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LOS CRIMENES DEL TERCER REICH: LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
Argentina refugió a 180 criminales nazis
Fue en el final de la guerra. Lo dijo un informe oficial difundido en Nueva York. En su mayoría no eran alemanes sino croatas acusados de asesinar serbios, judíos y gitanos. Entraron al país con documentación legal. También ingresaron unos 200 kilos de oro saqueados al banco central croata
MARINA AIZEN. Nueva York. Especial para Clarín.
En los caóticos días que siguieron al fin del imperio de Hitler en Europa, por lo menos 180 criminales de guerra lograron obtener refugio en la Argentina, ya sea utilizando pasaportes del país o de la Cruz Roja, o recibiendo la ayuda del gobierno de Juan Perón o de miembros de la Iglesia Católica. Esta es la conclusión a la que llega un informe realizado por la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la Argentina (Ceana), que fue entregado al canciller Guido Di Tella en Nueva York.La Ceana fue creada por el gobierno argentino con el objeto de esclarecer uno de los costados más controvertidos y oscuros de la historia del país, que fue por más de cinco décadas fuente de especulaciones, mitos e intrigas. No queremos cambiar nuestra historia, ni lo podemos hacer, dijo ayer el ministro Di Tella, al recibir el informe de manos de investigadores argentinos y de los Estados Unidos, entre ellos, el historiador Robert Potash.Elan Steinberg, director del Consejo Mundial Judío, elogió el informe como un ejemplo moral para muchas naciones. Es un paso muy improtante hacia adelante. Es un ejemplo para el mundo, afirmó a su vez el rabino Leon Klenicki, directivo de la Liga Anti Difamación, una de las organizacioens judías más importantes del mundo.El estudio revela que en 1945, 200 kilos de oro (equivalentes hoy a US$ 1.740.000), saqueado del banco central croata y presuntamente perteneciente a las víctimas del régimen Ustacha de ese país (1941-5), fueron a parar a la Argentina. Este no terminó, sin embargo, en las arcas oficiales sino debajo del colchón de los jerarcas del sistema fascista, entre ellos, del tristemente célebre Ante Pavelic. Según el historiador de la CEANA, Ignacio Klich, éste luego trató de vender parte del botín, en 1952.La Ceana sólo pudo comprobar la transferencia de 70 mil dólares en oro nazi a la Argentina en 1946. Este monto fue transferido a las autoridades suizas, que asumieron la representación de los intereses germanos en la Argentina, tras el fin de la guerra. Pero, difícilmente se pueda comprobar que este fue dinero saqueado a víctimas de los campos de concentración, ya que se trataba de monedas chilenas, británicas y peruanas, entre otras.El informe no ha encontrado documentación que pueda sostener que los nazis hayan triangulado oro a la Argentina a través del Banco de Portugal.Tampoco pudo sustentar con pruebas que en 1950 se hayan transferido unas 25 toneladas del metal precioso desde el país al Paraguay. Estas conclusiones están en línea con las reunidas en un estudio realizado por la Comisión Eizenstat del Departamento de Estado norteamericano.Para el estudio, los científicos de la Ceana accedieron, entre otros, a los archivos de las tres ramas de las fuerzas armadas, de los ministerios del Interior y de Justicia, así como de la Policía Federal y del Directorio General de Industrias Militares.En el exterior, fueron consultados documentos personales de Juan Atilio Bramuglia y de Hipólito Jesús Paz, diplomáticos del gobierno de Perón, que están en la colección del Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Además, se revisaron los papeles de Pierre Daye Adam, un criminal de guerra belga que vivió en la Argentina, y del obispo Alois Hudal, el rector de ideas pro-nazi de Santa Maria dellAnima.Sin embargo, algunos archivos estaban incompletos, como los de la Fuerza Aérea.La parte más fascinante del estudio es la que tiene que ver con los criminales de guerra en la Argentina, que no son miles, como suponía el imaginario colectivo o los escritores de novelas del nazismo. La mayoría de ellos, no eran alemanes sino croatas, que participaron en la masacre de serbios, judíos y gitanos y otros pueblos durante el régimen de la Ustascha. También llegaron al país miembros del régimen pro-nazi de Radislaw Ostrowski, de Bielorrusia, así como colaboracionistas franceses.Pero, el número de 180 criminales de guerra no es definitivo. Esta es la cantidad de individuos cuya identificación se pudo comprobar con documentos en la Argentina y en el exterior. Pero, muchos sospechosos de actos de genocidio pudieron haber huido de Alemania antes de los procesos de investigación, con lo cual se teme que muchos de ellos hayan logrado esconder su pasado. Sin embargo, el informe de la Ceana sostiene que no se puede determinar a priori si éstos tomaron parte del Holocausto.Entre los criminales de guerra identificados figura el francés Emile Dewoitine, que fue el padre del primer avión a reacción construido en el país, el Pulqui I. Curiosamente, Francia, que lo condenó en ausencia a 20 años de trabajos forzados, no quiso pedir su extradición porque el individuo promovía las exportaciones francesas a la Argentina.Desafiando el mito, la Ceana, en un capítulo realizado por Potash, llegó a la conclusión de que ninguno de los científicos reclutados por Perón para su ambicioso proyecto de Industrias Militares puede ser identificado bajo la categoría de criminal de guerra. Sin embargo, algunos pertenecieron a las SS, el temible servicio secreto de Hitler.ajo los auspicios de Perón, se creó en el país la Sociedad Argentina de Recepción de Europeos (SARE), que asesoraba a la Dirección de Migraciones en el tema de refugiados nazis. Entre los fundadores de ese organismo había un convicto criminal de guerra belga, y otros personajes de pasado turbio. La organización fue constituida nada menos que en la Casa Rosada. Ello permite responsabilizar al entonces presidente por todo criminal de guerra llegado con el patrocinio de la SARE, dice el informe.Algunos jerarcas Ustashas llegaron a la Argentina curiosamente con la inestimable ayuda de la inteligencia norteamericana así como de miembros de la Iglesia Católica. Entre estos últimos, los documentos mencionan al padre Krunoslav Draganovic, al secretario de Estado del Vaticano, Giovanni Montini, y al cardenal francés Eugene Tisserant. El informe de la Ceana plantea la posibilidad de que el padre Draganovic haya colaborado en la huida de Pavelic a la Argentina, junto a sus seguidores y el botín de oro.
http://www.clarin.com/diario/1999/09/25/i-03801d.htm
