La Novela ESPAÑOLA
El ex marido de la psicóloga pide la revisión del juicio canónico, porque está convencido de que no fue imparcial Monseñor Novell facilitó la nulidad de su matrimonio a Silvia Caballol
Silvia Caballol, ante las cámaras de Telecinco
El ex marido esté convencido de que, en cierto sentido, la Iglesia le ha robado la custodia de sus tres hijos y quiere pedir, asimismo, la custodia compartida
Silvia Caballol también podría enfrentarse a una eventual expulsión del colegio de psicólogos, por haberse relacionado afectivamente con el ahora obispo emérito de Solsona, cuando era su paciente
Los obispos temen, entre otras cosas, que el prelado emérito de Solsona pueda ser víctima de algún chantaje o de algún tipo de extorsión. O lo que es peor, que al ver su imagen por los suelos y sometida a escarnio público, se rompa por dentro y piense, incluso, en alguna locura
El cardenal Omella es la única persona que tiene la suficiente autoridad moral, para hacer todo lo posible por detener el bochorno y el descrédito que el caso está suponiendo para la institución
19.09.2021 José Manuel Vidal
En el culebrón del obispo emérito de Solsona amenaza con entrar en escena un nuevo actor: el ex marido de Silvia Caballol, que, al parecer, tiene muchas cosas que aportar a esta historia. Entre otras, su matrimonio y su posterior nulidad, conseguida por su ex mujer en los tribunales eclesiásticos de la diócesis de Solsona, cuando ya mantenía relaciones con monseñor Novell.
Hasta ahora, lo que se ha publicado sobre la biografía de
Silvia Caballol aseguraba que había estado casada por lo civil con un ciudadano marroquí, con el que había vivido en Tetuán, con el que había tenido dos hijos, y del que se había separado, para regresar a Manresa.
Pues bien, la historia es mucho más compleja, como el propio ex marido hizo saber al arzobispado de Barcelona, que regenta el cardenal Omella.
El ex marido de Silvia Caballol aporta una serie de informaciones, que pueden dar un vuelco o, al menos, una vuelta de cuerda más al caso Novell.
En primer lugar, asegura que, presionada por su madre (una mujer muy religiosa),
Silvia Caballol pidió dispensa al obispado de Solsona, para poder casarse por lo civil con su pareja, de religión musulmana. Dispensa que consiguió y, por lo tanto, su matrimonio civil fue válido a los ojos de la Iglesia.
Tras vivir juntos varios años en Marruecos y después de tener tres hijos (no dos, como se decía hasta ahora), el matrimonio se rompió y ella regresó de nuevo a España. Según su ex marido, fue entonces cuando Silvia Caballol habría conseguido la nulidad (o la disolución del vínculo por el privilegio petrino) de aquel matrimonio, válido para la Iglesia...en la diócesis de Solsona y cuando su ex mujer mantenía ya relaciones con el entonces prelado de la diócesis, Xabier Novell. Todo lo cual, de ser cierto, resultaría de extrema gravedad.
De esta forma, Silvia Caballol queda libre para volver a casarse de nuevo, pero
sobre el obispo emérito Novell planea la sombra de la prevaricación: es él el que necesita la nulidad eclesiástica, para poder poder contraer matrimonio eventualmente con ella. Por lo tanto, la justicia eclesiástica sobre las nulidades matrimoniales, que ya está muy dañada en el imaginario colectivo, sufriría un nuevo golpe o una nueva consecuencia dañina del caso del obispo emérito de Solsona.
El ex marido de la señora Caballol no quiso adelantar a sus interlocutores de la curia de Barcelona todas sus reivindicaciones, pero sí aludió a las más relevantes. En primer lugar,
pide la revisión del juicio de disolución de su matrimonio, porque está convencido de que no fue imparcial. Entre otras cosas, porque lo llevaron los servicios jurídicos de la diócesis de monseñor Novell. De ahí que el ex marido esté seguro de que, en cierto sentido, la Iglesia le ha robado la custodia de sus tres hijos y quiera reclamar, asimismo, la custodia compartida.
Novell, cazado por TV3
Además de tener que hacer frente a éstas y otras eventuales exigencias de su ex marido,
Silvia Caballol también podría enfrentarse a una eventual expulsión del colegio de psicólogos, por haberse relacionado afectivamente con el ahora obispo emérito de Solsona, cuando era su paciente.
Por otra parte,
tanto en Roma como en la Conferencia episcopal española hay un evidente malestar: el desgaste que está provocando el caso Novell es obvio y, además, sus ex compañeros saben que siempre ha sido un verso suelto y que puede salir por donde menos se lo espera.
Los obispos temen, entre otras cosas, que el prelado emérito de Solsona pueda ser víctima de algún chantaje o de algún tipo de extorsión. O lo que es peor,
que al ver su imagen por los suelos y sometida a escarnio público, se rompa por dentro y piense, incluso, en alguna locura.
Ante la aparición de éstas y de otras aristas en el caso, ¿se decidirá monseñor Novell, como personaje público que es, a dar explicaciones a la opinión pública, para que deje de ser pasto de los programas de salsa de las televisiones, si le levantan el silencio que, al perecer, se le ha impuesto?
¿Saldrán, por fin, a clarificar el caso algunas de las autoridades jerárquicas de la Iglesia? Es probable que lo hagan.
La única persona capaz de hacerlo y que está llamada a jugar un papel clave en todo este berenjenal es el cardenal Omella, arzobispo de Barcelona. Porque tiene hilo directo con el Papa, porque forma parte del Dicasterio de Obispos, responsable directo en el tema de la renuncia de Novell, y, porque, además, como presidente del episcopado,
tiene la suficiente autoridad moral, para hacer todo lo posible por detener el bochorno y el descrédito que el caso está suponiendo para la institución.
De ahí que o bién él mismo cardenal Omella o el secretario general del episcopado, Luis Argüello, deberían
convocar cuanto antes una rueda de prensa con los siguientes objetivos. Primero, comunicar oficialmente lo ocurrido en torno a monseñor Novell. En segundo lugar, pedir perdón a las muchas víctimas (de las terapias de reversión homosexual de 'Verdad y Libertad', de los cursos Alfa con raros exorcismos o del colectivo LGTBI) que, en su desempeño pastoral, ha dejado por el camino. En tercer lugar, asegurar que la Iglesia pondrá todos los medios para que casos como éste no se vuelvan a repetir y, además, comprometer ayuda concreta al ya prelado emérito.
En el ínterim, ¿no habrá algún obispo que se acerque a monseñor Novell, para escucharlo, acompañarlo, ayudarlo a discernir y, sobre todo, ofrecerle la ayuda que necesite? Dicen que Novell está buscando un empleo civil, pero que los empleadores le dan la espalda por 'apestado'.
¿Le va a dejar tirado económicamente la Iglesia, amén de mantenerle su magro sueldo episcopal? ¿Por qué no le ofrece una salida laboral, al que durante tantos años sirvió a la institución, con mayor o menor acierto? Iglesia samaritana y con entrañas de misericordia. Y no sólo para predicarlo, sino para practicarlo.
Aunque para la Iglesia el problema está en el
difícil equilibrio entre mostrarse misericordiosa con el caído, respetando su decisión y, al mismo tiempo, tratar con trasparencia las exigencias de la justicia, pues Novell parece haber dejado muchas víctimas a su paso que, al menos, reclaman ser reconocidas como tales por él y por la propia Iglesia.
Novell
Primero, Religión Digital
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