De acuerdo. Pero recuerda que ni los estudios “generales” ni el de las “universidades” deben ser nuestra “guía” espiritual en la vida. Serán valiosos en la medida que sepamos establecer la diferencia de lo que transmiten siempre y cuando se “sometan” a los consejos que recibimos de las Santas Escrituras, si verdaderamente las aceptamos como Palabra del Dios al que servimos.
Ahora soy yo el que difiero de lo que aquí estableces como algo que “NO PODEMOS RECHAZAR” de los “tales argumentos como información razonable” porque, como dices, “existen pruebas en la misma ICAR que son vistos como inspirados”.
Déjame recordarte que no es precisamente la “ICAR” la que resuelve todo asunto respecto a los aspectos medulares decidiendo qué libros son canónicos y cuáles no lo son. Aceptar semejante criterio sería como lanzar por la borda nuestras propias convicciones por el simple hecho de estar, nosotros, en un “bando” diametralmente opuesto a nuestras expectativas y creencias espirituales, tanto de doctrina como de historia. Yo creo sinceramente que una cosa es “investigar” las fuentes foráneas a las Escrituras cotejando y comparando las evidencias y enseñanzas y otra, muy diferente, es hacer de ellas una “ensalada” que satisfaga todos los paladares, en vez de “filtrar” o “colar”, lo que no comulgue con lo que ya hemos abrazado como Palabra de Dios.
Pues yo creo que eso dependerá de lo que definamos qué es “contradicción” y qué, no lo es. Estoy de acuerdo contigo en que la generalidad con que las Escrituras canónicas se refieren a los ángeles es evidente. Sin embargo, el hecho de referirse a ellos con notable generalidad, no por ello nos sentimos con el derecho de “hurgar” en laberintos peligrosos aceptando todo cuanto leemos en otros libros sobre aspectos que creemos muy “reveladores” respecto a detalles, y la identificación de otros arcángeles “colegas” del único mencionado en las Escrituras como “Miguel”, catalogadas como “no apócrifas”, por la gran mayoría de la comunidad religiosa del mundo. No veo la necesidad de divagar o complicarse en ser permisivos o muy liberales en grado extremo, resistiéndonos en escudriñar si realmente merece la pena alterar no solamente el número de arcángeles, sino la “veracidad” de que realmente existan otros, sólo por permitir que algo, en apariencia inofensivo, haga tambalear o contradiga lo que ya de hecho hemos probado que no merece ninguna seria consideración, los relatos de esos libros.
Difiero también contigo (pero sí lo respeto) en lo que sentencias, que del todo “NO HAY CONTRADICCIONES” entre los “canónicos” y los “deuterocanónicos”. En primer lugar, no existe en ellos el elemento profético. Su contenido y enseñanza en ocasiones contradice a los libros canónicos y ellos mismos también se contradicen entre sí. En ellos abundan las inexactitudes históricas y geográficas y los anacronismos. En algunos casos, los escritores son culpables de falta de honradez al presentar falsamente sus obras como si fuesen de escritores inspirados de épocas anteriores. Demuestran estar bajo la influencia griega, y en ocasiones recurren a un lenguaje extravagante y un estilo literario totalmente ajeno al estilo de las Escrituras inspiradas. Dos de los escritores dan a entender que no fueron inspirados. (Lee el prólogo de Eclesiástico; 2 Macabeos 2:24-32; 15:38-40, BC.) De modo que se puede decir, con toda propiedad, que la prueba más contundente contra la canonicidad de los libros apócrifos son ellos mismos.
En mis aportes iré desarrollando este tema sobre el nivel de confianza que nos merecen estos libros que el catolicismo a “aceptado” dentro de sus filas, en contraste marcado con los que aceptamos todos los demás respecto a los “Libros Sagrados” de las Escrituras y sus originales enseñanzas inspiradas. Creo que es muy importante aclarar este asunto para que podamos, de manera objetiva, analizar la relación que nosotros vemos entre Jesús y el Arcángel Miguel de las Escrituras.
Mi estimado, considero que una cosa es “validar” la diversidad entre las categorías de los ángeles descrito en los libros “canónicos” y otra, muy diferente, aceptar la información proveniente de los libros no “canónicos” como “opción de más” para considerar y aceptar, la existencia de más arcángeles porque podría ser falsa dicha información. Y si es falsa, pues no sería lógico aceptar la falsedad, sólo por no “ver” en ello, ningún motivo que ponga en peligro nuestra relación con Dios. Si optamos por creer algo en lo que no hay certeza que sea cierto, sólo este hecho por sí solo, comprometería seriamente nuestra honestidad ante Dios.
Bueno, permíteme expresar nuestro criterio al respecto. En primer lugar, los “rangos” o “categorías” establecidas para los ángeles según las Escrituras “no apócrifas” son claras aunque muy generalizadas y para nada entran a detallarnos el “teje y maneje” de estos “espíritus angélicos” al servicio de Jehová Dios. Tenemos conocimiento que existen los “querubines”, los “serafines” los “ángeles (rasos)” y un solo Arcángel de nombre Miguel, como el “jefe” de todos los ángeles y cuyo protagonismo es destacado como de mucha importancia cuando se dice de él en sentido profético, que es el “Gran Príncipe que está plantado a favor de los hijos de tu pueblo”, en el libro de Daniel, y confirmado por la Revelación a Juan cuando se dice de este Arcángel que toma su puesto, junto a “sus ángeles” (subalternos) para echar a satán de los Cielos a la vecindad de la Tierra, en una “espectacular guerra” entre espíritus llevada a cabo en la región celestial en donde habitan.
Gracias, y el sentimiento es recíproco.
Pues será “todo lo contrario” dependiendo del lado en que lo enfoquemos. Si ENSEÑAMOS cosas contrarias a las que están en las Santas Escrituras, pues claro que nos aplica. Pero si por el contrario, ENSEÑAMOS de conformidad con lo que se nos revela en las Santas Escrituras, pues también nos aplica pero desde otra perspectiva, la objetiva y obediente a los designios de Dios. Y esto es “aplicable” a todos por igual. Pero “aceptar” criterios dispares y contradictorios porque “creemos” que son enseñanza espiritual porque así lo hayamos aceptado, no sería sano desde ningún punto de vista, ¿Por qué? Porque si vamos a creer en cuanto libro “aparezca” por allí y de pronto se acepta, luego de varios siglos, como “provechoso” para “mejor proveer”, estaríamos cayendo exactamente en el mismo patrón de conducta y en la particularidad del “mundo” alejado de Dios y a final de cuentas, en tantas discrepancias y dudas en donde ya no sabremos qué creer y cómo creerlo. ¡Precisamente lo contario de lo que el Señor inspiró a sus apóstoles para que lo enseñaran a quienes recibieran su Palabra!
Ahora bien, todo esto dependerá también de lo que consideremos como “SAGRADAS ESCRITURAS”. Porque si consideras a todos los libros “apócrifos” como parte de esas “SAGRADAS ESCRITURAS”, pues no veo entonces la necesidad ni la compleja forma en que se dividieron en “dos bandos” dispares en donde en uno de ellos se aceptan TODOS COMO INSPIRADOS y, en el otro, con gran reserva se evitan por considerarse como ESPURIOS y poco FIABLES, otros de “similar corte”.
Es interesante mencionar que el Concilio de Trento no aceptó todos los escritos que se habían aprobado en el anterior Concilio de Cartago, sino que excluyó a tres de estos: la Oración de Manasés y Primero y Segundo de Esdras (no los libros 1 y 2 Esdras que en la versión católica Torres Amat corresponden a Esdras y Nehemías). Así, estos tres escritos, que por más de mil cien años habían formado parte de la versión aprobada de la Vulgata latina, a partir de entonces quedaron excluidos.
El porque “me encantan” no debe ser el motivo principal para aceptar un libro de dudosa procedencia “inspirada” mi estimado forista. Permíteme discrepar de nuevo contigo en esto que aquí sentencias del apóstol Pablo. Que el apóstol fuera fariseo antes de su conversión al cristianismo, y cuyo bagaje cultural haya tenido sus orígenes en las letras y en el estudio detallado de ideologías de las que eran presa los otrora opositores del Señor, no implica que Pablo “ESTUDIABA” –luego de su encuentro con Cristo– “libros NO RECONOCIDOS como inspirados”. De hecho, su vida, su corazón y su espíritu, giraban alrededor de su Cristo a quien llegó a amar. De conformidad con la “sana enseñanza” que regía su vida, al final de su primera carta al joven Timoteo, en el capítulo 6, versos 20 y 21 le aconsejó lo CONTRARIO de lo que aquí intentas transmitir como una “práctica cristiana” del apóstol del Señor. Pablo aconseja: “Oh Timoteo, guarda lo que ha sido depositado a tu cuidado, apartándote de las vanas palabrerías que violan lo que es santo, y de las contradicciones del falsamente llamado “conocimiento”. Por ostentar tal [conocimiento] algunos se han desviado de la fe”.
Tomando en serio la enseñanza de Pablo, no es prudente deducir que le aconsejara a Timoteo no caer en el “falso conocimiento” (por lógica elemental incluía cualquier tipo de libro o información NO INSPIRADA) si él (Pablo) ya tenía como “COSTUMBRE” –contrario a su propio consejo–hurgar en “LIBROS NO INSPIRADOS”. Esta aclaración (en mucho, más que clara) nos sirve para interpretar las palabras que en la segunda carta le dirigió al mismo Timoteo, en el texto que citas del cap 4, verso 13. Discúlpame, y con todo respeto, allí ni siquiera sugiere la idea de que esos “rollos” y “pergaminos” que le encargó traer a Timoteo, fueran “rollos y papiros” NO INSPIRADOS en los que Pablo perdía su tiempo escudriñándolos y “aprendiendo” de ellos. Es obvio que dichos “rollos y papiros” tenían que ser de INFORMACIONES INSPIRADAS de las múltiples enseñanzas que tenía bajo su responsabilidad compartir con todos los creyentes de las diferentes “congregaciones” a quienes les impartía la “sana doctrina” acerca del Cristo.
Precisamente porque “razono” la respuesta es por lo que no puedo creer en otros libros que mis estudios me han indicado que no son “canónicos” y, si no son “canónicos” (conste que esto se debe analizar para no caer en dogmatismos de extremo fanatismo) entonces, simplemente, no debo creer en ellos porque no estaríamos en nada mi estimado forista. No podemos servirnos de la “mesa de Dios” y de la “mesa de demonios” y tratar de ser nosotros “árbitros” al servir como “anfitriones” liberales de dos polos opuestos pretendiendo “vincularlos” para que, de cada uno, se extraiga lo que tengan de “verdad” sus propuestas y enseñanzas. Además, tan “lógica” sería la creencia en un solo ARCÁNGEL COMO JEFE de los ÁNGELES, como lo sería (lo acepto) el creer en la existencia de OTROS ARCÁNGELES, también “jefes” de otro, digamos, “BATALLÓN” de ÁNGELES a su servicio. Lo que no veo que sea LÓGICO es que, sin escudriñar, sin verificar, sin importarnos la verdad “tras de lo que pudiera ser un mito”, demos por “bueno” a lo que no tiene nada de bueno, y de “malo” a lo que es realmente LO BUENO, de una enseñanza verdaderamente “inspirada” por Dios.
Respeto esta opinión y la comparto también. ¡Esto sí es razonable considerarlo!
De acuerdo. Pero todo en su “debido orden” de conformidad con la Voluntad de Dios, no en base a personales criterios del “falsamente llamado conocimiento”. Porque pudiera darse que nuestro “VERDADERO AMOR A DIOS” esté mal dirigido, como bien sabes fue la observación que el mismo Jesús estableció cuando Él viniera en el Poder del Reino para “juzgar” al mundo, cuando “muchos” se sorprenderán al ver sus “castillos” caerse al suelo, por el rechazo que Jesús hará de ellos. Evidentemente todos estaban equivocados porque, de seguro, siguieron una INSPIRACIÓN que no era tal, que los llevó por otros senderos contrarios a los que Jehová ya dejó establecidos como nuestra guía a seguir.
Aquí no eres razonable. Discúlpame y, con todo respeto, creo que adoleces de un peligroso criterio anteponiendo la realidad de lo que profundizamos y descubramos, a lo que realmente queremos creer aunque se nos advierta del peligro de tal proceder.
Por otra parte, muchos relatos pueden tener “convergencias” entre sí, pero dichas “convergencias” no tienen nada que ver con la realidad de la comparación. Por ejemplo, yo puedo decir que un “cuento” tiene muchos elementos “reales” en donde se enumeran muchas de las características que los definan sin que para nada armonicen con una historia real en la que aparezcan similares elementos. Es decir, la Biblia canónica de libros nos habla de un Arcángel de nombre Miguel, el cual es “ratificado” en las Escrituras Griegas Cristianas como UNO SOLO que asume la responsabilidad y la poderosa acción de echar a satán y sus ángeles del cielo a la vecindad de la Tierra, en contraste con los LIBROS CONSIDERADOS APOCRIFOS en los que al parecer crees en ellos. Claro, dirás que no tiene importancia el número de arcángeles. ¿Qué más da si es uno o mil? Esto no sería el problema. El problema estaría en aceptar un relato NO INSPIRADO (si así lo establecemos, claro) que agrega “datos inciertos” o “de más” a uno que ya tenemos “COMO INSPIRADO”, cuyos datos sí son ciertos.
Recibe como siempre mi respeto y amistad sincera.