EL CATOLICISMO ROMANO: UN CAMINO HACIA EL INFIERNO.

Nadie está negando el arrepentimiento antes del acto bautismal para los adultos.

Y el bautismo para los niños es por causa del pecado original de Adán que afecta a todos por igual desde que nacemos.

Es por medio del acto bautismal que el Señor perdona los pecados.

En nigun lado dice que hay bautismo de bebes y que Dios perdona sus pecados futuros y lo único que ne verdad limpia de pecado es la fe en la sangre de Jesucristo y que un bebe es santo y sin pecado y lo que sufre en la muerte por causa del pecado de Adán, pero por la futura resurrección en la segunda venida de Jesucristo tienen vida eterna.​

 
¿Pero verdad que no se puede negar el bautismo de agua y el Espíritu Santo como parte de la conversión completa de Cornelio y toda su casa? Bíblicamente, no existe lo uno sin lo otro.

No hay a una regla para la salvación por la misericordia de Dios y para la salvación de Jesucristo es creer y arrepentimiento. El arrepentimiento puede ser sin agua como el ladrón que estaba junto a la cruz de Cristo y le fue valido y no hay evidencia que se hayan bautizado a los santos del Antiguo Testamento que fueron salvos.​

 
Pero sigues esquivando la pregunta, ¿qué parte de la Biblia dice que no se permitía el bautismo para menores de 16 años?

Es una interpretación como lo hace también la ley del hombre para definir cuando un joven es responsable y punible por sus actos y como dije van de 16 a los18 años generalmente.​

 

Soy ministro de Cristo que vela por la doctrina de la Iglesia que él formo y el bautismo de bebes es un acto fallido que hace que los creyentes pierdan una de las dos exigencias que Jesucristo pidió para ser salvo y es el arrepentimiento de corazón a no pecar más y eso es lo que significa bautizarse en agua y no que solo valga como identificación y reconocimiento de la denominación que lo hace.​


El “ser”.

Yo soy.

¿Qué problema tienes con el verbo “ser”?

Tú eres una persona.

¡¡Qué ministro ni que ocho cuartos!!

La función que dices que tienes no es tuya, te la han dado…

Y en la iglesia de tu barrio.

Aquí en el foro no se te ha dado ninguna función.

Así que bájate de la burra.
 

En nigun lado dice que hay bautismo de bebes y que Dios perdona sus pecados futuros y lo único que ne verdad limpia de pecado es la fe en la sangre de Jesucristo y que un bebe es santo y sin pecado y lo que sufre en la muerte por causa del pecado de Adán, pero por la futura resurrección en la segunda venida de Jesucristo tienen vida eterna.​

Como tú mismo dices, un bebé es santo y sin pecado, y por esa precisa razón no necesita arrepentirse de nada para recibir el bautismo. El bautismo sólo le lava la mancha del pecado original. Esa fue la práctica de la iglesia primitiva.
 
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No hay a una regla para la salvación por la misericordia de Dios y para la salvación de Jesucristo es creer y arrepentimiento. El arrepentimiento puede ser sin agua como el ladrón que estaba junto a la cruz de Cristo y le fue valido y no hay evidencia que se hayan bautizado a los santos del Antiguo Testamento que fueron salvos.​

La regla para la salvación en el nuevo testamento ya la dio Jesús en más de una ocasión, “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3:5) y “El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado” (Mc 16:16). Pero el ladrón vivió y murió en el antiguo testamento, y no en el nuevo.
 

Los niños no sufren juicio por sus actos, sí la muerte por causa del pecado de Adán.​

Y la muerte entró por el pecado, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán.
 

Es una interpretación como lo hace también la ley del hombre para definir cuando un joven es responsable y punible por sus actos y como dije van de 16 a los18 años generalmente.​

Claro, lo sé, lo de la edad para el bautismo no está escrito, sólo es una interpretación.
 
Última edición:
Jeje o sea que uno de quince ya no tiene conciencia ,y luego hablan de las tradiciones de hombres😁
Se calcula que la edad de la conciencia es entre los 5 y los 7. Ciertamente, extenderla hasta los 16 es una gran exageración.
 
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El “ser”.

Yo soy.

¿Qué problema tienes con el verbo “ser”?

Tú eres una persona.

¡¡Qué ministro ni que ocho cuartos!!

La función que dices que tienes no es tuya, te la han dado…

Y en la iglesia de tu barrio.

Aquí en el foro no se te ha dado ninguna función.

Así que bájate de la burra.

No soy ministro de barrio, sino ministro de Cristo, sí puedes entenderlo y voy a defender la doctrina de la Iglesia de Cristo en contra los burros que se dicen entendidos y soy el que soy.​

 

No soy ministro de barrio, sino ministro de Cristo, sí puedes entenderlo y voy a defender la doctrina de la Iglesia de Cristo en contra los burros que se dicen entendidos y soy el que soy.​

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Lo bueno es que la disfunción sexual no será un problema para tí
 

Proverbios 26:4 Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él.​

Muchas gracias por el elogio.

1 Corintios 4
10 Nosotros somos necios por amor de Cristo, mas vosotros, prudentes en Cristo; nosotros somos débiles, mas vosotros, fuertes; vosotros sois distinguidos, mas nosotros, sin honra.

1 Corintios 1
27 Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; 28 y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; 29 para que nadie se jacte delante de Dios.
 
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Nacional

En Maryland identifican a casi 200 sacerdotes como abusadores sexuales​

21 de noviembre de 2022


Una investigación realizada por el fiscal general de Maryland identificó a 158 sacerdotes católicos romanos en la Arquidiócesis de Baltimore que han sido acusados de abusar sexual y físicamente de más de 600 víctimas en los últimos 80 años, según registros judiciales presentados el jueves.
El fiscal general Brian Frosh anunció que su oficina completó un informe de 463 páginas sobre la investigación, que comenzó en 2019. Presentó una moción en el Tribunal de Circuito de Baltimore para hacer público el informe. Se requiere permiso de la corte porque el informe contiene información de citaciones del gran jurado. No está claro cuándo el tribunal tomará una decisión.

“Durante décadas, los sobrevivientes denunciaron abusos sexuales perpetrados por sacerdotes católicos y durante décadas la Iglesia encubrió el abuso en lugar de responsabilizar a los abusadores y proteger a sus congregaciones”, según el expediente judicial. “La Arquidiócesis de Baltimore no fue la excepción”.

El informe, titulado “Abuso del clero en Maryland”, identifica a 115 sacerdotes que fueron procesados por abuso sexual y/o identificados públicamente por la arquidiócesis como “acusados con credibilidad” de abuso sexual. También incluye a 43 sacerdotes adicionales acusados de abuso sexual pero no identificados públicamente por la arquidiócesis, según el expediente judicial.

“El Informe resume el abuso sexual y la tortura física perpetrados por los 158 sacerdotes y la respuesta de la Arquidiócesis a ese abuso”, dice el expediente judicial.
En una carta publicada el jueves por la noche, el arzobispo William Lori de Baltimore se disculpó “con las víctimas-sobrevivientes que fueron dañadas por un ministro de la Iglesia y que fueron dañadas por quienes no las protegieron, que no respondieron con cuidado y compasión. y que no responsabilizaron a los abusadores por su comportamiento pecaminoso y criminal”.
“Al leer la moción de hoy, sentimos una vergüenza renovada, un profundo remordimiento y una sincera simpatía, muy especialmente por aquellos que sufrieron las acciones de los representantes de la misma Iglesia a quienes se confió su bienestar espiritual y físico”, escribió Lori.
David Lorenz, el líder de Maryland de la Red de Sobrevivientes de Abusados por Sacerdotes, describió la noticia del informe y el número de víctimas como “absolutamente horrendas”.
“Una vez más, la iglesia ha mentido sobre la cantidad de sacerdotes abusivos”, dijo Lorenz en un comunicado. “Muchas parroquias eran vertederos de depredadores, algunas albergaban casi diez. Está muy claro que nadie estaba a salvo. Lamentablemente, no es diferente a cualquier informe diocesano o secular del país”.
Si bien el expediente judicial señaló que se identificaron más de 600 víctimas, también dijo que «casi con certeza hay cientos más, ya que el Informe Anual de Victimización por Delitos del Departamento de Justicia ha demostrado que la mayoría de los incidentes de agresión sexual no se denuncian».
Tanto los niños como las niñas fueron abusados, según el expediente judicial, con edades que van desde el preescolar hasta la edad adulta joven.
“Aunque ninguna parroquia era segura, a algunas congregaciones y escuelas se les asignaron múltiples sacerdotes abusadores, y algunas tenían más de un sacerdote abusador sexual al mismo tiempo”, dijo el expediente judicial. “A una congregación se le asignaron once sacerdotes abusadores sexuales durante 40 años”.

El abuso sexual fue tan generalizado, según el expediente judicial, que las víctimas a veces denunciaban el abuso sexual a los sacerdotes que eran los perpetradores.
La investigación también reveló que la arquidiócesis no informó muchas denuncias de abuso sexual, no realizó investigaciones adecuadas de presuntos abusos, no retiró a los abusadores del ministerio ni restringió su acceso a los niños.
“En cambio, hizo todo lo posible para mantener el abuso en secreto”, dijo el expediente judicial. “Si bien la Arquidiócesis informó una gran cantidad de denuncias a la policía, especialmente en los últimos años, durante décadas trabajó para garantizar que los perpetradores no enfrentaran la justicia”.
En la presentación judicial, Frosh argumenta que “ventilar públicamente las transgresiones de la Iglesia es fundamental para responsabilizar a las personas y las instituciones y mejorar la forma en que se manejan las acusaciones de abuso sexual en el futuro”.
“Más importante aún, es vital para proteger a los niños y a toda la comunidad”, dijo la presentación.
El expediente judicial también señaló que de los 43 sacerdotes que no han sido identificados ni procesados públicamente, 30 han muerto.
“Para aquellos sacerdotes que han muerto, este interés adicional en el secreto es menos convincente”, dice la presentación.
La oficina del fiscal general eliminó toda la información de identificación de los 13 funcionarios de la iglesia vivos que han sido acusados de abuso sexual pero que la arquidiócesis no ha incluido como acusados creíbles y que no han sido procesados.
En 2019, Frosh inició una investigación criminal por abuso sexual infantil perpetrado por sacerdotes y otros empleados de la Arquidiócesis de Baltimore. Se produjeron cientos de miles de documentos que datan de la década de 1940 en respuesta a las citaciones del gran jurado.
Como parte de su investigación, la oficina del fiscal general creó una dirección de correo electrónico y una línea telefónica directa para que las personas reporten información. Más de 300 personas se comunicaron con la oficina y los investigadores entrevistaron a cientos de víctimas y testigos.
 
HISTORIAS

El abuso sexual en varones: “Todavía escucho la hebilla del cinturón cuando la desabrochaba”​

Hernán Rausch tenía 12 años cuando ingresó al seminario como pupilo. Enseguida, el sacerdote que debía cuidarlo comenzó a abusarlo. “Recuerdo esa sonrisa sarcástica de triunfo maligno, como si su expresión dijera: ya lo tengo en mis garras”, cuenta. En el Día Internacional para la Prevención del Abuso Sexual contra Niñas y Niños, la odisea de un sobreviviente​

Gisele Sousa Dias

Por
Gisele Sousa Dias
19 de Noviembre de 2022
Hernan Rausch tiene ahora 46 años y es preceptor en un colegio
Hernán llegó a ese internado, en Paraná, unos meses después de haber terminado la primaria. Tenía 12 años, había nacido en una familia muy católica y era el más chico de nueve hermanos. El plan era que hiciera la secundaria como pupilo para algún día cumplir el deseo -¿implantado?- de ser sacerdote.
Por primera vez en su vida de niño iba a vivir lejos de la mirada de su mamá y de su papá pero ese detalle no pareció ser una preocupación para nadie.
“Yo había nacido en la aldea Santa María, una colonia de Entre Ríos donde la fe católica está muy arraigada, sobre todo la devoción a la Virgen y el respeto hacia los sacerdotes. Se suponía que los sacerdotes del seminario también eran una familia”.
Recuerdos de su comunión
Quien habla con Infobae en el Día Internacional para la Prevención del Abuso Sexual contra las niñas y niños (#19N) es Hernán Rausch, 46 años tiene ahora.
Pasaron tres décadas de los abusos sexuales que sufrió en ese seminario y no se considera una víctima sino “un sobreviviente”. No porque su abusador haya querido matarlo sino por lo que muestran las investigaciones, como ésta de UNICEF: el abuso sexual es uno de los principales factores de riesgo para el suicidio adolescente.
Frágil
Era 1990 y en el Seminario Nuestra Señora del Oráculo -arranca él- los alumnos estaban divididos en dos grupos. Por un lado, los de primero y segundo año, por otro, los de tercero, cuarto y quinto. Cada grupo estaba a cargo de un sacerdote.
“Yo estaba en el grupo de los más chiquitos. Estábamos a cargo del padre Justo José Ilarraz. En el primer año no pasó nada. En el segundo año empezó todo…eso”, arranca.
Por las noches, cuando los pupilos ya habían cenado, subían al primer piso donde estaba el pabellón en el que dormían. De un lado estaban las camas de los más chicos y separados por una pared baja -una especie de medianera-, los mayores.
El Seminario Nuestra Señora del Oráculo, en Paraná
“Por las noches se dejaban prendidas unas luces tenues amarillas para los que quisieran ir al baño antes de acostarse. Este sacerdote subía a eso de las 22.30 y comenzaba a caminar entre las camas mientras rezaba su rosario. En un momento se apagaba esa luz amarilla pero él continuaba caminando entre las camas a oscuras”.
Hernán lo contó durante dos horas y media frente a la Justicia muchos años después: “La primera vez se sentó en mi cama, yo ya estaba entredormido y me despertó con un beso en la boca. Yo quedé paralizado, no dije nada: es tu superior, el que te cuida, el que vela por vos. Yo estaba en el despertar de mi sexualidad, no sabía nada, y una persona de mi mismo sexo me hacía eso y me decía ‘te quiero’. Yo era chico y me puso en duda: ‘¿esto es normal o no?”.
Estaba claro que no podía hablar del tema con nadie, “que era un secreto entre nosotros porque yo era su preferido. Con el tiempo me fui dando cuenta de que cuanto más le permitía avanzar sobre mí, pasar del beso al manoseo, mayor era su afecto”, sigue.
En la aldea en la que creció, antes de llegar al internado
“Luego ya pasabas a la instancia de su habitación, a donde se suponía que iban sólo los privilegiados. Yo era un niño, veía que otros niños iban y decía ‘qué suerte tienen, yo también quiero ir’. El tipo jugaba con eso, ninguno de nosotros le contaba al otro lo que pasaba ahí adentro”.
Había, según denunció Hernán, un tercer lugar en el que sucedían los abusos sexuales: un pasillo que dividía la habitación del sacerdote de su oficina.
“Te llevaba a su escritorio para hacer una suerte de guía espiritual, un espacio donde contabas lo que te pasaba. Si las sesiones espirituales normalmente eran de 45 minutos, duraban 20, el resto del tiempo me llevaba a ese pasillo y también me abusaba”.
Lo que dice después es una muestra de que los abusos sexuales pueden prescribir para el Código Penal, pero no para el cuerpo. “Pasaron más de 30 años y todavía escucho el ruido de la hebilla del cinturón cuando me lo aflojaba y me bajaba el cierre”.
El sacerdote Justo José Ilarraz, cuando ingresó al Tribunal de Paraná donde fue juzgado
Las víctimas, asegura, no eran elegidas al azar. “Iba fijando su atención sobre aquellos chicos más frágiles, más vulnerables”. Y habla en plural porque, aunque durante mucho tiempo Hernán creyó que esto sólo le había pasado a él, terminaron denunciándolo siete ex alumnos.
“En el medio de todo esto muere mi papá, yo tenía 15 años. Por eso digo que detectó cómo había aumentado mi vulnerabilidad. Para ese entonces ya me llevaba a ducharme con él, supuestamente para enseñarme a asearme. Ahí me manoseaba, por supuesto”.
Hasta que un día, después de una de esas duchas, “me lleva a su pieza totalmente desnudo y me acuesta en su cama. Recuerdo esa sonrisa sarcástica de triunfo maligno, como si su expresión hubiera dicho ‘ya lo tengo en mis garras’”. Fue ahí que intentó penetrarme”.
"Recuerdo esa sonrisa sarcástica de triunfo maligno", cuenta él a Infobae
A pesar del trabajo fino sostenido a lo largo de dos años y medio, Hernán se dio vuelta e impidió la violación. “Y a él le molestó mucho y me dijo ‘levantate y vestite, hasta acá llegó nuestra amistad’”, detalla. “Después, me llevó a una capilla que estaba en el mismo piso a entregarle a la Virgen la amistad que habíamos tenido”.
La psicopateada tenía una finalidad nítida: quebrarlo para que accediera bajo la amenaza de perder su “amistad y su protección” justo en ese momento, que Hernán también había perdido a su papá.
“Yo no entendía bien qué pasaba, pero sentía que no estaba bien lo que este sacerdote me había hecho. Habrá sido por la educación que me habían dado en mi casa o incluso lo que los mismos sacerdotes me habían enseñado. La cuestión es que no accedí, y no me dirigió nunca más la palabra. Me usó y me tiró”.
Hablar
Hernán pudo hablar y pedirle ayuda a otro cura en 1992
Hernán todavía no sabe cómo se animó pero al año siguiente, en 1992, “le dije al sacerdote que cuidaba a los más grandes, Juan Alberto Puiggari, que quería hablar con él sobre el caso del padre Justo José Ilarraz. Él asintió con la cabeza, no se sorprendió, como que ya algo venían sospechando”.
La charla fue de noche, “y durante una hora y media. Y el otro sacerdote me escuchó y repitió varias veces ‘Pobre Hernán, pobre Hernán”. El superior, luego, se lo infirmó a quien entonces era monseñor - “un tipo de mucho peso”- y al año siguiente se inició un juicio diocesano, a escondidas de la Justicia.
En ese juicio de cotillón declararon muchos jóvenes. “Me convocaron a declarar en una parroquia. Conté todo, pero no volví a tener ninguna novedad”, sigue Hernán.
“Con el tiempo supe que lo habían encontrado culpable, es más: el abusador redactó una carta en la que reconoció que había tenido ‘relaciones amorosas y abusivas con seminaristas menores’ y mostró arrepentimiento. ¿Sabés qué hicieron frente a la confesión? Lo sacaron del seminario y lo mandaron a estudiar a una universidad de Roma”.
Te puede interesar: “20 años después entendí que fui violada”: el drama de una chica bajo el poder de su guía espiritual
En resumidas cuentas, cuando volvió de Europa, le prohibieron instalarse en Paraná y lo mandaron a Tucumán para seguir ejerciendo como sacerdote. “Yo ya era adulto pero el tema me seguía angustiando mucho. Si seguía ejerciendo el riesgo era que siguiera causando el mismo daño a otros niños”.
Las condenas

En 2010 -18 años después de habérselo contado a otro superior aquella noche- Hernán volvió a la carga.
“Porque ahora ese superior al que yo le había contado todo, Puiggari, había sido nombrado arzobispo de Paraná, tenía mucho más poder”, sigue. “Cuando le pregunté por qué el sacerdote que me había abusado seguía ejerciendo me contestó ‘prescribió’. No dijo ‘no existió', ‘no pasó'. Habían hecho de todo para que pasara el tiempo y prescribiera”.
Dos años después de ese punto muerto, sin embargo, sucedió algo inesperado. Una revista llamada “Análisis de la actualidad” investigó y publicó el caso. Inmediatamente estalló un escándalo provincial: en la revista decían que las víctimas habían sido unos 50 seminaristas de entre 12 y 14 años.
Ese trabajo periodístico obligó a la Justicia a iniciar una investigación de oficio.
Ilarraz (Gentileza La Gaceta)
Hernán fue llamado a declarar en un tribunal y fue recién ahí que vio llegar, poco a poco, a otros seis ex alumnos que llevaban años sosteniendo no un silencio cualquiera: el que va comiendo por dentro. Había un hilo que los unía: todos eran de orígenes católicos, humildes y rurales, con algún bache en su estructura familiar (un padre muerto, alcohólico, violento, por ejemplo).
¿Se podía juzgar si habían pasado más de 27 años? ¿Y la prescripción? Ese fue uno de los mayores obstáculos, que llevó años de apelaciones de ida y vuelta. Al final, la Justicia descartó el planteo de la prescripción porque entendió que “el bien tutelado, es decir, el interés superior del niño, primaba por sobre el argumento de defensa del cura.
El juicio comenzó en 2018 -seis años después de la denuncia de la revista- y el primer día declararon tres jóvenes. Hernán fue uno de ellos:
“Mientras iba contando los abusos recordé su perfume, usaba el Old Spice, el de la fragata. A veces salíamos perfumados de su pieza, como que ese olor se te pegaba en el cuerpo. Al día de hoy no puedo oler ese perfume, solo verlo me descompone”.
Hernán todavía puede sentir los olores y sonidos de la época de los abusos
El sacerdote Justo José Ilarraz, entonces de 59 años, fue condenado a 25 años de prisión por abuso y corrupción de menores contra siete menores. Sin embargo, sus defensores continúan apelando porque sostienen que los abusos sexuales prescribieron, por eso el fallo no está firme. El cura cumple prisión domiciliaria con tobillera electrónica, muy cerca de donde Hernán vive.
El cura ya está por cumplir 70 años, y Hernán todavía espera. La semana pasada el Papa Francisco aseguró que “en la Iglesia algunos no ven claro la lucha contra los abusos a menores”. Después dijo que hay un proceso en marcha y que se está haciendo “con valor, aunque no todos tienen el valor”. Eso, querido Bergoglio, está claro.

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HISTORIAS

El abuso sexual en varones: “Todavía escucho la hebilla del cinturón cuando la desabrochaba”​

Hernán Rausch tenía 12 años cuando ingresó al seminario como pupilo. Enseguida, el sacerdote que debía cuidarlo comenzó a abusarlo. “Recuerdo esa sonrisa sarcástica de triunfo maligno, como si su expresión dijera: ya lo tengo en mis garras”, cuenta. En el Día Internacional para la Prevención del Abuso Sexual contra Niñas y Niños, la odisea de un sobreviviente​

Gisele Sousa Dias

Por
Gisele Sousa Dias
19 de Noviembre de 2022
Hernan Rausch tiene ahora 46 años y es preceptor en un colegio
Hernán llegó a ese internado, en Paraná, unos meses después de haber terminado la primaria. Tenía 12 años, había nacido en una familia muy católica y era el más chico de nueve hermanos. El plan era que hiciera la secundaria como pupilo para algún día cumplir el deseo -¿implantado?- de ser sacerdote.
Por primera vez en su vida de niño iba a vivir lejos de la mirada de su mamá y de su papá pero ese detalle no pareció ser una preocupación para nadie.
“Yo había nacido en la aldea Santa María, una colonia de Entre Ríos donde la fe católica está muy arraigada, sobre todo la devoción a la Virgen y el respeto hacia los sacerdotes. Se suponía que los sacerdotes del seminario también eran una familia”.
Recuerdos de su comunión
Quien habla con Infobae en el Día Internacional para la Prevención del Abuso Sexual contra las niñas y niños (#19N) es Hernán Rausch, 46 años tiene ahora.
Pasaron tres décadas de los abusos sexuales que sufrió en ese seminario y no se considera una víctima sino “un sobreviviente”. No porque su abusador haya querido matarlo sino por lo que muestran las investigaciones, como ésta de UNICEF: el abuso sexual es uno de los principales factores de riesgo para el suicidio adolescente.
Frágil
Era 1990 y en el Seminario Nuestra Señora del Oráculo -arranca él- los alumnos estaban divididos en dos grupos. Por un lado, los de primero y segundo año, por otro, los de tercero, cuarto y quinto. Cada grupo estaba a cargo de un sacerdote.
“Yo estaba en el grupo de los más chiquitos. Estábamos a cargo del padre Justo José Ilarraz. En el primer año no pasó nada. En el segundo año empezó todo…eso”, arranca.
Por las noches, cuando los pupilos ya habían cenado, subían al primer piso donde estaba el pabellón en el que dormían. De un lado estaban las camas de los más chicos y separados por una pared baja -una especie de medianera-, los mayores.
El Seminario Nuestra Señora del Oráculo, en Paraná
“Por las noches se dejaban prendidas unas luces tenues amarillas para los que quisieran ir al baño antes de acostarse. Este sacerdote subía a eso de las 22.30 y comenzaba a caminar entre las camas mientras rezaba su rosario. En un momento se apagaba esa luz amarilla pero él continuaba caminando entre las camas a oscuras”.
Hernán lo contó durante dos horas y media frente a la Justicia muchos años después: “La primera vez se sentó en mi cama, yo ya estaba entredormido y me despertó con un beso en la boca. Yo quedé paralizado, no dije nada: es tu superior, el que te cuida, el que vela por vos. Yo estaba en el despertar de mi sexualidad, no sabía nada, y una persona de mi mismo sexo me hacía eso y me decía ‘te quiero’. Yo era chico y me puso en duda: ‘¿esto es normal o no?”.
Estaba claro que no podía hablar del tema con nadie, “que era un secreto entre nosotros porque yo era su preferido. Con el tiempo me fui dando cuenta de que cuanto más le permitía avanzar sobre mí, pasar del beso al manoseo, mayor era su afecto”, sigue.
En la aldea en la que creció, antes de llegar al internado
“Luego ya pasabas a la instancia de su habitación, a donde se suponía que iban sólo los privilegiados. Yo era un niño, veía que otros niños iban y decía ‘qué suerte tienen, yo también quiero ir’. El tipo jugaba con eso, ninguno de nosotros le contaba al otro lo que pasaba ahí adentro”.
Había, según denunció Hernán, un tercer lugar en el que sucedían los abusos sexuales: un pasillo que dividía la habitación del sacerdote de su oficina.
“Te llevaba a su escritorio para hacer una suerte de guía espiritual, un espacio donde contabas lo que te pasaba. Si las sesiones espirituales normalmente eran de 45 minutos, duraban 20, el resto del tiempo me llevaba a ese pasillo y también me abusaba”.
Lo que dice después es una muestra de que los abusos sexuales pueden prescribir para el Código Penal, pero no para el cuerpo. “Pasaron más de 30 años y todavía escucho el ruido de la hebilla del cinturón cuando me lo aflojaba y me bajaba el cierre”.
El sacerdote Justo José Ilarraz, cuando ingresó al Tribunal de Paraná donde fue juzgado
Las víctimas, asegura, no eran elegidas al azar. “Iba fijando su atención sobre aquellos chicos más frágiles, más vulnerables”. Y habla en plural porque, aunque durante mucho tiempo Hernán creyó que esto sólo le había pasado a él, terminaron denunciándolo siete ex alumnos.
“En el medio de todo esto muere mi papá, yo tenía 15 años. Por eso digo que detectó cómo había aumentado mi vulnerabilidad. Para ese entonces ya me llevaba a ducharme con él, supuestamente para enseñarme a asearme. Ahí me manoseaba, por supuesto”.
Hasta que un día, después de una de esas duchas, “me lleva a su pieza totalmente desnudo y me acuesta en su cama. Recuerdo esa sonrisa sarcástica de triunfo maligno, como si su expresión hubiera dicho ‘ya lo tengo en mis garras’”. Fue ahí que intentó penetrarme”.
"Recuerdo esa sonrisa sarcástica de triunfo maligno", cuenta él a Infobae
A pesar del trabajo fino sostenido a lo largo de dos años y medio, Hernán se dio vuelta e impidió la violación. “Y a él le molestó mucho y me dijo ‘levantate y vestite, hasta acá llegó nuestra amistad’”, detalla. “Después, me llevó a una capilla que estaba en el mismo piso a entregarle a la Virgen la amistad que habíamos tenido”.
La psicopateada tenía una finalidad nítida: quebrarlo para que accediera bajo la amenaza de perder su “amistad y su protección” justo en ese momento, que Hernán también había perdido a su papá.
“Yo no entendía bien qué pasaba, pero sentía que no estaba bien lo que este sacerdote me había hecho. Habrá sido por la educación que me habían dado en mi casa o incluso lo que los mismos sacerdotes me habían enseñado. La cuestión es que no accedí, y no me dirigió nunca más la palabra. Me usó y me tiró”.
Hablar
Hernán pudo hablar y pedirle ayuda a otro cura en 1992
Hernán todavía no sabe cómo se animó pero al año siguiente, en 1992, “le dije al sacerdote que cuidaba a los más grandes, Juan Alberto Puiggari, que quería hablar con él sobre el caso del padre Justo José Ilarraz. Él asintió con la cabeza, no se sorprendió, como que ya algo venían sospechando”.
La charla fue de noche, “y durante una hora y media. Y el otro sacerdote me escuchó y repitió varias veces ‘Pobre Hernán, pobre Hernán”. El superior, luego, se lo infirmó a quien entonces era monseñor - “un tipo de mucho peso”- y al año siguiente se inició un juicio diocesano, a escondidas de la Justicia.
En ese juicio de cotillón declararon muchos jóvenes. “Me convocaron a declarar en una parroquia. Conté todo, pero no volví a tener ninguna novedad”, sigue Hernán.
“Con el tiempo supe que lo habían encontrado culpable, es más: el abusador redactó una carta en la que reconoció que había tenido ‘relaciones amorosas y abusivas con seminaristas menores’ y mostró arrepentimiento. ¿Sabés qué hicieron frente a la confesión? Lo sacaron del seminario y lo mandaron a estudiar a una universidad de Roma”.
Te puede interesar: “20 años después entendí que fui violada”: el drama de una chica bajo el poder de su guía espiritual
En resumidas cuentas, cuando volvió de Europa, le prohibieron instalarse en Paraná y lo mandaron a Tucumán para seguir ejerciendo como sacerdote. “Yo ya era adulto pero el tema me seguía angustiando mucho. Si seguía ejerciendo el riesgo era que siguiera causando el mismo daño a otros niños”.
Las condenas

En 2010 -18 años después de habérselo contado a otro superior aquella noche- Hernán volvió a la carga.
“Porque ahora ese superior al que yo le había contado todo, Puiggari, había sido nombrado arzobispo de Paraná, tenía mucho más poder”, sigue. “Cuando le pregunté por qué el sacerdote que me había abusado seguía ejerciendo me contestó ‘prescribió’. No dijo ‘no existió', ‘no pasó'. Habían hecho de todo para que pasara el tiempo y prescribiera”.
Dos años después de ese punto muerto, sin embargo, sucedió algo inesperado. Una revista llamada “Análisis de la actualidad” investigó y publicó el caso. Inmediatamente estalló un escándalo provincial: en la revista decían que las víctimas habían sido unos 50 seminaristas de entre 12 y 14 años.
Ese trabajo periodístico obligó a la Justicia a iniciar una investigación de oficio.
Ilarraz (Gentileza La Gaceta)
Hernán fue llamado a declarar en un tribunal y fue recién ahí que vio llegar, poco a poco, a otros seis ex alumnos que llevaban años sosteniendo no un silencio cualquiera: el que va comiendo por dentro. Había un hilo que los unía: todos eran de orígenes católicos, humildes y rurales, con algún bache en su estructura familiar (un padre muerto, alcohólico, violento, por ejemplo).
¿Se podía juzgar si habían pasado más de 27 años? ¿Y la prescripción? Ese fue uno de los mayores obstáculos, que llevó años de apelaciones de ida y vuelta. Al final, la Justicia descartó el planteo de la prescripción porque entendió que “el bien tutelado, es decir, el interés superior del niño, primaba por sobre el argumento de defensa del cura.
El juicio comenzó en 2018 -seis años después de la denuncia de la revista- y el primer día declararon tres jóvenes. Hernán fue uno de ellos:
“Mientras iba contando los abusos recordé su perfume, usaba el Old Spice, el de la fragata. A veces salíamos perfumados de su pieza, como que ese olor se te pegaba en el cuerpo. Al día de hoy no puedo oler ese perfume, solo verlo me descompone”.
Hernán todavía puede sentir los olores y sonidos de la época de los abusos
El sacerdote Justo José Ilarraz, entonces de 59 años, fue condenado a 25 años de prisión por abuso y corrupción de menores contra siete menores. Sin embargo, sus defensores continúan apelando porque sostienen que los abusos sexuales prescribieron, por eso el fallo no está firme. El cura cumple prisión domiciliaria con tobillera electrónica, muy cerca de donde Hernán vive.
El cura ya está por cumplir 70 años, y Hernán todavía espera. La semana pasada el Papa Francisco aseguró que “en la Iglesia algunos no ven claro la lucha contra los abusos a menores”. Después dijo que hay un proceso en marcha y que se está haciendo “con valor, aunque no todos tienen el valor”. Eso, querido Bergoglio, está claro.

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JUDICIALES

Piden 15 años de prisión de sacerdote abusador​


En el juicio que se le sigue al religioso por los abusos sexuales contra dos monjas en un convento del barrio porteño de Nuñez, la Fiscalía solicitó esas penas, haciendo hincapié en los hechos denunciados y en el sometimiento de las víctimas​

30.10.2022
@
Redacción
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El sacerdote Manuel Fernando Pascual, quien se encuentra acusado por los abuso sexuales de dos religiosas que pertenecían a su congregación, podría ser condenado a la pena de 15 años de prisión efectiva, tal lo solicitado en su alegato por el fiscal Andrés Madrea ante el Tribunal Oral Criminal Nro. 3.
En la acusación, se consideró al cura, de 67 años, como autor del delito de “abuso sexual gravemente ultrajante”, por los episodios ocurridos entre 2012 y 2016 en la comunidad de las Hermanas de San José, ubicada en la calle Ernesto Bavio al 2800 del barrio porteño de Nuñez.
Además de estas imputaciones, se habrían registrado otras situaciones de abuso sexual en el lugar denominado “La Ermita”, donde se llevaban a cabo retiros espirituales. Sobre el sacerdote Pascual también hay sospechas, en relación a antecedentes por hechos similares, registrados desde la década del `80 en adelante.
Este debate, que se inició en el último mes de marzo y en el que interviene la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), entró en su etapa final. Durante su alegato, el fiscal Madrea sostuvo que el acusado debe ser condenado a 15 años de prisión efectiva, por lo que se pide su inmediata detención, por los abusos sexuales, agravados por ser ultrajantes, con acceso carnal, cometidos de manera continuada y ser ejecutados por un ministro de culto.
“Pascual abusó sexualmente de las víctimas aprovechándose de la situación de vulnerabilidad que tenían ambas y utilizando la autoridad -de todo tipo- que ejercía, lo que les impedía a las mujeres rebelarse y consentir libremente. En ese contexto, soportaron las intromisiones sexuales a lo largo del tiempo, aún en medio de la “confesión” sacramental e incluso durante una celebración o un rezo”, se indicó.
De acuerdo a la imputación, este sacerdote “se habría valido de su rol de confesor y guía espiritual para primero obtener la plena confianza de las religiosas, manipularlas después para «aceptar su amor como algo sagrado» o forzar el contacto para no echarlas y luego avanzar en las maniobras abusivas”.
Y en tal sentido, las mujeres contaron que las “confesaba y las absolvía de sus pecados” durante esas situaciones, marcaron también que hablaba de “sanarlas” de sus heridas, de practicar su sexualidad para conocerse y las convencía de que debían “dejarse querer” por él.
Además, se resaltó también los testimonios de más de 12 personas que relataron hechos de abusos sexuales muy similares, algunos que se remontan incluso a finales de la década de 1980. Los que pertenecen a mujeres de otras congregaciones que aún son religiosas y otras que debieron dejar su vocación al tener que atravesar ese tipo de situaciones