Hace tiempo escuche estos sermones del Pastor Dawlin Ureña y con ellos realmente se terminó de ganar mi respeto y admiración, porque pensaba que existía la posibilidad de que un gran hombre de Dios como él (Ureña) fuera calvinista como es el caso de otros pastores a quienes admiro y con quienes estoy de acuerdo en casi todo su pensamiento doctrinal.
Lamentablemente,
una de las muchas aguas de la gran ramera, metido en
un sitio calvinista, hablando mal del calvinismo, haciendo propaganda a Calvino, usando las mismas gradas del calvinismo y el arminismo, todos lejos de la Palabra. Y como dicen los del Vaticano:
hijos de los católicos. Dónde quedará el galardón de este ¨pastor¨ Ureña?
1Co_3:15 Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; si bien él mismo será salvo, aunque así como a través del fuego.
Parándose
frente a hermanos de los que forman parte de la Iglesia de Cristo (sólo Dios sabe), hablando
sus propias doctrinas, mezclando obras y fe,
minimizando el Poder de Dios, sin delimitar ni trazar la Palabra, malusándola, desde
un atril,
para desacreditar a personas, a las cuáles increíblemente llama hermanos, pero claramente cree todo lo contrario. Una contradicción tras otra.
Se autodenomina ¨cristista¨ y
predica un ¨Sermón¨ en
un templo, me imagino evangélico (es muy difícil diferenciarlo de uno católico), frente a una
congregación pasiva, posiblemente de una
organización piramidal, hablando de sus deseos de matar, de drogarse, de adulterar y hasta de suicidarse. De la misma manera, que posee todas estas cosas en el corazón, lo habla la boca:
Luc_6:45 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malvado saca lo malvado, porque de la abundancia de corazón habla su boca.
Realmente, reviso poco, o nada, de videos colgados en el Foro. Puede ser una virtud, o mi error. Fue duro escuchar alguien que aseguro debe nacer de nuevo o arrepentirse. Solo saqué de enseñanza, en 30 minutos, una cosa: NO exhortó, ni consoló ni edificó:
1Co 14:3 Pero el que profetiza, habla a los hombres para edificación y exhortación, y consuelo.
Hubiese preferido que hablara en lenguas (con interprete, por supuesto) y tal vez me hubiese resultado edificante.