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Salud y bendición en la paz de Cristo.
Bautizar en el NOMBRE de JESUCRISTO SIGNIFICABA BAUTIZAR como CRISTO MANDÓ... en el NOMBRE del PADRE... del HIJO... y del ESPÍRITU SANTO... y DECÍAN en el NOMBRE de JESÚS (como JESÚS MANDÓ)... para DIFERENCIARLO del BAUTISMO que HACÍA JUAN el BAUTISTA.
BAUTISMO
Los vocablos bautismo y bautizar entraron en el cast. a mediados del siglo XIII, procedentes respectivamente del gr. baptismós y baptízein = zambullir, sumergir; de ahí, bautizar.
Sin entrar aún ni en el modo ni en el tiempo de administrar el bautismo, ya en Hch. 2:41 aparece como el rito de iniciación cristiana. Sobre su origen, lo más probable es que el bautismo como lo conocemos hoy comenzara de la mano de Juan el Bautista. El propio Señor Jesús se hizo bautizar por Juan (Mt. 3:13) y lo impuso para ser administrado en la Iglesia (Mt. 28:19).
Así ha sido practicado por casi todas las denominaciones que se precian del nombre de cristianas, excepto entre algunos grupos que han intentado sustituir el bautismo de agua por el de fuego, basados en Mt. 3:11.
El rito del bautismo consiste esencialmente en una confesión de fe en la Trina Deidad, de acuerdo con Mt. 28:19, antes de ser sumergido o, al menos, metido en el agua. Hay quienes piensan que Hch. 19:5 es una excepción: en el nombre del Señor Jesús, pero quizás significa, a pesar de la prep. gr. eis con acus., algo así como bajo la autoridad del Señor Jesús, en contraposición a la de Juan el Bautista. Del gr. de Hch. 8:38-39 se desprende que el modo usual de administrar el bautismo, ya desde el principio, era por inmersión.
Sobre la confesión de fe del eunuco en el Señor Jesucristo, debo advertir que el v. 37 falta en los mss. más antiguos y fiables. Por otra parte, no es probable que el bautismo de Hch. 2:41 fuese por inmersión.
La Didajé (Doctrina de los Doce Apóstoles), redactada a primeros del siglo II (lo más probable), dice sobre el bautismo: "Bautiza en agua viva (agua corriente), pero si no tienes agua viva, bautiza en otra; si no puedes en fría, en caliente. Si no tienes ninguna de las dos, derrama agua sobre la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Siempre he estado convencido de que ésa es la práctica correcta.
En cuanto al ministro del bautismo, Mt. 3:11 da a entender que el ministro principal es el propio Jesucristo, pero ya en Jn. 4:2 se nos hace ver que no era Jesús quien bautizaba, sino sus discípulos. Por supuesto, nadie puede bautizarse a sí mismo. Lo normal es que su administración competa al ministerio público de la iglesia local, con lo que los pastores son los responsables de tal administración.
La principal diferencia entre las distintas denominaciones cristianas acerca del bautismo, tiene que ver con el sujeto: ¿Se puede bautizar a los niños en su infancia, o es menester administrar el bautismo a los adultos con la edad suficiente para emitir con toda libertad y responsabilidad una confesión personal de fe? Las denominaciones adictas a la llamada "teología del pacto" sostienen que los hijos de padres cristianos pueden, y deben, ser bautizados en su temprana infancia. Razones pastorales así lo demandan. Por otro lado, los bautistas*, como defensores natos del bautismo por inmersión, sostienen también que sólo los adultos nacidos de nuevo y conscientes de su responsabilidad pueden ser bautizados.
La imagen del bautismo como identificación con Cristo en su muerte y resurrección se hace visible todavía en bautisterios* antiguos como ocurre en Terrassa (Barcelona), donde las escalerillas a uno y otro lado del bautisterio nos recuerdan que el candidato entraba en el agua por un lado, dejando atrás su muerte al pecado, y salía del agua por las escalerillas del lado opuesto, simbolizando su entrada irreversible en la nueva vida resucitada (cf. Ro. 6:3-11).
El simbolismo primordial del agua en el bautismo parece ser el de lavar (cf. Tit. 3:5). Este significado de lavar el pecado como sinónimo de borrar el pecado puede verse especialmente en el Sal. 51:1-2, 7, 9-10 (cf. Agua).
Si echamos un rápido vistazo a la historia de la Iglesia, hemos visto más arriba lo que dice la Didajé a comienzos del siglo II, aunque el Enchiridion Patristicum de Rouet de Journel data entre el año 90 y el 100 la redacción de dicho documento.
De Tertuliano (160-222/223), vimos en el art. Arte cristiano su famosa frase: "Nosotros, pececitos, siguiendo a nuestro pez Jesucristo, nacemos en el agua". A mediados del siglo III, ya cundía la idea de que el martirio ("bautismo de sangre") suplía con ventaja los efectos del bautismo de agua, puesto que el mártir entraba directamente en el cielo sin pasar por el purgatorio. A esto se unía el retraso en la administración del bautismo, pues para entonces el concepto de regeneración sacramental por el bautismo hacía que muchos demorasen indefinidamente el bautizarse, temiendo que, si pecaban después de estar bautizados, esos pecados ya no se borraban del todo ni siquiera mediante la confesión impuesta por la disciplina eclesial. Del propio emperador Constantino se dice que recibió el bautismo en su lecho de muerte.
A comienzos del siglo IV surgió el donatismo*, que negaba la validez del bautismo administrado por personas indignas (herejes, cismáticos, pecadores públicos) carentes del Espíritu Santo. Contra ellos luchó Agustín de Hipona, defendiendo que la validez del sacramento no depende del agente humano, puesto que el ministro principal es Cristo. Dígase lo que se diga, Agustín tenía en esto toda la razón.
Los teólogos medievales designaron el bautismo de agua como señal de la fe, que abarcaba toda la obra de la redención, la cual se aplicaba al sujeto regenerándolo espiritualmente, santificándolo y preparándolo para la gloria futura en virtud de los méritos de Cristo. Surgió luego la división del arrepentimiento en contrición (arrepentimiento por puro amor de Dios) y atrición (arrepentimiento por motivos inferiores: temor al infierno, deseo del cielo, fealdad del pecado, etc.). El bautismo de deseo, junto con la contrición, perdonaba todos los pecados antes del bautismo. En cambio, la atrición no era suficiente para perdonar el pecado sin el bautismo. El Concilio de Trento radicalizó aún más estas posturas. El Concilio Vaticano II ha reconsiderado el tema del bautismo, recomendando la restauración del catecumenado, con vistas a la relevancia del bautismo de adultos como rito de iniciación, e insertándolo en el marco de la Pascua de Resurrección.
Los Reformadores se opusieron a estas ideas, aun cuando, excepto los anabautistas, admitieron gran parte de la liturgia y de la teología bautismal católica, pero se negaron a ver en el bautismo de agua el medio de regeneración espiritual del sujeto. Lutero sostuvo que únicamente la fe era el medio necesario para la salvación, mientras que el bautismo de agua era necesario con necesidad de precepto, es decir, porque así lo había mandado el Señor. Calvino y, tras él, la tradición reformada, vio en el bautismo la señal del nuevo pacto y, por eso, había que admitir en el bautismo a niños tan pequeños como los que los judíos admitían para recibir la circuncisión. El Consejo Mundial de Iglesias, en su reunión de Ginebra el año 1982, describió ampliamente el significado del bautismo, poniendo de relieve su función como vínculo básico de la unidad eclesial.
Bib. Bautista: Cirilo de Jerusalén, El fluir del Espíritu. Catequesis bautismales (CLIE, Terrassa 2001); Samuel Vila, A la fuentes del cristianismo, cap. 7 (CLIE, Terrassa 1989). Paidobautista: Gerhard Barth, El bautismo en los tiempos del cristianismo primitivo (Sígueme, Salamanca 1986); Carlos van Engen, Hijos del pacto (TELL, Grand Rapids 1985); Charles Hodge, De la insignia cristiana (ACLER, Barcelona 1969); Pierre Ch. Marcel, El bautismo, sacramento del pacto de gracia (Felire, Barcelona 1968); D. H. Small, Las bases bíblicas del bautismo de infantes (México 1971).
DICCIONARIO TEOLÓGICO ILUSTRADO - Francisco Lacueva
Revisado y ampliado por Alfonso Ropero
Revisado y ampliado por Alfonso Ropero
Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad