-No te reclamo respuestas, sino que a tus argumentos basados en Jn 14:28 y 17:3 he contestado puntualmente explicando el porqué tales textos en nada afectan la deidad de nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios que siempre fue, es y será.
-En un debate se espera que luego que alguien presenta un argumento, otro lo cuestione exponiendo sus razones, y tras ser atendido debidamente, se refute o impugne esas aducidas razones, y así hasta aclararse el punto o que alguna parte quede fuera por obvio empecinamiento.
-Nosotros no elaboramos una doctrina que apuntalamos con versículos bíblicos, sino que la Biblia entera nos expone la doctrina que sostenemos. Si algún contradictor escoge un versículo o una colección de ellos para impugnarla, no tenemos inconveniente alguno en explicar cómo y por qué el texto aducido en nada afecta a la sana doctrina.
-Lo que no debemos hacer, es enfrentar los versículos unos contra otros como si estuvieran en guerra, porque no lo están, sino solamente la mente anquilosada que se rehúsa a leer, ver y oír imposibilitando su comprensión.
-Si un versículo se presta a diversas interpretaciones, la hermenéutica proporciona las herramientas útiles.
-Hablando, la gente se entiende. No es acumulando uno y otro versículo en los dos platillos de la balanza, para dar la razón al que pese más, sino que la misma razón es una cualidad de la inteligencia que funciona bien, mal o regular según la tratemos.