Sumergirse en el estudio del Nuevo Testamento es adentrarse en un fascinante entramado de culturas y lenguajes. Al leer sus páginas, nos enfrentamos a preguntas cruciales que desafían nuestra comprensión: ¿Cómo influye la mentalidad hebrea en la escritura en griego? ¿Qué efecto tiene esto en la interpretación y la traducción de los textos? Este apasionante enigma, conocido como “transferencia lingüística”, se encuentra en el corazón del análisis bíblico y puede cambiar la forma en que entendemos las Escrituras.
La amalgama de culturas y lenguas que convergen en estas escrituras revela la complejidad de la interacción entre las mentalidades hebreas y las palabras griegas, y cómo la adopción del griego por parte de los escritores hebreos influyó en la manera en que expresaron sus pensamientos y creencias.
Ignorar este fenómeno no solo conduce a interpretaciones simplistas y descontextualizadas de los textos, sino que también pone en peligro la apreciación de la profundidad y la riqueza de las ideas teológicas y filosóficas que yacen en el corazón de estos escritos sagrados.
A través de un examen riguroso y meticuloso, este artículo busca iluminar acerca de la importancia de reconocer y comprender la transferencia lingüística en el Nuevo Testamento, y cómo tenerla en cuenta es crucial para desentrañar los matices y la diversidad cultural de este legado judío milenario.
Aclaración: no tengo afinidad ni filiación con movimientos mesiánicos
La transferencia lingüística ocurre cuando una persona que habla un idioma (su lengua materna) aprende un segundo idioma y tiende a aplicar las estructuras gramaticales, el vocabulario, la pronunciación y otros aspectos de su lengua materna al nuevo idioma. Esto puede deberse a la influencia de las estructuras mentales y los patrones de pensamiento que se desarrollaron a partir de su experiencia con su lengua materna.
Cada idioma tiene sus propias reglas gramaticales, estructuras y modismos, lo que puede dar lugar a diferentes formas de pensar y percibir el mundo. La hipótesis Sapir-Whorf sugiere que la lengua que uno habla influye en la forma en que se piensa y se experimenta el mundo. Aunque esta teoría ha sido objeto de debate, hay cierta evidencia que respalda la idea de que el lenguaje puede influir en la cognición y la percepción.
Otro ejemplo es el de los hablantes de chino que aprenden inglés. El chino es un idioma tonal, y la entonación puede cambiar el significado de una palabra. Cuando los hablantes de chino aprenden inglés, pueden tener dificultades para adaptarse a la entonación en inglés, lo que puede dar como resultado una pronunciación que refleje la entonación de su lengua materna.
La transferencia lingüística y las diferencias en la percepción y el pensamiento pueden hacer que los hablantes de un segundo idioma apliquen la mentalidad y la lógica de su lengua materna al nuevo idioma. Sin embargo, a medida que uno se vuelve más competente en el segundo idioma, estas influencias pueden disminuir y el hablante puede adoptar más plenamente las estructuras y patrones de pensamiento del nuevo idioma.
La mentalidad hebrea de los judíos del primer siglo se evidencia en la forma en que está plasmado el griego en las cartas y tratados. Ya sea que los escribieron en griego koiné o que fueron traducidos tempranamente para su difusión.
El Nuevo Testamento se encuentra escrito en griego koiné, un dialecto del griego antiguo utilizado como lengua franca en todo el Mediterráneo oriental. Los autores en el Nuevo Testamento eran judíos que tenían el arameo y el hebreo como lengua materna, y su mentalidad y forma de pensar influyeron en su escritura en griego.
La estructura de las bienaventuranzas en el Sermón del Monte es similar a la literatura de sabiduría hebrea, como los Salmos y Proverbios.
Aquí, Jesús cita el Salmo 22:1 en arameo, y la traducción al griego podría indicar que originalmente fue escrito en lengua semítica, y se tuvo que traducir al griego.
La gramática del griego koiné en el Nuevo Testamento a menudo refleja estructuras hebreas o arameas, como el uso de conjunciones para unir oraciones o la repetición de palabras para énfasis.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo la mentalidad hebrea y las estructuras lingüísticas pueden haber influido en la escritura en griego. Aunque el Nuevo Testamento se halla escrito en griego, es importante tener en cuenta el trasfondo cultural y lingüístico de sus autores para una interpretación adecuada y comprensión de su mensaje.
Aquí hay un ejemplo paralelo del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento para comparar el uso de conjunciones:
Génesis 1:1-3 (Texto hebreo):
Juan 1:1-5 (Texto griego):
Es fundamental considerar que la mentalidad del escritor detrás de cada frase y oración es un hebreo observante de su cultura. Los escritores del Nuevo Testamento, siendo judíos, se aferraron a su cultura y resistieron la asimilación helenística del primer siglo. Al ignorar este contexto cultural, se corre el riesgo de malinterpretar pasajes clave.
Pretender que el texto griego refleja la cultura griega puede despojar a los versículos de su significado más fiel.
En la cultura griega, existen diferentes palabras para expresar el amor, como “ἔρως” (eros), “φιλία” (philia) y “ἀγάπη” (agape). Sin embargo, es la mentalidad hebrea acerca del אַהֲבָה (ahavá) como un compromiso y una acción leal lo que le otorgó el matiz que hoy se le atribuye a esa palabra griega en el cristianismo. Al interpretar el término “ἀγάπη” desde una perspectiva puramente griega, podríamos perder el sentido hebreo más profundo del amor como un compromiso y fidelidad inquebrantable.
La palabra griega “πίστις” (pistis) puede entenderse como fe, confianza o fidelidad. En la mentalidad hebrea, la fe implica no solo creer en algo, sino también actuar en consecuencia y ser leal a ese compromiso. Al interpretar “πίστις” desde una perspectiva puramente griega, podríamos perder la conexión entre la fe y la acción que es fundamental en la comprensión hebrea.
Abraham es descrito como “justificado” (δικαιόω, dikaioō) en Romanos 4:2-3. Sin embargo, el verbo griego “λογίζομαι” (logizomai) se utiliza aquí para describir cómo se le atribuye a Abraham la justicia. Este verbo tiene raíces en la mentalidad hebrea y se relaciona con el concepto de “contar” o “imputar” algo a alguien. Al no considerar esta conexión con el pensamiento hebreo, podríamos perder el significado completo de cómo la justicia se atribuye a Abraham.
En conclusión, es crucial tener en cuenta la mentalidad y la cultura hebrea de los escritores del Nuevo Testamento al interpretar el texto griego. Al hacerlo, podemos obtener una comprensión más profunda y precisa de los significados y matices que de otro modo podrían pasarse por alto.
En hebreo, “אֲדֹנָ-י” (Adon-ai) es una forma específica y reverente de dirigirse a Dios, mientras que “אָדוֹן” (adón) se emplea para referirse a un señor, amo o jefe humano. Los escritores hebreos del Nuevo Testamento, al encontrarse con la limitación de una sola palabra griega “κύριος” (kyrios) para expresar ambos conceptos, pudieron haber experimentado dificultad al tratar de transmitir las diferencias que existen en su lengua materna.
Esta ambigüedad en el uso de “κύριος” (kyrios) puede llevar a interpretaciones erróneas o ambiguas de algunos versículos. Por ejemplo:
En Romanos 10:9, se lee: “Si confiesas con tu boca que Jesús es el señor (κύριος) y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo”. Aquí, la palabra “κύριος” se usa para referirse a Jesús, pero también puede ser interpretada como una referencia a Dios (אֲדֹנָ-י) en lugar de un señor humano (אָדוֹן), lo que genera confusión.
En 1 Corintios 8:6, se lee: “Para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y para quien vivimos; y un señor (κύριος), Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”. En este caso, la palabra “κύριος” se utiliza para referirse a Jesús, pero de nuevo, sin una distinción clara entre “אֲדֹנָ-י” y “אָדוֹן”, puede llevar a interpretaciones erróneas sobre la naturaleza de Jesús y su relación con Dios.
Es importante, al traducir e interpretar estos pasajes, tener en cuenta la mentalidad y cultura hebraica de los autores, o traductores al griego del Nuevo Testamento y reconocer que su uso del griego se vio influenciado por su lengua materna. Esto permite abordar de manera más precisa las interpretaciones teológicas y doctrinales en función del contexto y del trasfondo cultural de los escritores.
En el Nuevo Testamento, “κύριος” (kyrios) se utiliza en varias ocasiones para referirse a personas distintas de Jesús. Estos son algunos ejemplos:
En Mateo 20:8, “κύριος” se usa para referirse al dueño de una viña:
Si interpretáramos “κύριος” como el hebreo “אֲדֹנָ-י” (Adon-ai) en lugar de “אָדוֹן” (adón), estaríamos atribuyendo el papel de dueño de la viña a Dios en lugar de a un señor humano, lo que anula la necesidad de la parábola.
Hechos 16:16-17:
En este caso, el término “κυρίοις” se utiliza en el versículo 16 para referirse a los amos de la esclava. Si interpretáramos “κυρίοις” como el hebreo “אֲדֹנָ-י” (Adon-ai) en lugar de “אָדוֹן” (adón), estaríamos atribuyendo un carácter divino a los amos de la esclava, lo que no es adecuado en este contexto. La interpretación correcta aquí es considerar “κυρίοις” como “אָדוֹן” (adón), es decir, señores humanos o amos.
Estos ejemplos demuestran que es importante distinguir entre el uso de “κύριος” en referencia a Dios y su uso en referencia a seres humanos. La falta de distinción entre “אֲדֹנָ-י” (Adon-ai) y “אָדוֹן” (adón) en el griego puede llevar a interpretaciones erróneas y afectar la comprensión de los pasajes bíblicos.
La ambigüedad en el uso de “κύριος” en el Nuevo Testamento puede hacer peligrar la integridad narrativa y la coherencia temática en relación con el Tanaj o “Antiguo Testamento”. La falta de distinción entre “אֲדֹנָ-י” y “אָדוֹן” en el uso de “κύριος” puede llevar a interpretaciones erróneas que no concuerden con el contexto y la enseñanza del Tanaj.
Por ejemplo, si atribuimos el título “אֲדֹנָ-י” (Adon-ai) a personajes humanos en el Nuevo Testamento, podríamos estar asignándoles una posición divina que no corresponde con la enseñanza del Tanaj, donde “אֲדֹנָ-י” se reserva exclusivamente para Dios.
Conclusión
Es esencial tener en cuenta la mentalidad hebrea de los escritores del Nuevo Testamento y reconocer la influencia de su lengua materna en el uso del griego. Esto nos permitirá interpretar de manera más precisa los pasajes y mantener la coherencia temática y narrativa entre el Nuevo Testamento y el Tanaj.
Propósito de este estudio
En el intrincado paisaje de la comunicación y la traducción de textos antiguos, el fenómeno de la transferencia lingüística en el Nuevo Testamento es un tema fascinante y esencial para aquellos que buscan comprender el rico legado de la historia bíblica.La amalgama de culturas y lenguas que convergen en estas escrituras revela la complejidad de la interacción entre las mentalidades hebreas y las palabras griegas, y cómo la adopción del griego por parte de los escritores hebreos influyó en la manera en que expresaron sus pensamientos y creencias.
Ignorar este fenómeno no solo conduce a interpretaciones simplistas y descontextualizadas de los textos, sino que también pone en peligro la apreciación de la profundidad y la riqueza de las ideas teológicas y filosóficas que yacen en el corazón de estos escritos sagrados.
A través de un examen riguroso y meticuloso, este artículo busca iluminar acerca de la importancia de reconocer y comprender la transferencia lingüística en el Nuevo Testamento, y cómo tenerla en cuenta es crucial para desentrañar los matices y la diversidad cultural de este legado judío milenario.
Aclaración: no tengo afinidad ni filiación con movimientos mesiánicos
Este artículo busca ofrecer una visión equilibrada y académica sobre la transferencia lingüística en el Nuevo Testamento. Es imperativo aclarar que no estoy afiliado ni respaldo de ninguna manera a los movimientos mesiánicos. Estos grupos, a menudo, presentan interpretaciones distorsionadas y alienadas que, aunque pueden utilizar terminologías del argot judío, perpetúan la misma carga doctrinal errónea que me esfuerzo por desmontar en este trabajo.
Qué es la transferencia lingüística
La transferencia lingüística ocurre cuando una persona que habla un idioma (su lengua materna) aprende un segundo idioma y tiende a aplicar las estructuras gramaticales, el vocabulario, la pronunciación y otros aspectos de su lengua materna al nuevo idioma. Esto puede deberse a la influencia de las estructuras mentales y los patrones de pensamiento que se desarrollaron a partir de su experiencia con su lengua materna.Cada idioma tiene sus propias reglas gramaticales, estructuras y modismos, lo que puede dar lugar a diferentes formas de pensar y percibir el mundo. La hipótesis Sapir-Whorf sugiere que la lengua que uno habla influye en la forma en que se piensa y se experimenta el mundo. Aunque esta teoría ha sido objeto de debate, hay cierta evidencia que respalda la idea de que el lenguaje puede influir en la cognición y la percepción.
Influencia de la lengua materna en un segundo idioma
Un ejemplo de cómo la mentalidad de la lengua materna puede influir en el aprendizaje de un segundo idioma es el caso de los hablantes de español que aprenden inglés. En español, la asignación de género a sustantivos es común, y los hablantes de español pueden tener dificultades para adaptarse a la falta de género en los sustantivos en inglés. Por lo tanto, pueden aplicar incorrectamente reglas de género a los sustantivos en inglés.Otro ejemplo es el de los hablantes de chino que aprenden inglés. El chino es un idioma tonal, y la entonación puede cambiar el significado de una palabra. Cuando los hablantes de chino aprenden inglés, pueden tener dificultades para adaptarse a la entonación en inglés, lo que puede dar como resultado una pronunciación que refleje la entonación de su lengua materna.
Pensamiento y lógica del idioma materno en el segundo idioma
En términos de pensamiento y lógica, puede haber diferencias en cómo se expresan las ideas en diferentes idiomas. Por ejemplo, los hablantes de lenguas indoeuropeas (como el inglés, el español o el alemán) suelen organizar el tiempo linealmente, mientras que los hablantes de lenguas como el hopi, una lengua nativa americana, pueden percibir el tiempo de manera más cíclica. Estas diferencias pueden influir en cómo se expresan las ideas en un segundo idioma.La transferencia lingüística y las diferencias en la percepción y el pensamiento pueden hacer que los hablantes de un segundo idioma apliquen la mentalidad y la lógica de su lengua materna al nuevo idioma. Sin embargo, a medida que uno se vuelve más competente en el segundo idioma, estas influencias pueden disminuir y el hablante puede adoptar más plenamente las estructuras y patrones de pensamiento del nuevo idioma.
La huella del hebreo en el Nuevo Testamento
La mentalidad hebrea de los judíos del primer siglo se evidencia en la forma en que está plasmado el griego en las cartas y tratados. Ya sea que los escribieron en griego koiné o que fueron traducidos tempranamente para su difusión.El Nuevo Testamento se encuentra escrito en griego koiné, un dialecto del griego antiguo utilizado como lengua franca en todo el Mediterráneo oriental. Los autores en el Nuevo Testamento eran judíos que tenían el arameo y el hebreo como lengua materna, y su mentalidad y forma de pensar influyeron en su escritura en griego.
Ejemplos de la influencia semítica en el Nuevo Testamento
Hay varios ejemplos en el Nuevo Testamento en los que la influencia del pensamiento y las estructuras hebreas o arameas se puede apreciar en el texto griego. Algunos ejemplos incluyen:Mateo 5:3: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.
La estructura de las bienaventuranzas en el Sermón del Monte es similar a la literatura de sabiduría hebrea, como los Salmos y Proverbios.
Marcos 15:34: “Y a la hora nona, Jesús clamó a gran voz, diciendo: ¡Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?!, que traducido es: ¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?!”.
Aquí, Jesús cita el Salmo 22:1 en arameo, y la traducción al griego podría indicar que originalmente fue escrito en lengua semítica, y se tuvo que traducir al griego.
Influencia hebrea en la gramática del Nuevo Testamento
La gramática del griego koiné en el Nuevo Testamento a menudo refleja estructuras hebreas o arameas, como el uso de conjunciones para unir oraciones o la repetición de palabras para énfasis.Estos son solo algunos ejemplos de cómo la mentalidad hebrea y las estructuras lingüísticas pueden haber influido en la escritura en griego. Aunque el Nuevo Testamento se halla escrito en griego, es importante tener en cuenta el trasfondo cultural y lingüístico de sus autores para una interpretación adecuada y comprensión de su mensaje.
Ejemplos:
- Hechos 2:14-36: En el discurso de Pedro en Pentecostés, la estructura y estilo de la oratoria están fuertemente influenciados por la retórica hebrea y la tradición profética. Pedro cita varias veces el Antiguo Testamento y enlaza las citas utilizando conjunciones, una característica común en la prosa hebrea.
- Romanos 8:31-39: En este pasaje, el apóstol Pablo emplea una serie de preguntas retóricas y respuestas en un estilo similar al de la literatura profética hebrea. La estructura de este pasaje y la repetición de ciertas palabras y frases para enfatizar los puntos principales también reflejan la influencia de la gramática hebrea.
- 1 Corintios 13:4-7: En este conocido pasaje sobre el amor, Pablo usa una serie de verbos en presente para describir las características del amor. La estructura paralela y repetitiva de estos versículos es similar a la poesía hebrea, particularmente en los Salmos y Proverbios.
- Hebreos 1:1-4: En la introducción de la carta a los Hebreos, el autor utiliza una estructura gramatical que se asemeja a la prosa hebrea. El pasaje se inicia con una construcción participial y emplea un estilo retórico y repetitivo en la descripción de Jesucristo como el resplandor de la gloria de Dios.
La conjunción hebrea “ו” (vav) y la conjunción griega “καὶ” (kai):
El griego koiné del Nuevo Testamento a menudo utiliza la conjunción “καὶ” (kai) de manera similar a cómo el hebreo utiliza la conjunción “ו” (vav). En el hebreo, la conjunción “vav” se usa para unir palabras, frases y oraciones, lo que puede dar lugar a una estructura de paralelismo y repetición característica de la prosa hebrea. En el griego del Nuevo Testamento, “καὶ” se usa de manera similar, lo que indica la influencia de la gramática hebrea.Aquí hay un ejemplo paralelo del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento para comparar el uso de conjunciones:
Génesis 1:1-3 (Texto hebreo):
Juan 1:1-5 (Texto griego):
El trasfondo hebreo del Nuevo Testamento
El riesgo de interpretar el texto griego del Nuevo Testamento sin tener en cuenta la mentalidad hebrea de los escritores es que se pueden pasar por alto matices y significados importantes. La gramática y semántica griega pueden afectar la traducción e interpretación de versículos, especialmente cuando se utilizan términos y construcciones que tienen raíces y paralelismos en el hebreo.Es fundamental considerar que la mentalidad del escritor detrás de cada frase y oración es un hebreo observante de su cultura. Los escritores del Nuevo Testamento, siendo judíos, se aferraron a su cultura y resistieron la asimilación helenística del primer siglo. Al ignorar este contexto cultural, se corre el riesgo de malinterpretar pasajes clave.
Si se ignora el trasfondo hebreo
Pretender que el texto griego refleja la cultura griega puede despojar a los versículos de su significado más fiel.El concepto de “ἀγάπη” (agape) en el Nuevo Testamento:
En la cultura griega, existen diferentes palabras para expresar el amor, como “ἔρως” (eros), “φιλία” (philia) y “ἀγάπη” (agape). Sin embargo, es la mentalidad hebrea acerca del אַהֲבָה (ahavá) como un compromiso y una acción leal lo que le otorgó el matiz que hoy se le atribuye a esa palabra griega en el cristianismo. Al interpretar el término “ἀγάπη” desde una perspectiva puramente griega, podríamos perder el sentido hebreo más profundo del amor como un compromiso y fidelidad inquebrantable.El uso de “πίστις” (pistis) para la fe:
La palabra griega “πίστις” (pistis) puede entenderse como fe, confianza o fidelidad. En la mentalidad hebrea, la fe implica no solo creer en algo, sino también actuar en consecuencia y ser leal a ese compromiso. Al interpretar “πίστις” desde una perspectiva puramente griega, podríamos perder la conexión entre la fe y la acción que es fundamental en la comprensión hebrea.La interpretación de “λογίζομαι” (logizomai) en Romanos 4:
Abraham es descrito como “justificado” (δικαιόω, dikaioō) en Romanos 4:2-3. Sin embargo, el verbo griego “λογίζομαι” (logizomai) se utiliza aquí para describir cómo se le atribuye a Abraham la justicia. Este verbo tiene raíces en la mentalidad hebrea y se relaciona con el concepto de “contar” o “imputar” algo a alguien. Al no considerar esta conexión con el pensamiento hebreo, podríamos perder el significado completo de cómo la justicia se atribuye a Abraham.En conclusión, es crucial tener en cuenta la mentalidad y la cultura hebrea de los escritores del Nuevo Testamento al interpretar el texto griego. Al hacerlo, podemos obtener una comprensión más profunda y precisa de los significados y matices que de otro modo podrían pasarse por alto.
El griego no distingue entre “Señor” y “señor”
En hebreo, “אֲדֹנָ-י” (Adon-ai) es una forma específica y reverente de dirigirse a Dios, mientras que “אָדוֹן” (adón) se emplea para referirse a un señor, amo o jefe humano. Los escritores hebreos del Nuevo Testamento, al encontrarse con la limitación de una sola palabra griega “κύριος” (kyrios) para expresar ambos conceptos, pudieron haber experimentado dificultad al tratar de transmitir las diferencias que existen en su lengua materna.Esta ambigüedad en el uso de “κύριος” (kyrios) puede llevar a interpretaciones erróneas o ambiguas de algunos versículos. Por ejemplo:
En Romanos 10:9, se lee: “Si confiesas con tu boca que Jesús es el señor (κύριος) y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo”. Aquí, la palabra “κύριος” se usa para referirse a Jesús, pero también puede ser interpretada como una referencia a Dios (אֲדֹנָ-י) en lugar de un señor humano (אָדוֹן), lo que genera confusión.
En 1 Corintios 8:6, se lee: “Para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y para quien vivimos; y un señor (κύριος), Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”. En este caso, la palabra “κύριος” se utiliza para referirse a Jesús, pero de nuevo, sin una distinción clara entre “אֲדֹנָ-י” y “אָדוֹן”, puede llevar a interpretaciones erróneas sobre la naturaleza de Jesús y su relación con Dios.
El griego “κύριος” (kyrios) es genérico
Es importante, al traducir e interpretar estos pasajes, tener en cuenta la mentalidad y cultura hebraica de los autores, o traductores al griego del Nuevo Testamento y reconocer que su uso del griego se vio influenciado por su lengua materna. Esto permite abordar de manera más precisa las interpretaciones teológicas y doctrinales en función del contexto y del trasfondo cultural de los escritores.En el Nuevo Testamento, “κύριος” (kyrios) se utiliza en varias ocasiones para referirse a personas distintas de Jesús. Estos son algunos ejemplos:
En Mateo 20:8, “κύριος” se usa para referirse al dueño de una viña:
“Cuando cayó la tarde, el señor (κύριος) de la viña dijo a su capataz: «Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos contratados hasta los primeros»”.
Si interpretáramos “κύριος” como el hebreo “אֲדֹנָ-י” (Adon-ai) en lugar de “אָדוֹן” (adón), estaríamos atribuyendo el papel de dueño de la viña a Dios en lugar de a un señor humano, lo que anula la necesidad de la parábola.
Hechos 16:16-17:
“Un día, mientras íbamos al lugar de oración, nos encontramos con una esclava que tenía un espíritu de adivinación y proporcionaba una gran ganancia a sus amos mediante la adivinación. Esta mujer siguió a Pablo y a nosotros, gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian el camino de la salvación»”.
En este caso, el término “κυρίοις” se utiliza en el versículo 16 para referirse a los amos de la esclava. Si interpretáramos “κυρίοις” como el hebreo “אֲדֹנָ-י” (Adon-ai) en lugar de “אָדוֹן” (adón), estaríamos atribuyendo un carácter divino a los amos de la esclava, lo que no es adecuado en este contexto. La interpretación correcta aquí es considerar “κυρίοις” como “אָדוֹן” (adón), es decir, señores humanos o amos.
La ambigüedad en el uso de “κύριος” en el Nuevo Testamento
Estos ejemplos demuestran que es importante distinguir entre el uso de “κύριος” en referencia a Dios y su uso en referencia a seres humanos. La falta de distinción entre “אֲדֹנָ-י” (Adon-ai) y “אָדוֹן” (adón) en el griego puede llevar a interpretaciones erróneas y afectar la comprensión de los pasajes bíblicos.La ambigüedad en el uso de “κύριος” en el Nuevo Testamento puede hacer peligrar la integridad narrativa y la coherencia temática en relación con el Tanaj o “Antiguo Testamento”. La falta de distinción entre “אֲדֹנָ-י” y “אָדוֹן” en el uso de “κύριος” puede llevar a interpretaciones erróneas que no concuerden con el contexto y la enseñanza del Tanaj.
Por ejemplo, si atribuimos el título “אֲדֹנָ-י” (Adon-ai) a personajes humanos en el Nuevo Testamento, podríamos estar asignándoles una posición divina que no corresponde con la enseñanza del Tanaj, donde “אֲדֹנָ-י” se reserva exclusivamente para Dios.
Conclusión
Es esencial tener en cuenta la mentalidad hebrea de los escritores del Nuevo Testamento y reconocer la influencia de su lengua materna en el uso del griego. Esto nos permitirá interpretar de manera más precisa los pasajes y mantener la coherencia temática y narrativa entre el Nuevo Testamento y el Tanaj.