obra de Celso, autor pagano del siglo II, citamos el siguiente texto sobre los cristianos: ¨ tienen razonamientos idiotas, propios para la turba, y no hay hombre inteligente que los crea. El maestro cristiano busca a los insensatos. Yo los compararía a una sarta de murciélagos, o a hormigas que salen de sus agujeros, o a ranas que tienen sus señoríos al borde de una charca, o a gusanos que allá en el rincón de un barrizal celebran sus juntas y se ponen a discutir quienes de ellos son más pecadores ¨. Según el autor cristiano Minucia Félix (II-III), los fieles eran visto así: ¨ Hombres de una secta incorregible, ilícita, desesperada. Una caterva de gentes de las más ignorantes, reclutadas de la hez del pueblo, y de mujeres crédulas, fáciles a la seducción por la debilidad de su sexo. Raza taimada y enemiga de la luz, muda a la luz del día, habladora en los rincones solitarios. ¿Por qué no hablan jamás en público, ni jamás se reúnen libremente, si lo que honran con tanto misterio no es punible y vergonzoso?¨. Tertuliano (160-250) da testimonio de este aborrecimiento social: ¨ la mayor parte odian tan ciegamente el nombre de cristiano que no pueden rendir a un cristiano un testimonio favorable sin atraerse el reproche de llevar dicho nombre: ´ Es un hombre de bien este Cayo Seyo, dice uno; ¡Lástima que sea cristiano!. Y otro dice: Me extraña que Lucio, un hombre tan ilustrado, se haya hecho súbitamente cristiano´ ¨.
Los mártires cristianos tuvieron que elegir entre Cristo y el mundo. Y esto bajo la presión de los jueces, que una veces amenazaban, y otras halagaban y solicitaban, diciendo: ¨ Te aconsejo que cambies de sentir y veneres a los mismos dioses que nosotros, los hombres todos adoramos, y vivas con nosotros ¨. Pero lejos de ceder, los mártires se rieron de los ídolos que el mundo adora.
Los cristianos de Viena y Lión cuentan: ¨ No solo nos cerraban todas las puertas, sino que se nos excluía de los baños y de la plaza pública, y aun se llegó a prohibir que apareciera nadie de nosotros en lugar alguno ¨. Según nos cuenta Eusebio en su libro Eclesiástica V.
El cristiano primitivo pudo comprender y hace suya la frase de Pablo al decir que el mundo estaba crucificado para él y él para el mundo.
A los cristianos Ignacio de Antioquia recomienda: ¨ mostrémonos hermanos suyos por nuestra amabilidad, pero imitar, solo hemos de esforzarnos por imitar al Señor ¨. De modo semejante dice Tertuliano: ¨ Es lícito vivir con los paganos, pero no se puede participar de sus costumbres. Vivamos con todos, alegrémonos con ellos en la comunidad de la naturaleza, no de superstición. Somos iguales en cuanto al alma, no en cuanto a la disciplina. Compartimos con ellos la posesión del mundo, no del error ¨.
Uno de los textos más bellos de la antigüedad sobre este tema lo hallamos en los Discursos a Diogneto, de finales del siglo II, donde se dice que, en medio del mosaico étnico religioso del imperio, ¨ los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su habla, ni por sus costumbres, sino que habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor de peculiar conducta, admirable, y por confesión de todos, sorprendente. Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos, y toda patria, tierra extranjera. Se casan como todos, como todos engendran hijos, pero ellos no exponen (abandonan) los que nacen. Pone la mesa común, pero no lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen las leyes establecidas, pero con su vida sobrepasan las leyes. A todos aman, y por todos son perseguidos. Pero para decirlo brevemente: lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo ¨.
La iglesia hoy es perseguida por el mundo. No en la forma sangrienta, sino de un modo cultural y político, mucho más eficaz. Y por otro lado no es perseguida porque se parece demasiado al mundo. Se ha acomodado a las costumbres del mundo, no es diferente.
El bautismo cristiano
El bautismo es romper con Satanás y su mundo y adherirse a Cristo y a su iglesia. Una renuncia bautismal de Cirilo de Jerusalén, en el siglo V, decía: ¨ Yo renuncio a ti, Satanás, y a todas tus pompas y a todo tu culto.¨ Esta renuncia cristiana al mundo, que se mantiene hoy también en el bautismo, tiene un carácter espiritual. Orígenes dijo: ¨ Debemos salir de Egipto, debemos dejar el mundo, si queremos servir al Señor. Y digo que debemos dejarlo no en un sentido local, sino espiritualmente ¨. La ruptura del cristiano con el mundo en el bautismo expresa que el nuevo espíritu recibido en el bautismo requiere de una vida nueva, muy distinta al estilo de la vieja, que ya no vale. Pablo expresa así la ruptura de los cristianos con el mundo:
Efesios 4. 17-24 ¨ Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo,21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente,24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Hoy son muchos los cristianos que quieren gozar del mundo sin limitaciones, con las mismas posibilidades de los hijos del siglo. Son cristianos demasiado mundanos; quieren disfrutar al máximo, asumir ideas, costumbres, playas, partidos políticos, televisión y espectáculos, tal como estas realidades se dan en el mundo presente. Quieren triunfar en esta vida, haciendo para ello las concesiones que sean precisas. Quieren, sobre todo, evitar toda persecución, pasar por alto la misma apariencia de una confrontación con el mundo vigente y como, con sus ideas y costumbres.
La persecución del mundo no es para ellos una bienaventuranza que corona una vida cristiana llegada a su plenitud, sino una maldición. Mateo 5.11-12 nos dice: ¨ Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.¨; 2 Timoteo 3.12 ¨ Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; Colosenses 3.3-4 ¨ Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. ¨ Pero estos cristianos no aceptan de ninguna manera, en ningún aspecto, eso de estar muertos al mundo visible, sino que quieren estar bien vivos y participando de todo como todos.
Renuncias para ser libres del mundo
Es fácil hablar de libertad, hacer elogios, exigir sus condiciones en la vida comunitaria. Pero hacer la libertad en uno mismo y en los otros exige grandes valores y virtudes. No hay libertad personal sino en la medida en que se vence el pecado que encadena la voluntad. La libertad es solo verbal cuando la persona no tiene dominio sobre sí misma, sino que estad a merced de filias y fobias, gustos y repugnancias insuperables. Y la libertad no es alcanzable sin la capacidad de cruz y de pobreza, sin fuerza de paciencia y de caridad. En fin, liberar la libertad de los muchos lazos con que el mundo la apresa exige una formidable capacidad de renuncia. Vamos a señalar algunos rasgos necesarios para alcanzar la gracia de Dios que nos ayude en esta renuncia:
La oración.
La oración nos libera del mundo presente, pues gracia a ella lo comprendemos y lo transcendemos, es decir extendemos o comunicamos sus efectos produciendo consecuencias. Si no comunicamos efectos, sino producimos consecuencias, no hemos comprendido. 2 Corintios 4.18 ¨ no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.¨ Colosenses 3.1, 2 ¨ Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.¨
No configurarse al mundo.
Más bien transformémonos por la renovación de la mente, según Cristo. Es lo que dice Romanos 12.2. Un cristiano que quiere ser coherente y fiel con la propia adhesión a la religión cristiana no debe sumergirse en el potente y tempestuoso mar de la vida moderna. Hay un contraste, un conflicto, un choque, entre la concepción en torno al modo de vivir de un bautizado, de un hijo auténtico de la Iglesia, y la concepción y la costumbre de un hijo de nuestro siglo.
No confundir historia y naturaleza.
¨ El pez vive en agua, el camello en el desierto, y el hombre en su mundo.¨ Y así fácilmente el mundo histórico concreto se le presenta al humano como si fuera naturaleza. Es fácil escuchar decir ¡eso es natural! Para justificar esto o aquello. Es natural que las personas dediquen un par de horas cada día a enterarse de las noticias del mundo, y que cada quien tome vacaciones un mes al año en el que se vayan lejos y no hagan nada… Pero ¿es seguro que esas y tantas otras cosas son lo natural? ¿Acaso no se está confundiendo formas históricas, que están vigentes en cierto lugar y tiempo, como algo natural? Basta que uno viaje o lea para comprender que estamos confundiendo historia y naturaleza. Que nos estamos cerrando a cosas muchos mejores que podrían ser aquí y ahora. Quien toma la historia como naturaleza se cierra por completo a la formidable fuerza renovadora del Espíritu de Dios.
No seguir la moda.
Los santos, los cristianos, que han vencido al mundo porque han muerto a él, son los únicos libres de la moda, libres para asumirla o rechazarla o modificarla, según ven conveniente. Pero la mayoría de los cristianos carnales siguen las modas con entusiasmo, sin libertad ni discernimiento, considerándolo incluso como si fuera un deber. No seguir la moda puede resultar muy duro. Pero ¿Quiénes son los que están dispuestos por amor a Jesús, y por amor al rescate de los perdidos, a dar por perdida su vida en este mundo?
A veces incluso en el mundo cristiano, se pone en moda ciertos modos espirituales en cada época, como si viniera de parte de Dios. Pero son modas, solo modas cambiantes. ¿Cuántas personas e iglesias serán sacrificadas a la moda por sus ministros? ¿Cuántas energías se distraen de lo principal para empeñarse en lo accesorio? ¿Cuántos sufrimientos inútiles se producirán, y cuántas discusiones y enojos? Los que tengan el temperamento que va con la moda serán tenidos, falsamente, por maduros y perfectos. Pero ¿Cuánto durará esa moda? ¿Hasta cuándo se apoyará el cristiano en esa fórmula de moda, buscando en ella salvación, y no en Dios? Cuando sobrevenga el cambio y el fracaso, entonces hallará otra nueva fórmula de moda en la que poner su esperanza.
No tener miedo a parecer raro.
Raro es ser infrecuente, poco común, sobresaliente, con tendencia a separarse. Todos los santos han sido raros, muy raros. Por eso debemos tener mucho cuidado de que el miedo a ser raros no sea miedo a ser santos, es decir, a dejarse renovar incondicionalmente por el Espíritu de Dios. Nosotros, como Pablo: ¨ Si hacemos el loco, es por Dios ¨.
Sobre las rarezas de los santos se podrían poner muchísimos ejemplos, pues en muchas cosas –comida, vestido, sueño, dinero, distribución del tiempo y de la atención, relación con los otros- no seguían los convencionalismos acostumbrados en su medio. Ellos eran distintos y actuaban de modo diverso, lo que inevitablemente era ocasión de murmuraciones, de juicios temerarios… y también por su puesto de conversiones.
A veces se insiste en las posibilidades de santificación que los cristianos tienen sin salir de la vida ordinaria de los hombres. Ese principio, bien entendido, impulsa grandemente la santificación de los creyentes. Pero mal entendido, da lugar a una caterva de mediocres que prefieren la mediocridad antes que pasar por raros. No se acuerdan de que Cristo resultaba muy chocante en no pocos aspectos de su vida. Algunos decían está endemoniado, ha perdido el juicio. Y hasta sus familiares pensaron alguna vez si no sería mejor retirarlo discretamente de la vida pública: se decían ¨ no está en sus cabales ¨ (Marcos 3.21).
Algunos temen que si los cristianos son distintos del mundo, quedan separados de los hombres, incapaces de acción apostólicas eficaz. Pero los hombres del mundo son muy semejantes entre sí, y están muy separados. No es la uniformidad lo que une, sino la fuerza del amor.
No imitar las costumbres de los hombres, sino a Cristo y a sus santos.
No hay que seguir las costumbres de los hombres, sino la verdad de Dios. Hay que salirse de esas costumbres que se apoderan de los hombres y los arrastran. Agustín hablando de este tema exclamó: ¨ ¡Hay de ti, oh río de la costumbre humana! ¿Quién hay que te resista? ¿Cuándo te secarás? ¿Hasta cuándo arrastrará a los hijos de Eva a ese mar inmenso y espantoso que apenas logran pasar los que subieren sobre el leño?¨. Solamente aferrados a la cruz, es decir, al amor, hallamos fuerzas para resistirnos a la costumbre mundana y para reorientar nuestra vida según Cristo, que es el verdadero camino.
No te dejes arrastrar al mal por la mayoría. En las causas no respondas porque así responden otros, falseando la justicia. Si has de ser fiel, ten valor para enfrentarte con la mayoría: Alguien dijo: ¨ En cosas de perfección dejaos de miedos; nunca hagáis caso en cosas semejantes de la opinión del vulgo. Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo. ¨
No busquemos agradar a los hombres.
Busquemos en todo lo que es grato a Dios y no torzamos esta intención tratando de agradar a los hombres: sea buscando su aprobación y afecto, sea temiendo ser descalificados y rechazados por ellos. 1 Timoteo 2.4-6 . El mismo apóstol que dijo me hago judío con los judíos, me hago flaco con los flacos, para salvarlos a todos, cuida eficazmente para que la necesaria acomodación pastoral no caiga en la complicidad. Por eso dijo en 2 Corintios 12.15 que aunque sea menos amado, se gastaría por sus almas.
Procurar ser libres aún de familiares y amigos.
Los criterios y costumbres que rigen la muchedumbre quizá sean para nosotros un acondicionamiento distante, poco apremiante. En cambio, el influjo cálido, próximo, amistoso de aquellos que nos quieren, puede envolvernos suavemente, limitando nuestra libertad para pensar y obrar según Dios. En este sentido, ya avisó Jesús que ¨ los enemigos del hombre serán los de su casa ¨ (Mateo 10.36). De Jesús, como hemos visto, pensaban sus parientes ¨ que no estaba en sus cabales ¨ según Marcos 3.21.
Es fácil discernir y neutralizar el ejemplo de una familia mala. Pero el influjo de una familia buena, pero mediocre, puede ser una tentación más peligrosa. Es por ello que el discípulo de Cristo que busca la perfección evangélica debe saber dejar de verdad ¨ casa, hermanos o hermanas, madre o padre, hijos o campos, por amor ¨ a Jesús a su evangelio (Marcos 10. 29). Jesús dijo en Lucas 8.21 ¨ Mi madre y mis hermanos son éstos, los que oyen la palabra de Dios y la ponen por obra ¨. Es preciso que ni los más amigos nos desvíen de la voluntad de Dios. Una vez que Jesús habló de su próxima cruz, Pedro se lo llevó aparte y le amonestó seriamente: ¨ no quiera Dios, Señor, que esto suceda ¨. Pero el Maestro lo rechazó con dureza (Mateo 16.22-23).
Nuestra libertad del mundo ha de ser creativa.
Si los cristianos en el mundo hemos de ser luz, sal, fermento que transforme la masa (Mateo 5.13-16); hemos de explorar entre las posibilidades del mundo presente, para producir nuevas formas de vida en todo, familia, trabajo, ocio, vestido, comida, arte, convivencia, casa, educación, información, política, vida social, distribución del tiempo, del dinero, de la atención. Solo así podremos ayudar al mundo de verdad. Y podremos librarnos de vivir en la sucia y ruinosa casa del mundo, en la medida en que logramos construir en el mundo una casa nueva, hecha de criterios y costumbres evangélicos.
Tomado de: http://iglesiaelplantio.org/index.php?option=com_content&task=view&id=26&Itemid=5
Ciertamente, trae a colación el estudio el afan de afiliación social del adamico o carnal, asi como la necesidad de que el hombre adamico se afilie más bien a la renovación de su mente en Cristo.
Coincidiendo con el estudio anterior de que para ser hombre virtuoso, primero hay que saber ser HOMBRE, para ser CRISTIANO también y para ser IGLESIA hay que saber ser CRISTIANO, este camino es imposible para el adamico, de los cuales no rodean varios.
Bendiciones.
ffice
