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Es lamentable que tantos cristianos continúen repitiendo el error histórico de llamar a Dios "Jehová." El nombre de Dios que fue revelado a Moshe (Moisés), que son las cuatro letras hebreas Yud, Hei, Vav, Hei, no tiene pronunciación conocida. Solamente los sumos sacerdotes del primer Templo conocían cómo pronunciarlo y únicamente se pronunciaba en la fiesta sagrada de Yom Kipur. Una sola vez al año. Es conocido que cuando esto sucedia todos los que estaban adentro y alrededor del Templo caín de rodillas, escucharan el Nombre o no. Un gran milagro. El Nombre del Eterno tiene ese poder. Por ello el mismo Jesús nos invita a reconocer el Sagrado Nombre de Dios en el Padre Nuestro (Santificado sea Tu Nombre).
"Jehová" es una terrible traducción que fue creada por un sacerdote católico en la edad media, exactamente en el 1278. Este sacerdote, cuyo nombre era Raimundo Martini, escribió un libro llamado "Pugio Fide" (la daga de la fe). En el mismo hace un ataque acérrimo en contra de los judios por no aceptar que Jesús es el mesías prometido. El tradujo en Nombre sagrado como "Jehová" en forma errónea.
Ese nombre, si se traduce literalmente es YHWH. Eso no tiene ninguna pronunciación posible en nuestro idioma. No obstante sí tiene una forma de ser usado, pero esa revelación se perdió con la destrucción del primer Templo por los babilonios.
Dios no se llama "Jehová" ni Yawé, ni nada por el estilo. Es por ello que nosotros los judíos, cuando leemos las escrituras en el Hebreo original, lo pronunciamos como "Adonai", por respeto y reconociendo que no sabemos cómo pronunciar el Nombre del Eterno.
Los cristianos se atreven a llamarlo "Jehová" sin conocer que eso es blasfemo, además de erróneo.
Jehová no es mi Dios, ni es el Dios de Avraham, Itzaak o Yacov. Adonai es el Dios Eterno, padre de Jesús. Bendito Sea por siempre.