Re: estoy perdiendo mi FE
deina dijo:
Nunca he sido un ejemplo de catolico, pero nunca le he hecho daño a nadie, no me gustan las injusticias e incluso di 2 años catesismo y 3 años me fui a la sierra de misionera a pregonar la palabra de Dios y sin embargo ahora dudo de lo que yo misma pregonaba con beemencia, por que? simple en los ultimos años y digo años no dias ni meses como 2 1/2 a 3 años proximadamente me a ido super mal todo lo que intento sale mal y hay que hacerlo muchas veces antes de que salga bien y por cada noticia buena que tengo aparecen 3 malas no puedo alegrarme de nada porque rápido recibo una noticia mala que opaca todo lo anterior, les parece fatalista y exagerado mi mejsaje que mas quiciera yo, una vez renege tanto con Dios segun yo "platique" con él le dige lo mal que me sentia, defraudada de él y abandonada arta de mi vida y como magia un mes fui feliz parecia que Dios se habia apiadado de mi y que habia dicho "se me paso la mano, pobresita basta de pruebas" pero me duro poco el gusto.
Es la primera vez que entro al foro y como desconozco los perfiles de las personas que aqui andan, no voy a mensionar lo que ahora pienso de Dios no quiero incomodar a nadie ni quiero toparme con extremistas prefiero que Si alguno esta muy firme en su fe lo invito a que platiquemos, pueden pasar dos cosas o recupero mi fe o el que trate de ayudarme la pierde conmigo.
¿quien acepta el reto?
Mire hermano, no se trata de retos porque la fe es una gracia. Si siente que necesita fe pidala y el Señor se la dará. Y si piensa mal de Dios pues ahí tiene la respuesta de porque está perdiendo la fe. Levantese una hora más temprano, lea las escrituras, rece, vaya a misa, rece el Rosario y la fe volverá.
Le recomiendo entre a este sitio www punto tlig org lea los mensajes empezando por el primero y en orden.
También le dejo el testimonio de alguién que las pasa peor que usted y tiene más y más fe.
«Soy tetrapléjica, no puedo ver, hablar, ni respirar, pero pido ayuda para vivir»
LA RAZÓN
Olga Bejano, conectada desde hace 21 años a un respirador, cuenta su pasión por seguir adelante
Olga Bejano nada a contracorriente desde 1987, cuando su glotis se paralizó y sufrió una parada cardiaca por asfixia. Entró en coma profundo, estuvo clínicamente muerta y tuvo la «experiencia del túnel». Tenía 23 años. Ahora tiene 41 y no ve, no se mueve, ni habla, ni puede comer. Es tetrapléjica y sigue viva gracias a un respirador artificial. Pero oye, siente y piensa, su agilidad mental es extraordinaria y se comunica, gracias a su enfermera, a través de una serie de garabatos ininteligibles. A través de ellos Olga ha expresado a LA RAZÓN sus ganas de seguir adelante y pide más medios para vivir.
A través del teléfono, que atiende su enfermera, se puede escuchar la vida de Olga abriéndose paso a través del respirador. Sin él hace tiempo que Olga habría regresado a aquella paz y aquella «Luz» que vio durante su «experiencia del túnel», cuando en 1987 –entonces era decoradora de interiores y fotógrafa– se cerró su glotis y entró en coma.
«Olga te escucha», me asegura su enfermera. Le formulo las preguntas y ella va leyendo, interpretando sílaba a sílaba los garabatos que Olga escribe en el papel. Es tetrapléjica, no ve, no habla ni come, pero su lucidez es absoluta.
Le pregunto si está al tanto del debate que ha surgido sobre la eutanasia a raíz del «rescate» del caso de Ramón Sampedro en la película «Mar Adentro» de Amenábar. «Sí, claro, lo sabe, lo sabe...», me asegura la enfermera, que a partir de ahora «lee» en primera persona las sílabas que nacen de los imperceptibles movimientos de la mano de Olga.
– ¿Conociste a Ramón Sampedro, Olga?
– Sí, le conocí. Nos carteamos dos veces. Le dije que si él tuviera más medios, seguramente querría vivir. Él me dijo que no podía entender cómo yo quería seguir viviendo, y que ni con veinte enfermeras, ni con silla de ruedas eléctrica, ni con ordenador ni con nada. Que él no quería vivir.
– ¿Qué le respondiste?
– Le envié mi «Carta contra la eutanasia», pero él dijo que ese era sólo mi punto de vista. Yo le respondí que tenía tantas ganas o más que él de irme, pero que al contrario que él, yo era creyente y quería que Dios decidiera cuál era mi día y mi hora. Ramón Sampedro luchó por lo que quería y lo consiguió, y yo, aunque estoy en contra de la eutanasia, respeto a los demás y no impongo a nadie mis principios. Porque el primero que nos hace libres es Dios.
– ¿Qué te empuja a vivir, Olga?
– Dios. Todo lo que soy lo he recibido de Él.
– ¿Qué quiere decirle a tanta gente que sin saber lo que es el sufrimiento pretende legislar el de los demás?
– Que nadie puede saber lo que es capaz de aguantar hasta que la vida no te pone el toro delante. Yo soy tetrapléjica, vivo gracias a un respirador, pero pido otra clase de ley. Una ley que regule y disponga más ayudas para los tetrapléjicos. A mí me cuidaban mis padres y mi enfermera, pero al fallecer mi padre, mi madre no puede con todo. Y yo no puedo ir a vivir a ningún tipo de residencia, sólo puedo vivir en una UCI, y eso sería una crueldad. El otro día se me estropeó el respirador, la enfermera había salido un momento, casi no lo cuento. Necesitamos más ayuda.
– Olga, ¿eres feliz?
–
¡Por supuesto que soy feliz! Tengo mucho sentido del humor, la gente que me conoce nunca me ve llorar. ¿Sabe lo que decía mi abuela materna? Que las lágrimas no son fértiles. Y yo, como verá, soy un vegetal muy activo... ¡Estoy escribiendo mi tercer libro!
Extracto de la «Carta en contra de la eutanasia»
«Creo que, debido a mi situación, puedo hablar viendo el problema desde el centro de la plaza y con el toro delante, no desde la barrera. [...] Me llamo Olga. Padezco una enfermedad neuromuscular grave, desconocida, progresiva y sin ningún tratamiento. [...] Mi vida es, desde hace ocho largos años, malestar físico, obstáculos, limitaciones, problemas hospitalarios, familiares, burocráticos... En una palabra: sufrimiento. Pero este sufrimiento si uno llega, como yo, a entenderlo, es una lección constante que ayuda a madurar y a superarse.
Soy católica, siempre he creído en Dios, en la existencia del alma y en que cuando uno muere no termina ahí su vida. Cuando estuve en coma, tuve la suerte de tener la famosa experiencia del «túnel». Esto transformó mi vida. Desde entonces, no tengo ningún miedo a la muerte, porque sé que cuando uno se va, allí se siente mucho placer y bienestar. [...] Está claro que mi hora no había llegado, y yo no soy quién para alterar el destino y mucho menos los planes de Dios.Vivimos en una sociedad en la que priman el placer y lo material, pero el sufrimiento y la muerte vienen incluidos en la vida, forman parte de ella. Soy partidaria de luchar, no de «huir» [...] por eso lucharé hasta el final. Respeto y entiendo a los que se dan por vencidos y no creen en nada; pero yo, cuando llegue al «otro lado», quiero tener la sensación de llevar mis deberes cumplidos [...] La mentalidad de que sólo lo biológicamente bueno vale la pena impide conocer grandes realidades humanas: Beethoven compuso sus maravillosos cuartetos hasta el último momento; Tiziano pintaba con casi noventa años, cuando apenas podía sujetar los pinceles. Los defensores de la eutanasia olvidan que cada vida es única e irrepetible y tiene todo el valor posible.
Si hubiese una vida sin importancia, ninguna sería importante». (13 marzo 1995)
http://www.mercaba.org/FICHAS/Muerte/testimonios_antieutanasia.htm