Para centrar el debate acerca de la autenticidad de los versículos de I Corintios 14:34-35, creo que primero sería describir en qué tipo de pruebas se basan los expertos para realizar sus afirmaciones y descubrir si un texto es o no original.
Sigo para ello de base la metodología que aparece en el libro de Bart D. Ehrman “Jesús no dijo eso: Los errores y falsificaciones de la Biblia”.
Los críticos textuales actualmente se denominan a sí mismos eclécticos racionales, con respecto al método que utilizan para tomar decisiones acerca de los textos del Nuevo Testamento. Esto es, que “eligen” (éste es el significado original de la palabra ecléctico), a partir de diversas lecturas del Nuevo Testamento, cuál de todas representa la lectura más antigua, utilizando para ello un amplio abanico de argumentos textuales (racionales). Por lo general estos argumentos se basan en pruebas que pueden clasificarse como externas e internas.
***Pruebas Externas:
Los argumentos basados en pruebas externas se relacionan con los manuscritos conservados que apoyan una u otra lectura.
Obviamente, podría pensarse que, a un mayor número de manuscritos que apoyen una lectura sobre otra, deberíamos considerar que esa es la buena. No obstante, eso no es generalmente así. Ello es en principio debido al método de transmisión de los manuscritos, los errores se transmiten de un pergamino a los siguientes, por lo que, con toda probabilidad, existirán numerosos manuscritos plagados de errores básicamente similares conforme se copien de otro manuscrito anterior. Por supuesto, los errores transmitidos se aumentan con errores propios cometidos por los copistas, y así sucesivamente. En cualquier caso, del primer pergamino, más cercano al original, sólo tendremos una copia, mientras que de los otros, que posiblemente contendrán un número mayor de errores, seguramente también poseeremos un número mayor de copias. La mayor parte de los especialistas consideran que otras consideraciones son mucho más importantes a la hora de valorar si una lectura es válida.
**Edad del manuscrito.
En principio la edad del manuscrito es una de las pruebas externas más importantes a la hora de valorar un texto. En principio, sabiendo que cuanto más tiempo transcurra más posibilidades existen de que esté corrompido, lo más lógico es pensar que los textos más antiguos son los que otorgan una lectura más próxima a la original.
No obstante, hay que destacar que, aunque esta prueba es importante, ningún crítico textual la considerará atenerse ciegamente a lo que dice la copia más antigua. Existen dos razones para ello: La primera es una cuestión de lógica. Es posible que un texto más moderno esté copiado de un texto muy antiguo, lo que resultaría en una lectura mucho más cercana a la original de lo que podría suponerse en origen. Pongamos un ejemplo, tenemos dos manuscritos, uno del S. IV, y otro del S. X, el segundo, considerablemente más moderno, sabemos que está transcrito de una copia del S. II, mientras que nuestro texto más antiguo está copiado de un papiro del S. III. En este caso concreto resultaría que nuestro manuscrito más moderno sería más fiel al original que el antiguo.
La segunda razón, la histórica, está determinada por la forma en que fueron transmitidos los manuscritos en los primeros siglos del Cristianismo. Esos siglos se caracterizaron por una enorme falta de control en la transmisión de los escritos del Nuevo Testamento. La cual estuvo a cargo de copistas que por lo general no eran profesionales, y que en muchos casos no estaban lo suficientemente preparados para el trabajo que desempeñaron.
Por estas dos causas no pueden considerarse a los manuscritos más antiguos como los más fieles a los originales, y obliga a los críticos a utilizar una amplia gama de argumentos para buscar la lectura más cercana a la original. No obstante, si a mayor parte de los textos más antiguos ofrecen una misma lectura, se considera que la acumulación de factores inclina la balanza cuando hay que tomar una decisión textual.
**Alcance geográfico.
El alcance geográfico está relacionado con la aparición de variantes textuales relacionadas con los manuscritos de una zona en particular. Por ejemplo, si se descubre que un número elevado de manuscritos incluyen una variante específica de un texto, pero que todos esos manuscritos están centrados en el área de influencia de Alejandría (por poner un lugar), podremos sospechar que se trata de una variante local, y que seguramente la otra lectura es la más antigua.
** Manuscritos en los que se encuentra.
La crítica externa más importante posiblemente sea esta, para que los expertos consideren que una lectura es “original” debe estar reflejada en los mejores manuscritos que tenemos y en los mejores grupos de manuscritos. Lo habitual es considerar mejores los textos “Alejandrinos”, por encima de los textos “Bizantinos” y “Occidentales”. Este principio se basa en la idea de que si un texto o grupo de textos han demostrado una superioridad en lecturas donde la forma original resulta obvia, es muy probable que también sean superiores en lecturas que las pruebas internas no sustentan con absoluta claridad.
***Pruebas Internas.
**Probabilidades intrínsecas.
Son probabilidades basadas en lo que se considera más verosímil que el autor del texto realmente escribiera. Para ello se estudia el estilo, vocabulario, teología. En el caso de que un texto presente dos o más lecturas, y una de ellas presente vocabulario o unas características de estilo que difieren de las que utiliza habitualmente el autor, o si presenta una teología que contradice a la que defiende en el resto de sus escritos, se considera que es improbable que sea la original; y todavía más si se conservan lecturas que coincidan con lo que el autor escribió en otras partes.
**Probabilidades de transcripción.
Estas se basan en la pregunta de qué variante de un texto tiene más posibilidades de ser creación de un escriba. Esto se remonta a la idea de Bengel de que la lectura “más difícil” tiene más posibilidades de ser la original.
En principio los escribas corregían lo que consideraban errores antes que algo que coincidía con sus puntos de vista, armonizando los pasajes que consideraban contradictorios y adecuando la teología a sus propias concepciones. En muchos lugares puede encontrarse este principio expresado con las siguientes palabras: La lectura que mejor explica la existencia de las otras tiene más probabilidades de ser la original.
Espero que no les haya sido muy pesado, he tratado de resumir los puntos para que no ocupen demasiado, aunque en varios lugares he utilizado casi las mismas palabras que las usadas por el Profesor Ehrman. Por otro lado, supongo que esto puede servirnos para centrar el debate acerca de la autenticidad de los versículos de los que estábamos discutiendo.
Trataré de aportar las pruebas que me faltan con respecto a los versículos de I Corintios 14:34-35 en el menor plazo de tiempo posible. Incluiré también un resumen con todos los argumentos para que cada cual pueda valorar si considera que son suficientes o cree sin embargo que esos versículos están suficientemente probados como auténticos.
Saludos cordiales a todos los participantes.
Atentamente, Cthulhu.
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