Historias y noticias católicas..

Hoy 4 de agosto, es el día del párroco

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Padre Pio tomando la comunión.

Asumo estos escritos por la verdad y siendo enemigo de la mentira.​

Esas personas podrán estar postrados toda el día y nunca recibirán el Espíritu Santo, porque ni el Obispo lo tiene y no puede imponerlo con sus manos y han sido engañados porque la santidad sublime "no" es por ser célibe y lamento el engaño a esas vidas y lo mismo que a las monjas , que las privan de ser madres y para Dios siempre esta primero la familia y Jesús no se caso , ni tuvo hijos y no por su santidad, sino porque su destino es tener hijos espirituales por la fe en su sangre y hubiera sido un grave problema esta confusión con hijos carnales, porque su santidad se trasmite por el Espíritu y no por la carne.​

El otro sacerdote de la Iglesia Romana que fue el Padre Pio y que se ha comprobado que no solo se fraguo sus estigmas con acido que compraba en la farmacia local sino también mintió el Vaticano con su cadáver que decían que estaba incorrupto y la verdad que estaba podrido y le pusieron una mascara a su cadáver exhibido . Todos mentirosos.​

 
Francisco, el Papa del Fin de los Tiempos

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Uno de los temas que más ha dado que hablar en relación con los hechos de Garabandal es la supuesta profecía de los «tres papas», unida el anuncio de un inminente «fin de los tiempos». El tema es tan delicado que puede llegar a ser muy mal comprendido e interpretado. Por eso, vamos a reflexionar con la información que tenemos, poniendo mucho cuidado de no jugar a hacer interpretaciones que no nos corresponden, y que solo competen a la Iglesia.

Fue el día 3 de junio de 1963.
Acababa de llegar a Garabandal la noticia del fallecimiento del Papa Juan XXIII y Conchita —junto con su madre— salió en dirección a la Iglesia para rezar por el eterno descanso del pontífice. De camino, Conchita escucha en su interior la inconfundible voz de Nuestra Madre que le dice: «Después de este papa, ya solo quedan tres; y después [será] el fin de los tiempos». Al poco, la Virgen especifica que, aunque dice que quedan solo tres papas, habría otro más, pero que este «gobernaría a la Iglesia por muy poco tiempo» y por eso Ella no le cuenta en esta lista. Hay testigos que afirman haber escuchado a Conchita esta precisión durante ese mismo mes de junio de 1963. Esto quiere decir que, en una sola frase, Nuestra Madre habría hecho dos profecías:

1. Solo quedan tres papas y después será el «final de los tiempos».
2. Como para asegurarnos que la primera afirmación es cierta, Nuestra Madre nos ofrece una señal: realmente habrá un papa más, pero su pontificado será tan breve que no cuento con él en este anuncio.

Todos sabemos quién es ese papa de pontificado tan efímero que no llega a influir en los destinos de la Iglesia: Juan Pablo I, que fue papa desde el 26 de agosto de 1978 hasta su muerte, ocurrida el 28 de septiembre de 1978. Con sus 33 días de pontificado, el Papa Luciani responde exactamente a esta excepcional predicción, imposible de prever en el año 1963. Los tres papas del anuncio serían, por lo tanto, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y tras la llegada del Papa Francisco, habría comenzado el tiempo en el que debería llegar el «fin de los tiempos».

Las palabras de Nuestra Madre son: «Después de este papa, ya solo quedan tres; y después [será] el fin de los tiempos». El adverbio «después» —como acertadamente señala el P. José Luis Saavedra en su libro «Garabandal, mensaje de esperanza»— no significa «inmediatamente». Tampoco significan lo mismo «fin de los tiempos» y «fin del mundo», y esto lo ha repetido Conchita una y otra vez. «Solo quedan tres» no significa que ya no habrá más papas, ni que ya no habrá Iglesia, ni que desaparecerá la humanidad. Tenemos que sacar de nuestra cabeza y de nuestra imaginación todas esas pesadas nubes negras. «Solo quedan tres; y después [será] el fin de los tiempos» significa sencillamente que solo quedan tres papas antes de que comience ese misterioso «fin de los tiempos». Después seguirá habiendo papas, seguirá existiendo la Iglesia y el mundo. Pero habremos entrado en un nuevo periodo de la historia de la Iglesia.

De hecho, el P. José Luis Saavedra pone en relación el anuncio del «fin de los tiempos» con la luminosa profecía de Fátima: «Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará». Ese «por fin», según la Real Academia Española, es una locución adverbial que expresa con cierto énfasis el término de una situación de espera. En el caso que nos ocupa, parece indicar la conclusión de un periodo de dificultad previo al triunfo del Inmaculado Corazón de María. Para Santiago Lanús —experto en apariciones marianas actuales—«el fin de los tiempos», que comenzaría con el aviso de Garabandal, «duraría hasta el triunfo del Inmaculado Corazón anunciado en Fátima». Ese final de los tiempos vendría marcado por un doloroso periodo de prueba interior y persecución exterior en el que la Iglesia, como las niñas de Garabandal anunciaron, daría la impresión de estar a punto de desaparecer. Algo de esta situación de prueba lo estamos padeciendo ya. Pero no cedamos a la tentación maligna de desesperarnos o de entrar por el camino de lo morboso porque todos estos acontecimientos de los que hablamos, proceden de lo más profundo del Corazón misericordioso del Señor.

 
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