"¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Bendiciones en Cristo.

"Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha" (1 Corintios 13, 3)

Me sorprende qué a los que les da con cuestionar la autenticidad de las emociones de los neo-creyentes estos versos no le provoquen cuestionarse también.

En el Amor de Jesús.
Gabaon.
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Bendiciones en Cristo.

"Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha" (1 Corintios 13, 3)

Me sorprende qué a los que les da con cuestionar la autenticidad de las emociones de los neo-creyentes estos versos no le provoquen cuestionarse también.

En el Amor de Jesús.
Gabaon.

El asunto es que hay musulmanes tan emotivos

Saludos
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

El asunto es que hay musulmanes tan emotivos

Saludos



y católicos, y protestantes, y budistas......


ya lo dice la Escritura; "Engañoso es el corazón".


Por sus frutos los conoceréis.
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Gracia y Paz

Estimado Hermano Gabaon

Creo que Herman está hablando de situaciones un poco mas particulares que generales, por lo que he leído del tema.

Creo que el descubrir al Señor y amarlo indudablemente se expresa en emociones en nuestro ser. Tambien hay que tener claro que el amor es verdad y una aceptación de una persona por lo que es y de ahi uno manifiesta su amor a la persona.

Lo que alcanzo a comprender es que el hermano Herman nos invita un poco a reflexionar en un pensamiento que tiene de que no toda emotividad es sinonimo de encuentro con el Señor, o aun mas allá, que no toda emotividad nos hace portadores de la voluntad del Señor con base a esa "experiencia" con el amado.

Es algo un poco dificil de explicar quizás, pero algo en nuestra experiencia nos dice que ese encuentro cuando es real, va madurando nuestro ser y nuestro pensamiento, y que muchas "verdades" que poseíamos en nuestra mente eran simplemente nuestro razonamiento, que con el paso del tiempo y al estar atentos en el espiritú y quizas con una guía espiritual, vamos perfeccionando.

El estar en la presencia del Señor nos hace "sentir" paz.

Saludos en Cristo Jesus.



Bendiciones en Cristo.

Y, a ver, ¿cuál es el problema con sentir bonito? ¿De dónde ha salido esta idea de que ser un discípulo de Cristo es lo mismo que ser un castrado emocionalmente?

En el Amor de Jesús.
Gabaon.
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Gracia y Paz

Estimado Hermano Gabaon

Creo que Herman está hablando de situaciones un poco mas particulares que generales, por lo que he leído del tema.

Creo que el descubrir al Señor y amarlo indudablemente se expresa en emociones en nuestro ser. Tambien hay que tener claro que el amor es verdad y una aceptación de una persona por lo que es y de ahi uno manifiesta su amor a la persona.

Lo que alcanzo a comprender es que el hermano Herman nos invita un poco a reflexionar en un pensamiento que tiene de que no toda emotividad es sinonimo de encuentro con el Señor, o aun mas allá, que no toda emotividad nos hace portadores de la voluntad del Señor con base a esa "experiencia" con el amado.

Es algo un poco dificil de explicar quizás, pero algo en nuestra experiencia nos dice que ese encuentro cuando es real, va madurando nuestro ser y nuestro pensamiento, y que muchas "verdades" que poseíamos en nuestra mente eran simplemente nuestro razonamiento, que con el paso del tiempo y al estar atentos en el espiritú y quizas con una guía espiritual, vamos perfeccionando.

El estar en la presencia del Señor nos hace "sentir" paz.

Saludos en Cristo Jesus.

Exactamente esa es la idea, no sugiero la idea de la guia espiritual de alguien debido a que en otras confesiones esto no se considera necesario, pero supongo que deben tener algún criterio para discernir cuando la emoción es producto de un encuentro real y cuando una mera fantasía.

Saludos
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Hola amigos!

No sé si todos estarán de acuerdo, pero la emoción, me parece, es algo que se agradece si está, pero no se depende de ella. A veces Dios la concede abundantemente, a veces no. Creo que no es prueba de nada sentirla o no sentirla, salvo de la gran misericordia de Dios que nos da regalos sensibles porque conoce nuestra debilidad.

La falla sería depender de ella y exigírsela al Señor cuando faltara.
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Hola amigos!

No sé si todos estarán de acuerdo, pero la emoción, me parece, es algo que se agradece si está, pero no se depende de ella. A veces Dios la concede abundantemente, a veces no. Creo que no es prueba de nada sentirla o no sentirla, salvo de la gran misericordia de Dios que nos da regalos sensibles porque conoce nuestra debilidad.

La falla sería depender de ella y exigírsela al Señor cuando faltara.

Cierto, también hay que tomar en cuenta a los que no "sienten bonito" que mas bien estan en tensión frente a la Fe, no me imagino a un Abraham felizmente guiando a su hijo al sacrificio, al respecto Orígenes tiene una reflexión interesante, está un poco largo pero es una lectura bastante recomendable:

Sobre el sacrificio de Isaac.
Prestad oído a esto, los que os habéis allegado a Dios, los que creéis que sois fieles, y considerad con especial diligencia cómo es probada la fe de los fieles según lo que acabamos de leer. “Sucedió, dice, que después de estas palabras puso a prueba Dios a Abraham diciéndole: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí” (Gen 22:1) Considera cada una de las cosas que dice la Escritura, porque en cada una de ellas” si uno sabe cavar hondo, encontrará un tesoro; y aun quizás allí donde no se pensaba se hallen ocultas preciosas joyas de misterios. Este varón se llamaba antes Abram, pero en ninguna parte leemos que Dios le llamara por este nombre, o que le dijera: Abram, Abram. En efecto, no podía ser llamado por Dios por este nombre que había de ser suprimido, sino que le llama por aquel nombre que él mismo le había dado; y no sólo le llama por este nombre, sino que lo repite dos veces. Y como respondiera: “Heme aquí,” dísele Dios: “Toma a tu hijo amadísimo, al que amas, Isaac, y sacrifícamelo.” “Vete, le dice, a las tierras altas, y allí sacrifícalo en holocausto en uno de los montes que te mostraré.” El mismo Dios explicó por qué le había dado aquel nombre llamándole Abraham, porque “te he destinado para ser padre de muchas gentes” (Gen 17:5) Esta promesa le había hecho Dios cuando sólo tenía por hijo a Ismael, pero le prometió que en el hijo que había de nacer de Sara se cumpliría esta promesa. Así pues, había inflamado Dios los sentimientos de Abraham en amor de su hijo, no sólo por su deseo de descendencia, sino también por la esperanza del cumplimiento de las promesas. Pero, precisamente a éste, en el que habían sido colocadas estas grandes y maravillosas promesas, a éste hijo, insisto, por el que se le había dado el nombre de Abraham, se le manda que lo sacrifique al Señor en una montaña. ¿Qué respondes a eso, Abraham? ¿Qué pensamientos se agitan en tu corazón? Se te envía una voz de Dios para examinar y poner a prueba tu fe. ¿Qué dices? ¿Qué piensas? ¿Qué meditas? ¿Le vas dando vueltas en tu corazón, pensando que si la promesa te ha sido hecha en Isaac y ahora lo ofreces en holocausto, ya no queda sino dejar de esperar en la promesa? ¿O piensas más bien lo contrario, y afirmas que es imposible que mienta aquel que hizo la promesa, y que sea lo que sea de aquello la promesa se mantendrá firme? Realmente, yo, que soy tan poca cosa, no puedo investigar los pensamientos de tan gran patriarca, ni puedo saber los pensamientos que suscitó en él la voz de Dios, ni los sentimientos que le infundió cuando, viniendo para ponerle a prueba, le mandó degollar a su único hijo. Pero, puesto que “el espíritu de los profetas está sometido a los profetas” (1 Cor 14:32), el apóstol Pablo, habiéndolo conocido, según creo, por el Espíritu, nos indicó cuáles fueron los sentimientos y las razones de Abraham, cuando dice: “No vaciló Abraham en la fe al tener que sacrificar a su único hijo por el cual le había sido hecha la promesa, pues pensó que Dios tenía poder hasta para resucitarlo de entre los muertos” (Heb 11:17-19). Así pues, el Apóstol nos descubre los pensamientos de aquel varón creyente, a saber, que ya entonces comenzó a darse la fe en la resurrección de los muertos con referencia a Isaac. Según esto Abraham esperaba que Isaac tenía que resucitar, y creía que tenía que suceder lo que todavía no había sucedido. ¿Cómo, pues, son “hijos de Abraham” los que no creen que ha sucedido con Cristo lo que aquél creyó que había de suceder con Isaac? Más aún, hablando con menos rodeos, sabía Abraham que en él se prefiguraba una imagen de la verdad futura; sabía que de su linaje había de nacer Cristo, el cual tenía que ser sacrificado como holocausto auténtico por todo el mundo, y tenía que resucitar de los muertos.
Pero por ahora, “ponía a prueba, dice, Dios a Abraham, diciéndole: Toma a tu hijo amadísimo, al que amas.” No bastaba con llamarle “hijo”: le añade “amadísimo.” Con esto habría bastante: ¿por qué le añade todavía “al que amas”? Considera la fuerza de la prueba. Con estas denominaciones caras y dulces, repetidas una y otra vez, quiere suscitar sus sentimientos paternos, a fin de que teniendo el recuerdo del amor muy despierto, la diestra del padre se resistiese a la inmolación del hijo, y todo el ejército de la carne se pusiera en guerra contra la fe del espíritu. Dice, pues: “Toma a tu hijo amadísimo, al que amas, Isaac.” Pase, Señor, que recuerdes al padre que se trata del hijo; añades “amadísimo,” tratándose de aquel que mandas degollar. Basta esto para tormento del padre; pero añades todavía: “al que amas.” Con esto ya se han triplicado los tormentos del padre. ¿Qué falta hacía traer todavía a la memoria el nombre de “Isaac”? ¿Acaso no sabía Abraham que aquel hijo suyo amadísimo, aquel a quien amaba, se llamaba Isaac? ¿Por qué se añade esto en este momento. Para que se acuerde Abraham de que le habías dicho: “Por Isaac se te suscitará descendencia, y por Isaac se te cumplirán las promesas” (Gen 21:12) Se hace mención del nombre, a fin de que tenga entrada la desconfianza acerca de las promesas que se habían hecho por este nombre. Todo esto, porque ponía a prueba Dios a Abraham.
¿Y qué más? “Vete, le dice, a un lugar alto, a uno de los tres que te mostraré, y allí me lo sacrificarás en holocausto (Gén 22:2). Considerad todos los detalles, para ver cómo se va haciendo más grande la prueba. “Vete a un lugar alto.” ¿Es que podía ser llevado desde un principio Abraham con su hijo a aquel lugar alto, y no podía haber sido puesto desde un principio en el monte que hubiere elegido el Señor, declarándosele allí que sacrificase a su hijo? No, primero se le dice que ha de sacrificar a su hijo, y luego se le manda que vaya a un lugar alto y suba al monte. ¿Para qué? Para que mientras ya andando, mientras hace el viaje, a lo largo de todo el camino vaya sintiendo el desgarrón de sus pensamientos, atormentado por un lado por el precepto que le oprime, y por otro por el amor de su único hijo que se rebela. Se le impone aquel camino y aquella subida al monte a fin de que con esto haya tiempo para la lucha entre el afecto y la fe, el amor de Dios y el amor de la carne, el gozo de lo presente y la esperanza de lo futuro. Se le envía, pues, a un lugar alto; y no le basta a aquel patriarca que tenía que llevar a cabo tan grande obra para el Señor un lugar alto, sino que se le manda subir a un monte, a saber, para que levantado por la fe deje abajo las cosas terrenas y se eleve a las de arriba.
“Levantóse, pues, Abraham, de madrugada, y preparó su asna, y cortó leña para el holocausto. Y tomó a su hijo Isaac y a dos esclavos, y al cabo de tres días llegó al lugar que Dios le señaló.” Levantóse Abraham de mañana, especificando “de madrugada” quizás para significar que la luz primera comenzaba a brillar en su corazón. Preparó su asna, arregló la leña, tomó al hijo. No anda en deliberaciones, no le da vueltas, no comunica sus pensamientos con hombre alguno, sino que sin más se pone en camino. “Y llegó, dice, al cabo de tres días al lugar que Dios le señalo.” Paso ahora por alto el misterio que se oculta en los “tres días”: sólo me fijo en la sabiduría y el plan del que le pone a prueba. ¿Es que no había en las cercanías alguna montaña, siendo así que todo ocurría en la región montañosa? Tres días se alarga el camino, y los cuidados repetidos de estos tres días van atormentando las entrañas paternales: porque en todo este largo tiempo está el padre contemplando al hijo, come con él, cuélgase por las noches el hijo en el abrazo del padre, descansa en su pecho, duerme en su seno. Considera hasta qué punto se acumulan los elementos de la prueba. El tercer día es un día en que suelen ocurrir siempre misterios: al salir el pueblo de Egipto, ofrecen sacrificio a Dios al tercer día, y al tercer día se purifican; la resurrección del Señor tiene lugar al tercer día, y muchos otros misterios se han realizado en este día.
“Y tendiendo la vista Abraham, dice, vio de lejos el lugar y dijo a sus esclavos: sentaos aquí con el asna, y yo y mi hijo iremos hasta allí, y después de haber hecho adoración volveremos a vosotros.” Deja a los esclavos, porque los esclavos no podían subir con Abraham al lugar del holocausto que Dios le había señalado. “Vosotros, dice, sentaos aquí, y yo y mi hijo seguiremos; y después de haber hecho adoración volveremos a vosotros.” Dime, Abraham: ¿dices la verdad a los esclavos, al decir que harás adoración y volverás con el hijo, o los engañas? Si dices la verdad, es que no ofrecerás el holocausto. Si los engañas, el engaño no es cosa digna de tan gran patriarca. ¿Qué sentimientos revelas con esta manera de hablar? Digo la verdad, es tu respuesta, y al mismo tiempo voy a ofrecer a mi hijo en holocausto, pues por esto llevo la leña conmigo. Pero volveré con él a vosotros, pues tengo fe, y mi fe es “que Dios tiene poder aun para resucitarle de los muertos” (Heb 11:19).
Luego, “tomó Abraham, dice, la leña para el holocausto, y la cargó sobre su hijo Isaac, y él tomó en sus manos el fuego y el cuchillo, y partieron los dos” (Gen 22:6) Que Isaac lleve él mismo la leña para el holocausto es figura de Cristo, que “llevó el amo la cruz” (Cf. Jn 19:17). Pero llevar la leña del holocausto es oficio del sacerdote: por tanto, él es a la vez hostia y sacerdote. Cuando se añade “y partieron los dos juntos” se significa lo siguiente. Abraham, que tenía que hacer el sacrificio, llevaba el fuego y el cuchillo, e Isaac no va detrás de él, sino juntamente él para mostrar que con él desempeña un mismo sacerdocio.
¿Que, viene luego? “Dijo Isaac a Abraham su padre: Padre.” En momento oportuno profirió el hijo esta palabra de tentación. Porque, ¿cómo piensas que sacudiría con esta voz las entrañas paternas e1 hijo que iba a ser inmolado? Y aunque Abraham se mantenía inconmovible en su fe, le devolvió también una palabra de afecto contestando: “¿Qué quieres, hijo?” Dice aquél: “He aquí el fuego y la leña, pero ¿dónde está la oveja para el holocausto?” Responde Abraham: “Hijo, Dios mismo se proveerá una oveja para el holocausto.” A mí me conmueve esta respuesta de Abraham, tan llena de amor y de prudencia. Hubo de tener algo de visión espiritual, ya que al decir “Hijo, Dios mismo se proveerá una oveja para el holocausto” hablaba no de aquel momento, sino del futuro. Porque el mismo Señor se había de proveer una oveja para sí en Cristo, ya que “la sabiduría se edificó una morada para sí” (Prov 9:1), y él mismo se humilló hasta al muerte (cf. Flp 2:8), de suerte que todo lo que en la Escritura se refiere de Cristo verás que sucedió no por imposición, sino por propia voluntad.
“Siguieron, pues, los dos, y llegaron al lugar que le había indicado el Señor.” Moisés, cuando llegó al lugar que le mostró el Señor, recibe la intimación de no subir, sino que antes se le manda: “Desata la correa del calzado de tus pies” (Ex 3:5) Pero a Abraham e Isaac no se les dice nada de esto, sino que suben sin quitarse el calzado. La razón de ello está quizá en que Moisés, aunque era “grande” (cf. Ex 11:3), venía de Egipto, y llevaba adheridos a sus pies algunos vínculos de mortalidad. Pero Abraham e Isaac no tienen nada de esto, y se acercan al lugar: Abraham levanta un altar, pone sobre el altar la leña, ata al hijo y se dispone a degollarle. En esta Iglesia sois muchos los padres que escucháis esta narración: ¿acaso alguno de vosotros al oir narrar esta historia obtendrá tanta fortaleza, y tanta valentía, que cuando tal vez pierda a su hijo por la muerte ordinaria que a todos ha de venir, aunque se trate de un hijo único, aunque se trate de un hijo preferido aplicará el ejemplo de Abraham poniendo ante sus ojos su grandeza de alma? Y aun a ti no se te exigirá tan gran fortaleza, hasta el punto de que tú mismo hayas de atar a tu hijo, tú mismo hayas de sujetarlo, tú mismo prepares el cuchillo, tú mismo degüelles a tu unigénito. Todos estos oficios a ti no se te pedirán; pero por 1o menos mantente firme en tu propósito y en tu voluntad, y agarrado a la fe ofrece con alegría tu hijo a Dios. Sé tú el sacerdote del alma de tu hijo: ahora bien, no es digno que el sacerdote, al ofrecer un sacrificio a Dios, vaya con llanto. ¿Quieres ver cómo se te exige esto? — Dice el Señor en el Evangelio: “Si fueseis hijos de Abraham, haríais también las obras de Abraham” (Jn 8:39). Esta es la obra de Abraham. Haced las obras de Abraham, pero no con tristeza, porque “Dios ama al que ofrece el don con alegría” (2 Cor 9:7). Pero si vosotros llegáis a tener esta presteza para con Dios, se os dirá también a vosotros: “Sube a la tierra alta y al monte que te mostraré, y sacrifícame allí a tu hijo.” No en las profundidades de la tierra, ni en el “valle de lágrimas” (cf. Sal 83:7), sino en los montes altos y eminentes has de sacrificar a tu hijo. Da muestras de que tu fe en Dios es más fuerte que el afecto de la carne. Porque, dice, amaba Abraham a su hijo Isaac, pero puso el amor de Dios por delante del amor de la carne, y fue hallado, no en las entrañas de la carne, sino “en las entrañas de Cristo” (cf, Flp 1: 8), es decir, en las entrañas de la palabra de Dios, de su verdad y de su sabiduría.
“Y extendió, dice, Abraham su mano para coger el cuchillo y degollar a su hijo. Y le llamó un ángel del Señor desde el cielo, y le dijo: Abraham, Abraham. Y él dijo: Heme aquí. Y le dijo: No pongas tu mano sobre tu hijo, ni le hagas daño alguno, pues ahora he conocido que tú temes a Dios.” Sobre estas palabras se nos suele objetar que diga Dios que ahora conoce que Abraham le teme, como si antes no lo supiera. Lo sabía Dios y no lo ignoraba, ya que “él sabe todas las cosas antes de que sucedan.” Esto se escribió por causa tuya, porque tú también creíste en Dios, pero si no cumples las “obras de la fe” (cf. 2 Tes 1:11), si no estás dispuesto a obedecer en todos los mandamientos, aun los más difíciles, si no ofreces tu sacrificio mostrando que no prefieres a Dios ni tu padre, ni tu madre, ni tus hijos, no se te admitirá que temes a Dios, ni se dirá de ti: “Ahora he conocido que tú temes a Dios.” Por ejemplo, puedo estar resuelto al martirio, pero con esto no podrá decirme el ángel: “Ahora he conocido que tú temes Dios” La resolución de la mente sólo Dios la conoce. Pero si me llego a los tormentos, hago una buena confesión de fe, aguanto con fortaleza todo lo que me inflijan, entonces podrá decir el ángel como confirmando y corroborando mi actitud: Ahora he conocido que tú temes a Dios. Está bien, pues, que se le haya dicho esto a Abraham, y que se haya declarado que temía a Dios. ¿Por qué? Porque no perdonó a su propio hijo. Comparemos esto con lo que dice de Dios el Apóstol: “No perdonó a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Rom 8:32) Contempla cómo Dios entra en parangón con el hombre con grandiosa liberalidad: Abraham ofrece a Dios su hijo mortal, que no había de morir; Dios ofrece a la muerte por los hombres a su hijo inmortal. Ante esto, ¿qué diremos? ¿Qué le devolveremos al Señor a cambio de todo lo que nos ha dado? (Sal 105:3). Dios Padre, por amor nuestro, no perdonó a su propio hijo. ¿Quién de vosotros podrá oir alguna vez la voz de Dios diciendo “Ahora he conocido que tú temes a Dios, porque no has perdonado a tu hijo,” o a tu hija, o a tu esposa, o no has perdonado tu dinero, los honores del siglo y las ambiciones del mundo, sino que lo has despreciado todo y lo has tenido por estiércol para ganar a Cristo (cf. Flp 3:8), lo has vendido todo dándolo a los pobres, y has seguido la Palabra de Dios?93

Saludos
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Oye, que buena (y que fuerte) la reflexión.

A veces las emociones que nos trae abandonarnos en Dios no son las que esperábamos. Nos pillan, como a Simón de Cirene, caminando por la calle, y nos pasan la Cruz. No nos podemos dejar guiar por el primer impulso que es de repugnancia y huida. No se "siente bonito" la prueba, el abandono, la enfermedad, la muerte. Pero la tranquilidad que queda después de abandonarse en Dios, ésa es la que hay que buscar. E incluso una felicidad mayor de la que uno imaginaba, pero el paso para llegar a ella no es la pura emoción.

Dice Juan Pablo II en "El taller del Orfebre": "Importante es lo que quede cuando la ola de las emociones decrezca" Después del dolor se ve si las emociones que se sentían correspondían a la realidad o sólo se quedaban en la superficie.
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Herman, con tu permiso, lo voy a guardar para mi archivo personal.


Gracias!
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Algunos desviados de la Verdad, pierden de vista a Jesús.

"Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados"

2 S .Pedro 1:9

El Cristianismo es la religión que Cristo instauró en el primer siglo de la era Cristiana, todas sus doctrinas están contenidas en la Biblia, principalmente en el Nuevo Testamento.

El Cristianismo Bíblico no admite doctrinas inventadas por los hombres y adornadas con visos de verdad con ayuda de algunos textos de las escrituras, pero sin poseer realmente un sólido fundamento, que este firmemente fundado en las enseñanzas de Cristo.


Cuando era un infante visite muchas veces a mis abuelos, en las montañas de Ñuble y pastoreabamos muchas ovejas en esas hermosas praderas, es por ello que nunca he olvidado un relato que escuche a un predicador.

Contaba que un niño pastoreaba las ovejas de su Padre; y a corta distancia, al otro lado del valle, el hijo de un vecino cuidaba también las ovejas de su familia. Ambos eran buenos amigos.

Un día se desató de pronto una terrible tormenta y los niños y sus vejas buscaron un refugio, el único que existía. Cuando se calmo la tormenta ya era tiempo de regresar a sus hogares; pero los niños tenían problemas: No podían separar las ovejas. Conocían a algunas de ellas, pero no estaban seguros acerca de la mayoría.

Finalmente, desesperados y temerosos de ser reprendidos, comenzaron a caminar hacia sus casas, cada uno por su camino. ¿ Y qué creen ustedes que sucedió ? Las Ovejas se separaron por sí mismas ¡ y cada una de las ovejas siguió a su propio pastor !

¿ Se cuenta Usted ? Ahora podría usted tomar a una de esas ovejas y decir a quién pertenece fijándose sencillamente en el pastor que siguiera. ¡ esa es la única forma de diferenciarlas !

¿ Es usted una de las ovejas de Cristo ? Usted lo será si le sigue a medida que él revela su verdad en su palabra, cualquiera que sea esa verdad.

Existen muchas congregaciones Cristianas que dicen ser la verdadera iglesia de Cristo, lo serán si y sólo sí siguen a Cristo y lo que el dejo establecido en su Palabra.

Quiere usted ser una oveja de Cristo ? , sígalo , usted puede tomar esta resolución delante de Dios en este instante. ¡ La decisión es suya !


http://ingdami.blogspot.com

Domingo Antonio Montecinos Inzunza (DAMI)
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

:Off-Topic
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Algunos desviados de la Verdad, pierden de vista a Jesús.

"Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados"

2 S .Pedro 1:9

El Cristianismo es la religión que Cristo instauró en el primer siglo de la era Cristiana, todas sus doctrinas están contenidas en la Biblia, principalmente en el Nuevo Testamento.

El Cristianismo Bíblico no admite doctrinas inventadas por los hombres y adornadas con visos de verdad con ayuda de algunos textos de las escrituras, pero sin poseer realmente un sólido fundamento, que este firmemente fundado en las enseñanzas de Cristo.


Cuando era un infante visite muchas veces a mis abuelos, en las montañas de Ñuble y pastoreabamos muchas ovejas en esas hermosas praderas, es por ello que nunca he olvidado un relato que escuche a un predicador.

Contaba que un niño pastoreaba las ovejas de su Padre; y a corta distancia, al otro lado del valle, el hijo de un vecino cuidaba también las ovejas de su familia. Ambos eran buenos amigos.

Un día se desató de pronto una terrible tormenta y los niños y sus vejas buscaron un refugio, el único que existía. Cuando se calmo la tormenta ya era tiempo de regresar a sus hogares; pero los niños tenían problemas: No podían separar las ovejas. Conocían a algunas de ellas, pero no estaban seguros acerca de la mayoría.

Finalmente, desesperados y temerosos de ser reprendidos, comenzaron a caminar hacia sus casas, cada uno por su camino. ¿ Y qué creen ustedes que sucedió ? Las Ovejas se separaron por sí mismas ¡ y cada una de las ovejas siguió a su propio pastor !

¿ Se cuenta Usted ? Ahora podría usted tomar a una de esas ovejas y decir a quién pertenece fijándose sencillamente en el pastor que siguiera. ¡ esa es la única forma de diferenciarlas !

¿ Es usted una de las ovejas de Cristo ? Usted lo será si le sigue a medida que él revela su verdad en su palabra, cualquiera que sea esa verdad.

Existen muchas congregaciones Cristianas que dicen ser la verdadera iglesia de Cristo, lo serán si y sólo sí siguen a Cristo y lo que el dejo establecido en su Palabra.

Quiere usted ser una oveja de Cristo ? , sígalo , usted puede tomar esta resolución delante de Dios en este instante. ¡ La decisión es suya !


http://ingdami.blogspot.com

Domingo Antonio Montecinos Inzunza (DAMI)


Una disculpa, me doy cuenta que tal vez no entendí lo que trató de decir, pero ¿está contestando alguno de los comentarios? no entiendo a cual se refiere.
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Una disculpa, me doy cuenta que tal vez no entendí lo que trató de decir, pero ¿está contestando alguno de los comentarios? no entiendo a cual se refiere.


Estimado HernanDeAlaska

La Biblia dice:

"Escubriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí"

EL HALLAR a Cristo es el más trascendental y feliz de los hallazgos. Es el hallazgo por excelencia. Como en la Historia su manifestación en carne humana dio origen a una nueva era y a una nueva manera de contar los años, en la vida personal el hallarlo es un nuevo punto de partida. Es dejar atrás las tinieblas para caminar en la luz, es abandonar los dominios de la muerte para penetrar en el reino de la vida , es abandonar la idolatría para adorar a un verdadero Dios

Cristo es el tesoro escondido en las páginas de la biblia.

¡ Dichosos los que lo encuentran, lo reconocen, y dialogan con el a traves de la oración y caminan con él !

Espero en Dios que un día usted lo encuentre si aún no le conoce.

Bendiciones

http://ingdami.blogspot.com

Domingo Antonio Montecinos Inzunza (DAMI)
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

A ver pongamonos deacuerdo,

Mi intención oiriginal no es descalificar las emociones como efecto de un encuentro real con Cristo, sino cuestionar el hecho de que todos los que se han emocionado por creer haberse encontrado con cristo realmente le hayan encontrado.

Saludos
La emoción de haberle hayado, aún si se diera el caso de no ser así, nos conduce a su conocimiento, pues una vez nos emocionamos con el encuentro que supuestamente hemos tenido con Cristo, nos dedicamos a escudriñar su testimonio en la palabra.

De una u otra forma, el emocionarse con un encuentro con Cristo, sea real o ilusorio, nos conduce a su búsqueda y esto siempre es bueno.

Dios te bendice!

Greivin.
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

La emoción de haberle hayado, aún si se diera el caso de no ser así, nos conduce a su conocimiento, pues una vez nos emocionamos con el encuentro que supuestamente hemos tenido con Cristo, nos dedicamos a escudriñar su testimonio en la palabra.

De una u otra forma, el emocionarse con un encuentro con Cristo, sea real o ilusorio, nos conduce a su búsqueda y esto siempre es bueno.

Dios te bendice!

Greivin.

En otras palabras toda emoción sería buena si conduce a la busqueda de Cristo, supongo que en el caso de que la persona se extravíe en falsas doctrinas sería responsabilidad de la propia persona y no propiamente por seguir sus emociones que no proceden de Dios ¿no sería así?

Saludos
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Hola Herman,Tal vez,si hubieras planteado los Frutos del Espíritu Santo, o los Dones del Espiritu Santo, se comprederia mejor tu exposicion.
Y Tambien si las personas que veneran imágenes, en muchos casos,demuestran sus "emociones" bailando,llorando ,etc...son frutos del Espiritu Santo o emociones,? saludes en Cristo.

si viera alguien teniendo manifestaciones claramente eufóricas tendría serias dudas de que fuera una acción del Espíritu Santo

Saludos
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

A mí me pasa lo mismo cuando veo a un sacerdote rezando en latín y un grupo de gente que lo escucha sin entender ni jota.:theyareon
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

Dios te bendiga eltorito.

Yo creo que entiendo el trasfondo de la queja de Hernán, lo que no entiendo es por qué a alguno le parece tan fácil poner en duda la autenticidad de la fe del que muestra emociones fuertes y no le sale tan fácil dudar de la autenticidad de la fe de uno que vive portándose de una manera religiosamente correcta, pero en su corazón no hay amor apasionado, latente, vibrante y capaz de todo por el Amado.

Además de la cita de Corintios que puse, cuándo alguien, expecíficamente católico (u Ortodoxo), lee estos versos: "Dice el Señor: Por cuanto ese pueblo se me ha allegado con su boca,y me han honrado con sus labios,mientras que su corazón está lejos de mí,y el temor que me tieneson preceptos enseñados por hombres" (Isaías 29, 13) o estos otros: "Yo detesto, desprecio vuestras fiestas,no me gusta el olor de vuestras reuniones solemnes. Si me ofrecéis holocaustos...no me complazco en vuestras oblaciones,ni miro a vuestros sacrificios de comunión de novillos cebados. ¡Aparta de mi lado la multitud de tus canciones,no quiero oír la salmodia de tus arpas! " (Amós 5, 21-23) y no le tiembla el corazón de santo temor divino, el que se queda perplejo soy yo, y me cuestiono si no temen que de repente le sorprenda el juicio al que se siente seguro en su religiosidad, pero en su corazón no hay amor verdadero por el Creador.

Es como si no les pareciera curioso que un mandamiento que reza: "Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza" (Deuteronomio 6, 5) Jesús lo transforme en: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente" (Lucas 10, 27) ¿por qué incluye Jesús la mente? ¿No es acaso porque la mente también es engañosa? ¿acaso porque precisamente por la obcecación engañosa de nuestra mente nos hemos brindado seguridad en nuestra humana-religiosidad y no le damos un culto vivo-amoroso al Creador? ¿No es por esta misma razón que cuando Pabo habla de renovación no empieza con decirnos que transformemos nuestras emociones sino la carnalidad vacía, insensata, corrupta y soberbia de nuestra mente que nos ha dirigido lejos de la voluntad divina dándonos una infundada seguridad?

Eso he querido decir yo, no más.

En el Amor de Jesús.
Gabaon.
 
Re: "¡he encontrado a Cristo!" ¿de veras?

si viera alguien teniendo manifestaciones claramente eufóricas tendría serias dudas de que fuera una acción del Espíritu Santo

Saludos
Exacto, ¡ni que lo diga! Me imagino entonces que en el Pentecostés del año 33 de nuestra era usted estaría entre los que acusaban a los apóstoles de estar llenos de mosto y no del Espíritu Santo.