DIFERENCIAS DOCTRINALES: Católicos vs. Evangélicos

20 Julio 2003
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Llamo a todos a discutir sobre este tema

Quiero hacer un llamado a todos los integrantes del foro a hacer un debate y discusiones sobre ciertos puntos que no se tienen en común y hay desacuerdo entre las doctrinas católicas y las doctrinas evangélicas que no concuerdan, estas pueden ser:
LA EUCARISTIA.
EL PAPADO.
LA AUTENTICIDAD DE LA IGLESIA CATOLICA ROMANA.
LA CONFESION DE PECADOS AL SACERDOTE.
EL DIEZMO.
EL BAUTISMO DE NIÑOS.
LA IDOLATRIA Y VENERACION DE SANTOS Y VIRGENES.
y todos los otros temas apologéticos relacionados al tema.
Espero su respuestas y podamos realizar un debate sano donde cada uno podamos expresar nuestras ideas.
Les bendigo en Cristo Jesús...
 
Ok, pero, ¿Con cuál tema empezamos?
Por mi parte estoy dispuesto.

Saludos!!!!!!:D
 
Originalmente enviado por: Golan Trevize
Ok, pero, ¿Con cuál tema empezamos?
Por mi parte estoy dispuesto.

Saludos!!!!!!:D

Bueno.... di que si tu 'conexión a internet' no te falla. ;)
 
Con el que ustedes quieran!

Con el que ustedes quieran!

La verdad que podríamos empezar con el tema que ustedes quieran... yo no tengo problemas, me gustaría que le avisen a todos sus conocidos en el foro que participen para que sea un debate entre todos los foristas....y también me gustaría que se presenten, porque yo soy nuevo en el foro, solía entrar a leer los mensajes pero desde ayer soy miembro registrado....

Yo me llamo José Agüero Avila, mi e-mail es [email protected] y bien, creo que podríamos empezar el debate con el tema del BAUTISMO DE NIÑOS, por decir alguno, depende de ustedes, pues ya son más antiguos en el foro...

Espero que entre más gente.

Bendiciones.
 
Bueno.... di que si tu 'conexión a internet' no te falla.
Mi conexión a Internet jamás ha fallado, es una conexión buena, por Megacable, lo que falló fue mi acceso a Iglesia.Net, espero quede aclarado.

Yo me llamo José Agüero Avila, mi e-mail es [email protected] y bien, creo que podríamos empezar el debate con el tema del BAUTISMO DE NIÑOS, por decir alguno, depende de ustedes, pues ya son más antiguos en el foro...
Muy bien, no hay problema, yo estoy de acuerdo:
Para empezar, creo que es correcto el Bautismo de los Niños, por la esencia misma del Bautismo. Sé que los cristianos evangélicos no aceptan esto, me gustaría, en todo caso, empezar con una declaración:
Yo CREO que se debe bautizar a los niños.

Saludos!!!!!!!:D
 
Ah!, y presentándome:
No diré mi nombre, porque varios foristas se harían bolas, ya me llaman Golan Trevize, ya me llaman Hari Seldon (Mi nick en el Foro de Antesdelfin), y prefiero que me llamen de un solo modo, Golan Trevize, aquí, en este Foro.
Pero sí, Golan Trevize, para servirles.
Mi mail:
:D[email protected]
Saludos!!!!!!
 
Veamos, para empezar, lo que enseña Roma en cuanto al bautismo de niños y el llamado "pecado original":



Del Catecismo:




403Siguiendo a san Pablo, la Iglesia ha enseñado siempre que la inmensa miseria que oprime a los hombres y su inclinación al mal y a la muerte no son comprensibles sin su conexión con el pecado de Adán y con el hecho de que nos ha transmitido un pecado con que todos nacemos afectados y que es “muerte del alma”.276 Por esta certeza de fe, la Iglesia concede el Bautismo para la remisión de los pecados incluso a los niños que no han cometido pecado personal.277

404¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de todos sus descendientes? Todo el género humano es en Adán “sicut unum corpus unius hominis” (“Como el cuerpo único de un único hombre”).278 Por esta “unidad del género humano”, todos los hombres están implicados en el pecado de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelación que Adán había recibido la santidad y la justicia originales no para él solo sino para toda la naturaleza humana: cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitirán en un estado caído.279 Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado “pecado” de manera análoga: es un pecado “contraído”, “no cometido”, un estado y no un acto.

405Aunque propio de cada uno,280 el pecado original no tiene, en ningún descendiente de Adán, un carácter de falta personal. Es la privación de la santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza humana no está totalmente corrompida: está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado (esta inclinación al mal es llamada “concupiscencia”). El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual.

406La doctrina de la Iglesia sobre la transmisión del pecado original fue precisada sobre todo en el siglo V, en particular bajo el impulso de la reflexión de san Agustín contra el pelagianismo, y en el siglo XVI, en oposición a la Reforma protestante. Pelagio sostenía que el hombre podía, por la fuerza natural de su voluntad libre, sin la ayuda necesaria de la gracia de Dios, llevar una vida moralmente buena: así reducía la influencia de la falta de Adán a la de un mal ejemplo. Los primeros reformadores protestantes, por el contrario, enseñaban que el hombre estaba radicalmente pervertido y su libertad anulada por el pecado de los orígenes; identificaban el pecado heredado por cada hombre con la tendencia al mal (“concupiscentia”), que sería insuperable. La Iglesia se pronunció especialmente sobre el sentido del dato revelado respecto al pecado original en el II Concilio de Orange en el año 529281 y en el Concilio de Trento, en el año 1546.282

Un duro combate...

407La doctrina sobre el pecado original -vinculada a la de la Redención de Cristo- proporciona una mirada de discernimiento lúcido sobre la situación del hombre y de su obrar en el mundo. Por el pecado de los primeros padres, el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre. El pecado original entraña “la servidumbre bajo el poder del que poseía el imperio de la muerte, es decir, del diablo”.283 Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social284 y de las costumbres.

408Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al mundo en su conjunto una condición pecadora, que puede ser designada con la expresión de san Juan: “el pecado del mundo” (Jn 1, 29). Mediante esta expresión se significa también la influencia negativa que ejercen sobre las personas las situaciones comunitarias y las estructuras sociales que son fruto de los pecados de los hombres.285

409Esta situación dramática del mundo que “todo entero yace en poder del maligno” (1 Jn 5, 19),286 hace de la vida del hombre un combate:

A través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo.287

IV “NO LO ABANDONASTE AL PODER DE LA MUERTE”

410Tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama288 y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída.289 Este pasaje del Génesis ha sido llamado “Protoevangelio”, por ser el primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de ésta.

411La tradición cristiana ve en este pasaje un anuncio del “nuevo Adán”290 que, por su “obediencia hasta la muerte en la Cruz” (Flp 2, 8), repara con sobreabundancia la desobediencia de Adán.291 Por otra parte, numerosos Padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada en el “protoevangelio” la madre de Cristo, María, como “nueva Eva”. Ella ha sido la que, la primera y de una manera única, se benefició de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda mancha de pecado original292 y, durante toda su vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometió ninguna clase de pecado.293

412Pero ¿por qué Dios no impidió que el primer hombre pecara? San León Magno responde: “La gracia inefable de Cristo nos ha dado bienes mejores que los que nos quitó la envidia del demonio”.294 Y santo Tomás de Aquino: “Nada se opone a que la naturaleza humana haya sido destinada a un fin más alto después del pecado. Dios, en efecto, permite que los males se hagan para sacar de ellos un mayor bien. De ahí las palabras de san Pablo: ’Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia’ (Rm 5, 20). Y el canto del Exultet: ’¡Oh feliz culpa que mereció tal y tan grande Redentor!’”.295

RESUMEN

413“No fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los vivientes... Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo” (Sb 1, 13; 2, 24).

414Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios.

415“Constituido por Dios en la justicia, el hombre, sin embargo, persuadido por el Maligno, abusó de su libertad, desde el comienzo de la historia, levantándose contra Dios e intentando alcanzar su propio fin al margen de Dios”.296

416Por su pecado, Adán, en cuanto primer hombre, perdió la santidad y la justicia originales que había recibido de Dios no solamente para él, sino para todos los seres humanos.

417Adán y Eva transmitieron a su descendencia la naturaleza humana herida por su primer pecado, privada por tanto de la santidad y la justicia originales. Esta privación es llamada “pecado original”.

418Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio de la muerte, e inclinada al pecado (inclinación llamada “concupiscencia”).

419“Mantenemos, pues, siguiendo el Concilio de Trento, que el pecado original se transmite, juntamente con la naturaleza humana, ’por propagación, no por imitación’ y que ’se halla como propio en cada uno’”.297



Tenemos ya el marco en el que se mueven los católicos......
 
Originalmente enviado por: Golan Trevize
Mi conexión a Internet jamás ha fallado, es una conexión buena, por Megacable, lo que falló fue mi acceso a Iglesia.Net, espero quede aclarado.

Vale, te creo ;) ahora bien....

Me llamó la atención de que mi hermana te ha abierto varios epígrafes y no los has contestado, eso por no decir los que tienes incontestados por otros temas y en este le has entrado al trapo, a que se debe eso???
 
Hola a todos los hermanos:

Primero empezemos cual es el pensamiento catolico respecto al sacramento del Bautismo:

BAUTISMO: Es el sacramento que borra el pecado original y los pecados actuales, y la justicia se restaura por medio de la infusion de gracia. Nos hace cristianos, hijos de Dios, miembros de la iglesia y capaces de recibir los demas sacramentos, El bautismo toma 3 formas:

1- El bautismo en agua
2- El bautismo de sangre que recibe aquel que aunque no haya sido bautizado en agua sufre el martirio por el amor de Cristo.
3-El bautismo del deseo. Es el que recibe la persona que no pudiendo recibir el bautismo del agua ni el de sangre, con todo es bautizada.

La teologia moderna de Roma soluciona el problema de los que son ignorantes de la fe, pero son sinceros. Dice el catecismo del concilio vaticano II, 93 : "los que inculpablemente desconocen el evangelio de cristo y su iglesia, y buscan con sinceridad a Dios, y se esfuerzan bajo el influjo de gracia en cumplir con las obras de su voluntad, conocida por el dictamen de su conciencia, pueden conseguir la salvacion eterna "

Nosotros los cristianos evangelicos, no nos bautizamos para lavar los pecados, si no para testificar que ya son borrados por la sangre de jesus, y nosotros en union con cristo hemos muerto al pecado y hemos sido resucitados espiritualmente junto con El para andar en vida nueva (1 P. 3:21; Ro 6:1-4).
El bautismo en agua no es el nuevo nacimiento, el cual ocurre cuando uno recibe a cristo creyendo en su nombre (Jn 1:12,13 ).
Tampoco es el acto en el que somos incorporados al cuerpo espiritual del señor, si no en la comunion del pueblo de Dios. Es por el espiritu y no por el agua que somos bautizados en el cuerpo de cristo. ( 1 Co 12:13 ).

Por fe somos salvos y no por agua. Aunque el ladron en la cruz no fue bautizado, tenia fe. Jesus le prometio " De cierto te digo que hoy estaras conmigo en el paraiso "

No he encontrado en la biblia donde sea enseñado el bautismo de niños.
Un bebe no puede decidir identificarse con cristo en su muerte y resurrecion, para esto es necesario ser un adulto.
La biblia dice que a todos los que crren ( un niño no puede creer ) se la dara el derecho de ser hijo de Dios.
Creo que debemos haber pasado nuestros años de inocencia para escoger libremente, identificarnos con el sacrificio y victoria de Cristo en la Cruz.
Creo que el acto catolico como tal, osea el bautismo, pasa a ser simplemente un baño que se le da al bebe, sin ningun valor y significado espiritual.

Para Golan: Espero que exponga claro y concizo sus argumentos, basados en la palabra de Dios, y no trate de darle muchas vueltas al asunto.
Saludos en Cristo
 
Para Golan: Espero que exponga claro y concizo sus argumentos, basados en la palabra de Dios, y no trate de darle muchas vueltas al asunto.
Lo haré el día de mañana, porque dentro de un rato perderé conexión.
Sólo una breve reflexión:
Los evangélicos no tienen "grandes ideas" sobre el Bautismo, ni es muy importante para ellos, rechazan, eso sí, el bautismo según los católicos, por hallarlo incompatible con sus ideas sobre la justificación.
Esa es la clave sobre el Bautismo.
 
Golan:


Me recuerda usted a la actitud que afirmó usted tenía el forista P@blo al decir:

Los evangélicos no tienen "grandes ideas" sobre el Bautismo

ni es muy importante para ellos

rechazan, eso sí, el bautismo según los católicos, por hallarlo incompatible con sus ideas sobre la justificación.


Veamos como argumenta usted estas afirmaciones.


Dice un refrán español: "Cree el ladrón que todos son de su condición" :D
 
Veamos como argumenta usted estas afirmaciones.
OK, antes de hablar del Bautismo de los Niños, bebés incluso, es importante encontrar el significado del Bautismo.
¿Qué es el Bautismo para los evangélicos?
Respondida esta pregunta, podré responder ampliamente, porque precisamente es el significado del Bautismo el que justifica el bautismo de los niños.

Saludos!!!!!!:D
 
Originalmente enviado por: Golan Trevize
OK, antes de hablar del Bautismo de los Niños, bebés incluso, es importante encontrar el significado del Bautismo.
¿Qué es el Bautismo para los evangélicos?
Respondida esta pregunta, podré responder ampliamente, porque precisamente es el significado del Bautismo el que justifica el bautismo de los niños.

Saludos!!!!!!:D


Bueno señor Trevize, aquí tiene un excelente resumen de nuestro "ocupado" hermano Jetonius. Espero que tenga suficiente para empezar :D







El verbo griego baptizö es una forma intensiva de baptö y significa primariamente sumergir; secundariamente puede significar “lavar” o “hacer perecer.” En la antigua versión griega del Antiguo Testamento, la Septuaginta, se emplea de la inmersión séptuple de Naamán el sirio en las aguas del Jordán (2 Reyes 5:14). G.R. Beasley-Murray explica: “Pese a las afirmaciones contrarias, parece que baptizö, tanto en contextos judíos como cristianos, normalmente significaba ‘sumergir’ y que aún cuando se tornó un término técnico para el bautismo, la idea de inmersión permanece... Los usos metafóricos del término en el Nuevo Testamento parecen dar esto por sentado; por ejemplo, la profecía de que el Mesías bautizaría en Espíritu [Santo] y fuego, como un líquido (Mateo 3:11), el “bautismo” de los israelitas en la nube y el mar (1 Corintios 10:2) y la noción de la muerte de Jesús como un bautismo (Marcos 10:38-39, baptisma; Lucas 12:50...). La representación paulina del bautismo como la sepultura y la resurrección con Cristo es consistente con esta opinión, aunque no la exija.” [1].



El bautismo de Juan

El antecedente inmediato del bautismo cristiano es el bautismo que realizaba Juan hijo de Zacarías, más conocido como Juan el bautista. A su vez, Juan podría haber sido influenciado por los lavamientos ceremoniales de los grupos predominantes del judaísmo o de Qumran (esenios, secta del Mar Muerto). Sin embargo, esta clase de limpieza ritual no se realizaba una única vez, sino de manera reiterada y periódica [2]. Un antecedente más interesante o al menos un paralelo (no está claro cual vino primero) es el bautismo de los prosélitos, es decir, de personas de origen gentil que se convertían al judaísmo [3]. Allá por el primer siglo de nuestra era, cuando los judíos habían adoptado una decidida actitud proselitista (ver Mateo 23:15) los convertidos de la gentilidad que se convertían no solamente debían ser circuncidados como mandaba la Ley a todos los varones, sino que además se les exigía un lavamiento o bautismo, el cual simbolizaba la limpieza de la inmundicia pagana.
El desafío impuesto por el bautismo de Juan es que él no solamente llamaba a los prosélitos, sino y muy particularmente a los judíos de nacimiento, a bautizarse. Juan estaba diciendo con esto que no sólo los paganos, sino también los “hijos de Abraham” debían arrepentirse y volverse a Dios. El bautismo de Juan fue entonces, sobre todo, un llamado al arrepentimiento por los pecados (Mateo 3:11 y paralelos) y una expresión del anhelo de ser perdonado por Dios.
¿Por qué era esto necesario? Porque, como Pablo diría más tarde, “todos pecaron” , y a Juan se le había dado la misión de ser el precursor del Mesías y el heraldo del reino de los cielos (Mateo 3:1-3; Juan 1: 15-23). La predicación y el bautismo de Juan fueron por tanto una preparación para la manifestación definitiva de Dios en gloria para traer recompensa y juicio, y todos debían prepararse para este acontecimiento que Juan describió como un bautismo con el Espíritu Santo y con fuego (Mateo 3: 7-12).
A la luz de lo que precede, parece extraño que Jesús le pidiese a Juan que lo bautizase, y el primero en sorprenderse fue el mismo Juan. Sin embargo, la razón de la solicitud de Jesús ha de hallarse en su identificación con aquéllos a quienes venía a salvar. Había nacido de mujer, y bajo la Ley (Gálatas 4:4) y dio este paso “para que se cumpla toda justicia” (Mateo 3:15). En este acontecimiento fundamental, Jesús, quien jamás pecó (2 Corintios 5:21; Hebreos 4:15), se identificó a sí mismo con la humanidad pecaminosa y de este modo inició formalmente su ministerio. Esto queda claro por lo que aconteció inmediatamente después del bautismo de Jesús: Fue declarado por el Padre como su Hijo amado y ungido por el Espíritu Santo (Mateo 3:17). La Voz celestial le declaró Rey Mesías y Siervo sufriente; cf. Salmo 2:7 e Isaías 42:1. Es significativo que cuando la autoridad de Jesús fue cuestionada, él respondió con otra pregunta: “El bautismo de Juan, ¿era de Dios o de los hombres?” (Marcos 11: 27-33 y paralelos). Esta no fue una manera astuta de evadir la pregunta “¿Con qué autoridad haces esto?” , sino que tenía una relación crucial con ella, Si el bautismo de Juan era del cielo, la inescapable conclusión sería que la autoridad de Jesús provenía de la misma fuente, ya que la unción de Jesús ocurrió tras haber sido bautizado por Juan [4].


El bautismo cristiano

En su carácter de último y más grande de los profetas en sentido veterotestamentario, Juan anunció el juicio venidero. Juan proclamó lo que Dios le dijo que proclamase. Y desde luego, estaba en lo cierto. Pero Jesús introduce un nuevo elemento, el cual ciertamente estaba presente en la profecía del Antiguo Testamento (Isaías 42, 49, 50, 53) pero no había sido entendido por los judíos, a saber: que el reino de los cielos no habría de ser introducido con la violencia de un conquistador guerrero, sino a través de la obra de un humilde Siervo. Y este Siervo, que no era otro que Jesús mismo, debía someterse a otro “bautismo” del cual el de Juan no fue sino una señal (Lucas 12: 49-50). Él hablaba, claro está, de su sacrificio en la cruz.
Luego de resucitar, Jesucristo les dijo a sus discípulos:
“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28: 18-20).
Jesucristo anunció también el bautismo en el Espíritu Santo, que habría de superar el bautismo de Juan (Hechos 1:5). Desde luego, esto no descarta simplemente el bautismo cristiano en agua, pero le otorga una nueva e insospechada significación: Como Jesús se identificó a sí mismo con nosotros en el bautismo de Juan, nosotros debemos identificarnos con Él mediante el bautismo cristiano (Romanos 6, etc.).

¿Quién debe bautizarse?

Es claro que todos cuanto crean en Cristo deben bautizarse. Aquellos que llegan a ser sus discípulos deben ser bautizados y se les debe ensañar todo lo que Jesús mandó (Mateo 28: 16- 20). Después de que Pedro hubo proclamado las buenas nuevas de salvación en el día de Pentecostés, les preguntaron a él y a los demás Apóstoles: “Hermanos, ¿qué haremos?”. La respuesta de Pedro fue: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2: 37-38). Como dice Brooks:
“Los sermones cristianos más primitivos, ..., convocaron al bautismo como el acto externo que representaba la decisión interna. La exigencia de Pedro del bautismo [cristiano] tenía continuidad con el bautismo de Juan pues ambos expresaban la nueva relación del individuo con Dios y su reino. La diferencia significativa, empero, era la relación que Pedro estableció con la vida, la muerte y la resurrección de Jesús.” [5]
La misma secuencia, es decir, primero creer y a continuación ser bautizado, se observa en Samaria y en el caso del ministro etíope (Hechos 8:12, 26-39). Lo mismo se observa luego de que Pedro predicase el Evangelio en casa del centurión Cornelio (Hechos 10: 44-48). Allí el Apóstol exclamó: “¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?”


¿Qué hay del bautismo de bebés?

En comparación con el claro mandato de bautizarse para quienes se arrepienten y creen en Jesús, la cuestión de si los niños demasiado pequeños como para entender el Evangelio han de ser bautizados. Este ha sido tema de controversia por siglos [6].
Debe tenerse en cuenta que la mayor parte de las Iglesias cristianas históricas, como la de Roma, las Orientales, la Luterana, la Reformada, la Presbiteriana y otras, practican el bautismo infantil. Una de las mejores defensas del bautismo infantil es la escrita por Michael Green [7]. Los principales argumentos a favor de esta práctica son:
1. El bautismo es un signo o sacramento del Nuevo Pacto, como la circuncisión lo era del Antiguo Pacto. Ya que todos los bebés varones eran circuncidados, de igual modo y por analogía todos los hijos de cristianos deben ser bautizados.
2. Jesús llamó hacia sí a los niños pequeños y amonestó con extrema severidad a los discípulos por intentar impedírselo (Marcos 10: 13-16).
3. En el libro de Hechos hay varios casos de personas que creyeron y se dice que fueron bautizados “con toda su casa” (Lydia, Hechos 16: 14-15; el carcelero de Filipos, Hechos 16: 30-34); compárese también 1 Corintios 1:16, “la casa de Estéfanas.”
4. El bautismo infantil es testimoniado en la Iglesia por lo menos a partir de principios del tercer siglo, y es practicado por muchas denominaciones cristianas.
Por otra parte, quienes nos oponemos al bautismo infantil señalamos que:

1. El Nuevo Pacto tiene tanto similitudes como diferencias con el Antiguo Pacto. Por tanto, hay que ser muy cauteloso con el razonamiento por analogía. Por ejemplo, una diferencia obvia es que la circuncisión era aplicable sólo a los varones, en tanto que el bautismo cristiano es para hombres y mujeres por igual. Además, los mismos que invocan esta analogía habitualmente rechazan la noción de que el bautismo deba diferirse, como la circuncisión, hasta el octavo día de vida. Finalmente, si bien los hijos de padres cristianos en un sentido participan de las bendiciones de éstos (Hechos 2:38; 1 Corintios 7:14), no queda en absoluto claro que ello sólo se cumpla a condición de que los niños sean bautizados.
2. Jesús ciertamente llamó hacia sí a los niñitos, pero no los bautizó ni mandó que fuesen bautizados. De hecho, es obvio y sugestivo que no existe ninguna instrucción explícita acerca del bautismo infantil en todo el Nuevo Testamento. Quienes propician esta práctica deben basarse en conjeturas y presuposiciones.
3. Hay que notar que en los textos que hablan de Lidia, Cornelio o Estéfanas la palabra griega oikia (“casa”) indica más que los familiares, ya que habitualmente se incluye también los sirvientes. Quienes propician el bautismo infantil suponen que había pequeñitos en las “casas” de Lidia, Cornelio o Estéfanas, pero no hay ningún indicio cierto de que esto fuese así. Nada sabemos del estado civil de Lidia. En casa de Cornelio, Pedro dijo que debían bautizarse quienes habían creído, y sobre quienes había manifiestamente descendido el Espíritu Santo. Ignoramos si el carcelero de Filipos tenía hijos y si así era, qué edades tenían. De todos modos, Lucas afirma en Hechos 16:34 que el hombre se regocijó “con toda su casa que había creído en Dios”, lo cual obviamente no es aplicable a los bebés.
4. Se sabe que en tiempos post-apostólicos se introdujeron prácticas bautismales que eran propias del período apostólico. Una fue la costumbre de demorar el bautismo hasta que la muerte fuese inminente (por la noción errónea de que no tendría perdón ningún pecado cometido después del bautismo). Otra fue la introducción de un largo período de instrucción entre la profesión de fe y el rito bautismal, juntamente con complejos ritos carentes de respaldo neotestamentario. Por tanto, el solo hecho de que se practicase el bautismo infantil hacia fines del segundo o principios del tercer siglo no es fundamento suficiente como para considerar tal práctica de origen apostólico. La primera indicación clara acerca del bautismo infantil –a favor- se encuentra en el tratado sobre prácticas eclesiásticas de Hipólito de Roma titulado “La Tradición Apostólica” [8]. Pero la segunda alusión , en contra de tal práctica, aparece en el escrito deTertuliano de Cartago, “Sobre el bautismo” [9]. Ambos documentos datan del siglo III.


¿Qué significa el bautismo?

La significación del bautismo podría resumirse como sigue:
1. Es un acto de obediencia que todo cristiano debe tomar muy seriamente. Jesucristo mandó que todo aquel que llegase a ser su discípulo fuese bautizado (Mateo 28: 16-20).
2. Es un acto que expresa el propósito de ser limpio del pecado y puro para con Dios (1 Pedro 3:21).
3. Es un acto que nos identifica con Jesucristo en su muerte y en su nueva vida de resurrección (Romanos 6).
4. Es un acto que significa ser incorporado al Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y da entrada a la paticipación plena en la fraternidad cristiana (Efesios 4:4-6).
Asimismo, y teniendo en cuenta todo lo anterior, el bautismo puede considerarse un testimonio público de nuestro compromiso de seguir a Cristo.
Relación entre la regeneración, el bautismo con agua y el bautismo en el Espíritu Santo
Ya que el bautismo es un signo externo de una gracia interior, no hay una relación simple y unívoca entre estos acontecimientos. En el Nuevo Testamento, quienes se arrepienten y creen en Cristo son bautizados, pero ya que tanto la confesión como el rito del bautismo en sí mismo son actos externos, ellos no garantizan de manera absoluta que la obra interna de la gracia esté presente. Por ejemplo, no fue así en el caso de Simón el Mago (Hechos 8:13-25). Los samaritanos fueron bautizados en agua primero y recibieron el Espíritu Santo después. Por el contrario, Cornelio y los suyos primero recibieron el Espíritu Santo y luego fueron bautizados.
Sin embargo, por el modo en que el asunto se presenta en la predicación apostólica, F.F. Bruce está en lo cierto al afirmar: “El bautismo es el signo externo y visible del arrepentimiento y la fe. En la era apostólica el signo externo estaba en general tan inmediatamente asociado con la gracia interior y espiritual que se podía hablar de ambos como partes componentes de una única experiencia, o por una especie de metonimia, lo que era estrictamente cierto de una podía predicarse de la otra.” [10]
Esto permite explicar pasajes como Hechos 22:16, donde Pablo narra su propia experiencia de conversión; se le dijo: “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados invocando su nombre.” Bruce observa: “Pablo, siendo un hombre inteligente, sabría que la aplicación externa de agua a su cuerpo no podría, en sí misma, quitar sus pecados; entendería que su bautismo en agua era la señal externa y visible de su purificación del pecado, interior y espiritual , por la gracia de Dios, una purificación que hizo propia por la fe.” [11]
De igual modo, Tito 3:4-7 puede entenderse en el mismo sentido: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor para con la humanidad, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración, y por la renovación en el Espíritu Santo [griego, dia loutrou palingenesias kai anakainöseös pneumatos hagiou], el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. “ (ver también Romanos 5 y 8).


¿Es el bautismo necesario para la salvación?

La Iglesia Católica Apostólica Romana es el defensor más conspicuo de la noción de que el bautismo es necesario para la salvación. El reciente “Catecismo de la Iglesia Católica” (1992) afirma: “El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu (‘ vitae spiritualis ianua’) y la puerta que abre el acceso a otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.” [12].
Según la doctrina romana, los sacramentos en general no son solamente signos externos de la gracia interior, sino que son los medios por los cuales se confiere la gracia; es decir que contienen en sí la gracia que simbolizan, cuando se los imparte y recibe apropiadamente [13]. En lo que se refiere al bautismo, el nuevo Catecismo sostiene que “El Señor mismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvación (cf Jn 3,5).” [14]. Sin embargo, el sincero anhelo de ser bautizado es considerado equivalente, a los efectos de la salvación, al sacramento mismo en los casos en que éste es imposible. Tal el caso, por ejemplo, de quien muere mártir sin posibilidad de bautizarse –es el llamado “bautismo de sangre”- o el de un adulto que es impedido por la muerte o un obstáculo insuperable, pero que de veras deseaba bautizarse [15].
El problema del destino de los niñitos que mueren sin haber sido bautizados no es respondido de manera consistente por el romanismo. En efecto, el nuevo Catecismo afirma que la Iglesia “sólo puede confiarlos a la misericordia divina”, confiando “en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo” [16]. Esta declaración es muy sorprendente, ya que por siglos se ha sostenido como doctrina de fe que “las almas que salen de esta vida en estado de pecado original están excluidas de la visión beatífica de Dios” [17]. En otras palabras que las almas de los niños que morían en pecado original –es decir, sin ser bautizados- quedaban excluidas de la bendición de contemplar a Dios. Adicionalmente, al menos dos concilios generales de occidente (llamados ecuménicos por Roma), a saber el IV Concilio de Lyon (1274) y el Concilio de Florencia (1438-1445) establecieron dogmáticamente que quienes mueren en pecado original van al infierno: “Pero las almas de aquellos que mueren en pecado mortal actual o con solo el original, bajan inmediatamente al infierno, para ser castigadas, si bien con penas diferentes” [18]. Hasta hace muy poco, se enseñaba que los niños sin bautizar iban a un lugar, el limbo (limbus infantium) donde podrían gozar la mayor felicidad natural, pero eran excluidos de la presencia de Dios. He aquí lo que dice un compendio publicado en 1973:
“EL LIMBO. – Los párvulos que han muerto sin el bautismo no van al paraíso terrenal (Benedicto XII, [Denzinger] 534), sino al llamado «limbo de los párvulos» (Pío VI, [Denzinger] 1526 ). Carecen de la visión de Dios, pero no sufren la pena de fuego (Inocencio III, [Denzinger] 410).” [19]
Sin embargo, ahora la Iglesia de Roma soslaya silenciosamente su enseñanza de siglos y se limita a declarar que solamente confía a los niñitos a la misericordia de Dios. El hasta ahora famoso limbo ni aparece en el índice alfabético del nuevo Catecismo firmado por Juan Pablo II.
En realidad. importantísimo como es el bautismo, en ninguna parte del Nuevo Testamento se lo declara como necesario para la salvación. Los requisitos que son consistentemente presentados como imprescindibles son el arrepentimiento del pecado y la fe en Jesucristo.


Juan 3:5

Este texto es el apoyo más importante para la doctrina de la regeneración bautismal, esto es, la noción de que el sacramento mismo del bautismo efectúa la regeneración o nuevo nacimiento en Cristo. Por tanto, es conveniente examinar cuidadosamente este texto.
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo:
- Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Le respondió Jesús:
- De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo [o de lo alto] no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le preguntó:
- ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
Respondió Jesús:
- De cierto, de cierto te digo que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: «Os es necesario nacer de nuevo». El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.
Le preguntó Nicodemo:
- ¿Cómo puede hacerse esto?
Jesús le respondió:
- Tú, que eres maestro de Israel, ¿no sabes esto? ...” (Juan 3: 1-10).
El contexto inmediato de este encuentro es la primera Pascua celebrada durante el ministerio terrenal del Señor (Juan 2:13-25). Jesús acababa de anunciar veladamente su resurrección (versículo 19). Nicodemo se convenció de que Dios estaba con Cristo y fue a verle de noche.
Jesús le dijo que aquellos que desean entrar en el reino de Dios deben nacer “de nuevo” o “de lo alto.” El texto griego dice “ean më tis gennëthei anöthen” (si uno no recibe el nacimiento de lo alto, versículo 3) y “gennëthëi ex hydatos kai pneumatos” (nacimiento de agua y Espíritu, versículo 5). La palabra anöthen puede significar tanto “de nuevo” (Gálatas 4:9), como “de lo alto” (Santiago 1:17; 3: 15,17). Evidentemente Nicodemo entendió lo expresado por Jesús en el primer sentido, pero las palabras del Señor en el versículo 31 indican que él quiso decir primariamente “de lo alto.” En otros términos, nada menos que un nacimiento de lo alto, es decir, de Dios mismo, puede permitirle a alguien tener parte en el reino de los cielos.
El mismo pensamiento se encuentra en Juan 1:12-13, “Mas a todos los que le recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios.” También aparece reiteradamente en la primera epístola de Juan (1 Juan 2:29; 3:9; 4:7; 5:1,4,18).
Quienes afirman que las palabras de Jesús eran fundamentalmente una referencia al bautismo con agua pasan por alto los siguientes hechos:
1. El propio bautismo de Jesús en ninguna parte se pone como modelo para el bautismo de sus discípulos. Como se demostró antes, el bautismo del Señor fue una señal de su identificación con la raza humana, preparatoria de la obra de redención que él cumpliría más tarde en la cruz.
2. Es notable que el Evangelio de Juan sea el único que no contiene un relato del hecho preciso del bautismo de Jesús. Por tanto, su propio bautismo no es parte del contexto inmediato del pasaje.
3. Jesús se dirigió a Nicodemo teniendo en cuenta que éste era un maestro, alguien bien versado en el Tánaj (el Antiguo Testamento: el Pentateuco, los Profetas y los Escritos). De aquí que la declaración del Señor de la absoluta necesidad de nacer del agua y del Espíritu debe entenderse en esta luz, y debería haber traído a la mente de Nicodemo textos como Zacarías 13:1; Jeremías 33:8; Isaías 43:20, 55: 1, y sobre todo Ezekiel 36: 25-27,
“Esparciré sobre vosotros agua limpia y seréis purificados de todas vuestras impurezas, y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra.“
Mientras que el bautismo cristiano en agua no es enseñado como tal en el Antiguo Testamento, ningún escriba o maestro hebreo podría haber ignorado estos textos proféticos tan importantes acerca de la purificación espiritual. Por esta razón Jesús reconviene a Nicodemo de este modo: “Tú, que eres el maestro de Israel, ¿no sabes esto?” Como alguien que estaba bien versado en las Escrituras, era de esperarse que Nicodemo entendiese la alusión de inmediato.
En conclusión, las palabras de Jesús a Nicodemo no tienen como referencia primaria el bautismo en agua, sino la renovación espiritual anunciada por los profetas del Antiguo Testamento. Como notamos antes, este es un tema reiterado en los escritos de Juan. De igual modo, es significativo que también Pedro vincule el nuevo nacimiento o regeneración (griego anagennaö, “nacer de nuevo”) con el poder purificador de la Palabra de Dios antes que con el bautismo por inmersión en agua:
“Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para el amor fraternal no fingido. Amaos los unos a los otros entrañablemente, pues habéis renacido [anagegennëmenoi] , no de simiente corruptible. por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1: 22-23).
Asimismo el Apóstol Pablo, quien no bautizó a muchos cristianos en Corinto (1 Corintios 1:14-17), declaró enfáticamente “en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” (1 Corintios 4:15).
Tal regeneración o nuevo nacimiento espiritual no es producido por el bautismo en agua; éste es un signo o sacramento de la regeneración, pero en modo alguno reemplaza, ni mucho menos produce, la gracia interior que representa. Diciembre de 1999






Notas
[1] G.R. Beasley-Murray, Baptism. En Colin Brown, Ed.: New International Dictionary of New Testament Theology. Grand Rapids: Zondervan, 1975-1978, 1: 144.
[2] James C. Vanderkam, The Dead Sea Scrolls Today. Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, 1994, p. 168-170.
[3] C. Perrot, Los movimientos bautistas. En Augustin George y Pierre Grelot, Dir.: Intoducción Crítica al Nuevo Testamento. Barcelona: Herder, 1983; 1: 177-180.
[4] Joachim Jeremias, Teología del Nuevo Testamento. I. La predicación de Jesús, 4ª Ed. Salamanca: Sígueme, 1980, p. 73-74.
[5] Oscar S. Brooks, The Drama of Decision: Baptism in the New Testament. Peabody: Hendrickson, 1987, p. 160.
[6] Donald Bridge y David Phypers, The Water that Divides – The Baptism Debate. Leicester: InterVarsity Press, 1977.
[7] Michael Green, Baptism: Its purpose, practice and power. Downers Grove: InterVarsity Press, 1987. Véase también Oscar Cullmann, Baptism in the New Testament (London: SCM Press, 1950) y Andrés Manrique. O.S.A., Teología Bíblica del Bautismo – Formulación de la Iglesia Primitiva (Madrid: Editorial Biblia y Fe, 1977).
[8] Hipólito de Roma, La Tradición Apostólica, 21 (61).
[9] Tertuliano, De Baptismo, 18.
[10] F.F. Bruce, Answers to questions. Exeter: The Paternoster Press, 1972, p. 76
[11] Ibid., p. 84.
[12] Catecismo de la Iglesia Católica. Edición preparada bajo la presidencia del Arzobispo José Manuel Estepa Llaurens. Santo Domingo: Librería Juan Pablo II, 1992, # 1213 (p. 284).
[13] “Si alguno dijere que los sacramentos de la Nueva Ley no contienen la gracia que significan, o que no confieren la gracia misma a los que no ponen óbice, como si sólo fueran signos externos de la gracia o justicia recibida por la fe y ciertas señales de la profesión cristiana, por las que se distinguen entre los hombres los fieles de los infieles, sea anatema.” (Concilio de Trento, Sesión VII del 3 de marzo de 1547; Cánones sobre los sacramentos en general, Canon 6). Según Enrique Denzinger, El Magisterio de la Iglesia – Manual de los símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres. Traducción de Daniel Ruiz Bueno. Barcelona: Herder, 1963, # 849 (p. 241).
[14] Catecismo de la Iglesia Católica, # 1257 (p. 292).
[15] Ibid, # 1258-1260 (p. 292- 293).
[16] Ibid., # 1261 (p. 293).
[17] Ludwig Ott, Manual de Teología Dogmática, 6ª Ed. Barcelona: Herder, 1969, p. 191-192.
[18] Eugenio IV – Concilio de Florencia; Decreto para los griegos de la Bula “Laetentur coeli” del 6 de julio de 1439; Denzinger # 693 (p. 201).
[19] Antonio Royo Marín, O.P., La Fe de la Iglesia – Lo que ha de creer el cristiano de hoy, 2ª Ed. Madrid: BAC, 1973, # 352 (p. 232).
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Originalmente enviado por: Golan Trevize
OK, antes de hablar del Bautismo de los Niños, bebés incluso, es importante encontrar el significado del Bautismo.
¿Qué es el Bautismo para los evangélicos?
Respondida esta pregunta, podré responder ampliamente, porque precisamente es el significado del Bautismo el que justifica el bautismo de los niños.

Saludos!!!!!!:D


Bueno señor Trevize, aquí tiene un excelente resumen de nuestro "ocupado" hermano Jetonius. Espero que tenga suficiente para empezar :D







El verbo griego baptizö es una forma intensiva de baptö y significa primariamente sumergir; secundariamente puede significar “lavar” o “hacer perecer.” En la antigua versión griega del Antiguo Testamento, la Septuaginta, se emplea de la inmersión séptuple de Naamán el sirio en las aguas del Jordán (2 Reyes 5:14). G.R. Beasley-Murray explica: “Pese a las afirmaciones contrarias, parece que baptizö, tanto en contextos judíos como cristianos, normalmente significaba ‘sumergir’ y que aún cuando se tornó un término técnico para el bautismo, la idea de inmersión permanece... Los usos metafóricos del término en el Nuevo Testamento parecen dar esto por sentado; por ejemplo, la profecía de que el Mesías bautizaría en Espíritu [Santo] y fuego, como un líquido (Mateo 3:11), el “bautismo” de los israelitas en la nube y el mar (1 Corintios 10:2) y la noción de la muerte de Jesús como un bautismo (Marcos 10:38-39, baptisma; Lucas 12:50...). La representación paulina del bautismo como la sepultura y la resurrección con Cristo es consistente con esta opinión, aunque no la exija.” [1].



El bautismo de Juan

El antecedente inmediato del bautismo cristiano es el bautismo que realizaba Juan hijo de Zacarías, más conocido como Juan el bautista. A su vez, Juan podría haber sido influenciado por los lavamientos ceremoniales de los grupos predominantes del judaísmo o de Qumran (esenios, secta del Mar Muerto). Sin embargo, esta clase de limpieza ritual no se realizaba una única vez, sino de manera reiterada y periódica [2]. Un antecedente más interesante o al menos un paralelo (no está claro cual vino primero) es el bautismo de los prosélitos, es decir, de personas de origen gentil que se convertían al judaísmo [3]. Allá por el primer siglo de nuestra era, cuando los judíos habían adoptado una decidida actitud proselitista (ver Mateo 23:15) los convertidos de la gentilidad que se convertían no solamente debían ser circuncidados como mandaba la Ley a todos los varones, sino que además se les exigía un lavamiento o bautismo, el cual simbolizaba la limpieza de la inmundicia pagana.
El desafío impuesto por el bautismo de Juan es que él no solamente llamaba a los prosélitos, sino y muy particularmente a los judíos de nacimiento, a bautizarse. Juan estaba diciendo con esto que no sólo los paganos, sino también los “hijos de Abraham” debían arrepentirse y volverse a Dios. El bautismo de Juan fue entonces, sobre todo, un llamado al arrepentimiento por los pecados (Mateo 3:11 y paralelos) y una expresión del anhelo de ser perdonado por Dios.
¿Por qué era esto necesario? Porque, como Pablo diría más tarde, “todos pecaron” , y a Juan se le había dado la misión de ser el precursor del Mesías y el heraldo del reino de los cielos (Mateo 3:1-3; Juan 1: 15-23). La predicación y el bautismo de Juan fueron por tanto una preparación para la manifestación definitiva de Dios en gloria para traer recompensa y juicio, y todos debían prepararse para este acontecimiento que Juan describió como un bautismo con el Espíritu Santo y con fuego (Mateo 3: 7-12).
A la luz de lo que precede, parece extraño que Jesús le pidiese a Juan que lo bautizase, y el primero en sorprenderse fue el mismo Juan. Sin embargo, la razón de la solicitud de Jesús ha de hallarse en su identificación con aquéllos a quienes venía a salvar. Había nacido de mujer, y bajo la Ley (Gálatas 4:4) y dio este paso “para que se cumpla toda justicia” (Mateo 3:15). En este acontecimiento fundamental, Jesús, quien jamás pecó (2 Corintios 5:21; Hebreos 4:15), se identificó a sí mismo con la humanidad pecaminosa y de este modo inició formalmente su ministerio. Esto queda claro por lo que aconteció inmediatamente después del bautismo de Jesús: Fue declarado por el Padre como su Hijo amado y ungido por el Espíritu Santo (Mateo 3:17). La Voz celestial le declaró Rey Mesías y Siervo sufriente; cf. Salmo 2:7 e Isaías 42:1. Es significativo que cuando la autoridad de Jesús fue cuestionada, él respondió con otra pregunta: “El bautismo de Juan, ¿era de Dios o de los hombres?” (Marcos 11: 27-33 y paralelos). Esta no fue una manera astuta de evadir la pregunta “¿Con qué autoridad haces esto?” , sino que tenía una relación crucial con ella, Si el bautismo de Juan era del cielo, la inescapable conclusión sería que la autoridad de Jesús provenía de la misma fuente, ya que la unción de Jesús ocurrió tras haber sido bautizado por Juan [4].


El bautismo cristiano

En su carácter de último y más grande de los profetas en sentido veterotestamentario, Juan anunció el juicio venidero. Juan proclamó lo que Dios le dijo que proclamase. Y desde luego, estaba en lo cierto. Pero Jesús introduce un nuevo elemento, el cual ciertamente estaba presente en la profecía del Antiguo Testamento (Isaías 42, 49, 50, 53) pero no había sido entendido por los judíos, a saber: que el reino de los cielos no habría de ser introducido con la violencia de un conquistador guerrero, sino a través de la obra de un humilde Siervo. Y este Siervo, que no era otro que Jesús mismo, debía someterse a otro “bautismo” del cual el de Juan no fue sino una señal (Lucas 12: 49-50). Él hablaba, claro está, de su sacrificio en la cruz.
Luego de resucitar, Jesucristo les dijo a sus discípulos:
“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28: 18-20).
Jesucristo anunció también el bautismo en el Espíritu Santo, que habría de superar el bautismo de Juan (Hechos 1:5). Desde luego, esto no descarta simplemente el bautismo cristiano en agua, pero le otorga una nueva e insospechada significación: Como Jesús se identificó a sí mismo con nosotros en el bautismo de Juan, nosotros debemos identificarnos con Él mediante el bautismo cristiano (Romanos 6, etc.).

¿Quién debe bautizarse?

Es claro que todos cuanto crean en Cristo deben bautizarse. Aquellos que llegan a ser sus discípulos deben ser bautizados y se les debe ensañar todo lo que Jesús mandó (Mateo 28: 16- 20). Después de que Pedro hubo proclamado las buenas nuevas de salvación en el día de Pentecostés, les preguntaron a él y a los demás Apóstoles: “Hermanos, ¿qué haremos?”. La respuesta de Pedro fue: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2: 37-38). Como dice Brooks:
“Los sermones cristianos más primitivos, ..., convocaron al bautismo como el acto externo que representaba la decisión interna. La exigencia de Pedro del bautismo [cristiano] tenía continuidad con el bautismo de Juan pues ambos expresaban la nueva relación del individuo con Dios y su reino. La diferencia significativa, empero, era la relación que Pedro estableció con la vida, la muerte y la resurrección de Jesús.” [5]
La misma secuencia, es decir, primero creer y a continuación ser bautizado, se observa en Samaria y en el caso del ministro etíope (Hechos 8:12, 26-39). Lo mismo se observa luego de que Pedro predicase el Evangelio en casa del centurión Cornelio (Hechos 10: 44-48). Allí el Apóstol exclamó: “¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?”


¿Qué hay del bautismo de bebés?

En comparación con el claro mandato de bautizarse para quienes se arrepienten y creen en Jesús, la cuestión de si los niños demasiado pequeños como para entender el Evangelio han de ser bautizados. Este ha sido tema de controversia por siglos [6].
Debe tenerse en cuenta que la mayor parte de las Iglesias cristianas históricas, como la de Roma, las Orientales, la Luterana, la Reformada, la Presbiteriana y otras, practican el bautismo infantil. Una de las mejores defensas del bautismo infantil es la escrita por Michael Green [7]. Los principales argumentos a favor de esta práctica son:
1. El bautismo es un signo o sacramento del Nuevo Pacto, como la circuncisión lo era del Antiguo Pacto. Ya que todos los bebés varones eran circuncidados, de igual modo y por analogía todos los hijos de cristianos deben ser bautizados.
2. Jesús llamó hacia sí a los niños pequeños y amonestó con extrema severidad a los discípulos por intentar impedírselo (Marcos 10: 13-16).
3. En el libro de Hechos hay varios casos de personas que creyeron y se dice que fueron bautizados “con toda su casa” (Lydia, Hechos 16: 14-15; el carcelero de Filipos, Hechos 16: 30-34); compárese también 1 Corintios 1:16, “la casa de Estéfanas.”
4. El bautismo infantil es testimoniado en la Iglesia por lo menos a partir de principios del tercer siglo, y es practicado por muchas denominaciones cristianas.
Por otra parte, quienes nos oponemos al bautismo infantil señalamos que:

1. El Nuevo Pacto tiene tanto similitudes como diferencias con el Antiguo Pacto. Por tanto, hay que ser muy cauteloso con el razonamiento por analogía. Por ejemplo, una diferencia obvia es que la circuncisión era aplicable sólo a los varones, en tanto que el bautismo cristiano es para hombres y mujeres por igual. Además, los mismos que invocan esta analogía habitualmente rechazan la noción de que el bautismo deba diferirse, como la circuncisión, hasta el octavo día de vida. Finalmente, si bien los hijos de padres cristianos en un sentido participan de las bendiciones de éstos (Hechos 2:38; 1 Corintios 7:14), no queda en absoluto claro que ello sólo se cumpla a condición de que los niños sean bautizados.
2. Jesús ciertamente llamó hacia sí a los niñitos, pero no los bautizó ni mandó que fuesen bautizados. De hecho, es obvio y sugestivo que no existe ninguna instrucción explícita acerca del bautismo infantil en todo el Nuevo Testamento. Quienes propician esta práctica deben basarse en conjeturas y presuposiciones.
3. Hay que notar que en los textos que hablan de Lidia, Cornelio o Estéfanas la palabra griega oikia (“casa”) indica más que los familiares, ya que habitualmente se incluye también los sirvientes. Quienes propician el bautismo infantil suponen que había pequeñitos en las “casas” de Lidia, Cornelio o Estéfanas, pero no hay ningún indicio cierto de que esto fuese así. Nada sabemos del estado civil de Lidia. En casa de Cornelio, Pedro dijo que debían bautizarse quienes habían creído, y sobre quienes había manifiestamente descendido el Espíritu Santo. Ignoramos si el carcelero de Filipos tenía hijos y si así era, qué edades tenían. De todos modos, Lucas afirma en Hechos 16:34 que el hombre se regocijó “con toda su casa que había creído en Dios”, lo cual obviamente no es aplicable a los bebés.
4. Se sabe que en tiempos post-apostólicos se introdujeron prácticas bautismales que eran propias del período apostólico. Una fue la costumbre de demorar el bautismo hasta que la muerte fuese inminente (por la noción errónea de que no tendría perdón ningún pecado cometido después del bautismo). Otra fue la introducción de un largo período de instrucción entre la profesión de fe y el rito bautismal, juntamente con complejos ritos carentes de respaldo neotestamentario. Por tanto, el solo hecho de que se practicase el bautismo infantil hacia fines del segundo o principios del tercer siglo no es fundamento suficiente como para considerar tal práctica de origen apostólico. La primera indicación clara acerca del bautismo infantil –a favor- se encuentra en el tratado sobre prácticas eclesiásticas de Hipólito de Roma titulado “La Tradición Apostólica” [8]. Pero la segunda alusión , en contra de tal práctica, aparece en el escrito deTertuliano de Cartago, “Sobre el bautismo” [9]. Ambos documentos datan del siglo III.


¿Qué significa el bautismo?

La significación del bautismo podría resumirse como sigue:
1. Es un acto de obediencia que todo cristiano debe tomar muy seriamente. Jesucristo mandó que todo aquel que llegase a ser su discípulo fuese bautizado (Mateo 28: 16-20).
2. Es un acto que expresa el propósito de ser limpio del pecado y puro para con Dios (1 Pedro 3:21).
3. Es un acto que nos identifica con Jesucristo en su muerte y en su nueva vida de resurrección (Romanos 6).
4. Es un acto que significa ser incorporado al Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y da entrada a la paticipación plena en la fraternidad cristiana (Efesios 4:4-6).
Asimismo, y teniendo en cuenta todo lo anterior, el bautismo puede considerarse un testimonio público de nuestro compromiso de seguir a Cristo.
Relación entre la regeneración, el bautismo con agua y el bautismo en el Espíritu Santo
Ya que el bautismo es un signo externo de una gracia interior, no hay una relación simple y unívoca entre estos acontecimientos. En el Nuevo Testamento, quienes se arrepienten y creen en Cristo son bautizados, pero ya que tanto la confesión como el rito del bautismo en sí mismo son actos externos, ellos no garantizan de manera absoluta que la obra interna de la gracia esté presente. Por ejemplo, no fue así en el caso de Simón el Mago (Hechos 8:13-25). Los samaritanos fueron bautizados en agua primero y recibieron el Espíritu Santo después. Por el contrario, Cornelio y los suyos primero recibieron el Espíritu Santo y luego fueron bautizados.
Sin embargo, por el modo en que el asunto se presenta en la predicación apostólica, F.F. Bruce está en lo cierto al afirmar: “El bautismo es el signo externo y visible del arrepentimiento y la fe. En la era apostólica el signo externo estaba en general tan inmediatamente asociado con la gracia interior y espiritual que se podía hablar de ambos como partes componentes de una única experiencia, o por una especie de metonimia, lo que era estrictamente cierto de una podía predicarse de la otra.” [10]
Esto permite explicar pasajes como Hechos 22:16, donde Pablo narra su propia experiencia de conversión; se le dijo: “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados invocando su nombre.” Bruce observa: “Pablo, siendo un hombre inteligente, sabría que la aplicación externa de agua a su cuerpo no podría, en sí misma, quitar sus pecados; entendería que su bautismo en agua era la señal externa y visible de su purificación del pecado, interior y espiritual , por la gracia de Dios, una purificación que hizo propia por la fe.” [11]
De igual modo, Tito 3:4-7 puede entenderse en el mismo sentido: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor para con la humanidad, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración, y por la renovación en el Espíritu Santo [griego, dia loutrou palingenesias kai anakainöseös pneumatos hagiou], el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. “ (ver también Romanos 5 y 8).


¿Es el bautismo necesario para la salvación?

La Iglesia Católica Apostólica Romana es el defensor más conspicuo de la noción de que el bautismo es necesario para la salvación. El reciente “Catecismo de la Iglesia Católica” (1992) afirma: “El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu (‘ vitae spiritualis ianua’) y la puerta que abre el acceso a otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.” [12].
Según la doctrina romana, los sacramentos en general no son solamente signos externos de la gracia interior, sino que son los medios por los cuales se confiere la gracia; es decir que contienen en sí la gracia que simbolizan, cuando se los imparte y recibe apropiadamente [13]. En lo que se refiere al bautismo, el nuevo Catecismo sostiene que “El Señor mismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvación (cf Jn 3,5).” [14]. Sin embargo, el sincero anhelo de ser bautizado es considerado equivalente, a los efectos de la salvación, al sacramento mismo en los casos en que éste es imposible. Tal el caso, por ejemplo, de quien muere mártir sin posibilidad de bautizarse –es el llamado “bautismo de sangre”- o el de un adulto que es impedido por la muerte o un obstáculo insuperable, pero que de veras deseaba bautizarse [15].
El problema del destino de los niñitos que mueren sin haber sido bautizados no es respondido de manera consistente por el romanismo. En efecto, el nuevo Catecismo afirma que la Iglesia “sólo puede confiarlos a la misericordia divina”, confiando “en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo” [16]. Esta declaración es muy sorprendente, ya que por siglos se ha sostenido como doctrina de fe que “las almas que salen de esta vida en estado de pecado original están excluidas de la visión beatífica de Dios” [17]. En otras palabras que las almas de los niños que morían en pecado original –es decir, sin ser bautizados- quedaban excluidas de la bendición de contemplar a Dios. Adicionalmente, al menos dos concilios generales de occidente (llamados ecuménicos por Roma), a saber el IV Concilio de Lyon (1274) y el Concilio de Florencia (1438-1445) establecieron dogmáticamente que quienes mueren en pecado original van al infierno: “Pero las almas de aquellos que mueren en pecado mortal actual o con solo el original, bajan inmediatamente al infierno, para ser castigadas, si bien con penas diferentes” [18]. Hasta hace muy poco, se enseñaba que los niños sin bautizar iban a un lugar, el limbo (limbus infantium) donde podrían gozar la mayor felicidad natural, pero eran excluidos de la presencia de Dios. He aquí lo que dice un compendio publicado en 1973:
“EL LIMBO. – Los párvulos que han muerto sin el bautismo no van al paraíso terrenal (Benedicto XII, [Denzinger] 534), sino al llamado «limbo de los párvulos» (Pío VI, [Denzinger] 1526 ). Carecen de la visión de Dios, pero no sufren la pena de fuego (Inocencio III, [Denzinger] 410).” [19]
Sin embargo, ahora la Iglesia de Roma soslaya silenciosamente su enseñanza de siglos y se limita a declarar que solamente confía a los niñitos a la misericordia de Dios. El hasta ahora famoso limbo ni aparece en el índice alfabético del nuevo Catecismo firmado por Juan Pablo II.
En realidad. importantísimo como es el bautismo, en ninguna parte del Nuevo Testamento se lo declara como necesario para la salvación. Los requisitos que son consistentemente presentados como imprescindibles son el arrepentimiento del pecado y la fe en Jesucristo.


Juan 3:5

Este texto es el apoyo más importante para la doctrina de la regeneración bautismal, esto es, la noción de que el sacramento mismo del bautismo efectúa la regeneración o nuevo nacimiento en Cristo. Por tanto, es conveniente examinar cuidadosamente este texto.
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo:
- Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Le respondió Jesús:
- De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo [o de lo alto] no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le preguntó:
- ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
Respondió Jesús:
- De cierto, de cierto te digo que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: «Os es necesario nacer de nuevo». El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.
Le preguntó Nicodemo:
- ¿Cómo puede hacerse esto?
Jesús le respondió:
- Tú, que eres maestro de Israel, ¿no sabes esto? ...” (Juan 3: 1-10).
El contexto inmediato de este encuentro es la primera Pascua celebrada durante el ministerio terrenal del Señor (Juan 2:13-25). Jesús acababa de anunciar veladamente su resurrección (versículo 19). Nicodemo se convenció de que Dios estaba con Cristo y fue a verle de noche.
Jesús le dijo que aquellos que desean entrar en el reino de Dios deben nacer “de nuevo” o “de lo alto.” El texto griego dice “ean më tis gennëthei anöthen” (si uno no recibe el nacimiento de lo alto, versículo 3) y “gennëthëi ex hydatos kai pneumatos” (nacimiento de agua y Espíritu, versículo 5). La palabra anöthen puede significar tanto “de nuevo” (Gálatas 4:9), como “de lo alto” (Santiago 1:17; 3: 15,17). Evidentemente Nicodemo entendió lo expresado por Jesús en el primer sentido, pero las palabras del Señor en el versículo 31 indican que él quiso decir primariamente “de lo alto.” En otros términos, nada menos que un nacimiento de lo alto, es decir, de Dios mismo, puede permitirle a alguien tener parte en el reino de los cielos.
El mismo pensamiento se encuentra en Juan 1:12-13, “Mas a todos los que le recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios.” También aparece reiteradamente en la primera epístola de Juan (1 Juan 2:29; 3:9; 4:7; 5:1,4,18).
Quienes afirman que las palabras de Jesús eran fundamentalmente una referencia al bautismo con agua pasan por alto los siguientes hechos:
1. El propio bautismo de Jesús en ninguna parte se pone como modelo para el bautismo de sus discípulos. Como se demostró antes, el bautismo del Señor fue una señal de su identificación con la raza humana, preparatoria de la obra de redención que él cumpliría más tarde en la cruz.
2. Es notable que el Evangelio de Juan sea el único que no contiene un relato del hecho preciso del bautismo de Jesús. Por tanto, su propio bautismo no es parte del contexto inmediato del pasaje.
3. Jesús se dirigió a Nicodemo teniendo en cuenta que éste era un maestro, alguien bien versado en el Tánaj (el Antiguo Testamento: el Pentateuco, los Profetas y los Escritos). De aquí que la declaración del Señor de la absoluta necesidad de nacer del agua y del Espíritu debe entenderse en esta luz, y debería haber traído a la mente de Nicodemo textos como Zacarías 13:1; Jeremías 33:8; Isaías 43:20, 55: 1, y sobre todo Ezekiel 36: 25-27,
“Esparciré sobre vosotros agua limpia y seréis purificados de todas vuestras impurezas, y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra.“
Mientras que el bautismo cristiano en agua no es enseñado como tal en el Antiguo Testamento, ningún escriba o maestro hebreo podría haber ignorado estos textos proféticos tan importantes acerca de la purificación espiritual. Por esta razón Jesús reconviene a Nicodemo de este modo: “Tú, que eres el maestro de Israel, ¿no sabes esto?” Como alguien que estaba bien versado en las Escrituras, era de esperarse que Nicodemo entendiese la alusión de inmediato.
En conclusión, las palabras de Jesús a Nicodemo no tienen como referencia primaria el bautismo en agua, sino la renovación espiritual anunciada por los profetas del Antiguo Testamento. Como notamos antes, este es un tema reiterado en los escritos de Juan. De igual modo, es significativo que también Pedro vincule el nuevo nacimiento o regeneración (griego anagennaö, “nacer de nuevo”) con el poder purificador de la Palabra de Dios antes que con el bautismo por inmersión en agua:
“Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para el amor fraternal no fingido. Amaos los unos a los otros entrañablemente, pues habéis renacido [anagegennëmenoi] , no de simiente corruptible. por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1: 22-23).
Asimismo el Apóstol Pablo, quien no bautizó a muchos cristianos en Corinto (1 Corintios 1:14-17), declaró enfáticamente “en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” (1 Corintios 4:15).
Tal regeneración o nuevo nacimiento espiritual no es producido por el bautismo en agua; éste es un signo o sacramento de la regeneración, pero en modo alguno reemplaza, ni mucho menos produce, la gracia interior que representa. Diciembre de 1999






Notas
[1] G.R. Beasley-Murray, Baptism. En Colin Brown, Ed.: New International Dictionary of New Testament Theology. Grand Rapids: Zondervan, 1975-1978, 1: 144.
[2] James C. Vanderkam, The Dead Sea Scrolls Today. Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, 1994, p. 168-170.
[3] C. Perrot, Los movimientos bautistas. En Augustin George y Pierre Grelot, Dir.: Intoducción Crítica al Nuevo Testamento. Barcelona: Herder, 1983; 1: 177-180.
[4] Joachim Jeremias, Teología del Nuevo Testamento. I. La predicación de Jesús, 4ª Ed. Salamanca: Sígueme, 1980, p. 73-74.
[5] Oscar S. Brooks, The Drama of Decision: Baptism in the New Testament. Peabody: Hendrickson, 1987, p. 160.
[6] Donald Bridge y David Phypers, The Water that Divides – The Baptism Debate. Leicester: InterVarsity Press, 1977.
[7] Michael Green, Baptism: Its purpose, practice and power. Downers Grove: InterVarsity Press, 1987. Véase también Oscar Cullmann, Baptism in the New Testament (London: SCM Press, 1950) y Andrés Manrique. O.S.A., Teología Bíblica del Bautismo – Formulación de la Iglesia Primitiva (Madrid: Editorial Biblia y Fe, 1977).
[8] Hipólito de Roma, La Tradición Apostólica, 21 (61).
[9] Tertuliano, De Baptismo, 18.
[10] F.F. Bruce, Answers to questions. Exeter: The Paternoster Press, 1972, p. 76
[11] Ibid., p. 84.
[12] Catecismo de la Iglesia Católica. Edición preparada bajo la presidencia del Arzobispo José Manuel Estepa Llaurens. Santo Domingo: Librería Juan Pablo II, 1992, # 1213 (p. 284).
[13] “Si alguno dijere que los sacramentos de la Nueva Ley no contienen la gracia que significan, o que no confieren la gracia misma a los que no ponen óbice, como si sólo fueran signos externos de la gracia o justicia recibida por la fe y ciertas señales de la profesión cristiana, por las que se distinguen entre los hombres los fieles de los infieles, sea anatema.” (Concilio de Trento, Sesión VII del 3 de marzo de 1547; Cánones sobre los sacramentos en general, Canon 6). Según Enrique Denzinger, El Magisterio de la Iglesia – Manual de los símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres. Traducción de Daniel Ruiz Bueno. Barcelona: Herder, 1963, # 849 (p. 241).
[14] Catecismo de la Iglesia Católica, # 1257 (p. 292).
[15] Ibid, # 1258-1260 (p. 292- 293).
[16] Ibid., # 1261 (p. 293).
[17] Ludwig Ott, Manual de Teología Dogmática, 6ª Ed. Barcelona: Herder, 1969, p. 191-192.
[18] Eugenio IV – Concilio de Florencia; Decreto para los griegos de la Bula “Laetentur coeli” del 6 de julio de 1439; Denzinger # 693 (p. 201).
[19] Antonio Royo Marín, O.P., La Fe de la Iglesia – Lo que ha de creer el cristiano de hoy, 2ª Ed. Madrid: BAC, 1973, # 352 (p. 232).
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Lo que dije en otro epígrafe, al que añado un significativo matiz.
Segun los romanistas el bautismo es un sacramento, pues bien, se puede administrar a "traición".
A los niños que no tienen uso de razón les aplican algo de lo que no son conscientes (y que conste que todos protestan de ello mediante el lloro y el pataleo. ¡¡¡¡y yo lo he visto!!!! Esto es un abuso a su condición de ser libre.
Esta traicionera costumbre es inveterada entre los romanistas. Durante siglos practicaban este deporte: Pillaban a un judío, lo llevaban arrastras hasta un templo romanistas, lo "bautizaban" a la fuerza, es decir, a traición y si volvía a la práctica de su religiosidad judía lo quemaban vivo por hereje.
¿Está eso en las webs del corazoncito, amigo Golan?
 
Asimismo, y teniendo en cuenta todo lo anterior, el bautismo puede considerarse un testimonio público de nuestro compromiso de seguir a Cristo.
Maripaz, el aporte es demasiado largo, no puedo contestar a artículos tan enormes, yo sólo pido las ideas principales, please.
EL autor del artículo resta importancia al texto de Juan 3, 5, diciendo que Jesús se refería no al bautismo de agua, sino al de Espíritu, pero el texto es demasiado claro:

Respondió Jesús: "En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.

Jesús no está poniendo como única condición el bautismo de Espíritu, sino que añade la importancia del bautismo de agua:
"Nazca de agua y Espíritu", es una sola afirmación, que no se puede separar sin manipular el texto bíblico, y Cristo señala que quien no cumpla con ambas condiciones, no puede entrar en el Reino de Dios.
Queda claro, pienso yo, que el "nacer de agua" (Bautizarse), lleva impreso dicho carácter salvífico, por más que el autor del artículo haya hecho especial énfasis en el bautismo de Espíritu, y haya minimizado la importancia del bautismo de agua.

Tal regeneración o nuevo nacimiento espiritual no es producido por el bautismo en agua; éste es un signo o sacramento de la regeneración, pero en modo alguno reemplaza, ni mucho menos produce, la gracia interior que representa. Diciembre de 1999
Por demás resulta curioso que el autor del artículo no buscara modo de minimizar otros versículos de importancia, como el siguiente:

16 El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.
Marcos 16, 16

Esta doble figura "creer y ser bautizado", es condición para salvarse, como señalan las palabras siguientes, es decir, no se dice que sólo deben creer, sino también bautizarse, de modo que el bautismo es condición para la salvación.

Un texto muy claro es:

Pedro les contestó: "Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo;
39 pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y = para = todos = los que están lejos, = para cuantos = llame el Señor = Dios nuestro."
Hechos 2, 38

"Bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el Don del Espíritu Santo"
Esto quiere decir, ni más ni menos, que por el bautismo se da la remisión de pecados, y se recibe el don del Espíritu Santo, el don principal que es el de la santificación interna (gracia santificante).


Y no sólo eso, dice que la promesa (remisión de los pecados por el bautismo), es también para los hijos, los niños, y por ende, los bebés, del mismo modo, en los tres textos:
Juan 3, 5
Marcos 16, 16
Hechos 2, 38
En estos textos la aplicación del bautismo es GENERAL, nunca dice "excepto los niños", de modo que no hay ningún motivo para excluir a los niños, sobre todo si desde que son niños nacen en pecado, y el bautismo les borra el pecado con el que nacen, como bien dice Hechos 2, 38.

Está claro que no se puede negar a los niños la salvación, condición para salvarse según Juan 3, 5 y Marcos 16, 16, es por eso que la Iglesia hace énfasis en la necesidad de bautizar a los pequeños, para que si mueren, ya estén en estado de remisión de pecados (Hechos 2, 38), y puedan salvarse (Marcos 16, 16)

A los niños que no tienen uso de razón les aplican algo de lo que no son conscientes (y que conste que todos protestan de ello mediante el lloro y el pataleo. ¡¡¡¡y yo lo he visto!!!! Esto es un abuso a su condición de ser libre.
Lo siguiente no es mío, sino de un sacerdote:
De acuerdo. Pero permíteme una última pregunta tonta: ¿llevaste tu hijito a la Iglesia a bautizar?

¿Sabes lo que me dijo una señora?

"Ah, eso sí que no. Yo no quiero obligar a mi hijo a que tenga ninguna religión. Cuando él sea grande que la escoja él como quiera."

¡Qué actitud más contradictoria!

Cantidad de cosas que "imponemos" a nuestros hijos por su bien (salud, lengua, hogar, educación) y lo más valioso, lo que más necesitamos en la vida, nuestra fe cristiana católica, ¡no se la quiere dar!

¿Te imaginas si esa señora dijera lo mismo sobre la educación de su hijo? "Ay, no. Yo no lo meto en ningún colegio. Que él escoja cuando sea grande si quiere estudiar o no."

A nadie se le ocurre. Sería mucha irresponsabilidad de los papás.

¡Si amamos a nuestros hijos tenemos que darles también nuestra fe! Y el primer paso es el bautismo.

Pueden encontrarse referencias en:
ChurchForum.Org.Mx

¿Está eso en las webs del corazoncito, amigo Golan?
No, está en ChurchForum, y próximamente, en mi Página Web.

Saludos!!!!!!!:D
 
Golan


Usted afirmó que "los evangélicos NO TIENEN GRANDES IDEAS RESPECTO AL BAUTISMO".....y ahora dice, respecto del aporte de Jetonius que ES DEMASIADO LARGO :D

Bueno,de su aporte, recorto esto:



Esta doble figura "creer y ser bautizado", es condición para salvarse, como señalan las palabras siguientes, es decir, no se dice que sólo deben creer, sino también bautizarse, de modo que el bautismo es condición para la salvación.


Curiosamente,el texto en cuestión dice:

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.



¿Se ha fijado usted que hay dos "condiciones" para ser salvo: creer y ser bautizado, y sin embargo dice que será condenado EL QUE NO CREYERE, pero nada dice sobre quien no es bautizado? ;)






Con respecto a Juan 3:5

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.


Si el hermano ha dado énfasís al Espíritu, es porque la propia Palabra TAMBIEN LO HACE; tan solo hay que leer el versículo siguiente:

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Con respecto al significado del agua, quizá estemos hablando de mucho más que H2O...


nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.(Tito 3:5)

así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,(Ef 5:25-26)


¿Ve Golan?, nada de doctrinas complicadas....todo es muy sencillo, si DEJAMOS LAS TEOLOGÍAS DOGMÁTICAS y nos acercamos a la Palabra de Dios como un niño, sin ideas preconcebidas, sin dogmas.......


La Palabra siempre se interpreta a si misma :leyendo:
 
"Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo" (Marcos 1:7-8)
 
Usted afirmó que "los evangélicos NO TIENEN GRANDES IDEAS RESPECTO AL BAUTISMO".....y ahora dice, respecto del aporte de Jetonius que ES DEMASIADO LARGO
Que un aporte sea demasiado largo, no significa que contenga grandes ideas. El autor habla y habla, pero llega a una conclusión simplista, que he visto en varias exposiciones evangélicas:

Asimismo, y teniendo en cuenta todo lo anterior, el bautismo puede considerarse un testimonio público de nuestro compromiso de seguir a Cristo.
No creo que sea una idea muy interesante del Bautismo, sobre todo porque lo reduce a un simple "testimonio".

¿Se ha fijado usted que hay dos "condiciones" para ser salvo: creer y ser bautizado, y sin embargo dice que será condenado EL QUE NO CREYERE, pero nada dice sobre quien no es bautizado?
Eso, Maripaz, no resta importancia al hecho de que dice que ser creyente y bautizarse (juntas ambas condiciones), son lo que nos hará salvos.

Con respecto al significado del agua, quizá estemos hablando de mucho más que H2O...
Sucede que esto, y las dos citas posteriores, se limitan a exponer algo que ya viene estudiando la Teología Dogmática por años.
El AGUA es simplemente el signo externo del Bautismo, el efecto del bautismo (purificación, regeneración y renovación), son por obra del Espíritu Santo, el agua es un signo externo, y su aplicación "Renacer de Agua según Juan 3, 5", es medio material para el Bautismo "De Espíritu" que no da el Agua sino el Espíritu Santo.

¿Ve Golan?, nada de doctrinas complicadas....todo es muy sencillo, si DEJAMOS LAS TEOLOGÍAS DOGMÁTICAS y nos acercamos a la Palabra de Dios como un niño, sin ideas preconcebidas, sin dogmas.......
Estas ideas las manejan varios protestantes que antes fueron católicos, sin embargo, una pregunta, Maripaz, porque SI me interesa esto:
¿Qué ideas preconcebidas tengo que dejar para leer la Biblia?
¿Por qué debo dejar la Teología Dogmática, está prohibida en la Biblia?

La Palabra siempre se interpreta a si misma
No, la interpreta QUIEN la lee, y como hay pensamientos distintos (cada cabeza es un mundo), hay interpretaciones diferentes, y esto, ha dado origen a multitud de iglesias y sectas, el Padre Amatulli le llama "pecado original de la Reforma".

Saludos!!!!!!!!!:D