El corazón natural del hombre después de la caída está endurecido contra Dios. Es por eso que necesitamos nacer de nuevo con un corazón regenerado por el Espíritu Santo. Ese es el primer paso de la conversión. El Espíritu Santo nos da fe en las promesas de Dios y empieza a santificarnos. Dios no hace esta obra en nosotros porque éramos dignos de tanta gracia. De hecho, no hay nada que contribuimos a nuestra salvación. El hecho de que tenemos salvación se debe exclusivamente a Dios de manera que no podemos jactarnos.
El corazón natural del hombre después de la caída está endurecido contra Dios. Es por eso que necesitamos nacer de nuevo con un corazón regenerado por el Espíritu Santo. Ese es el primer paso de la conversión. El Espíritu Santo nos da fe en las promesas de Dios y empieza a santificarnos. Dios no hace esta obra en nosotros porque éramos dignos de tanta gracia. De hecho, no hay nada que contribuimos a nuestra salvación. El hecho de que tenemos salvación se debe exclusivamente a Dios de manera que no podemos jactarnos.