Re: El adventismo y el calendario
Con la insolvencia moral que los caracteriza, dos de los integrantes de la secta adventista han intentado infructuosamente perpetrar aquí su permanente falso testimonio de que el papa Silvestre I (314-335 d.C.; nació en la segunda mitad del siglo III) impuso la observancia dominical a una cristiandad que no conocía más día sagrado que el sábado. Dado que su cobardía no permite a estos sujetos aportar las pruebas que condenan su perfidia, seguiremos exponiendo la maldad de estos individuos.
Lamentablemente para los esbirros del adventismo se conocen documentos anteriores, de origen diverso que muestra que la afirmación adventista es una infame mentira. Por ejemplo, el mismo Francis D. Nichol, un adventista aquejado de dosis agudas de falsía cuando escribió su
Answers to Objections reconoce que el llamado Evangelio de Pedro (una obra acerca de la falsedad de cuya autoría no era necesario abundase) se escribió “en la parte final del siglo segundo” (página 786). Muy bien, si esa obra se escribió “en la parte final del siglo segundo”, como dice el tal Nichol, es imposible que se haya escrito después del año 200. O sea, entre la composición del llamado Evangelio de Pedro y el nacimiento de Silvestre mediaron no menos de cincuenta años. Pues bien, en el llamado Evangelio de Pedro se llama al primer día de la semana “día del Señor”.
Según el versículo 9 de dicho “Evangelio” (encontrado en
http://ministries.tliquest.net/theology/apocryphas/nt/peter.htm), “en la noche en que empezaba el día del Señor, mientras los soldados guardaban vigilia de dos en dos, hubo una gran voz en el cielo; y vieron los cielos abiertos, y a dos hombres descender con gran luz y acercarse a la tumba. Y la piedra que estaba puesta en la entrada rodó sola y entreabrió el paso; y la tumba se abrió, y los dos jóvenes entraron”.
Según el versículo 12 del mismo “Evangelio”, “Y al amanecer del día del Señor, María Magdalena, discípula del Señor, temerosa, a causa los judíos que ardían de ira, de que no habían hecho en el sepulcro del Señor las cosas que las mujeres acostumbran hacer por lo que mueren y que son amados por ellas, tomó a sus amigas consigo y se llegó al sepulcro donde él estaba puesto […]”.
Cabe esperar que estos individuos quieran irse por las ramas, diciendo que el “Evangelio” de Pedro es apócrifo. Estoy de acuerdo. Es apócrifo. Sin embargo, por muy apócrifo que sea, es testimonio inequívoco de que los cristianos de la época (finales del siglo II), mucho antes de que naciera el papa Silvestre, ya llamaban “día del Señor” a aquel en el que resucitó el Salvador. Obviamente, es imposible que una persona no nacida haya tenido relación alguna con la redacción de ese documento.
Si los “señores” del adventismo quieren mantener su fraude de que un papa impuso la observancia del domingo como “día del Señor”, tendrán que buscar al “culpable” hacia “la parte final del siglo segundo”, o antes de esa fecha. Busquen, “señores”, busquen.