Después de tres años dedicada a "ganar almas para Jesús" como miembro de un excéntrico grupo misionero al que llamábamos "la familia", mi Madre decidió abandonar el grupo y regresar "al sistema", al "mundo" para sacar adelante a los otros miembros de nuestra familia que se encontraban en una situación que para mi Madre era intolerante, de allí en adelante mi madre se convirtió en una mujer de negocios; nunca fue fácil al principio, pero Mamá tenía esa inquebrantable Fe en Dios y esa esperanza que aun hoy conserva.
La Familia es otra historia, hay rumores, acusaciones y otras cosas por allí publicadas. Sin embargo yo me considero como un ex-miembro afortunado; nunca presencié o fui victima de aquellas cosas de las que se suelen acusar a los "niños de Dios" y puedo dar buen testimonio de aquellos con quienes pasé los primeros tres años de mi infancia. Ahora, mi vínculo con ellos se rompió realmente años más tarde, cuando decidí que su teología, sus creencias y sus prácticas no eran compatibles con la Biblia. Para mi la burbuja cristiana de "La Familia" se estallo un día y fue difícil. Pero allá me enseñaron que el amor era los más importante, que decir mentiras era nefasto y que el mundo se cambiaba con granitos de amor fraternal. Quizá la ideología que aprendí allí está resumida en esta canción: "una casa de corazones":
Yo no lo comprendía aun y lloraba porque me sentía como Adán expulsado del paraíso, todos mis amigos y personas a las que tenía algún aprecio habían quedado allá y ahora llegaba a una casa pobre, en un barrio cuya arquitectura me resultaba desagradable y un montón de gente que reconocía como mi familia, pero que no conocía en realidad. Hasta el día de hoy la diferencia entre mi forma de ser y la idiosincrasia de mi familia es bastante notable, pero ese nunca fue mi mayor trauma.
Era quizá la 15ava noche que dormía en aquella incomoda cama de aquella humilde casa desarreglada de aquel humilde barrio de Medellín llamado "El salvador" (para hacerse a una idea de como se ve el Barrio hoy día ver aca) era entre Agosto o Septiembre de 1989. En aquel entonces el Salvador era reconocida como una de las canteras de sicarios al servicio de Pablo Escobar. Pero yo la verdad, de nada de eso sabía ni entendía a mis 9 años de edad. Lo vine a entender aquella noche cuando un ruido me despertó, era gente gritando, me asomé por la ventana un poco asustado y curioso... fue un grave error, pues cuando me asomé un joven deslizó un cuchillo por la garganta de otro joven, mi horror ante esa escena me acompaña desde entonces y sembró la semilla de un carácter depresivo y fatalista. Y después de tantos años, solo hoy me atrevo a preguntar ¿Dónde estabas Dios?; Hoy debo reconocer que cosas como esas están arruinando mi fe en el Dios en el que creí desde mi infancia.
La Familia es otra historia, hay rumores, acusaciones y otras cosas por allí publicadas. Sin embargo yo me considero como un ex-miembro afortunado; nunca presencié o fui victima de aquellas cosas de las que se suelen acusar a los "niños de Dios" y puedo dar buen testimonio de aquellos con quienes pasé los primeros tres años de mi infancia. Ahora, mi vínculo con ellos se rompió realmente años más tarde, cuando decidí que su teología, sus creencias y sus prácticas no eran compatibles con la Biblia. Para mi la burbuja cristiana de "La Familia" se estallo un día y fue difícil. Pero allá me enseñaron que el amor era los más importante, que decir mentiras era nefasto y que el mundo se cambiaba con granitos de amor fraternal. Quizá la ideología que aprendí allí está resumida en esta canción: "una casa de corazones":
Una casa de corazones, un refugio de paz
estamos construyendo para los demás
compartir nuestras cargas y el peso agotador
sobrellevar el bulto que nos dejó el Señor...
Honestamente nunca tuve una pelea violenta en mi infancia, no se me pasó por la cabeza agarrarme a golpes con otros niños. Decir una que otra mentirilla blanca terminaba en tanto remordimiento para mi que preferí siempre decir la verdad no importan las consecuencias. No todo fuerón rosas y mariposas allí, muchos de mis traumas y tristezas tienen su raíz en aquella experiencia de vida y sin embargo no fueron cosas graves; no fui victima de abuso sexual en aquel lugar, no fui abusado verbalmente o violentamente; con todo y uno que otro reproche, no puedo decir que fui maltratado o violentado en mi integridad.estamos construyendo para los demás
compartir nuestras cargas y el peso agotador
sobrellevar el bulto que nos dejó el Señor...
Yo no lo comprendía aun y lloraba porque me sentía como Adán expulsado del paraíso, todos mis amigos y personas a las que tenía algún aprecio habían quedado allá y ahora llegaba a una casa pobre, en un barrio cuya arquitectura me resultaba desagradable y un montón de gente que reconocía como mi familia, pero que no conocía en realidad. Hasta el día de hoy la diferencia entre mi forma de ser y la idiosincrasia de mi familia es bastante notable, pero ese nunca fue mi mayor trauma.
Era quizá la 15ava noche que dormía en aquella incomoda cama de aquella humilde casa desarreglada de aquel humilde barrio de Medellín llamado "El salvador" (para hacerse a una idea de como se ve el Barrio hoy día ver aca) era entre Agosto o Septiembre de 1989. En aquel entonces el Salvador era reconocida como una de las canteras de sicarios al servicio de Pablo Escobar. Pero yo la verdad, de nada de eso sabía ni entendía a mis 9 años de edad. Lo vine a entender aquella noche cuando un ruido me despertó, era gente gritando, me asomé por la ventana un poco asustado y curioso... fue un grave error, pues cuando me asomé un joven deslizó un cuchillo por la garganta de otro joven, mi horror ante esa escena me acompaña desde entonces y sembró la semilla de un carácter depresivo y fatalista. Y después de tantos años, solo hoy me atrevo a preguntar ¿Dónde estabas Dios?; Hoy debo reconocer que cosas como esas están arruinando mi fe en el Dios en el que creí desde mi infancia.