Re: El cerdo y los camarones.
Para la mayoría de la gente, la forma de contacto más directa con los demás animales se produce a la hora de comer: se los come. Pero lo que muy pocos saben es que detrás de esa sencilla comida sin aparente importancia hay mucho sufrimiento, un sinfín de seres (sensibles como nosotros), confinados, explotados y torturados, convertidos en simples máquinas productivas destinadas a morir.
Las granjas industriales de cría intensiva y los mataderos, lejos de ser confortables hoteles para animales felices que nos muestran los anuncios o los cuentos de los niños, son lugares infernales donde campan el horror, la enfermedad y la muerte. Los animales de consumo son amontonados de por vida en habitáculos tan mínimos que literalmente no pueden moverse, cuanto menos tenderse, ni siquiera darse la vuelta, ya que se trata de obtener el máximo engorde en el menor tiempo. El aire que respiran es un hedor cargado de las sustancias tóxicas de sus desechos. Su alimento son piensos artificiales cargados de hormonas y toda clase de desechos de matadero. Las condiciones son tan dantescas que los desesperados animales tienden a automutilarse o al canibalismo: por ello a las gallinas se les corta su sensible pico, o a los cerdos el rabo (para que no se lo muerdan unos a otros). Las enfermedades son continuas, por lo cual se les satura de antibióticos desde su nacimiento (así, la industria farmacéutica, destina a este fin la mitad de su facturación mundial). Todo esto es válido tanto para animales "de carne" como de producción láctea o de huevos, a los cuales se mata igualmente para hacer hamburguesas o comida para mascotas cuando dejan de producir lo suficiente.
Las piscifactorías son el equivalente acuático de las granjas intensivas de ganado. y se han convertido en una industria multimillonaria. Cerca de la mitad del salmón, el 40% de los moluscos, y el 65% del pescado de agua dulce que se consumen hoy en día, proceden de esta modalidad. Los peces sufren el hacinamiento, la sobremedicación y la imposibilidad de desarrollar sus instintos naturales.
Como vemos, bajo estas condiciones, muy, muy resumidas, es imposible que los animales, inmovilizados hasta su muerte, puedan desarrollar sus instintos naturales, como la búsqueda de alimento, la relación con los demás individuos de su especie o el apareamiento (la inseminación es una violación mecánica y las crías son separadas de sus madres a los pocos días para iniciar un nuevo ciclo). Después viene el transporte al matadero y la muerte, en condiciones igualmente espantosas. De esta manera "viven" y mueren los animales de abasto; sólo en España se sacrificaron en 1997, según el MAPA, casi 2'5 millones de vacas, 19 millones de ovejas, más de 30 millones de cerdos y unos 660 millones de aves. En todo el mundo se estima que mueren cada año unos 44.000 millones de individuos animales en los mataderos, unos 100.000 millones de individuos si contamos los peces. ¿Es necesaria esta masacre?