EL CATOLICISMO ROMANO, UN CAMINO AL INFIERNO.
Por un Hermano de nuestras asambleas.
Pro 14:12 Hay camino que al hombre le parece derecho;
Pero su fin es camino de muerte.
Jer_2:13 Porque dos males, ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Tengo por delante cinco males:
El clero, la regeneración bautismal, la misa, el confesionario y el purgatorio
Cualquier hermano puede consultar en Wikipedia esta fecha sobre el Concilio de Nicea I
El concilio de Nicea I fue un sínodo de obispos “cristianos” que tuvo lugar entre el 20 de mayo y el 19 de junio de 325 en la ciudad de Nicea de Bitinia en el Imperio romano.
El hecho de que el emperador Constantino convocó al Concilio de Nicea muestra cómo se había establecido el patrocinio mundano.
Había llegado el momento en que se pagaba, por ser un religioso inconverso.
Ya no era la persecución al seguidor de Cristo, ahora había que pertenecer al catolicismo romano patrocinado por el Emperador, pero había que pagar para que esta membresía estuviese a la orden del día.
Un obispado con sus ricos emolumentos era un premio que los hombres ambiciosos y no regenerados buscaban ansiosamente.
El clero, como una clase distinta en contraste con los laicos, aumentó enormemente en número, para unir la Iglesia y el Estado. Ellos establecieron y obligaron al laicado a rendirle culto a su influencia personal.
Los obispos se distinguían por sus mitras, sus túnicas preciosas, sus báculos pastorales, sus anillos episcopales.
Vestimentas como la Estola, el Manípulo, el Alb, la Faja, la Túnica, Biretta, Casulla, Cope, etc., etc., se usaron sin ninguna orden bíblica.
No hay duda de que permitir a cierta clase de varones ejercer las funciones como sacerdotes ritualistas, ayudó en el movimiento hacia la apostasía.
La pretensión de esta clase de varones de llevar a cabo funciones religiosas, rechazando a los laicos el derecho a hacerlo, es una negación del sacerdocio de todos los verdaderos creyentes.
Los hombres que asisten por varios años a un seminario católico, donde se obtiene un diploma que lo acredita como ministro del romanismo católico, lo hacen sin ninguna experiencia para participar en el servicio. Toda la responsabilidad se deja a un hombre como algo natural, sin importar su conversión.
La verdad es que, en Cristo, todos somos sacerdotes del Dios Altísimo, pero si se combina con el sacerdocio de los hombres religiosos de una clase especial, es pura hipocresía.
El apóstol Pedro escribió:
1Pe 5:1 Ruego a los ancianos QUE ESTÁN ENTRE VOSOTROS, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:
1Pe 5:2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
1Pe 5:3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.
Aquí no hay clero, ninguna clase sacerdotal por encima de la grey, claramente leemos:
“LOS ANCIANOS QUE ESTÁN ENTRE VOSOTROS”
Esto significa que no se limitan a supervisar el rebaño, sino también a servir a Cristo, siendo ellos mismos ejemplos vivientes, de cómo se debe servir al Señor.
Los ancianos u obispos (supervisores) de la era apostólica no eran una clase profesional, egresada de ninguna escuela rabínica, a excepción de Pablo, quién luego afirmó su completa dependencia de Cristo (Hch.22:3; Fil.3:7-9)
Tampoco los ancianos constituían una clase religiosa separada del resto del rebaño, algo así como clero -vs- laicos.
Eran hombres piadosos y ancianos sencillos; quien, por amor a su Señor; cuidaban del rebaño de Dios, no buscando diezmos o cualquier otra ganancia deshonesta; ni teniendo “señorío” sobre la heredad de Dios.
En triste contraste con esto, el “primado” del romanismo católico, en algunos países, ostentan importancia y pretenden “autoridad” en decisiones que corresponden al Estado.
Son llamados "Monseñores", “Obispos y Arzobispos”, que viven en casas que parecen palacios con altísimos emolumentos.
Los obispos, presbíteros o ancianos del Nuevo Testamento no tienen oficialmente nada en común con los obispos del catolicismo romano.
No cobran por servir al Señor; y el Señor los sustenta.
Es interesante notar que la palabra griega para "herencia" en referencia al pueblo cristiano como la heredad de Dios, es kleros, de donde se deriva la palabra inglesa, “clero”.
1Pe 5:3 Neither as being lords over God's
heritage, but being examples to the flock. (KJV)
Puede denotar a los escogidos como pertenencia especial del Señor, o a aquellos cuya suerte o porción es el Señor. En el NT la palabra no se usa para una clase restringida. Puede representar una parte o una herencia, y en 1 Pedro 5:3 se usa el plural indicando al pueblo de Dios como UN TODO y no a una clase sacerdotal especial.
En este sentido general, el apóstol Pedro, usa esta palabra “clero de Dios” para referirse a TODO el pueblo de Dios, y no a una clase sacerdotal especial.
Nuevamente leemos:
1Pe 2:5 vosotros también, COMO PIEDRAS VIVAS, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
Apo 1:5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
Apo 1:6 y nos hizo reyes Y SACERDOTES PARA DIOS, SU PADRE; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.
La escritura es clara en su enseñanza de que TODOS los creyentes son igualmente sacerdotes para Dios, el Padre.
Después de la era apostólica, las cosas se deterioraron rápidamente.
Con el paso del tiempo, el clero era en gran medida compuesto por inconversos, hombres ignorantes, que a menudo llevaban vidas desvergonzadas y disolutas, ocultando a los llamados laicos la fuente de la verdad y la salvación, las Sagradas Escrituras.
El clero acumuló para sí poderes extraordinarios, basados en la perversión de las Escrituras, y propagados con astucia.
- “LA REGENERACIÓN BAUTISMAL”
Por ejemplo, existe la doctrina malvada de la regeneración bautismal, que afirma que un infante, bautizado por un sacerdote, se convierte así en "un miembro de Cristo, el hijo de Dios, un heredero del reino de los cielos".
Este es un golpe en los cimientos mismos de la fe cristiana, ya que utiliza un dogma exclusivo del romanismo católico, basado en la perversión de la Escritura, por la clara enseñanza escritural de que la salvación puede venir solamente a través del sacrificio expiatorio de nuestro Señor en la cruz del Calvario, y recibido por el pecador a través de la fe en Cristo como su único y suficiente Salvador personal.
Esta falsa doctrina relacionada con el bautismo de bebes, pone en manos del sacerdote un poder dominante, que no es de Dios, y muy malo en sus consecuencias, al eliminar mediante este rito, la Obra de la Redención. Pues el católico bautizado bebé, no necesita ser evangelizado para creer en Cristo. Ahora es la “santa madre iglesia” la que le imparte “vida eterna” por medio del bautismo de infantes.
Un destacado hermano dijo:
"No hay herejía que haya hecho más daño que la herejía de la regeneración bautismal".
Aparte de esa herejía, es un abuso que aprovecha la indefensión del bebé con la complicidad de sus engañados padres o tutores. Jesús fue bautizado al comenzar su Ministerio y era como de treinta años (Lc.3:23; Mt.3:16).
Los bautismos de bebés son ajenos a la Escritura.
Junto con este mal vino la doctrina de la transubstanciación; es decir, la noción de que cuando el sacerdote católico bendice los elementos de la Cena del Señor, el pan y el vino, que ellos llaman la “santa eucaristía”, dejan de ser pan y vino, y se convierten en la carne y la sangre de nuestro Señor, aunque continúan siendo, oliendo y saboreando, ostia y vino.
Porque lo que ellos usan son hojuelas de harina de trigo, delgadas y en forma circular, llamadas ostias.
Esta enseñanza malvada se aparta del santo simbolismo del Pan y de la Copa con su contenido de vino, donde se contempla el camino de sufrimiento transitado por el Señor rumbo al altar de la Cruz; y se adentra en las oscuras regiones del rey de las tinieblas; donde la ostia y el vino al ser digeridos, son transformados en desechos orgánicos, insultando de esta manera despreciable y vil, la Altísima Dignidad de Nuestro Amado Señor y Salvador.
Por otro lado, la práctica de la confesión auricular, aferró aún más a los laicos al poder del sacerdote.
La confesión auricular al sacerdote hizo que él se convirtiera en el depositario de los secretos más íntimos del penitente.
El sacerdote católico recibe instrucciones de hacer las preguntas más escrupulosas, en voz baja, cuya tendencia es corromper la mente del penitente, y de él mismo, informándose de los pecados sexuales y de otro tipo, cuya naturaleza es desconocida para muchos.
Al no tener esposa, un sacerdote católico se deleita en este tipo de confesiones y profundiza.
De manera que se puede demostrar ampliamente que el confesionario ha ayudado a multitudes a su ruina espiritual.
Al final de la confesión, el sacerdote profesa dar la absolución, o el perdón de los pecados, tomando audaz y blasfemamente el lugar de Dios mismo, quien solo puede perdonar el pecado.
“Como ha sido bien dicho por alguien que no hace mucho se fue a descansar: el hombre que confiesa a Dios sus pecados puede ser perdonado; el que los confiesa a un sacerdote sigue condenado”.
El sacerdote decide qué penitencia le pone al penitente, a menudo tomando la forma de las tareas más sin sentido y degradantes, o el pago de dinero.
Para coronar todo esto, existe la malvada doctrina del purgatorio, un estado puramente imaginario entre el cielo y el infierno.
Los que no mueren en pecado mortal, de acuerdo con este fabuloso engaño, van a las llamas del purgatorio, y esperan allí para purificarse de sus pecados antes de pasar a la dicha del cielo.
Y aquí interviene, para este traslado, el pago de misas y otros emolumentos.
Así vemos hasta dónde llega el ritualismo de los engañados hijos de Adán caído.
Estos cinco males: El clero, la regeneración bautismal, la misa, el confesionario y el purgatorio, fueron invenciones de hombres malvados; son cadenas que atan el poder del sacerdocio católico romanista a las almas de los llamados laicos engañados, cegándolos a la verdad de las Escrituras, las únicas que pueden liberarlos de sus cadenas.
No es de extrañar, entonces, que el clero católico romano, tengan miedo de la libre circulación de las Escrituras.
Verdaderamente vemos en toda esta corrupción de la cristiandad como se ve en el Papa, los Cardenales, los Obispos, el Clero, el desarrollo que surge del descuido de las advertencias de Colosenses 2 contra el Racionalismo y el Ritualismo.
Col 2:8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
Col 2:18 Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal,
Así surgió el poder corrupto del catolicismo romano.
Es feliz leer en la Escritura:
Isa 59:19 Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, más el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.
Dios se encargará de juzgar todo sistema religioso que glorifican al hombre y menosprecian a Cristo y su Palabra bendita.
Apo_18:4 Y oí otra voz del cielo, que decía: SALID DE ELLA, PUEBLO MÍO, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas;
El que es de Cristo, oye su voz, y se aparta de este sistema religioso para venir a los brazos del Cristo de las Escrituras.
En contraste, el engañado no lo hace, porque es malvado y le gusta el pecado, porque el que peca y reza, empata. Así tenga que pagar una misa o cumplir una penitencia.
Al malvado no le interesa que Cristo venga hoy mismo por su pueblo.
Porque lo han engañado con el cuento de que fuera de su iglesia católica romanista, no hay salvación posible.
Vive una mentira y muere en ella, sin jamás haber conocido que el catolicismo romano es un camino al infierno,
Termino con este pasaje:
Deu_32:29 ¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto,
Y se dieran cuenta del fin que les espera!