Apreciado Vayikra
Apreciado Vayikra
¡Tan oportuna como risueña la analogía de los ancianos con los kilitos de más!
En las asambleas donde las cosas se hacen escrituralmente no puede haber mayores problemas, ya que quien pone los ancianos es el Espíritu Santo (Hch 20:28) y los hermanos los reconocen como tales (1Ts 5:12; He 13:17).
Actualmente se sigue una costumbre que se aparta de la sana doctrina, donde los mismos ancianos que ya están eligen de entre los hermanos de la congregación a los de mejor posición económica y que estiman que les serán leales y no les causarán problemas.
Luego se programa una reunión especial al efecto invitando a algunos misioneros para que con su presencia rubriquen la asunción acordada.
La asamblea es apenas notificada pero no consultada, no esperándose que se interponga objeción alguna.
En mi país la mayoría de los ancianos de las asambleas son los que están económicamente posicionados, lo que hace que el sistema de gobierno no sea episcopal, presbiteriano ni congregacional sino plutocrático.
Esto arranca desde la prágmática observación hecha hace casi un siglo por un misionero británico:
-Los hermanos ricos, así como progresan en sus negocios, son también competentes para dirigir los del Señor; los pobres muestran que son ineptos.
Apreciado Vayikra
El problema que veo en los ancianos es "una lucha de egos"... increíble, pero se supone que un anciano es alguien probado y con la sabiduría de lo alto...cosa que no vemos aquí.
Creo que los ancianos en esa iglesia local son como los kilitos que tenemos de mas:
... es muy fácil ponerlos...Ahhh pero que difícil quitarlos
Una verdadera lastima
¡Tan oportuna como risueña la analogía de los ancianos con los kilitos de más!
En las asambleas donde las cosas se hacen escrituralmente no puede haber mayores problemas, ya que quien pone los ancianos es el Espíritu Santo (Hch 20:28) y los hermanos los reconocen como tales (1Ts 5:12; He 13:17).
Actualmente se sigue una costumbre que se aparta de la sana doctrina, donde los mismos ancianos que ya están eligen de entre los hermanos de la congregación a los de mejor posición económica y que estiman que les serán leales y no les causarán problemas.
Luego se programa una reunión especial al efecto invitando a algunos misioneros para que con su presencia rubriquen la asunción acordada.
La asamblea es apenas notificada pero no consultada, no esperándose que se interponga objeción alguna.
En mi país la mayoría de los ancianos de las asambleas son los que están económicamente posicionados, lo que hace que el sistema de gobierno no sea episcopal, presbiteriano ni congregacional sino plutocrático.
Esto arranca desde la prágmática observación hecha hace casi un siglo por un misionero británico:
-Los hermanos ricos, así como progresan en sus negocios, son también competentes para dirigir los del Señor; los pobres muestran que son ineptos.