2. GABRIEL tambien ha mencionado que 2Corintios capitulo 3 "dice que la ley estara escrita en tablas de carne del corazon". Estas completamente equivocado, GABRIEL. Eso no lo dice la Biblia, en 2Corintios, capitulo 3. A continuacion, te doy los textos de la Biblia:
Pablo esta hablando y, textualmente, dice: "Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leidas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espiritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazon" (2Corintios 3: 2 y 3). Por favor, GABRIEL, muestrame tu en que parte de 2Corintios 3: 2 y 3 dice que "LA LEY ESTARA ESCRITA EN TABLAS DE CARNE DEL CORAZON", como tu textualmente lo has dicho. NO LO DICE. LOS TEXTOS BIBLICOS NO LO DICEN. Lo dices tu, LA PALABRA DE DIOS, EN 2 CORINTIOS 3: 2 Y 3, NO LO DICE.
Lo si alli se dice es que los miembros de la Iglesia de Corinto, eran "CARTAS" escritas por el apostol Pablo: "NUESTRAS CARTAS SOIS VOSOTROS". Lo que Pablo habia ensenado a los miembros de esa Iglesia y lo que los miembros habian hecho suyo de las ensenanzas de Pablo, eran verdaderas CARTAS escritas en ellos por el apostol Pablo. Pablo tambien dice que esas "CARTAS" estaban escritas en su propio corazon, porque la misma fe de Pablo, fue lo que Pablo escribio en la vida de los miembros de la Iglesia de Corinto. Esas "CARTAS" eran "CONOCIDAS Y LEIDAS POR TODOS LOS HOMBRES", porque mostraban al mundo entero la vida cristiana de Pablo y la vida de aquellos a quienes Pablo les habia ensenado el evangelio de Cristo. Pablo luego agrega que los hnos. de Corinto eran "CARTA DE CRISTO EXPEDIDA POR NOSOTROS, ESCRITA NO CON TINTA, SINO CON EL ESPIRITU DEL DIOS VIVO; NO EN TABLAS DE PIEDRA, SINO EN TABLAS DE CARNE DEL CORAZON".
Lo ultimo, significa que la "CARTA" originalmente proviene de Cristo, y el, como apostol de Cristo, EXPIDIO esa carta cuando la escribio en la vida de los hnos. de la Iglesia de Corinto. Pablo explica que esa "CARTA" de Cristo ha sido escrita "NO CON TINTA", como fue escrito el LIBRO DE LA LEY (escrito por Moises), sino que esa "CARTA" ha sido escrita "CON EL ESPIRITU DEL DIOS VIVO" (sin tinta). Esa "CARTA" de Cristo no fue escrita "EN TABLAS DE PIEDRA", como lo fueron los 10 mandamientos, sino que esa "CARTA" fue escrita "EN TABLAS DE CARNE DEL CORAZON".
Pero nota tu que lo que se escribe en el corazon es una "CARTA DE CRISTO", NO LA LEY DE LOS 10 MANDAMIENTOS. Pablo habla en un lenguaje en el que CONTRASTA una cosa con otra: "CARTA" en lugar de LEY; escrita "CON EL ESPIRITU DEL DIOS VIVO", en lugar de estar escrita "CON TINTA"; escrita "EN TABLAS DE CARNE DEL CORAZON", en lugar de estar escrita "EN TABLAS DE PIEDRA". ES TODO UN CONTRASTE, LAS COSAS FUERON HECHAS EN FORMA DISTINTA. Y EL CONTENIDO DE LA ESCRITURA TAMBIEN ES DISTINTO: NO ES UNA LEY LO QUE SE ESCRIBE EN EL CORAZON DE LOS CREYENTES, SINO QUE ES UNA "CARTA DE CRISTO" (2Corintios 3:3).
Respondo: No se si has leído a Waggoner.
El viejo pacto fue iniciado por el hombre, y no alteró en lo más mínimo la promesa original de Dios, que él mismo había confirmado con su juramento;
“Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.
Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.
Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.” Gál. 3:15-18).
El nuevo pacto comenzó en el Edén, y el viejo cuando Adán pecó e intentó justificarse a sí mismo. Los dos pactos se extendían por lo tanto simultáneamente en el tiempo.
El nuevo pacto es la promesa unilateral de Dios; nuestra parte no consiste en hacerle vanas promesas de obediencia a cambio, tal como hizo Pedro aquella última noche; nuestra parte es creer lo que nos fue ya prometido, según iniciativa de Dios.
Waggoner, admitió que existían "dos dispensaciones", pero obsérvese en qué sentido:
"La ‘dispensación cristiana’ comenzó para el hombre tan pronto, al menos, como se produjo la caída. Hay ciertamente dos dispensaciones, una dispensación de pecado y de muerte, y una dispensación de justicia y vida, pero esas dos dispensaciones han corrido paralelamente desde la caída. Dios trata a los hombres como individuos, no como a naciones, no de acuerdo con el siglo en que hayan vivido. No importa el período de la historia del mundo, todo ser humano puede pasar en cualquier momento de la dispensación antigua a la nueva" (Present Truth, 7 septiembre 1893).
¿En qué consiste la "dispensación de muerte"?
"La ley escrita simplemente en tablas de piedra, o en un libro, puede traer sólo ira y muerte. La razón es que en un caso tal se trata sólo de la exposición de la justicia requerida, y ningún hombre puede ser salvo por la mera declaración de su deber. La ley escrita en piedra, o en un libro, nos dice simplemente lo que debemos hacer, pero no nos proporciona poder para efectuarlo. Por lo tanto, la entrega de la ley escrita en letra al pueblo que sea, significa un ministerio de muerte para él. Los truenos, relámpagos y terremoto que acompañaron la entrega de la ley, y el hecho de que nadie se podía acercar al monte sin morir, mostraba que el hombre no puede acceder a la ley por sí mismo para obtener justicia" (Id.)
"Las mentes de las personas estaban cegadas, de forma que la luz no podía brillar en ellas; pero la luz estaba allí, dispuesta para brillar, puesto que la mente de Moisés no estaba cegada, y la luz del glorioso evangelio de Cristo brillaba en su rostro, transformándolo. La ley y el evangelio estuvieron unidas en el Sinaí, como lo han estado en cualquier otra ocasión. En el Sinaí brilló la gloria del Calvario tan claramente como lo hace hoy" (Id.)
Piensa en lo maravillosa que habría sido la historia de este mundo si el Israel de antiguo hubiera creído el nuevo pacto. Escribió Waggoner: "Que el deseo de Dios para Israel era que pudieran proclamar el evangelio a todo el mundo, es evidente por el hecho de que si permanecían en su pacto serían un reino de sacerdotes... Si hubieran aceptado la propuesta de Dios, y se hubieran contentado con permanecer en el pacto de Dios, en lugar de insistir en uno de ellos mismos,... habrían conocido la verdad, y habrían sido liberados en consecuencia... por lo tanto resulta claro que el propósito de Dios al sacara a Israel de Egipto fue el de enviarlos a todo el mundo a predicar el evangelio.
"Que rápida y fácil tarea habría sido para ellos... No les habría tomado sino un breve tiempo el llevar el evangelio hasta los confines más remotos de la tierra... Uno podría poner en fuga a mil, y dos a diez mil. Es decir, el poder de la presencia de Dios con dos cualquiera de ellos, haría que a los ojos de sus enemigos aparecieran como diez mil, y nadie osaría atacarlos... Todos los que oyeran tomarían inmediatamente posición en favor o en contra de la verdad, y esa decisión sería final, puesto que cuando uno rechaza el evangelio proclamado en su plenitud, es decir, acompañado del poder de Dios, no hay nada más que se pueda hacer por él... Así, muy pocos años, o quizá meses tras haber atravesado el Jordán, habrían sido suficientes para la predicación del evangelio del reino en todo el mundo como testimonio a todas las naciones" (El Pacto Eterno, p. 272 y 273 –en inglés-).
Pablo no presentó ni la ley moral ni la ceremonial como los ministros de hoy se atreven a hacer. Algunos fomentan tal antipatía por la ley de Dios, que están dispuestos a hacer cualquier cosa para atacarla y estigmatizarla. Así ellos desprecian y desdeñan la majestad y gloria de Dios.
La ley moral nunca fue un símbolo o una sombra. Existía antes de la creación del hombre y durará mientras permanezca el trono de Dios. Dios no podía cambiar ni alterar un solo precepto de su ley a fin de salvar al hombre, pues la ley es el fundamento de su gobierno. Es inmutable, inalterable, infinita y eterna. A fin de que el hombre fuera salvado y se mantuviera el honor de la ley, fue necesario que el Hijo de Dios se ofreciera a sí mismo como sacrificio por los pecados. El que no conoció pecado se hizo pecado por nosotros. Murió por nosotros en el Calvario. Su muerte muestra el admirable amor de Dios por el hombre y la inmutabilidad de su ley.
Cristo declaró en el Sermón del Monte: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido" (Mat. 5: 17, 18). Cristo llevó la maldición de la ley sufriendo su castigo, completando el plan mediante el cual el hombre había de ser colocado donde pudiera guardar la ley de Dios y ser aceptado mediante los méritos del Redentor, y por su sacrificio se cubrió de gloria la ley. Entonces la gloria de lo que no ha de ser abolido *la ley de Dios de los Diez Mandamientos, su norma de justicia * fue vista claramente por todos los que vieron en su totalidad lo que fue abolido. "Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor" (2 Cor. 3: 18). Cristo es el abogado del pecador.
Los que aceptan su Evangelio, lo contemplan a cara descubierta. Ven la relación de su misión con la ley, y reconocen la sabiduría y gloria de Dios como son reveladas por el Salvador. La gloria de Cristo es revelada en la ley, que es un trasunto de su carácter, y su eficacia transformadora se ejerce sobre el alma hasta que los hombres se transforman a la semejanza divina. Se hacen participantes de la naturaleza divina y se asemejan más y más a su Salvador, avanzando paso tras paso en conformidad con la voluntad de Dios hasta que alcanzan la perfección. La ley y el Evangelio están en perfecta armonía. Se sostienen mutuamente. La ley se presenta con toda su majestad ante la conciencia, haciendo que el pecador sienta su necesidad de Cristo como la propiciación de los pecados. El Evangelio reconoce el poder e inmutabilidad de la ley. "Yo no conocí el pecado sino por la ley", declara Pablo (Rom. 7: 7). La convicción del pecado, implantada por la ley, impele al pecador hacia el Salvador. En su necesidad, el hombre puede presentar el poderoso argumento suministrado por la cruz del Calvario. Puede demandar la justicia de Cristo, pues es impartida a todo pecador arrepentido. Dios declara: "Al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6: 37). "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1: 9). Este artículo fue publicado en 1902 y aparece en 1 Mensajes Selectos, págs. 278-283.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.