La paz del Shaddai , vera en este maravilloso aporte las respuestas a sus preguntas , amado del Shaddai .
Escritos adicionales, en respuesta a la objeción con respecto a mantener a las mujeres en silencio dentro de la iglesia:
por Margarita Fell -
Porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. Esto que fue escrito por Pablo en 1 Cor. 14. 34. es uno con lo que escribió en 1 Tim. 2. 11, La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción.
A lo cual yo dijo, si ustedes aplican esto a todas las mujeres externas, entonces habían muchas mujeres viudas, que no tenían esposos de quienes aprender; y muchas eran vírgenes, que no tenían esposos; y Felipe tenía cuatro hijas que eran profetizas; las tales debían ser despreciadas, lo cual el apóstol no prohibió. Y si se aplicaba a todas las mujeres, que ninguna mujer debía hablar, entonces Pablo se contradijo a sí mismo; pero habían tales mujeres que el apóstol menciona en Timoteo, que se hicieron más disipadas, se metían en todo, y eran chismosas, y estaban en contra de Cristo. Porque Cristo en la mujer y en el hombre es uno, y él es el esposo, y su esposa es la iglesia; y Dios dijo que sus hijas profetizarían como también sus hijos; y a quienes él ha derramado su espíritu, ellos deben profetizar, aunque los sacerdotes ciegos digan lo contrario, y no permitan que hablen las mujeres santas.
Y se dice: No le permito a la mujer que hable, como lo dice la Ley; pero cuando las mujeres son guiadas por el espíritu de Dios, no están bajo la Ley; porque Cristo en el hombre y la mujer es uno; y donde él es manifestado en el hombre y en la mujer, él puede hablar; porque él es el fin de la Ley para justicia a todos los que creen. De modo que en este caso debemos hacer una distinción acerca de qué a clase de mujer se le prohibe hablar; las que estaban bajo la Ley, que no habían venido a Cristo, ni al espíritu de profecía: porque Huldah, Miriam, Ana, eran profetizas, a quienes no se les prohibió en el tiempo de la Ley, porque todas profetizaron en el tiempo de la Ley, como ustedes pueden leer en 2 Reyes 22. Lo que Hulda le dijo al sacerdote, y a los embajadores que fueron enviados a ella de parte del Rey, vayan, dijo ella, y díganle al varón que los envió a mí: Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá; por cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira con toda la obra de sus manos; mi ira se ha encendido contra este lugar, y no se apagará. Mas al rey de Judá que os ha enviado para que preguntaseis a Jehová, diréis así: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Por cuanto oíste las palabras del libro, y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores, que vendrán a ser asolados y malditos. Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y serás llevado a tu sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar.
Ahora veamos si algunos de ustedes, sacerdotes ciegos, pueden hablar de esta manera, y veamos si éste no es un sermón mejor que cualquiera de los que ustedes pueden hacer, ustedes que están en contra de que las mujeres hablen. Y el profeta Isaías, que fue con la profetiza, no le prohibió hablar o profetizar, Isa. 8. ¿Y no fue profetizado en Joel 2 que las siervas profetizarían? ¿Y acaso las siervas no son mujeres? Consideren esto, ustedes que están en contra de que las mujeres hablen, como en los Hechos el espíritu del Señor fue derramado sobre las hijas como también sobre los hijos. Durante el tiempo del evangelio, cuando María vino a saludar a Elisabet en las colinas de Judea, y cuando Elisabet oyó el saludo de María, el niñó saltó en su vientre, y ella fue llena del espíritu santo; y Elisabet habló en alta voz y dijo: 'Bendita eres entre las mujeres, bendito es el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.' Y este fue el sermón de Elisabet con respecto a Cristo, el cual está registrado hasta el día de hoy. Y entonces María dijo: 'Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en generación a los que le temen. Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia De la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre.' ¿No tienen ustedes un deber con esta mujer por su sermón, de usar sus palabras, para ponerlas en sus oraciones común? Y sin embargo ustedes prohiben que las mujeres hablen.
Ahora ustedes pueden ver cómo estas dos mujeres profetizaron de Cristo, y predicaron mejor de lo que todos los sacerdotes ciegos predicaron en ese tiempo, y mejor que en este tiempo también, que están contemplando a las mujeres para hagan uso de sus palabras. Y vean en el libro de Rut cómo las mujeres la bendijeron en la puerta de la ciudad, de cuyo linaje vino Cristo. El Señor hace a la mujer que viene sus iglesias como Raquel y Lea, que edifició la casa de Israel; y esto ustedes lo pueden hacer dignamente en Efrata, y ser famosos en Belén, y que su casa sea como la casa de Fares, a quien Tamar concibió de Judá, de la simiente que el Señor les dará de esta joven. Y bendito sea el Señor, que no los ha dejado sin parientes, y su nombre continuará en Israel. Y también vean el primer capítulo de Samuel, como Ana oró y habló en el templo del Señor: 'Oh Jehavá de los ejércitos, si tú ves la aflicción de tu sierva, y te acuerdas de mí, y no te olvides de tu sierva.' Y si leen en el segundo capítulo de Samuel, cómo ella se regocijó en Dios, y dijo: 'mi corazón se regocija en el Señor; mi poder se exhalta en Jehová, y mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, por cuanto me alegré en tu salvación; no hay santo como Jehová, porque no hay ninguno fuera de tí; y no hay refugio como el Dios nuestro. No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; cesen las palabras arrogantes de vuestra boca, porque el Dios de todo saber es Jehová, y a él toca el pesar las acciones. Los arcos de lso fuertes fueron quebrados, y los débiles se han ceñido de poder. Los saciados se alquilaron por pan, y los hambrientos dejaron de tener hambre; hasta la estéril ha dado luz a siete, y la que tenía muchos hijos languidece. Jehová mata, y él da vida; él hace descender al Seol y hace subir; Jehová empobrece, y él enriquece; abate y enaltece; él levanta del polvo al pobre, y del muladar levanta al menesteroso, para hacerles sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor: porque de Jehová son las columnas de la tierra, y él afirmó sobre ellas el mundo; él guarda los pies de sus santos, más los impíos perecen en tinieblas; porque nadie será fuerte en su propia fuerza. Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios; y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, dará poder a su Rey, y exhaltará el poderío de su ungido.'
De modo que ustedes pueden ver lo que dijo una mujer, cuando el viejo Eli, el sacerdote, pensó que ella estaba ebria; y vean si ustedes, sacerdotes ciegos, que hablan en contra de que la mujer hable, pueden predicar de esta manera; porque ustedes no pueden hacer un sermón como lo hizo esta mujer, y aún así comercian con las palabras de esta mujer y de las palabras de otras mujeres.
¿Y acaso no habló la reina de Sabá, que vino a ver a Salomó, y recibió la Ley de Dios, y la predicó en su propio reino, y bendijo al Señor Dios que amaba a Salomón, y que lo puso en el trono de Israel? Porque el Señor amaba a Israel para siempre, e hizo que el Rey actuara con equidad y justicia. Y éste fue el lenguaje de la reina de Sabá.
Y vean qué expresiones gloriosas usó la reina Ester para consolar al pueblo de Dios, el cual era la iglesia de Dios, como ustedes pueden leer en el libro de Ester, lo cual causó gozo y alegría en el corazón de todos los judíos, quienes oraron y adoraron al Señor en todos los lugares; y Ester puso su vida en peligro al ir en contra del mandato del rey, cuando fue y habló con el rey, en la sabiduría y el temor del Señor, a través de lo cual ella le salvó la vida al pueblo de Dios; y Mardoqueo el justo no le prohibió que hablara, sino que le dijo que si ella callaba, que ella y la casa de su padre perecerían. Y en esto, ustedes sacerdotes ciegos, van en contra del justo Mardoqueo.
De la misma manera ustedes pueden leer cómo habló Judit, y los actos nobles que ella llevó a cabo, y cómo ella habló a los ancianos de Israel, y les dijo, 'Estimados hermanos, ya que ustedes son los honorables ancianos del pueblo de Dios, recuerden cómo nuestros padres en el pasado fueron tentados, para probar si es que ellos adorarían a Dios rectamente: también deben recordar cómo nuestro padre Abraham, habiendo sido probado por multitud de tribulaciones, fue hallado amigo de Dios; también lo fueron Isaac, Jacob, y Moises, y todos ellos agradaron a Dios, y fueron firmes en la fe a través de multitud de aflicciones.' Y también lean su oración en el libro de Judit, y cómo los ancianos le mandaron, diciendo: 'Todo lo que tú hablas es cierto, y ningún hombre puede reprender tus palabras; por lo tanto ora por nosotros, porque tú eres una mujer santa, y temes a Dios.' De modo que estos ancianos de Israel no le prohibieron a ella que hablara, como lo hacen ustedes sacerdotes ciegos; y sin embargo ustedes comercian con las palabras de las mujeres para obtener ganancias, y toman textos, y predican sermones acerca de las palabras de las mujeres; y aún así claman que las mujeres no deben hablar, que las mujeres deben estar en silencio. De manera que ustedes están lejos de las mentes de los ancianos de Israel, quienes alabaron a Dios por las palabras de las mujeres. Pero Jezabel, y la mujer, la iglesia falsa, la gran ramera, y las mujeres sin educación y chismosas, y entrometidas, a las cuales se les prohíble predicar, las cuales han hablado y chismeado por mucho tiempo, a las cuales se les prohíble que hablen en la iglesia verdadera de Cristo, de la cual Cristo es la cabeza; tales mujeres estaban en la transgresión bajo la Ley, a las cuales se les llama la mujer en el Apocalípsis.
Y vean además cómo la mujer sabia clamó a Joab sobre la muralla, y salvó la ciudad de Abel, como ustedes lo pueden leer en 2 Sam. 20. Cómo en su sabiduría ella le habló a Joab diciendo: 'Yo soy de las pacíficas y fieles de Israel, pero tú procuras destruir una ciudad que es madre en Israel. ¿Por qué destruyes la heredad de Jehová?' Entonces la mujer fue al pueblo en su sabiduría, y le cortó la cabeza a Seba, que se había levantado contra David, el ungido del Señor; entonces Joab tocó la trompeta, y todo el pueblo se retiró en paz. Y esta liberación sucedió por medio del hablar de una mujer. Pero a las chismosas y las entrometidas la verdadera mujer les prohíbe predicar, la mujer cuyo esposo es Cristo, tanto a la mujer como al hombre, siendo que todos son la iglesia. Y así en esta iglesia verdadera, los hijos y las hijas profetizan, las mujeres trabajan en el evangelio; pero el apóstol no permite que ninguna chismosa, ni entrometida, ni que ninguna persona tal usurpe la autoridad sobre el hombre, que no quiere que Cristo reine, ni quiere hablar como hombre o como mujer; esta ley no permite hablar; las tales deben aprender de sus esposos. ¿Pero de qué esposos pueden aprender las viudas, sino de Cristo? ¿Y no era Cristo el esposo de las cuatro hijas de Felipe? ¿Y no podían entonces hablar aquellas que habían aprendido de sus esposas? Pero a Jezabel, y las chismosas, y la ramera, que niegan la revelación y la profecía, no se les permite, a las que no quieren aprender de Cristo. Y aquellos que están fuera del espíritu y del poder de Cristo, en el cual estaban los profetas, los que están en la transgresión, son ignorantes de las escrituras. Y los tales están en contra de que las mujres hablen, y que también lo hagan los hombres, que predican aquello que han recibido del Señor Dios; pero aquellos que han predicado, y predican, llegarán a estar sobre todas sus cabezas, sí, sobre la cabeza de la iglesia falsa, el papa; porque el papa es la cabeza de la iglesia falsa, y la iglesia falsa es la esposa del papa. Y así él y los que son de él, y que vienen de él, están en contra de que la mujer hable en la iglesia verdadera, tanto él como la iglesia falsa son llamados la mujer en Apoc. 17; de modo que están en la transgresión, porque usurpan la autoridad del hombre Cristo Jesús, y de su esposa también, y no quieren que él reine; pero el juicio de la gran ramera ha llegado. Más Cristo, quien es la cabeza de la iglesia, la mujer verdadera, que es su esposa, en esto profetizan sus hijas, quienes están sobre el papa y su esposa, y por encima de ellos. Y así Cristo es la cabeza del hombre y de la mujer, los que pueden hablar; y la iglesia es llamada el sacerdocio real; de modo que la mujer debe ofrecer así como el hombre. Apoc. 22. 17. Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; ¿y no es así con la esposa de la iglesia? ¿y acaso la iglesia sólo consiste de hombres? Ustedes que le niegan a las mujeres que hablen, respondan: ¿acaso no consiste de mujeres como también de hombres? ¿No es la esposa comparada con toda la iglesia? ¿Y acaso no dice la esposa: ven? ¿Acaso no le habla entonces la mujer, al esposo, Cristo Jesús, el Amén? ¿Y acaso no trata la iglesia falsa de callar la boca de la esposa? Pero no es posible; porque el novio está con su esposa, y él abre su boca. Cristo Jesús, que sigue conquistando, y conquista; que da muerte con la espada, la cual es la palabra de su boca; el Cordero y los santos tendrán la victoria, los que hablan verdaderamente de los hombres y las mujeres sobre los que hablan falsamente.
Margarita Fell