Re: ESCUDRINANDO EL LIBRO DEL APOCALIPSIS.
El repetir como un loro tu mentira, no te lleva a ningún lado, patricio.
Ya está muy bien identificado el hombre de pecado. Ahora sólo tenemos que esperar que Satanás imite a Cristo.
Hay un límite más allá del cual Satanás no puede ir, y al llegar a él recurre al engaño y falsifica la obra que en realidad no tiene poder para efectuar. En los últimos días aparecerá en una forma tal que haga creer a los hombres que él es Cristo que viene al mundo por segunda vez. Ciertamente se transformará en un ángel de luz. Pero aunque ostentará la apariencia de Cristo en cada detalle, en lo que abarca la mera apariencia, no engañará a nadie sino a aquellos que, como Faraón, están tratando de resistir la verdad.
El acto capital que coronará el gran drama del engaño será que el mismo Satanás se dará por el Cristo. Hace mucho que la iglesia profesa esperar el advenimiento del Salvador como consumación de sus esperanzas. Pues bien, el gran engañador simulará que Cristo habrá venido. En varias partes de la tierra, Satanás se manifestará a los hombres como ser majestuoso, de un brillo deslumbrador, parecido a la descripción que del Hijo de Dios da San Juan en el Apocalipsis. Apocalipsis 1:13-15. La gloria que le rodee superará cuanto hayan visto los ojos de los mortales. El grito de triunfo repercutirá por los aires: “¡Cristo ha venido!” “¡Cristo ha venido!”
El pueblo se postrará en adoración ante él, mientras levanta sus manos y pronuncia una bendición sobre ellos como Cristo bendecía a sus discípulos cuando estaba en la tierra. Su voz es suave y acompasada aunque llena de melodía. En tono amable y compasivo, enuncia algunas de las verdades celestiales y llenas de gracia que pronunciaba el Salvador; cura las dolencias del pueblo, y luego, en su fementido carácter de Cristo, asegura haber mudado el día de reposo del sábado al domingo y manda a todos que santifiquen el día bendecido por él.
RESPUESTA A GABRIEL, EL ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA:
Correcta tu respuesta:
EL VATICANO NO ES EL TEMPLO DE DIOS, por lo tanto, NO ES ALLI EN EL VATICANO DONDE SE SIENTA "EL HOMBRE DE PECADO, EL HIJO DE PERDICION", porque Pablo claramente revelo que "EL HOMBRE DE PECADO, EL HIJO DE PERDICION" se sentara en el "TEMPLO DE DIOS" (2 Tesalonicenses 2: 3 y 4), el cual siempre ha estado en la ciudad de JERUSALEN.
CONCLUSION FINAL:
EL PAPADO CATOLICO NO ES "EL HOMBRE DE PECADO, EL HIJO DE PERDICION".
Patricio Cespedes Castro.
EX-ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA.
El repetir como un loro tu mentira, no te lleva a ningún lado, patricio.
Ya está muy bien identificado el hombre de pecado. Ahora sólo tenemos que esperar que Satanás imite a Cristo.
Hay un límite más allá del cual Satanás no puede ir, y al llegar a él recurre al engaño y falsifica la obra que en realidad no tiene poder para efectuar. En los últimos días aparecerá en una forma tal que haga creer a los hombres que él es Cristo que viene al mundo por segunda vez. Ciertamente se transformará en un ángel de luz. Pero aunque ostentará la apariencia de Cristo en cada detalle, en lo que abarca la mera apariencia, no engañará a nadie sino a aquellos que, como Faraón, están tratando de resistir la verdad.
El acto capital que coronará el gran drama del engaño será que el mismo Satanás se dará por el Cristo. Hace mucho que la iglesia profesa esperar el advenimiento del Salvador como consumación de sus esperanzas. Pues bien, el gran engañador simulará que Cristo habrá venido. En varias partes de la tierra, Satanás se manifestará a los hombres como ser majestuoso, de un brillo deslumbrador, parecido a la descripción que del Hijo de Dios da San Juan en el Apocalipsis. Apocalipsis 1:13-15. La gloria que le rodee superará cuanto hayan visto los ojos de los mortales. El grito de triunfo repercutirá por los aires: “¡Cristo ha venido!” “¡Cristo ha venido!”
El pueblo se postrará en adoración ante él, mientras levanta sus manos y pronuncia una bendición sobre ellos como Cristo bendecía a sus discípulos cuando estaba en la tierra. Su voz es suave y acompasada aunque llena de melodía. En tono amable y compasivo, enuncia algunas de las verdades celestiales y llenas de gracia que pronunciaba el Salvador; cura las dolencias del pueblo, y luego, en su fementido carácter de Cristo, asegura haber mudado el día de reposo del sábado al domingo y manda a todos que santifiquen el día bendecido por él.