REFLEXIONES SOBRE EL BAUTISMO QUE ORDENÓ PEDRO.
El bautismo de Hechos 2:38 está espiritualmente conectado con los Judíos, no con la Iglesia formada por todas las naciones.
Hechos 2:36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
TODA LA CASA DE ISRAEL
El bautismo en el nombre de Jesús, luego del versículo 37:
Hechos 2:37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro viene hablando de la resurrección y exaltación del Señor Jesús.
Los santos de Israel serán resucitados para vivir en la tierra, cuando el Señor regrese a establecer el Reino Milenial. Es la Iglesia, cuya naturaleza es celestial, la que representa a la Esposa en las Bodas del Cordero.
La resurrección y el bautismo en el nombre de Jesús, para perdón de pecados, corresponde, ciertísimamente, a la casa de Israel.
Hechos 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Ellos tenían las Escrituras del A.T., habían oído el mensaje de los profetas y recibido las profecías, han estado andando en dirección contraria a la palabra del Señor, como un pueblo rebelde y contradictor (Ro.10:21).
Habían transformado la ley que es espiritual (Ro.7:14), en un externalismo carnal y peligroso, alejándose de Dios.
Y ahora se les dice que tienen que arrepentirse, dar media vuelta, cambiar de dirección y entrar en el camino de Dios, que es Cristo Jesús.
De manera que el bautismo en agua, en el nombre:
1... Del mismo que habían asesinado, crucificándole,
2 ... Del mismo que habían cambiado por un homicida y ladrón,
3 ... Del mismo que habían cambiado por un rey pagano y corrompido,
Sería, entonces, evidencia de que realmente estaban arrepentidos públicamente.
Este arrepentimiento significa la aceptación de Jesús Nazareno, como Señor y Cristo.
Ya una vez hecho esto, no tendrían necesidad de llevar animales al templo para la expiación de sus pecados.
NI SANGRE HAY NI ALTAR, CESÓ LA OFRENDA YA
Porque el Cordero de Dios, destinado desde antes de la fundación del mundo (1P.1:18-20), identificado por Juan el bautista (Jn.1:29), ya había sido sacrificado:
Heb_10:14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
Somos ciudadanos celestiales, pertenecemos a Cristo, no a Pedro.