SOBRE LOS SITIOS DE REUNIÓN PARA ADORAR AL DIOS ALTÍSIMO
Base bíblica:
Mat 18:20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
PARA LOS CATÓLICOS ROMANISTAS DEL TEMA
1. Sebas S.
2. M1st1co, el católico enmascarado. Simboliza los pecados ocultos del Vaticano.
3. Jorge Enrique, de vieja data.
4. La señora Sandra, con menos de un año en el foro.
5. Valencia, y hasta paisano mío.
6. norah02, una de las más antiguas y aún no se ha convertido al Señor.
Quiero llamar la atención de estos seis foristas sobre lo que enseña la Escritura, en lo que respecta al lugar de reunión en el pasado, en el presente y en el futuro.
EN EL PASADO
En el libro del Éxodo, el cual narra la liberación del pueblo de Dios, cautivo por varios siglos en Egipto, y sacado de esta esclavitud, mediante las señales y maravillas que Dios hizo ante los ojos de Faraón para que dejara ir a su pueblo.
Donde se enfatiza la noche anterior al éxodo, la sangre de un cordero, puesta sobre los dinteles y los postes de las puertas de las casas de los hebreos, con el fin de salvaguardar su primogénito al paso del ángel destructor:
Éxo_12:13 Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.
Una vez libres, Dios le mostró a su siervo Moisés, el diseño del tabernáculo de reunión, con la siguiente advertencia:
Éxo 25:40 Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.
Ningún detalle del Tabernáculo fue fruto de la imaginación humana, como tampoco el ordenamiento de la asamblea local es resultado de los razonamientos y las conjeturas de los hombres.
Así acabó Moisés la obra. Entonces una nube cubrió el Tabernáculo de reunión… y la gloria de Dios lo llenaba”, Éxodo 40:33-35.
Una vez en la tierra prometida, a David no se le permitió construir el Templo, sino a su hijo Salomón.
Cuando él comenzó la construcción del Templo, tenía en sus manos los planos que fueron entregados anticipadamente a David. David dio a Salomón su hijo, el plano. “Todas estas cosas”, dijo David, “me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño” (1 Cr. 28:11-19).
Terminado el Templo, “los sacerdotes metieron el Arca del Pacto de Jehová en su lugar… y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la Casa de Jehová, y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la Casa de Jehová” (1 Reyes 8:1-11).
En aquellas dos ocasiones, y solamente en ellas, en el Tabernáculo construido por Moisés y en el Templo construido por Salomón, Dios dio una demostración visible de su presencia en medio de su pueblo.
En toda la historia del ser humano, Dios nunca ha reconocido ningún santuario de ningún pueblo, fuera de estas dos construcciones.
LA CONSTRUCCIÓN DE CONSTANTINO
La historia de la Basílica de San Pedro comienza en el siglo IV cuando el emperador Constantino decide construir una importante basílica en el lugar donde había sido enterrado el apóstol, un enterramiento cristiano ubicado en la colina Vaticana, donde había un pequeño monumento conmemorativo del siglo II, y que se había constituido en lugar de peregrinación de los fieles.
Pero estas son ideas del emperador Constantino y no poseen ningún respaldo de las Escrituras.
EN EL FUTURO
Según la profecía de Ezequiel, está en espera otra ocasión cuando, estando presente corporalmente el Hijo de Dios en su reino milenario, será mayor la gloria del Templo en Jerusalén. Leemos:
“He aquí, el varón cuyo nombre es el Renuevo… él edificará el Templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su Trono” (Zac.6:12-13).
Otra profecía:
“Vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa… la gloria postrera de esta casa será mayor que la primera ha dicho Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:7-9).
Y otra:
“He aquí, la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente… y la gloria de Jehová entró en la casa… y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa” (Ez. 43:1-5).
Y otra más:
“Y me dijo Jehová: esta puerta estará cerrada; no se abrirá, ni entrará por ella hombre, porque Jehová Dios de Israel entró por ella; estará, por tanto, cerrada” (Ez.44:1-2).
Estos tres santuarios, dos en el pasado y uno a construirse en el futuro, son los únicos reconocidos por Dios.
De manera que la Basílica de San Pedro en Roma, construida por Constantino, queda por fuera.
No es considerada en las Escrituras, por lo tanto, está fuera del respaldo divino y si este lugar, es el centro del catolicismo romano, es bien claro que también este sistema religioso está descartado por completo.
EN EL PRESENTE
1Pe 2:4 Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios escogida y preciosa,
1Pe 2:5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
En esta dispensación de la gracia de Dios, el Señor ahora está construyendo Su iglesia de piedras vivas, o sea, de almas salvadas por Su gracia.
No es material sino espiritual la morada de Dios.
Durante toda esta dispensación, no ha existido edificio alguno, sea basílica, catedral o templo, a donde ha tenido que recurrir el pueblo del Señor para conocer allí la presencia de Dios.
Esto está confirmado por la predicación del apóstol Pablo.
Predicando a los gentiles en Atenas, Hechos 17:24, dijo:
“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas.”
Escribiendo a los judíos, dijo: “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano… sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Hebreos 9:24).
Todo esto fue confirmado por el Señor en Su conversación con la mujer samaritana.
Desconociendo a Jerusalén, dijo:
“Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre… más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad… Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:21-24).
Diciendo esto, el Señor dio a entender que los que están en capacidad para adorar a Dios son aquellos que tienen al Espíritu Santo y se acercan a Dios conforme a lo que está escrito en Su palabra de verdad. No hay ningún lugar señalado, sino condiciones espirituales que son las necesarias para adorar a Dios.
Solamente los que tienen vida eterna por la fe en Cristo han recibido al Espíritu Santo y llenan las condiciones necesarias para adorar a Dios.
Respecto a la iglesia local, abundan Escrituras que enseñan sobre su composición, sus reuniones y actividades, etc.
Son tan claras y tan comprensivas las enseñanzas de la primera carta a los Corintios que esta carta ha sido designada la “Magna Carta” de la iglesia local. En estos tiempos, los que van con la apostasía pelean mucho con las enseñanzas de esta carta, pero con autoridad apostólica se dirigen, sin nota temporal, “a todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor, Jesucristo, Señor de ellos y nuestro” (1 Cor. 1:2).
Ahora, al cabo de dos mil años de historia, en los cuales hombres de los más eruditos han escudriñado las Escrituras, quedan confirmadas todas las doctrinas de esta carta.
Desde tiempos antiguos la Palabra identifica al que no quiere someterse en asuntos doctrinales a la palabra de Dios. Dice,
“¡A la ley y al testimonio!
Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20).
En otras palabras, no son del Señor los que están en riña con la Palabra de Dios.
Por estas razones bíblicas, sigo insistiendo que el Catolicismo Romano, es un camino al infierno.
La invitación a abandonar ese sistema religioso, sigue en pie.
Vengan a los brazos del Cristo de las Escrituras.
No lo hagan esperar más.