Uno de los problemas que se presentaron en la mentalidad judía, acostumbrada a regirse por la ley de Moisés con respecto a Cristo...fue su propia justicia...ni aún Saulo de Tarso escapó a esta trampa...leemos:
Php 3:6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.
Saulo se conducía ufano, lleno de soberbia amontonando víctimas como trofeos en su persecución implacable, igual que el judío de la antiguedad que creía que le estaba haciendo un bien al Altísimo cuando amontonaba el "sebo de animales gordos" sobre su altar, el altar del "Dios que ha hecho al mundo y todas las cosas que hay en él".
Dios había amonestado este tipo de conducta, de esta manera:
Isa 1:11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.
Luego de su encuentro con el Señor...tuvo que aprender con respecto a la ley lo siguiente:
Php 3:9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
Php 3:10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,