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QUOTE=elcaminante1982;n3208460]No me gusta la palabra "toxico" para referirse a personas que hacen, o no pueden evitar hacer, todo esto. Es una palabra usada por gente moderna. Intentemos usar otro lenguaje más preciso y más serio. Quizás tendríamos que hablar de personas que se expresan o comportan de forma hostil o conflictiva.
Eso de dejar de usar un término solo porque no nos gusta o nos parece poco seguro, también es una tendencia posmoderna muy usada por los ideólogos de la llamada "justicia social", "ecologistas", "indigenistas" y demás movimientos "mesiánicos" y "apocalípticos" de la esfera del humanismo poscapitalista, posmarxista y poscristiano.
Quizá ellos habrán inventado y popularizado el uso de la.palabra "tóxico". Lo que no inventaron fue el uso de las figuras retóricas y, específicamente, las metáforas conceptuales.
Lo tóxico es siempre tóxico en si mismo, por su propia naturaleza. El plomo y el mercurio pueden envenenar y llegar a causar daños severos al sistema nervioso central y provocar la eventual muerte. Es sabido que la radiación tiene graves secuelas en las personas a medida que el tiempo avanza y a su nivel de exposición.
Las personas que llamamos metafóricamente "tóxicas" se comportan similar. Sea el que sufre de un complejo de inferioridad pero cree que es culpa del universo o el que en su megalomania cree ser el astro que más brilla (normalmente opacando a los otros )... Los niveles de toxicidad pueden ser nocivos para quienes no usamos trajes adecuados y nos exponemos a esos niveles de toxicidad.
Lo bueno de este tema es que nos indica que cada uno de nosotros es tóxico y que en el amor de Cristo podemos desintoxicarnos. Amor de Cristo que para unos es mandar al otro al infierno, llamarlo satánico o diabólico y acusarlo de estar poseído por los demonios.
Para otros el amor de Cristo es abstenernos de juzgar a las personas cuando sabemos que podemos ser nosotros más deshonestos, idólatras, adúlteros..etc. Y si vamos a juzgar lo haremos como Dios manda, bajo el.riguroso escrutinio de las pruebas, una correcta percepción de la justicia y la misericordia, sabiduría y no menos de dos testigos fieles (fidedignos) que den un testimonio verdadero sea en contra o a favor.
No hacer asepción de personas implica obligatoriamente no excluirnos de la crítica que hacemos a otros, pues las mismas palabras de juicio que proferimos contra otros o a su favor, testificaran a nuestra contra o nuestro favor.