Querido catolico
Querido catolico
Catolico34, el Señor le bendiga.
Le damos vueltas y mas vueltas, lo masticamos, lo argumentamos, lo manoseamos. Y el evangelio es mucho mas sencillo.
Mire le voy a presentar a un tipo, del que ha oído hablar seguro, es un hombre inculto, macedonio, haciendo un trabajo de "siervo" y deshonesto, no es un hombre de letras, no tiene una gran inteligencia, no puede desarrollar brillantes argumentos, le suenan a "eso" que hacen los señoritos estirados en el foro. (que curioso que estemos en un foro como los macedonios!).
Bien. Esta acostumbrado a ver la miseria humana, probablemente deteste su olor su capacidad de "contagiar" de “pegarse a la ropa”, el ama a su familia, y a veces se avergüenza de lo que hace, ¡Cuánto detestaría que alguno de sus hijos tuviera que acabar como el!.
Le han traído un par de locos, y le han dicho que los guarde bien, eso es lo que el sabe hacer , para eso sirve, es el "perro guardián" de la ciudad de Filipo, mantiene a su familia con ese trabajo indigno. El es el carcelero de Filipo.
¿Por que ese empeño en "guardar bien" a ese par? El no ve mas que a dos desgraciados magullados, apaleados, e indefensos. Da igual, se ha acostumbrado a no hacer preguntas. Pues al fondo con ellos, la celda es húmeda, huele a orín y heces antiguas, pero tiene un cepo donde atar sus pies.
Un sentimiento de piedad quiere aparecer cuando cierra la pesada puerta, al echar el ultimo vistazo a los apaleados locos. Poco importa, hace tiempo que se acostumbro a espantarlos. Si no hiciera aquello ¿Quien mantendría a su familia?... cuanto amaba a los suyos.
Otra noche larga por delante en aquel agujero, pensó en su mujer, y dormito era casi medianoche.
Lo que el carcelero desconocía era que aquellos dos eran locos si, pero "locos por Cristo", lo que el, por aquel entonces, no sabia era que "el evangelio no consiste en palabras sino en Poder".
Pero aquellos dos si lo sabían, aquellos dos "sabían en quien habían creído", les dolía todo el cuerpo, los habían humillado, pero sabían que eran bienaventurados que nada ni nadie "los podría separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro", y aquella "certeza" se hizo tan cierta en sus corazones, que un gozo inundo sus almas y una "paz que sobrepasa todo entendimiento" les invadió de tal forma que no pudieron hacer otra cosa que alabar a su Padre, bendecirlo, levantar un "cántico nuevo" de alabanza a su Nombre.
La “gran nube de testigos” seguimos alrededor admirados y gozosos en aquel momento, la oración que sube y es guardada en copas de oro para toda la eternidad (también las tuyas cuando brotan del fondo de tu Ser en comunión con el Santo Espíritu)
La Alabanza (¡Alabado sea su Nombre!). Y entonces, la tierra tiembla, las cadenas se rompen, los yugos se quiebran, los candados de hierro son hechos pedazos, los cautivos son liberados, los velos caen, los lazos de impiedad son rotos, y las puertas pesadas son abiertas. ¡ALABADO SEA SU NOMBRE POR TODA LA ETERNIDAD! ¡SANTO, SANTO, SANTO!.
Y ya daba igual lo que el carcelero sabia o no sabia. Solo una cosa era cierta que el estaba muerto, y ahora veía la misma Gloria del Señor en aquellos dos hombres.
¿Qué debo hacer para ser salvo?
“Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. 23Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 24El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.
"Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.” Hechos 16:22-34
Que el Señor os bendiga, haga resplandecer su rostro sobre vosotros y os de su Paz. En el nombre de Jesus.