Si los Pactos que DIOS ha hecho con el hombre, terminan en fracasos, tendríamos un dios derrotado, cuyo conocimiento sólo hubiese servido para la dispensación de un tiempo: el que vivimos.
Claro que terminan en fracaso por parte del hombre descendiente de Adán.
Allí en Edén, Adán representa toda la descendencia de la raza humana, pero caída en pecado.
A menos que esta verdad crucial se entienda bien, mucho de aquello que debería sernos relativamente claro terminará por quedarnos oculto en misterio insondable.
Por este motivo, en el lenguaje teológico, surgen expresiones, que, aunque no se hallen escritas en la biblia, nos enseñan una relación especial de Dios con la raza humana.
Esta representación de Adán, de la raza humana caída, recibe el nombre de "cabeza federal", que al igual que "Trinidad" y "encarnación divina", surgen, como expresiones en el lenguaje teológico, en la exposición doctrinal.
Cuando Adán compareció en Edén como un ser responsable ante Dios, lo hizo como cabeza federal - como el representante legal - de toda su descendencia. Es por eso que cuando Adán pecó, todos los representados fueron contados pecadores; cuando cayó, todos cayeron; cuando murió, todos murieron. Leemos:
Rom 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
En el pacto con Noé, le vemos ebrio, desnudo, y tirado en el piso en una de sus tiendas, siendo la burla de su hijo Cam.
En el pacto con Abraham, le contemplamos hablando mentiras sobre su esposa, haciéndola pasar por su hermana.
En el pacto dado en el monte de Sinaí, contemplamos a Moisés, elevándose al mismo nivel de Dios, y desobedeciendo la instrucción, de hablar a la peña, para que diese agua, ya que la figura de Cristo como la Roca golpeada una sola vez, había sido cumplida unos meses antes, ahora solo había que hablarle, algo que obedeció Moisés, y lleno de ira, la golpeó dos veces.
Esto le costó, no entrar a la tierra prometida.
Lo maravilloso del Nuevo Pacto, es que dónde el hombre ha fracasado, Cristo, como cabeza federal de una nueva raza celestial, jamás falló, el Hombre Perfecto, jamás hizo pecado, no hubo engaño en su boca.
En el dispensacionalismo, contemplamos el propósito de Dios para con Israel, en la gran tribulación, de la semana 70 de Daniel, el de traer conversión a una multitud de judíos, que entrarán en las bendiciones del reino
y experimentarán el cumplimiento de todos los pactos de Israel.
Las buenas nuevas de que el Rey está por volver serán predicadas (Mat_24:14) de manera que Israel se vuelva a su Libertador.
Así como Juan el Bautista predicó tal mensaje para preparar a Israel para la primera venida del Mesías, los 144.000 judíos, doce mil de cada tribu, también lo harán.
CONCLUSIÓN
Aunque en los pactos anteriores a Cristo, los hombres fracasaron, esto en nada afecta el cumplimiento de los pactos por parte de Dios. Podemos entender que son pactos incondicionales, a diferencia del Mosaico, al cual contemplamos como un compromiso presuntuoso de Israel, engordado, infatuado, cuando le dijo a Dios que: "Todo lo que Jehová ha dicho: HAREMOS" (Éxo 19:8).
Su estruendoso fracaso nacional, pues nadie cumplió la ley, fue vindicado por Cristo, en el Nuevo Pacto.