Gén 12:1
Dios llama a Abram
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Es verdad que nuestra dependencia proviene de Dios, pero no podemos aplicar este llamamiento a nuestra vejez.
Hay otro factor a considerar y es cuando nuestros hijos tienen sus propias familias y sus propios problemas, y el acercarse a ellos constituye una carga más.
Lo que en un principio tiene la apariencia de una bendición suele convertirse en motivo de frustración, de decepción con el tiempo.
Es verdad que no todos los casos son iguales, pero lo que uno haya sembrado en los hijos, eso cosecha.
No hemos sido diseñados para al final vivir de una dependencia emocional con los hijos. nuestra vida no está definida por la presencia de nuestros hijos, pero también es cierto que Dios nos provee a través de ellos, o de una jubilación, o de una ayuda del gobierno para los adultos mayores.
Sal 37:25 Joven fui, y he envejecido,
Y no he visto justo desamparado,
Ni su descendencia que mendigue pan.
Este Salmo, sin lugar a dudas, nos habla de la provisión divina por donde venga.