Las cosas antiguas han pasado, y todas las cosas se han vuelto nuevas.
Ya no es necesario observar la ley de Moises porque hay una ley superior que Cristo nos dio.
Tú dices que los mandamientos de la ley de Dios siguen vigentes y es cierto, pero ahora de una forma más elevada y no para justificación sino para santificación, pues somos salvos por gracia después de hacer lo que Dios nos manda.
la Ley de Moisés se trataba de una ley diseñada para llevar a la gente a Jesús y para ayudarles a entender los sacrificios que Él haría por ellos. La ley se cumplió mediante la expiación de Jesús. Algunos aspectos de la misma, incluyendo el sacrificio, siguen siendo parte del evangelio, pero de una manera más personal, a través del sacrificio personal del egoísmo y la mundanería, no del sacrificio de animales. La ley de Moisés no tenía el poder de salvarnos – sólo la expiación podía hacer eso.
la Ley de Moisés fue una ley menor, dada porque los judíos de esa época no vivían de manera adecuada como para poder vivir una ley superior. Fue otorgada simplemente para mantenerlos siempre en el recuerdo de Dios y prepararlos para el regreso a la ley superior.
Cuando Jesucristo hablaba o enseñaba sobre la ley de Moisés, le daba significado más completo y pleno. La ley había sido dada a Moisés por Jehová, quien estaba ahora sobre la tierra en Su ministerio mortal como Jesucristo; por lo tanto era Su prerrogativa realizar el significado de la ley, las enseñanzas y la doctrinaplena y completa.
Jesús enseñó a Sus seguidores a obedecer la ley y luego llevarla a un nivel superior. Él enseñó que la ley decía que cometer adulterio era un pecado, además la ley superior decía que era un pecado incluso considerar la posibilidad de adulterio o pensar de manera inapropiada en alguien que no sea su esposo o esposa. Ya no era suficiente sólo ser físicamente fiel al esposo o esposa – tenían que ser fieles también emocionalmente. Si bien la ley enseñó que no se debe matar, Jesús añadió la obligación de evitar sentir rencor por las personas. Ya no era suficiente evitar su muerte. Cada ley fue llevada a un nivel superior, que exigía más fe por parte de los creyentes.
Una parte importante de la ley era la ley de sacrificio. Los israelitas fueron obligados a sacrificar sus animales. Los cristianos hoy en día más bien se sacrifican a sí mismos. Jesús hizo el sacrificio supremo de morir por nuestros pecados, y cada día de reposo, recibimos el sacramento de pan y agua para recordar aquel sacrificio. Pero también estamos obligados a hacer sacrificios personales. Dios nos pide renunciar a nuestros deseos mundanos y centrar nuestras vidas en torno a Él. Cuanto más grande sea nuestra fe, más capaces somos de hacer sacrificios por Dios.