DIOS Y ALMAS
Queridos hermanos en Cristo:
Como ustedes saben, así como en el Siglo XIX estaba en boga entre los círculos superficiales el ateísmo, ahora lo está el llamado "agnosticismo".
¿Qué significa "agnosticismo"?
Pues es la postura que dice que ni se puede comprobar que Dios existe ni tampoco que no existe.
Como ven, dicha postura está en gran sintonía con el actual relativismo, donde todo es o no es o puede ser: o sea, el equivalente de la nada.
Recuerdo que Tomás de Kempis en su afamado libro "Imitación de Cristo" dice en una de sus líneas más memorables, que toda pasión humana es o vana o vergonzosa.
Nunca como ahora es tan evidente la veracidad de tal proposición.
Sin duda alguna que la otrora pasión humana "ateísta" del Siglo XIX hoy en día es ambas: tanto vana, como vergonzosa.
Vana, porque los superficiales modernos agnósticos (otrora ateístas del Siglo XIX) consideran como fútil referirse a cualquier verdad absoluta que pudiese afectar el ámbito moral.
Vergonzosa. porque ningún agnóstico contemporáneo se atrevería a aceptar ante sus congéneres que su intelecto es lo suficientemente idóneo para discernir una impostura.
¡Claro que no!
Eso le provocaría la reacción adversa de su círculo social superfluo, puesto que sus compañeros se sentirían en peligro al estar al lado de una persona capaz de discernir la verdad en contraposición a sus imposturas (y luego: posiblemente de quedar desenmascarados ellos mismos).
Me refiero a la verdad racional y moral, que son las verdades humanas, claro está.
Pero dejémonos de vericuetos: el agnosticismo no existe sino sólo la increencia (ateísmo) o su opusto, la creencia (deísmo).
Sólo existen los polos positivo y negativo.
¿Cómo se demuestra ésto?
Pues muy sencillo:
Frente al "objeto de conocimiento" Dios al igual que frente a todos los demás objetos de conocimiento, el ser humano puede tener únicamente dos posturas: la negativa (el rechazo) o la positiva (la aceptación).
El ateo, frente al "objeto de conocimiento Dios" responde negativamente.
El creyente, frente al "objeto de conocimiento Dios" responde positivamente.
Pero..... ¿el agnóstico?
¿Este quidam que dice ni creer ni tampoco descreer?
Todo parece indicar que el agnóstico no es más que un ateo recubierto de sinsentido gramatical:
El agnóstico frente al "objeto de conocimiento Dios" responde como sustrayéndose al mismo, puesto que "ni cree", ni "tampoco descree".
Es muy fácil descubrir la mendacidad de ésta proposición llena de vacuidad (si se me permite la expresión): el sustraerse al objeto de conocimiento no significa otra cosa que una negación práctica.
El que "diga" que "se sustrae" no tiene existencia práctica real alguna.
Es sólo una manipulación de sinsentidos de lenguaje, al igual que decir: "círculo cuadrado".
Sencillamente carece de sentido.
Por tanto, la conclusión es que el moderno agnóstico "para no declararse ateo" (lo cual ya no es socialmente aceptable en el círculo superficial) entonces se declara eso, agnóstico, pero en realidad el agnóstico es un ateo (puesto que se sustrae del objeto del conocimiento, lo que implica necesariamente el negarlo como objeto de conocimiento humano).
Ahí está toda la verdad respecto de ésta ridícula impostura (que resulta vana y vergonzosa a la vez).
ALABADO SEA JESUCRISTO
Queridos hermanos en Cristo:
Como ustedes saben, así como en el Siglo XIX estaba en boga entre los círculos superficiales el ateísmo, ahora lo está el llamado "agnosticismo".
¿Qué significa "agnosticismo"?
Pues es la postura que dice que ni se puede comprobar que Dios existe ni tampoco que no existe.
Como ven, dicha postura está en gran sintonía con el actual relativismo, donde todo es o no es o puede ser: o sea, el equivalente de la nada.
Recuerdo que Tomás de Kempis en su afamado libro "Imitación de Cristo" dice en una de sus líneas más memorables, que toda pasión humana es o vana o vergonzosa.
Nunca como ahora es tan evidente la veracidad de tal proposición.
Sin duda alguna que la otrora pasión humana "ateísta" del Siglo XIX hoy en día es ambas: tanto vana, como vergonzosa.
Vana, porque los superficiales modernos agnósticos (otrora ateístas del Siglo XIX) consideran como fútil referirse a cualquier verdad absoluta que pudiese afectar el ámbito moral.
Vergonzosa. porque ningún agnóstico contemporáneo se atrevería a aceptar ante sus congéneres que su intelecto es lo suficientemente idóneo para discernir una impostura.
¡Claro que no!
Eso le provocaría la reacción adversa de su círculo social superfluo, puesto que sus compañeros se sentirían en peligro al estar al lado de una persona capaz de discernir la verdad en contraposición a sus imposturas (y luego: posiblemente de quedar desenmascarados ellos mismos).
Me refiero a la verdad racional y moral, que son las verdades humanas, claro está.
Pero dejémonos de vericuetos: el agnosticismo no existe sino sólo la increencia (ateísmo) o su opusto, la creencia (deísmo).
Sólo existen los polos positivo y negativo.
¿Cómo se demuestra ésto?
Pues muy sencillo:
Frente al "objeto de conocimiento" Dios al igual que frente a todos los demás objetos de conocimiento, el ser humano puede tener únicamente dos posturas: la negativa (el rechazo) o la positiva (la aceptación).
El ateo, frente al "objeto de conocimiento Dios" responde negativamente.
El creyente, frente al "objeto de conocimiento Dios" responde positivamente.
Pero..... ¿el agnóstico?
¿Este quidam que dice ni creer ni tampoco descreer?
Todo parece indicar que el agnóstico no es más que un ateo recubierto de sinsentido gramatical:
El agnóstico frente al "objeto de conocimiento Dios" responde como sustrayéndose al mismo, puesto que "ni cree", ni "tampoco descree".
Es muy fácil descubrir la mendacidad de ésta proposición llena de vacuidad (si se me permite la expresión): el sustraerse al objeto de conocimiento no significa otra cosa que una negación práctica.
El que "diga" que "se sustrae" no tiene existencia práctica real alguna.
Es sólo una manipulación de sinsentidos de lenguaje, al igual que decir: "círculo cuadrado".
Sencillamente carece de sentido.
Por tanto, la conclusión es que el moderno agnóstico "para no declararse ateo" (lo cual ya no es socialmente aceptable en el círculo superficial) entonces se declara eso, agnóstico, pero en realidad el agnóstico es un ateo (puesto que se sustrae del objeto del conocimiento, lo que implica necesariamente el negarlo como objeto de conocimiento humano).
Ahí está toda la verdad respecto de ésta ridícula impostura (que resulta vana y vergonzosa a la vez).
ALABADO SEA JESUCRISTO