Matix, a usted le encajan perfectamente las palabras que le dirigió Steve Ray al protestante John Akenberg:
La Misa
Sr. Ankerberg, le remito directamente a la página 81 de su libro “Protestantes y Católicos: ¿Están ahora de acuerdo?”, donde creo que usted tergiversa seriamente la posición católica en relación con la Misa. Los Católicos le escucharían si usted fuera honesto y presentara correctamente su posición. Pero si sólo ridiculiza las enseñanzas de la Iglesia ellos le despacharán cortésmente como a un maleducado o a una persona no interesada en la verdad. Le iría mejor si mostrara la posición honesta de la Iglesia Católica y actuara rectamente, en lugar de poner hombres de paja que son fácilmente derribados. La Iglesia Católica no enseña que Cristo sea “sacrificado de nuevo” en el altar. ¿Por qué intenta decir lo que ellos hacen? La cita que aporta de la Enciclopedia Católica no usa la palabra “re-sacrificio”, y, sin embargo, usted la parafrasea con sus propias palabras diciendo que ella profesa la idea de que Cristo se sacrifica nuevamente [en el altar]. Las palabras son importantes y molestarán a los Católicos que comprenden lo que usted está haciendo –jugando libremente con la terminología para satisfacer sus propios intereses. La Iglesia Católica enseña exactamente lo contrario, y usted, como un hombre docto debería saber que Cristo fue sacrificado una sola vez y para siempre, como la Epístola a los Hebreos claramente nos dice, y Él no necesita descender y volver a ser crucificado cada día.
Los Católicos enseñan que hubo sólo un sacrificio y que la Misa es una representación de este sacrificio, un compartir y un poner en común el único sacrificio – la comida del Cordero (Ex. 12:11; Juan 6:52-58). No hay muchos sacrificios – sólo uno. Los Católicos enseñan que la Misa es una participación del único sacrificio, el sacrificio del Calvario. Reparemos, con todo, que vemos a Cristo ante el trono de Dios en Apocalipsis 5:6, siempre presentado como un “cordero degollado” (el tiempo perfecto en lengua griega, que significa que fue y sigue estando degollado). El Apóstol Juan nos dice que el Cordero fue degollado, pero está todavía en el altar ante el trono de Dios [5]. Además observamos otra anomalía: Cristo se sienta a la derecha del Padre, y Cristo, el Cordero de Dios permanece en el Altar. En el mundo temporal, Él fue degollado una sola vez, pero en el cielo, el mundo fuera del tiempo, parece que el sacrificio de Cristo es un hecho eterno. Se dice también que fue crucificado antes de la creación del mundo (Apocalipsis 13:8).
Hagámonos una pregunta: ¿Cuándo fue crucificado Cristo?
- 1) “Antes de la creación del mundo”, o bien
- 2) en el año 30 d.C., o bien
- 3) “el Cordero permanece como degollado” presentado en la eternidad futura?
El Católico simplemente ve la Misa como un compartir ese hecho eterno. Esto nos presenta ese hecho eterno en su verdadera naturaleza, nos transporta al cielo para ver, experimentar y compartir la liturgia eterna situándonos ante el verdadero trono de Dios. Los Católicos se sorprenden de por qué los Evangélicos se complican tanto con esto, ya que para nosotros es una realidad muy sencilla, connatural.
Para ser honesto, en la página 81 usted debería haber citado el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, y no haber aportado su personal paráfrasis e interpretación privada de lo que nuestros libros dicen. [6]. En el parágrafo 1367 el Catecismo afirma: “El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: “Es una y la misma víctima, que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, que se ofreció a sí misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer.” “En este divino sacrificio que se realiza en la misa, este mismo Cristo, que se ofreció a sí mismo una vez de manera cruenta sobre el altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta”. De modo que surge una duda, creo que legítima, sobre la rectitud de intención de los Protestantes, que continuamente afirman que la Iglesia Católica enseña que el sacrificio de la Misa es un sacrificio nuevo, distinto del de la Cruz, y que sacrificamos a Cristo "de nuevo" en nuestros altares... Nosotros no pensamos ni enseñamos eso: para nosotros la Misa es una participación en el único sacrificio. La Historia parece estar de nuestra parte, y esto es algo sobre lo que también quiero decirte alguna cosa.
Para empezar, uno de los primitivos Cristianos, Justino Mártir, escribió: “De aquí que Dios hable por boca de Malaquías, uno de los doce profetas, como dije antes, acerca de los sacrificios en el tiempo presentados por vosotros [los Judíos]: ‘ No me complazco en vosotros’, dice el Señor, ‘y no aceptaré tus sacrificios de tus manos; desde el amanecer hasta el ocaso Mi Nombre será glorificado entre los gentiles, y en todas partes será ofrecido incienso a Mi Nombre, y una ofrenda pura: porque Mi Nombre es grande entre los gentiles dice el Señor, pero vosotros lo profanáis.’ Él entonces habló a los Gentiles, esto es, a nosotros, que en todas partes Le ofrecemos sacrificios, esto es, el pan de la Eucaristía y también el cáliz de la Eucaristía, afirmando a la vez que nosotros glorificamos Su Nombre y vosotros lo profanáis.” [7]
Cuando leo la carta de Pablo a los Corintios me parece ver el mismo lenguaje: “Os hablo como a hombres sensibles; juzgad por vosotros mismos lo que os digo. El cáliz de bendición que nosotros bendecimos, ¿no es una participación en la sangre de Cristo? El pan que compartimos, ¿no es una participación en el cuerpo de Cristo? Porque hay un solo pan, nosotros que somos muchos somos un solo cuerpo, compartimos un solo pan. Pensemos en el pueblo de Israel; los que comen los sacrificios, ¿no se hacen partícipes del altar? Doy a entender que lo que los paganos sacrifican ellos lo ofrecen a los demonios y no a Dios. No os deseo que confraternicéis con los demonios. No podéis compartir la mesa del Señor y la mesa de los demonios.” [8]
Observemos cómo está siendo usado el lenguaje sacrificial. La expresión “mesa del Señor” es un término técnico y en el Antiguo Testamento siempre se refiere a la mesa del sacrificio. ¿Por qué habría Pablo de usar tales términos llamativos de la terminología sacrificial si estuviera intentando negar cualquier asociación entre la Eucaristía y el sacrificio?
He ahí lo que realmente me preocupa y tú no tienes la valentía de abordarlo: ¿Por qué está la posición protestante sobre la Cena del Señor tan en discordancia con la enseñanza universal de los primeros Cristianos, que llamaban a la Cena del Señor “Eucaristía”? Yo siempre sostuve, en mis tiempos previos al catolicismo, que los primeros cuatro siglos del Cristianismo fueron esencialmente evangélicos, y luego se infiltraron elementos paganos, y la Iglesia Católica fue el resultado de esa amalgama. Después de leer los escritos de los Padres (la Didaché, siglo I, Ignacio de Antioquia, 106 AD; Clemente de Roma, 96 AD; Justino Mártir, siglo segundo; Barnabas, siglo I, etc.) tuve que admitir que no pude encontrar mis doctrinas Evangélicas favoritas representadas en esos escritores, aunque SÍ encontraba precisamente doctrinas Católicas [9]. Éste es un problema real que necesita ser afrontado y tú no pareces hacerlo. Fue astuto de parte tuya evitar que tus lectores tomaran contacto con la historia de los primeros siglos: cuando yo lo hice por primera vez, créeme, ¡fue como un baldazo de agua fría! ¿Por qué serían precisamente los que han recibido los Evangelios de los Apóstoles los que han perdido el rastro más rápidamente, como sostienen los evangélicos en general? Esto carece de sentido. ¿Por qué el Señor esperó mil quinientos años, hasta la venida de Lutero, para hacer que el tren retorne a sus carriles? Supongo que la respuesta es que "mil años es como un día para Él", ¿verdad?...
La Misa
Sr. Ankerberg, le remito directamente a la página 81 de su libro “Protestantes y Católicos: ¿Están ahora de acuerdo?”, donde creo que usted tergiversa seriamente la posición católica en relación con la Misa. Los Católicos le escucharían si usted fuera honesto y presentara correctamente su posición. Pero si sólo ridiculiza las enseñanzas de la Iglesia ellos le despacharán cortésmente como a un maleducado o a una persona no interesada en la verdad. Le iría mejor si mostrara la posición honesta de la Iglesia Católica y actuara rectamente, en lugar de poner hombres de paja que son fácilmente derribados. La Iglesia Católica no enseña que Cristo sea “sacrificado de nuevo” en el altar. ¿Por qué intenta decir lo que ellos hacen? La cita que aporta de la Enciclopedia Católica no usa la palabra “re-sacrificio”, y, sin embargo, usted la parafrasea con sus propias palabras diciendo que ella profesa la idea de que Cristo se sacrifica nuevamente [en el altar]. Las palabras son importantes y molestarán a los Católicos que comprenden lo que usted está haciendo –jugando libremente con la terminología para satisfacer sus propios intereses. La Iglesia Católica enseña exactamente lo contrario, y usted, como un hombre docto debería saber que Cristo fue sacrificado una sola vez y para siempre, como la Epístola a los Hebreos claramente nos dice, y Él no necesita descender y volver a ser crucificado cada día.
Los Católicos enseñan que hubo sólo un sacrificio y que la Misa es una representación de este sacrificio, un compartir y un poner en común el único sacrificio – la comida del Cordero (Ex. 12:11; Juan 6:52-58). No hay muchos sacrificios – sólo uno. Los Católicos enseñan que la Misa es una participación del único sacrificio, el sacrificio del Calvario. Reparemos, con todo, que vemos a Cristo ante el trono de Dios en Apocalipsis 5:6, siempre presentado como un “cordero degollado” (el tiempo perfecto en lengua griega, que significa que fue y sigue estando degollado). El Apóstol Juan nos dice que el Cordero fue degollado, pero está todavía en el altar ante el trono de Dios [5]. Además observamos otra anomalía: Cristo se sienta a la derecha del Padre, y Cristo, el Cordero de Dios permanece en el Altar. En el mundo temporal, Él fue degollado una sola vez, pero en el cielo, el mundo fuera del tiempo, parece que el sacrificio de Cristo es un hecho eterno. Se dice también que fue crucificado antes de la creación del mundo (Apocalipsis 13:8).
Hagámonos una pregunta: ¿Cuándo fue crucificado Cristo?
- 1) “Antes de la creación del mundo”, o bien
- 2) en el año 30 d.C., o bien
- 3) “el Cordero permanece como degollado” presentado en la eternidad futura?
El Católico simplemente ve la Misa como un compartir ese hecho eterno. Esto nos presenta ese hecho eterno en su verdadera naturaleza, nos transporta al cielo para ver, experimentar y compartir la liturgia eterna situándonos ante el verdadero trono de Dios. Los Católicos se sorprenden de por qué los Evangélicos se complican tanto con esto, ya que para nosotros es una realidad muy sencilla, connatural.
Para ser honesto, en la página 81 usted debería haber citado el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, y no haber aportado su personal paráfrasis e interpretación privada de lo que nuestros libros dicen. [6]. En el parágrafo 1367 el Catecismo afirma: “El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: “Es una y la misma víctima, que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, que se ofreció a sí misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer.” “En este divino sacrificio que se realiza en la misa, este mismo Cristo, que se ofreció a sí mismo una vez de manera cruenta sobre el altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta”. De modo que surge una duda, creo que legítima, sobre la rectitud de intención de los Protestantes, que continuamente afirman que la Iglesia Católica enseña que el sacrificio de la Misa es un sacrificio nuevo, distinto del de la Cruz, y que sacrificamos a Cristo "de nuevo" en nuestros altares... Nosotros no pensamos ni enseñamos eso: para nosotros la Misa es una participación en el único sacrificio. La Historia parece estar de nuestra parte, y esto es algo sobre lo que también quiero decirte alguna cosa.
Para empezar, uno de los primitivos Cristianos, Justino Mártir, escribió: “De aquí que Dios hable por boca de Malaquías, uno de los doce profetas, como dije antes, acerca de los sacrificios en el tiempo presentados por vosotros [los Judíos]: ‘ No me complazco en vosotros’, dice el Señor, ‘y no aceptaré tus sacrificios de tus manos; desde el amanecer hasta el ocaso Mi Nombre será glorificado entre los gentiles, y en todas partes será ofrecido incienso a Mi Nombre, y una ofrenda pura: porque Mi Nombre es grande entre los gentiles dice el Señor, pero vosotros lo profanáis.’ Él entonces habló a los Gentiles, esto es, a nosotros, que en todas partes Le ofrecemos sacrificios, esto es, el pan de la Eucaristía y también el cáliz de la Eucaristía, afirmando a la vez que nosotros glorificamos Su Nombre y vosotros lo profanáis.” [7]
Cuando leo la carta de Pablo a los Corintios me parece ver el mismo lenguaje: “Os hablo como a hombres sensibles; juzgad por vosotros mismos lo que os digo. El cáliz de bendición que nosotros bendecimos, ¿no es una participación en la sangre de Cristo? El pan que compartimos, ¿no es una participación en el cuerpo de Cristo? Porque hay un solo pan, nosotros que somos muchos somos un solo cuerpo, compartimos un solo pan. Pensemos en el pueblo de Israel; los que comen los sacrificios, ¿no se hacen partícipes del altar? Doy a entender que lo que los paganos sacrifican ellos lo ofrecen a los demonios y no a Dios. No os deseo que confraternicéis con los demonios. No podéis compartir la mesa del Señor y la mesa de los demonios.” [8]
Observemos cómo está siendo usado el lenguaje sacrificial. La expresión “mesa del Señor” es un término técnico y en el Antiguo Testamento siempre se refiere a la mesa del sacrificio. ¿Por qué habría Pablo de usar tales términos llamativos de la terminología sacrificial si estuviera intentando negar cualquier asociación entre la Eucaristía y el sacrificio?
He ahí lo que realmente me preocupa y tú no tienes la valentía de abordarlo: ¿Por qué está la posición protestante sobre la Cena del Señor tan en discordancia con la enseñanza universal de los primeros Cristianos, que llamaban a la Cena del Señor “Eucaristía”? Yo siempre sostuve, en mis tiempos previos al catolicismo, que los primeros cuatro siglos del Cristianismo fueron esencialmente evangélicos, y luego se infiltraron elementos paganos, y la Iglesia Católica fue el resultado de esa amalgama. Después de leer los escritos de los Padres (la Didaché, siglo I, Ignacio de Antioquia, 106 AD; Clemente de Roma, 96 AD; Justino Mártir, siglo segundo; Barnabas, siglo I, etc.) tuve que admitir que no pude encontrar mis doctrinas Evangélicas favoritas representadas en esos escritores, aunque SÍ encontraba precisamente doctrinas Católicas [9]. Éste es un problema real que necesita ser afrontado y tú no pareces hacerlo. Fue astuto de parte tuya evitar que tus lectores tomaran contacto con la historia de los primeros siglos: cuando yo lo hice por primera vez, créeme, ¡fue como un baldazo de agua fría! ¿Por qué serían precisamente los que han recibido los Evangelios de los Apóstoles los que han perdido el rastro más rápidamente, como sostienen los evangélicos en general? Esto carece de sentido. ¿Por qué el Señor esperó mil quinientos años, hasta la venida de Lutero, para hacer que el tren retorne a sus carriles? Supongo que la respuesta es que "mil años es como un día para Él", ¿verdad?...