Re: ¿EXISTE EL DIABLO?
¿EXISTE EL DIABLO?
por Luis G. Cajiga
En todas las culturas del mundo aparece una personificación del mal. En algunas tribus consideran a este ser como un dios y le ofrecen sacrificios para mantenerlo contento y no les haga mal. En la mitología taína, la cual se estableció en las Antillas, se hablaba de un dios bueno, Yokahú, y un dios malo: Jurakán.
La Escrituras hebreas mencionan Satanás o Satán. Esta palabra, originalmente, no era un nombre propio, más bien significa “adversario”. Pero llegó a conocerse como nombre y se ha hecho muy popular.
La primera mención de un ser contrario a Dios la hallamos en Génesis 4. Allí a ese ser sencillamente se le llama “la serpiente”. Obviamente la serpiente era un animal que Satanás usó en ese momento. Apocalipsis resuelve esto al mencionar a ese personaje con los nombres de “el dragón, aquella serpiente antigua, que es el diablo y Satanás” (Apocalipsis 20:2). Para que no haya dudas, aquí se presentan, junto al nombre “Satanás”, tres títulos de este ser malvado: “dragón”, “serpiente antigua” y “diablo”.
En Isaías 14, y bajo el simbolismo del rey de Babilonia, se nos presenta la primera historia del diablo. El nombre asignado a él en el pasaje es “Lucero, hijo de la mañana”. En otras versiones la palabra hebrea se traduce como “Lucifer”. Este ser codició el lugar de Dios y pretendía ser adorado. Estas son las palabras: “Tú que decías en tu corazón: subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte. Sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo” (versos 12-14). El “monte del testimonio” o “monte de la asamblea” es el centro del gobierno de Dios. En las profecías también es conocido como “el monte de Sión”, “el monte santo” o “el monte de Dios”.
Ezequiel 28: 12-19 añade datos interesantes sobre la creación, obra y final destrucción de Satanás. En este pasaje, el diablo es presentado como “el rey de Tiro”. El verso 13 nos dice que este ser estuvo en “Edén, en el huerto de Dios” y nos cuenta de la gran fiesta que hubo en el día de su creación. Era un ser exaltado, más que los otros ángeles de Dios. Su puesto era “querubín grande, cubridor” o “protector”. Esta orden incluía dos querubines que se apostaban en ambos lados del trono de Dios.
Lucifer estuvo “en el santo monte de Dios”. Como vimos en el párrafo anterior, ese monte no es otra cosa que el centro del gobierno de Dios. Satanás, no sólo estuvo allí, sino que quiso gobernar juntamente con Dios y recibir adoración.
El verso 15 habla de la vida de Lucifer antes de su descarrío: “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.” No sabemos cuanto tiempo duró la obra malévola de este ser, pero sí sabemos, por Apocalipsis 12:4, que él llegó a conquistar “la tercera parte de las estrellas (los ángeles) del cielo”.
La causa de su caída es presentada en el verso 17 de Ezequiel 28: “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu resplandor…” Lucifer codiciaba especialmente el lugar de Cristo, ya que el Hijo de Dios había tomado una forma angelical, para ser el capitán de las huestes angelicales y que ellos le tuvieran confianza.
En un texto de la Biblia se menciona “el arcángel Miguel” (Judas 9). Daniel 12:1 lo llama “Miguel, el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo…” “Arcángel” significa “cabeza o director de los ángeles”, mientras “Miguel” significa “el que es igual a Dios”. No tenemos otra alternativa que identificar a ese celestial personaje con Jesucristo, en su forma angelical antes de humanarse. Él es “el Ángel de Jehová” o “Ángel del pacto”, mencionado tantas veces en el Antiguo Testamento. Es por eso que en varios pasajes vemos como Ese ángel recibe adoración y se identifica como Dios o Jehová (Vea Génesis 16:7-13; 18:1-3,22,33; 22:15,16).
Al querer ser “semejante al Altísimo” o “igual a Dios”, Satanás codició el lugar de Cristo. Él veía como este ser, revestido como un ángel, se sentaba al lado de Dios y participaba de sus decisiones. Pronto convenció a muchos de los ángeles que él también debía ser adorado y comenzó a criticar el gobierno de Dios.
¿Hasta cuándo iba la Divinidad a soportar la obra negativa de Lucifer? El Señor dice: “Yo te eché del monte de Dios y te arrojé por tierra…” (Ezequiel 28:17) Palabras semejantes se nos presentan en Apocalipsis 12:7-9: “Y fue hecha una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles, y no prevalecieron, ni su lugar fue más hallado en el cielo. Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña a todo el mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.”
Dios echó a Satanás y a sus ángeles del cielo, pero ellos buscaron un lugar dónde habitar. Fue rechazado dondequiera que fue, pero él no cesó y se alistó para conquistar nuestro planeta. Él sabía que esta tierra fue una creación especial de Cristo, “el Verbo”(Juan 1: 1-3), y quiso apoderarse de ella. Al lograr la caída de nuestros primeros padres, Satán ocupó el lugar de Adán, como representante de este planeta. Así lo vemos en los dos primeros capítulos del libro de Job. Pero al morir Cristo, Satanás fue depuesto de su lugar. A ese instante es que más se refiere el pasaje de Apocalipsis 12. Dice el verso 10: “Ahora ha venido la salvación, y la virtud, y el reino de nuestro Dios, y el poder de su Cristo; porque el acusador de nuestros hermanos ha sido arrojado, el cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.”
La obra de el enemigo de Dios y de su pueblo es harta conocida: producir el mal en todas sus formas, engañar, seducir, perseguir, enfermar y matar. Jesús dijo que “él (el diablo), homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él” (Juan 8:44).
¿Hasta cuándo durará Satanás con su obra en contra de Dios y la humanidad? La Biblia nos presenta su destrucción final en Apocalipsis 20
“Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre…” Ezequiel añade: “…yo pues saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra…” (Ezequiel 28:17) También Malaquías nos habla de la destrucción de Lucifer, diciendo que en el día final el fuego destruirá todo, sin dejar “ni raíz ni rama”. La raíz es Satanás y las ramas los impíos. Todos serán “cenizas” (Malaquías 4:1,3).
Al fin el universo será limpiado de toda huella de mal… La tierra florecerá y llegará a ser lo que Dios quiso desde que ideó formarla: el centro del universo. Ahora somos el único lugar donde hay enfermedad, dolor, guerra, pecado y muerte, pero cuando Dios haya terminado con la obra de Satanás, Él transformará este planeta con su forma edénica original y entonces seremos el planeta más hermoso y visitado del universo.
“La tribulación no se levantará dos veces” (Nahum 1:9). Esta promesa garantiza que el pecado no volverá a existir en nuestra tierra. Nadie querrá volver a la condición actual que vive el mundo. Ni siquiera en el pensamiento aparecerá el pasado negativo que imperó aquí. Toda la tierra será habitada por seres transformados, los cuales vivirán eternamente junto a Dios y los ángeles.