El mundo evangélico contemporáneo habla y predica mucho sobre el mal llamado “libre” albedrío. No obstante, el protestantismo nació en el siglo XVI negando la idea filosófica de que el pecador tuviera una “libre” voluntad.
¿Los hijos de Adán poseen voluntad? Por supuesto. Claro que sí.
¿Su voluntad es “libre”? De ninguna manera. Bueno, sí es “libre” para pecar. Pero definitivamente no es “libre” para obedecer los mandamientos de Dios. ¿Qué es el hombre sin el Espíritu Santo sino carne? ¿Y qué desea la carne sino rebelarse contra su Creador (Romanos 8:7)?
Este año 2025 celebramos el 500º aniversario del libro teológico más importante del ministerio de Martín Lutero. Se llama (en latín) ‘De servo arbitrio’. En español, se traduce como ‘De la esclavitud de la voluntad’.
El reformador se vio obligado a redactar la obra para oponerse a un libro del humanista católico llamado Erasmo de Rotterdam publicando el año anterior (1524). En aquella obra, titulada, ‘De la libertad de la voluntad’, el holandés defendió el mal llamado “libre” albedrío apelando a filósofos, a la razón humana y una deducción supuestamente bíblica, esto es, que si Dios nos da su ley, significa que podemos cumplirla. La filosofía de Erasmo se puede resumir en la siguiente frase: “Deber es poder”. Por medio de la ley, pues, es el conocimiento de nuestra capacidad.
Lutero, sin embargo, derriba la filosofía erasmiana apelando a la declaración apostólica de Pablo en Romanos 3:20: “Por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. La ley, lejos de enseñarnos sobre nuestra capacidad, nos habla sobre nuestra corrupción e incapacidad para que perdamos toda nuestra confianza en nosotros mismos. La única esperanza para el pecador, pues, no reside en su voluntad, sino únicamente en la gracia salvadora de Dios.
Por esta razón, la Reforma comenzó predicando con gran gozo la doctrina de “sola gratia”, a saber, que la salvación es única y exclusivamente por la gracia de Dios. No nacemos de nuevo por nuestra voluntad, sino por la voluntad del Dios Todopoderoso (Juan 1:13; Santiago 1:18).
Espero que esta nueva predicación os bendiga sobremanera. Y os animaría a comprar un ejemplar de ‘De servo arbitrio’ para aprender más sobre la naturaleza corrupta de la voluntad humana y el poder omnipotente de la gracia del Dios trinitario.
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