A efectos de aclaración (ya que muchos son los calumniadores que me atribuyen dichos que nunca dije):
1. Nunca le he dicho a nadie: "Ponte la inyección o no la tomes". Esa nunca ha sido mi intención. Mi intención es bastante simple: arrojar luz sobre las muchas verdades inconvenientes que los líderes de los medios dominantes intentan censurar y mantener ocultas. Como pastor, nunca he usado la autoridad del púlpito para siquiera tocar este tema y decirle a la gente: "tome o no tome estas inyecciones". Tengo familiares y hermanos queridos en la fe, que han tomado estas inyecciones. Yo no los juzgo. Sin embargo, mi esperanza es que también ellos no me juzguen a mí ni a mi casa por rehusarnos a tomar estas presentes inyecciones.
2. Mi causa es la libertad: libertad de conciencia, libertad de elección (consentimiento informado) y, sobre todo, libertad para vivir fielmente a nuestra fe Cristiana. El más mínimo análisis de la historia te mostrará que el totalitarismo no es una condición rara, por lo contrario, es la norma de nuestra especie humana. Y contrariamente a la creencia popular, el totalitarismo surge casi siempre con apoyo popular. ¿Por qué? Por el miedo: el miedo es una herramienta política eficaz para controlar a las masas. No todo miedo es necesariamente malo: es bueno, tener un sentido básico de miedo a la muerte, es lo que nos impide saltar frente a un tren en transición o nos mueve a evitar un gran incendio. Pero no es bueno cuando este instinto de supervivencia se convierte en un miedo paralizante, por el cual rendimos todas nuestras libertades a los gobiernos, somos despojados de nuestra capacidad para pensar críticamente y cuestionar de forma independiente las autoridades, solo para conseguir una semblanza de seguridad, cuando en realidad no lo estamos. Debemos ser calculados en nuestros riesgos, no obsesivos, ni mucho menos rendirlos a la "clase experta", pues así es precisamente como se prepara el terreno para la tiranía.
3. Por último, seré franco: no me importa en lo mínimo lo que te pongas en tu cuerpo. Soy esposo y padre, mi responsabilidad es para con mi esposa y mis hijos. DIOS me ha llamado a velar sobre ellos y su bienestar. Cierto, también estoy llamado a amar al prójimo y desear el bien de mi vecino, pero en últimas cuentas, no estoy llamado a micro-manejar su vida y ser responsable de sus elecciones. ¿Crees que las corporaciones internacionales no se mueven principalmente por la codicia, que las cabecillas de los medios dominantes te hablan con la verdad y que los gobiernos se mueven por un deseo altruista de velar por nuestro bienestar? Adelante, eres libre de creer en los cuentos de hadas. ¿Quieres un tercer o cuarto refuerzo para sentirte seguro? Adelante: es su cuerpo, no el mío. Pero asegúrate de darme a mí y a los demás la misma libertad, la libertad de aceptar o rechazar cualquier tratamiento que se nos ofrezca, sin miedo a la coacción, la pérdida de derechos esenciales y la marginación social total. De otra manera, deja la hipocresía cuando dices: "Oh, no lo hice solo por mí, lo hice por mi vecino ... porque amo a mi prójimo". Sea honesto con tus verdaderos sentimientos: lo hiciste por miedo y no tendrías ningún problema con que los gobiernos usen toda la fuerza del estado para aislar y castigar a aquellos que no siguen tu miedo. De nuevo, así es como se gestan los regímenes totalitarios.
En resumidas cuentas: eres libre de elegir. Yo también. Vive con las consecuencias de tus elecciones, yo viviré con las mías.
¡Que bella es la libertad, pero aún más, la verdad!